Capítulo 11: Denuncia

1.6K 149 92
                                    

TW: Phillip con crisis. Espero haberla descrito bien.

-----

Trataré de hacer esto lo más corto que pueda.

Hicimos las denuncia. Missa encontró unos papeles muy escondidos en la oficina. Eran certificados médicos, y tenían mi nombre. Sirvieron como prueba de las agresiones.

Por lo que escuché, se indicó una "situación de riesgo inminente", es decir, sospechas de que si vuelvo a casa, mis padres me van a agredir otra vez. Se van a tomar medidas al respecto.

¿Pero no sienten que la palabra "agredir" suena demasiado bonita? Ellos van a golpearme, a patearme, van a atacarme de cualquier forma posible hasta acabar desangrándome y...

— ¿Felipe?

Ángel no pudo acompañarnos, tiene una entrevista. Es por eso que sólo éramos Luca (mi abogado), y yo. Y el pequeño peluche que me regaló Amber. Ella tampoco pudo acompañarnos porque está con un nuevo proyecto.

— Phillip, voy a contar hasta siete. Respira, con lentitud.

Resulta que he estado teniendo ataques de pánico durante estos días. Como sólo estaba con Luca durante el juicio, él tuvo que aprender a ayudarme con ellos (guiándome con mi respiración y esas cosas). Tengo pensado ir a terapia también, cuando tenga dinero, porque por ahora no me alcanza con lo que tengo. 

Claramente mis padres saben de la denuncia, por eso están aquí, y eso me asusta más. Me estoy quedando en el departamento de Missa, y se supone que ellos no saben dónde queda.

Se supone...

— ¿Quieres ir afuera?

Sólo pude mover mi cabeza levemente y extender mi brazo. Luca lo tomó, y caminamos hasta el exterior. Sentí que adentro había demasiado ruido, quizás por el eco y la voz de la gente. Lo bueno es que antes se habló de mis ataques de pánico, así que no tuvimos que decir nada antes de salir.

El lugar tenía un extenso patio, donde no había casi ningún ruido molesto. Me refiero a que no hay ningún ruido que a mí me molestara en este momento. Tomé al pequeño peluche entre mis manos, mientras Luca me guiaba con mi respiración. Nos sentamos en el suelo.

Pasaron unos minutos hasta que pude calmarme, y dejé el peluche a un lado.

— Phillip —me llamó, sin mirarme—, si no quieres estar aquí no importa. Yo me encargo, ¿sí? 

Durante estos días, Luca y yo pudimos conocernos, no sólo en el ámbito abogado-cliente, sino que como personas normales. Al igual que Missa, es serio durante el trabajo, pero fuera de eso es alguien amable. A veces necesita su espacio, y pareciese que le cuesta hacer contacto visual con nosotros. Me ayuda mucho saber que no estoy siendo acompañado por un extraño, en especial durante mis crisis de pánico.

En ese momento no estábamos solos. Había una tercera persona viéndonos desde lejos. Debe estar pendiente de que no estemos haciendo nada raro.

— No falta mucho, ¿verdad? —pregunté, y Luca negó.

— Casi nada. Nos van a indicar algunas cosas, y ya está —hizo una pausa para mirar a la tercera persona (parecía irritarle su presencia), antes de volver a mirarme— ¿Quieres ir a casa?

Suspiré. Me sentía cansado.

— No quiero seguir sintiéndome débil —murmuré.

— Eres fuerte por haber llegado hasta aquí —me dijo, y tomó al peluche entre sus manos—. Hagamos algo: Arriba es sí, abajo es no —luego de mostrarme, me entregó el peluche—. ¿Quieres ir a casa?

Tomé al pequeño, y lo miré unos segundos, antes de bajarlo.

— ¿Quieres volver adentro?

Lo levanté un poco, y Luca asintió. Me tomó del brazo y volvimos a entrar, junto con la tercera persona que nos estaba viendo.

Media hora después:

Estuve durmiendo gran parte del camino en el auto, hasta que llegamos a Fresh Fragance. El juez dijo algunas cosas y no las recuerdo bien, pero Luca dijo que se tomará un tiempo para explicarme. No ahora, estoy agotado. Lo que sí recuerdo, es que mis padres no podrán acercarse a mi lugar de trabajo ni a mi domicilio. Y que si rompen alguna de las medidas, son enviados a reclusión o algo así.

Nos bajamos del auto, y entramos al edificio. Le agradecí a Luca por todo, y luego de despedirnos, le envié un mensaje a Missa, diciendo que ya había llegado. 

Le pregunté a la secretaria si Ángel seguía en entrevistas, y dijo que no, así que fui a verlo a la oficina. Toqué la puerta, escuché un "pase" y entré. Missa estaba solo, y cuando me vio, al instante nos abrazamos.

— ¿Cómo te fue? —me preguntó, mientras arreglaba un mechón de mi cabello.

— Nos fue bien, aunque estoy algo cansado —nos fuimos a sentar al sillón, y él tomó una de mis manos—. Tuve una crisis en un momento.

Ángel me miró con preocupación, y sólo le sonreí levemente.

— ¿Pero ahora estás bien?

— Sí, estoy mejor. No recuerdo mucho, pero me acuerdo que... dijeron que mis padres no pueden acercarse, ni aquí, ni a tu departamento.

Ahora que lo pienso, no tengo claro qué pasará con las ganancias, y si necesariamente tendrá que haber otro juicio sobre eso.

No quiero más juicios. Quiero abrazo.

Entonces abracé a Missa, y le murmuré muchos "te quiero". Estos días fueron ajetreados. Había unos cuantos momentos en los que podíamos estar juntos así, y casi siempre es cuando estamos muy cansados. Como ahora. Lo miré a los ojos antes de besarnos, y acaricié su cabello con suavidad. Sentí cómo uno de sus brazos rodeaba mi cuerpo, mientras el otro me tomaba de la cintura. Extrañaba esta sensación.

Al separarnos del beso, comencé a darle besitos por todo su rostro. Missa sonrió mientras yo seguía besándolo, bajando por su rostro hasta llegar hasta su cuello. Dejé unos pocos besitos, y él comenzó a reír.

— Basta we, me da cosquillas —dijo entre risas, y me detuve para sonreírle de vuelta—. Te quiero mucho, Phillip.

— Yo también te quiero mucho, Missa.

Él vio la hora en su teléfono, antes de volver a hablarme.

— Queda media hora para ir a casa. Yo ya terminé todo, y tú tienes día libre. ¿Qué quieres hacer?

Me quedé pensando unos segundos. Sabía perfectamente lo que quería hacer.

— ¿Tienes juegos en el compu?

-----
1029 palabras

Entre TelasWhere stories live. Discover now