Prólogo

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P.O.V Andrew

Miami. Zona residencial. 09:00 am

Miraba por la gran ventana que ocupaba el lugar de la pared en mi oficina. El mar se reflejaba en ella. La gente se veía tan pequeña desde el piso 69, parecían hormigas. Tome un sorbo de whisky mientras miraba el cuerpo de mi secretaria—ex secretaria una vez acabara de chuparme el pene con sus labios carnosos—reflejado en la ventana.

    —¡Trágatelo!—le ordene y agarre su cabello rubio entre mis puños—. Hasta la última gota—dije y saqué una servilleta de seda blanca de mi saco para entregársela.

    Ella se hizo para atrás y cerré la cremallera del pantalón.

    Me giré hacia mi escritorio de vidrio blanco y empecé a revisar unos dibujos. Mi inspiración se había perdido con la última colección, necesitaba algo nuevo y fresco, como el hielo en un cuerpo quemado por el sol. Teresa acabó de arreglar su vestido, dejándolo caer sobre sus caderas, me miró y sonrió.

    —Teresa, necesito el informe con tu renuncia—dije sin mirarla, concentrado y enojado de nuevo por la falta de inspiración.

    Ella puso los ojos en blanco

    —Señor Hell, creo que tengo los atributos adecuados para seguir como su secretaria, mis cursos de economía los hice en una de las uni...—la interrumpí, no tenía tiempo para ese tipo de mierdas.

    —Los atributos los acabo de probar, señorita—me mofé diciendo lo último y ella se quedó estupefacta mirándome, levanté la cabeza y me hice hacia atrás con la silla para mirarla—. Seré completamente sincero, su lengua me incomodó, su boca es demasiado pequeña para poder sentirme a lo largo y sus dientes demasiados grandes, ¡Viví con el miedo de ser dejado sin pene!—dije horrorizado al recordar como mi pene sintió el filo de sus dientes, casi me degolla—. Pero si se refiere a su trabajo, que estudió en las clases de la prestigiosa universidad de Nueva York, le diré que no entiendo cómo ha obtenido el diploma.

    —¡Eres el mismísimo diablo!—gritó enojada. Algo natural, no había podido salvar la poca dignidad que le quedaba, decidió hablar y echarlo todo a perder.

    —No es como si no hubiera estado advertida—negué con la cabeza, ¿Por qué seguía en mi oficina respirando mi oxigeno?—. Está grabado en mi nombre, en mi empresa y en casi todos los lados por donde mueve su gordo trasero—respiré hondo cuando la vi dirigirse a la puerta—. Ciérrala cuando salga y no olvide enviar su renuncia—dije tranquilo.

    —El karma tarda, pero llega—dijo antes de cerrar la puerta.

    Por fin tranquilidad.

    ¡Joder!

    —¿Bueno?—contesté, era mi tía Dafne— ¿Cómo que me arreglaste otra cita?—cerré los ojos, recordando a las últimas mujeres con quien me encontré en mis citas arregladas. Mis tíos insisten en casarme. Ya estaba harto de escucharla—. Muy bien, ahí estaré, restaurante Barton G—colgué.

    Unas horas más tarde bajé de la oficina y me dirigí hacia el coche, el chofer, Peter, me abrió la puerta, un hombre al que admiré siempre. En menos de 20 minutos habíamos llegado al restaurante, me abrió la puerta y me baje del coche.

    —Espérame Peter, no me tardo—dije y caminé hacia el restaurante, un señor me dirigió a la mesa y ahí me esperaba mi cita, una mujer hermosa, morena, con ojos verdes, pero... irrefutablemente estúpida. Estaba harto de escucharla, hablaba de su vida interesante en Instagram, "estoy muy ocupada, aunque no trabajo". Gracias a Dios mi cerebro funcionó, miré a mi alrededor a una camarera joven, con pelo castaño, ojos azules y una brillante idea se me ocurrió.




• UNBREAKABLE ©® 1º• [+18]Where stories live. Discover now