❝ Una mami para navidad ❞ ||...

Bởi _xYoungOnce

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❝ Todo comienza con el deseo anhelante de una inocente pequeña y termina con una intrusa muy dulce en la vida... Xem Thêm

Prólogo
Capítulo 2;; Intrusa
Capítulo 3;; De compras con mamá
Capítulo 4;; Consiguiendo el árbol perfecto
Capítulo 5;; Tristes fiestas
Capítulo 6;; Mamá volvió
Capítulo 7;; Nuevas Sensaciones
Capítulo 8;; Unión familiar
Capítulo 9;; Obra Navideña
Capítulo 10;; Reencuentro familiar
Capítulo 11;; La primera nevada
Capítulo 12;; Amigas
Capítulo 13;; Salida Navideña
Capítulo 14;; Noche buena
Capítulo 15;; Media Noche
Epílogo

Capítulo 1;; Regalo de Medianoche

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Bởi _xYoungOnce

Pov ChaeYoung:

— Esto no me sirve. — Fue lo último que dijo pues botó los papeles en la cara de su asistente.

El cansancio la tenía de un humor de perros.

Aunque debía de admitir que ella era de nacimiento de carácter difícil, siempre se reprendía a sí misma por a veces recargar todo ese estrés sobre su única hija al llegar a casa.

Pero debía mencionar que su asistente en verdad era tonta y no la hubiera contratado si no fuera porque tuviera ese cuerpo de infarto.

Su asistente con el ID de su nombre en el pecho entró a la oficina con la cabeza a dirección del suelo.

— ¿Ahora qué Minatozaki?

— Eh...Puede decirme Sana... Como aquella vez.

La mujer que descansaba en su asiento luego de una larga junta fijó la vista en su asistente. Se había acostado con ella, sí, pero fue algo de una noche y necesitaba quitarse un poco el estrés.

No era nada personal y por eso la llamaría por su apellido.

— Me gusta más Minatozaki.

— Oh, está bien.

Su voz fue entrecortada al principio pero después prosiguió mejorando el tono.

— Lo que sucede es que esa información me tardé una semana en buscarla y eh, pensé que tal vez para hoy ya tendría tiempo de salir temprano para ver a mi hijo, está en el hospital y no me gusta dejarlo solo mucho tiempo.

La sonrisa fría que le dedicó funcionó pues notó como se ponía tensa.

— ¿Acaso hiciste un buen trabajo? ¿Acaso eres asistente en un supermercado? No me mal interpretes, no quiero ser cruel en cuanto a lo de tu hijo pero no eres la única con niños y aquí las personas que merecen ir a casa o al hospital con ellos son los que hacen un buen trabajo.

— Sí, señorita Son.

— Hoy hasta que termine tu hora de trabajo, mañana sigues.

Su asistente desapareció luego de cerrar la puerta y entonces fue cuando pudo descansar su espalda tensa en el respaldo de la silla. Cerró los ojos y sonrió al pensar en su pequeña hija, ella era la razón por la que se esforzaba cada día de la semana.

Recordó cómo el padre de su hija le había dicho que no estaba listo para una responsabilidad tan grande pero para ese momento ya tenía 4 meses de embarazo y el único que pudo acobardarse fue él. Ella como su madre tuvo que soportar el dolor y soledad de esos nueve meses.

Sonrió porque sabía que había valido la pena, Yeji era ese impulso que necesitaba para ser cada vez mejor en su trabajo.

Cuando terminó el horario del trabajo se despidió de su asistente con una forzada sonrisa y con su bolso colgando en el hombro entró al ascensor, fueron segundos de silencio que disfrutó mucho.

Al salir de éste, justo en el estacionamiento del edificio pudo ver a lo lejos estacionado su coche negro. Era una de las cosas que más apreciaba porque era de los primeros lujos que pudo darse.

Caminó a su dirección y subió a él, pronto estaría en casa para descansar, pero antes tenía pensado ver a su hija que últimamente se estaba haciendo muy rebelde.

Suspiró al pensar que podría tener malos ejemplos. Quería saber más de ella pero siempre que llegaba estaba demasiado ocupada con su tarea, o viendo televisión o en el celular. Era imposible poder hablar bien con Yeji.

— Eres un dolor de cabeza, cariño.

Murmuró mientras se dirigía a casa y sí, su hija estaba muy atenta al televisor cómo para prestarle atención.

— ¿Yeji? ¿Qué haces despierta?

— Es sábado.

— Y en una hora domingo.

ChaeYoung estaba muy cansada, no tenía energía y menos ganas de discutir.

Al ver el reloj de la pared, como era costumbre su hija se había quedado callada. Decidió ir a su habitación, de todos modos era fin de semana, no podía ser estricta todos los días.

Sin embargo poco le duró el descanso, apenas se había terminado de bañar y puesto la pijama cuando el sonido del timbre llegó a sus oídos.

Frunció el ceño, miró hacia la ventana y seguía la tormenta pues cuando llegó a casa apenas había empezado, por suerte solo un par de gotas le tocaron pero seguía sin entender quién saldría con ese clima.

Se puso la bata de seda que tenía siempre al lado de la cama, por si tenía que salir de emergencia, pues sus shorts pequeños siempre eran además de cómodos algo vergonzoso de ver.

Odiaba mostrar piel.

Su hija la esperaba al pie de las escaleras, parecía igual de confundida que su madre pero aún así dudaba de su hija, era fin de semana y quizás había invitado a una amiga a dormir pero como jamás lo había hecho pensó que tal vez estaba exagerando.

— ¿Quién es?

Ella se encogió desentendida y con una expresión más dura se dirigió a abrir, sin embargo sus ojos sólo se agrandaron al ver a una mujer muy hermosa sonriéndole y también cerrando su sombrilla.

Mientras ella hacía todo aquello, ChaeYoung notó a sus pies que cargaba una maleta.

— ¡Hola! Lamento llegar tarde. Ya saben, la tormenta. Vine por lo del anuncio.

Siguió con la mirada a la desconocida que entró con confianza en su hogar

— ¿Anuncio?

— Sí, hospedaje y alimento a cambio del cuidado de una niña.

ChaeYoung estaba apunto de decirle que se había equivocado de casa pero la mujer volvió a sorprenderla al dirigirse a su hija con un aura demasiado feliz para su gusto.

— Tú debes ser la niña, que linda.

— Gracias.

Su hija se veía tan cómoda con la desconocida que la descolocó, frunció el ceño a dirección de la espalda de la mujer.

— No, yo no he puesto ningún anuncio.

Pero la sonrisa que le envió al girarse para mirarla la hizo sentir realmente incómoda ¿no sé cansaba de sonreír?

— Yo lo he puesto.

— ¿Qué? ¿Por qué?

Inclinó la cabeza de lado, no entendía porque su hija ocuparía de una niñera.

— ¿No es obvio? Vienen las fiestas navideñas y hay mucho que hacer, eso sólo hará que esté muy ocupada para su hija.

¿Pero quién se creía? O quizás...eso fue lo que le comentó su hija en su ausencia. Algo de tristeza arribó en su pecho al pensar que su hija pensara de esa forma.

— ¿Y cuál es su nombre?

— Oh, perdone. Mi nombre es Im Nayeon. Un placer.

— Cómo la tienda departamental.

De la nada al decir su nombre no pudo evitar sentirse un poco divertida con el apellido tan comercial que se cargaba.

— ¡Qué coincidencia! Mamá, deberíamos darle el cuarto de huéspedes.

Hizo una línea con sus labios, jamás había visto a su hija tan feliz. Se sintió tan presionada, en sus manos estaba la decisión y era la primera vez que en verdad estaba luchando por decidirse.

En el trabajo siempre tomaba la decisión al instante, era algo fácil sin embargo aquello no era tan fácil pues era una completa desconocida.

— Yeji, ve a tu habitación.

— Pero mamá, por favor contrátala.

Había ruego en su mirada y Chaeyoung sólo asintió al no poder con ella. Cuando tuvo la privacidad necesaria con su nueva empleada le invitó a la sala de estar.

— Deberías sentarte, tenemos que hablar sobre el trabajo.

Ella se sentó pero siempre demostrando la confianza que tenía, sonreía. Y su sonrisa no era algo para tomarse a la ligera, era hermosa.

Chaeyoung carraspeó y se sentó un poco apartada de la castaña.

— ¿Y bien? ¿Tienes tus papeles en regla?

— ¿Papeles? Eh bueno, sí.

La obviedad en la mirada de la madre era evidente, mientras tanto la mujer asentía y sonreía como sí no supiera a lo que se refería.

— ¿Trajiste tus documentos?

— Los olvidé.

La pelicorto se contuvo y solo tomó aire ¿pero que carajos sucede con esa mujer? la amabilidad se agotaba y tenía muy poco en el repertorio.

— ¿Cómo piensas ser contratada si no tienes eso?

— Pues porque soy una buena oferta, sólo es alojo y comida. No pido más.

La pelicorto se había cansado de verla sonreír y solo desvió la mirada con cansancio. Debía contratarla, de todos modos su hija se lo pidió y tenía razón, no pasaría tiempo con ella. No el suficiente.

Cuando se decidió a volver la atención a la castaña ésta estaba mirándola de arriba a abajo y viceversa, Chaeyoung se cubrió más con la bata en cuánto lo notó con un carraspeo incómodo.

— Está bien, te contrataré. Sígueme.

La mujer parecía tan feliz y nada incómoda después de todo. La madre se levantó del sofá y con una sonrisa muy recta se dirigió a la escalera tomando la maleta que estaba cerca de esta para así ayudarle.

— Oh gracias. No debería molestarse, puedo cargarla.

— ¿Qué llevas aquí? ¿Piedras?

La risa de la castaña detrás de ella era tan suave y femenina.

— Es todo lo que pude sacar de la tienda.

— ¿Qué?

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