4. Día Viernes, 8 de ENERO.

49 2 0
                                    

NARRADOR: TEO

No me había causado tanta molestia el hecho de ser el Romeo de Sam.

 Molestia me había causado saber que Sam había aceptado ser mi tutora de Matematicas.

Esa chica estaba loca. Deje de hablar con Sam en tercer grado, cuando decidimos ir por caminos totalmente diferentes. No la entiendo.

NARRADOR: SAM

Esta mañana, temprano, es decir… apenas llegue al colegio decidí que SI iba ser la tutora de Matemática de Teo. Tengo el deseo de conocerlo, de conocer la persona que oculta detrás de esa cara de chico malo enojado con el mundo.

Después de los recreos, lo busque por la escuela para decirle el día en que estaba libre para poder ayudarlo con la materia y a cambio de eso me gane una pelea con Jack.

-Hola Sam-Dijo burlándose de entrada.

-Hola.-Respondi- ¿Esta Teo?

-¿Teo? ¿Para qué quieres a Teo?-

-Eso en realidad no te importa.

-Si me importa, santita.-

-No, no te importa. Y no eres quien para llamarme santita.-

-Por favor Samantha, todos sabemos que eres una santurrona.-

-Y todos sabemos que tu no tienes cerebro, sin embargo yo no te lo recuerdo.-

Jack se quedo callado. En esos instantes que me fulminaba con la mirada Teo apareció. Le sonreí.

-Teo, puedo ayud…-

-Sí, Sam. Ya sé que tenemos clase de teatro.-Me corto sin dejarme terminar. Que grosero.

-No… Te quería decir que…-

-Adios, Sam-

Teo se río al igual que sus amigos los sin cerebro. No entendía por qué se comportaba así de cortante. Yo di media vuelta y seguí mi camino indignada.

NARRADOR: TEO

Busque a Sam después de clases para acordar las horas de estudio, ya que la había cortado en el patio cuando quiso hablarme.

-Samantha-La llame desde el cuarto de limpieza

-¿Qué haces ahí, Wells?-Pregunte

-Nada. Acá vamos a poder hablar mejor.-

-Ah, ya entiendo. Tienes vergüenza de que te vean hablar conmigo.-

-No, Samantha. No es eso.-

-No me digas Samantha. No es ese mi nombre.-

¿Me estaba bromeando?

-Vamos, deja los juegos Sam.-

-No estoy jugando. Me llamo Samira.-

Samira. Genial. Lo había olvidado.

-Bueno. Lo olvide.-La mire a los ojos.-¿Por qué aceptaste ayudarme? A ayudarme justo a mí.

-Por que me gusta ayudar a las personas.-

-Pasaras mucho tiempo conmigo.-Le advertí.

Sabía que a su padre no le gustaría esa idea.

-Lo sé. Empezamos mañana, sábado. Tengo libre en mediodía.-Me respondió.

-Bueno. Como quieras.-

Recuerdame, amor. (EN PAUSA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora