Y de nuevo tú- Joe Jonas. {PA...

By Coolwatermelonjuice

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Busco su mirada en otros chicos, busco su sonrisa en cada rincón de esta universidad, pero no hay resultado... More

Capitulo 1- Y así están las cosas.
Capítulo 2- Sí o sí.
Capítulo 3- Lo que estaba deseando hacer desde hace tiempo.
Capitulo 4- No puedo parar de pensar en ti.
Capítulo 5- Que todo vuelva a ser como antes.
Capítulo 6- ¿Dónde están esos rizos?
Capítulo 7- Fantasmas del pasado.
Capítulo 8- Una vez más.
Capítulo 10- No tendrías que estar aquí.

Capítulo 9- Aléjate de él.

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By Coolwatermelonjuice


-Joder. No gritéis tanto.- Nick hundía la cabeza entre sus manos, mientras olisqueaba el zumo de naranja y su cara se removía de fatiga.

-No estamos hablando Nick.- Dije mientras me llevaba el zumo a la boca.

-Eso querido hermano, se llama resaca.- Joe le daba golpecitos en la espalda, se giraba y se servía una taza de café. Exacto, Joe, bebiendo café. Algo extraño.

Yo me encontraba sentada en la mesa, frente a Nick. Noah se estaba duchando, listo para marcharse a su casa de nuevo. Denisse y mamá habían salido a hacer unas compras. Por extraño que pareciera Joe y yo llevábamos toda la mañana en la misma habitación. Cuando llegué hacia aproximadamente media hora a la cocina él ya estaba allí, preparándose su desayuno. Yo me había quedado más o menos 5 minutos en la puerta en silencio, peleando con mi cabeza por si debería entrar o volverme a marchar a mi habitación. Hasta que apareció Nick y literalmente me empujó al interior de la cocina. Joe sólo nos echó una mirada y siguió con lo suyo, ni se preocupó en saludar. Típico.

-No recuerdo en qué momento de la noche le di mi número de teléfono a esa chica.- Nick se ponía las gafas de sol en la cabeza y toqueteaba el móvil, mientras se frotaba la sien con la otra mano.

-Bueno, hacemos entonces un balance positivo de la noche.- Joe seguía hablando desde detrás de la encimera, mientras fregaba y recogía todo lo que había ensuciado.- Hoy ya tienes plan.-

Mi vaso de zumo estaba casi intacto, estaba bebiendo muy lentamente. No podía quitarle los ojos de encima a Joe, llevaba un pantalón de chándal negro, y una sudadera roja con capucha, creo que era el outfit más cutre que jamás le había visto, y el que más me había gustado hasta ahora. En uno de mis últimos vistazos al culo que le hacían esos pantalones se giró bruscamente para limpiar la isleta de la cocina, y pasó. Me miró, yo sobresaltada aparté la mirada lo más rápido que pude, pero antes vi cómo se le escapaba una pequeña sonrisa. Hoy tenía un humor difícil de captar.

-¿Quién se va a despedir de mí?- Noah entraba en la cocina, soltaba la mochila en el suelo y abría los brazos.

-Iría y te daría un abrazo tío pero...- Nick se bajaba las gafas hasta la nariz y miraba lentamente a Noah.

-Adiós.- Dijo Joe mientras dejaba el trapo en la encimera y se acercaba a él. Mi corazón se paró durante unos segundos, pero permanecí viva cuando vi cómo salía por la puerta y subía los escalones de dos en dos.

Puse los ojos en blanco, me levanté y fui corriendo a la puerta de la cocina a abrazar a Noah. Le debía el favor más grande de su vida, estaría dispuesta a vender mis órganos por él. Bueno quizá sólo a vender mi colección de discos antiguos, pero lo haría. Cuando me hundí en su pecho pude percibir su olor característico, tenía como 5 botes de one million casi vacíos en su habitación de la residencia. Desde que lo conocía olía de la misma forma. Él me abrazó tan fuerte que me dejó sin respiración por 4 segundos.

-Qué bonito. Me dan ganas de vomitar.- Decía Nick.- Mierda, no es eso lo que me da ganas de vomitar.- Nick salía corriendo con las manos en la boca hacía el baño. Y ambos reíamos.

Acompañé a Noah hacia el coche. Justo cuando Noah abría la puerta del maletero para soltar el traje de chaqueta y la mochila que traía con algunas cosas más, mamá y Denisse llegaban, paraban el coche cerca nuestra y con la mano a través del cristal decían que esperásemos. Luego entraban en el garaje.

-Seguro que vienen a despedirse. Les has encantado.- Dije sonriendo.

-Le encanto a todas las madres Lauren. Es mi encanto natural.-

-Encantador y humilde son dos palabras que te representan a la perfección, claro.- Dije sarcásticamente.

-Me lo he pasado muy bien siendo tu novio durante un día. Creo que estaría preparado para serlo los 365 días del año.-

-Gracias por tu oferta Noah, pero no quiero tener novio. Nunca.-

-Bueno. Tampoco tenemos que ponerle nombre a las cosas. Puedo ser lo que tú quieras los 365 días del año.-

Sus ojos se fijaban en los míos, mientras que yo intentaba mirar a todos los sitios posibles que no fueran sus ojos irresistibles. Era tan mono. A veces me había imaginado como sería salir con él. Realmente tampoco difería mucho de lo que hacíamos normalmente, teniendo en cuenta que pasábamos mucho tiempo juntos. Cuando me besó aquella noche me gustó, y podría acostumbrarme a que una persona me trate bien de verdad, me bese cada día, y me demuestre que me quiere. Luego me entraba el miedo, conocía a Noah, sabía que jamás me haría daño, pero, también había pensado que conocía a Joe, y no fue para nada así. Podría romperme el corazón en mil pedazos más, y no estaba preparada. Otra vez no.

-Tienes miedo.- Decía Noah. A veces parecía que se metía en mis pensamientos, y me asustaba la idea de que fuese cierto.

-A ver psicoanalista, ¿De qué?- Dije en un tono desafiante.

-De que si me miras más de 5 segundos a los ojos te puedas pillar.- Dijo con seguridad.

-Qué tonterías dices. ¿A caso es un reto?-

-Adelante.- Decía mientras me agarraba por la cintura y me atraía hacía él.

Aquel chico alto me tenía atrapada, y yo no estaba muy incómoda con la situación. Al levantar la cabeza, me esperaban sus ojos marrones adorables y me miraban fijamente. No tenía ganas de ponerme a prueba, quizá 5 segundos así de cerca y pasaría algo de lo que nos arrepentiríamos de nuevo. Unos pasos y unas risas detrás de nosotros hicieron que Noah me soltase de inmediato, y que yo volviese a respirar con normalidad. Me giré rápidamente y veía como Denisse y mamá se acercaban a pasos agigantados.

-¿Ya te vas cielo?- Decía Denisse.

-Sí, sólo había venido para la magnífica cena de ayer. Tampoco quería molestar más días aquí.- Miré a Noah con los ojos como platos, pero me recompuse de inmediato. 'Noah por ahí no sigas, que Denisse es la reina de las anfitrionas y me apostaría mi vida a que estaría dispuesta a que pasases las navidades aquí con nosotros' Intenté decirle con la mirada, pero no funcionó. Ni si quiera me miró.

-Andaya, ¿Molestar tú? ¿Y si te quedas las navidades con nosotros?- Soltó Denisse. 'BUM' pensé, mientras me llevaba las manos a la cabeza.

-El chico tendrá su familia Dee, tendrá que pasarla con ellos.- Dijo mi madre con calma. 'Gracias mamá'.

-Sí claro. Mi madre me espera en casa. Gracias por la invitación pero también tengo que ocuparme de mis primos pequeños. Se aburrirían sin mí.- Decía Noah. Sólo de imaginármelo jugando con sus primos pequeños me daban ganas de sonreír.

-Está bien está bien. Es culpa mía, me encanta tener invitados en casa.- Dijo sonriendo.

-Bueno señor Noah.- Proseguía mi madre.- Ha sido todo un placer pasar un día y casi un cuarto de día con usted. Espero verte pronto.-

-Es usted muy encantadora.- Noah abrazaba a mi madre. Y a mí se me removía el corazón viéndo a los dos abrazados. ¿Qué me pasa? Ah sí, la estupenda menstruación.

-Lo mismo digo cielo. Espero que vengas pronto a esta, tú casa.- Denisse abrazaba a Noah también.

-Muchas gracias. Me he sentido muy cómodo aquí.- Sonreía.

Noah se despedía de mí con un beso en la frente y se montaba en el coche. Mama, Denisse y yo dábamos un paso atrás para dejar que el coche saliera sin problemas. Noah metía la llave en el contacto y la giraba, el coche parecía que no reaccionaba y él fruncía el ceño. Volvía a girar la llave y nada. El coche seguía sin hacer nada. Tercer intento, Noah giraba la llave y el coche hacía un estruendo y empezaba a salir humo del capó. Problemas. Yo me llevaba las manos a la cara y miraba sorprendida a Noah que salía del coche.

-¿Qué pasa?- Decía mamá acercándose junto con Denisse.

-No sé, nunca le ha pasado esto.- Noah abría el capó lentamente, y comenzaba a salir humo negro de él. Este se tapaba la boca y la nariz mientras meneaba su otra mano intentando hacer desaparecer el humo.

-Voy a dentro a por el móvil. Llamaremos a un mecánico.- Denisse entraba rápidamente a dentro.

-Joder.- Noah le daba una patada a la rueda del coche, mientras se llevaba las manos a la cabeza.

-Seguro que se soluciona.- Decía Mamá.

-Perdón. Es que me ponen muy nervioso estás cosas.- Noah se disculpaba por su comportamiento mientras su cara se volvía roja como un tomate.

-Nada, no te preocupes. Yo habría roto el capó del enfado.- Mamá era experta en hacer que las personas se sintieran mejor en cuestión de segundos.

-Chicos, me temo que el taller está hoy cerrado. Es domingo.- Denisse nos avisaba mientras se acercaba rápidamente a nosotros.

-Mierda.- Dije.

-Podemos hacer una cosa.- Decía Denisse.- Puedo decirle a Joseph que te eche una mano, quizá sepa que hacer. Me ha arreglado en varias ocasiones cosillas del coche. Y mientras nosotras vamos a preparar la comida, que ya creo que es hora de comer algo.- Decía sonriente.

-Vale. Genial.-

¿Genial Noah? ¿Genial? Noah y Joe arreglando juntos un coche, a saber cuánto tardarían en arreglarlo. Si es que lo arreglaban antes de que alguno de los dos resultase herido por una pelea con destornilladores y llaves inglesas. Denisse entraba en la casa, pocos segundos después entraba mamá.

-No te preocupes Noah.- Dije mientras le frotaba la espalda.

-El coche es muy antiguo. Algún día tendría que pasarle esto.- Se encogía de hombros.- Además así tendría más tiempo para estar contigo. Me debes un desafío, ¿recuerdas?- Noah se acercaba a mi lentamente.

-No te debo nada. Suficiente tengo ya con tener que aguantarte a la hora de la comida.- Dije acercándome a él desafiante.

-No vayas de dura. Me apuesto lo que sea que has sido tú la que has jodido mi coche para que me quede más tiempo contigo.- Noah comenzaba a acercar su cabeza lentamente.

-¿Qué cojones ha pasado? Tengo cosas más importantes que hacer.- Escuchar su voz hizo que me apartara rápidamente de Noah, como si estuviese haciendo algo malo. Joe se acercaba rápidamente hacía nosotros. Parecía enfadado.-

¿Me permitís?- Decía de mala gana indicándonos con las manos que nos quitásemos del coche. Noah y yo nos echábamos a un lado y Joe volvía a abrir el capó. Volvía a salir humo.- Seguro que es del motor.- Dijo muy convencido.

Después de mover el coche hacía el garaje, rebuscar entre un montón de cajas de herramientas para coger la más adecuada y esperar que el coche dejara de echar humo, Joe y Noah se disponían a arreglar aquel desastre. ¿Quién me iba a decir a mí que ambos iban a cooperar?

-¿Y cómo es que sabes tanto de coches Joe?-

-No sé de coches.- Joe miraba otra vez dentro del coche. Giraba alguna cosas con la llave inglesa mientras se retiraba gotas de sudor de la frente. Segundos más tarde se quitaba la camiseta.

Por el amor de dios. Mi boca se abrió sola, y mi mano derecha se encargó de volverla a cerrar antes de que las babas comenzasen a salir. Se notaba que se había matado en el gimnasio, o había hecho un pacto con el diablo para que le esculpiese el cuerpo cual dios griego. El caso es que estaba en pleno invierno allí sin camiseta.

-¿Por qué estoy dejando que un tío que no sabe nada de coches arregle mi coche?- Decía Noah acercándose a mí.

-¿Qué?- Dije mientras miraba intensamente a Joe.

-¿En serio?- Noah me miraba desafiante. Parecía que Noah había descubierto mi mirada sucia hacía Joe.- Puedo mejorarlo- Yo me limité a pegarle en el hombro.- Eh... Joe.- Noah se acercaba a él. Y se ponía a mirar por el coche, sin tener ni idea.

Poco después Noah se quitaba la sudadera también y me dedicaba una sonrisa. ¿Pero qué tipo de broma estaba siendo esta? Joe lo miraba extrañado y acto seguido sacaba la cabeza del coche y se ponía un trapo en el hombro.

-Creo que ya está.- Joe se frotaba la frente y se la machaba de grasa. Parecía recién salido de una fantasía sexual de una señora de cuarenta años.

-¿Estás seguro?- Decía Noah extrañado.

-Sí. No era nada, sólo tenía unas gomas un poco sueltas.-

-¿Cuándo lo arranque no explotará verdad?-

-Joder.- Joe ponía los ojos en blanco y se montaba en el coche. Metía la llave y la giraba, el coche arrancaba perfectamente. Daba unos cuantos de acelerones y salía, le tiraba las llaves a Noah y caminaba hacia la casa.- De nada. Ya te puedes pirar.- Gritaba mientras entraba en la casa.

-Gilipollas.- Resoplé.

Había ido mejor de lo que imaginaba. Joe y Noah habían pasado casi 24 horas juntos y no se habían matado. Otra forma de demostrar que no le he importado nunca. A ver, no quiero que se peleen por mí, no tenemos 14 años pero no sé, un mínimo de enfado. Es cierto que Joe estaba siendo un borde insoportable, pero esa es su actitud con todas las personas que no conocía. Quizá siempre había sido así, pero mi amor por él me cegaba. Pero ahora como no me importaba lo más mínimo pues, genial. Denisse convenció a Noah para que se quedase a comer, esa mujer y su facilidad para convencer a todo el mundo. Y tampoco es que Noah sea una persona difícil de convencer, sólo tuvo que decirle que tenía la comida hecha y que no podía salir a la carretera con el estómago vacío. Et voalà! Noah ya estaba sentado en la mesa sonriendo.

Joe entraba en la cocina, y su cara cambiaba completamente al ver a Noah sentado a mi lado. Se acercaba a la nevera y murmuraba algo que no logré escuchar. Nick llegaba arrastrando los pies y se sentaba al lado de Denisse, ésta lo miraba con algo de enfado y él de dedicaba una sonrisa de oreja a oreja.

-Vaya cara tienes hijo.- Decía mi madre.

-Creo que estoy algo enfermo.- Nick se servía un poco de zumo. Mamá y Denisse se sumían en una risa profunda.

-Cielo, ambas hemos tenido tu edad. Lo que tienes es una resaca de caballos.- Reía mamá.

Nick resoplaba y se servía un poco de sopa. Parecía que su estomago hoy solo le iba a permitir comer eso. Pobre Nick, nunca lo había visto así de mal. El que solía llegar por las mañanas con gafas de sol oscuras y con el alma por los suelos era Joe no él. Parecía que las cosas estaban cambiando en esta familia. Joe se había convertido en un chico oscuro, misterioso y asocial, mientras que Nick había descubierto el mundo exterior, el alcohol y las chicas. Joe se sentaba justo enfrente de los dos.

-Oye, ¿Qué pasa con ustedes dos?- Preguntaba Denisse.

Mi corazón se paralizó, la cuchara se me cayó de las manos y mi cara seguramente era de color blanco nuclear.

-¿Qué pasa?- Dijo Joe despreocupado mientras se servía limonada.

-En verano estabais muy unidos, y ahora, no sé apenas os miráis.- Denisse comía despreocupada.

Yo era incapaz de llevarme nada a la boca porque tenía la sensación de que mi estomago estaba cerrado y en cualquier momento devolvería todo lo que había comido anteriormente. Denisse era tan observadora, y tan curiosa, siempre lo había sido. Notaba todo de nosotros, si estábamos enfermos, enfadados, si nos había pasado algo con otros niños. Esa mujer tenía un don. A veces necesario, sobre todo cuando no tienes fuerzas ni ánimos para contar qué te ha pasado, y otras veces odioso.

-Tampoco lo estábamos tanto.- Dijo Joe mientras pinchaba salchichas de su plato.

Joe acababa de coger el tenedor que tenía en su mano y lo había clavado justo en mi órgano vital. Había dejado claro una vez más que nuestra relación, fue solamente un amor de verano. Quizá ni un amor, simplemente un juego para él. Las lágrimas empezaron a asomarse en mis ojos. Pero tenía que ser fuerte, no podía ponerme a llorar delante de todo el mundo, si no todo sería más desastroso todavía.

-Bueno y, Noah, ¿Cómo te va en la uni tío?- Nick cambiaba rápido de tema. Le eché un vistazo y me guiñó un ojo.

Le habría hecho un monumento a Nick en el patio de su casa si el me lo hubiese pedido. La comida fue más incómoda de lo que esperaba. Joe comió super rápido, recogió sus platos y se marchó a su habitación.

Acompañé a Noah al coche de nuevo. Segunda despedida del día. Esperaba que esta fuera la definitiva. No me malinterpretéis, no quería que Noah se fuera, pero me estaba trayendo más problemas de los que desearía. Al tenerlo en la casa me estaba haciendo socializar con los demás más de lo debido, y si recordamos mi plan, mi único lugar de hábitat debía ser mi habitación. Y mi único cometido en esa semana de vacaciones tenía que ser exclusivamente hacer trabajos.

-No me eches de menos.- Decía Noah mientras me agarraba por la cintura.

-Eres tú el que me va a echar de menos a mí.-

-Vale, tienes razón.- Noah me besaba la frente.- Si pasa cualquier cosa estaré aquí en 50 minutos.- Dijo abriendo la puerta del coche.- Y aléjate de él.- Decía alzando un poco más la voz y metiéndose en el coche.

-Sí Noah, estaré bien.- Mi mano se sacudía en el aire despidiéndose de Noah. Este arrancaba y se marchaba. Yo me quedaba en la puerta, agarraba mi chaqueta y la apretaba con fuerza. De nuevo sola. Me giré para entrar en la casa, y el peligro volvía a amenzarme.

-Así que aléjate de él.- Joe se encontraba apoyado en la barandilla del porche.

-No tendrías que escuchar conversaciones privadas- Dije algo nerviosa, y me disponía a abrir el pomo para entrar.

-Es él el que me ha incluido en la conversación. - Joe agarraba el pomo y cerraba. Su mano se colocó encima de mía, mi piel se erizó y notaba su respiración y el calor de su cuerpo detrás de mí. Aparté la mano rápidamente. – Es un poco triste que tu novio te prohíba acercarte a mí.- Su voz resonaba en mi cabeza.

-¿Qué es lo que no entiendes Joe? ¿Por qué no dejas de meterte en mi vida? Soy yo la que no quiere saber nada de ti. Y no es culpa de nadie, sólo tuya. – Me deshice de él y entré rápidamente a la casa. Subí corriendo las escaleras, entré en mi habitación y me desplomé en la cama.

Mis ojos se abrieron lentamente, rebusqué en mi bolsillo y saqué el teléfono. Noah me había mandando un mensaje hacía una hora diciéndome que ya había llegado a su casa. Eran las 7 de la tarde, había estado durmiendo dos horas. Así no estaba siendo nada productiva. Me giré y me coloqué mirando el techo, respiré hondo varias veces. Otra vez había soñado con él. No me dejaba en paz ni en sueños. Me incorporé, me recogí el pelo en un moño y me levanté.

Empecé a preparar la oficina de trabajo, y no pensaba desmontarla hasta que no terminase al menos la mitad del primer trabajo. Saqué los únicos cinco libros que había conseguido meter en la maleta entre tanta ropa, abrí el portátil y lo coloqué en la mesa. Ni siquiera recordaba por dónde me había quedado, le eché un pequeño vistazo al apartado que había estado escribiendo antes. Psicoanálisis, genial. Me encantaría practicarlo con muchas personas, incluso conmigo misma. El inconsciente humano es una laguna de recuerdos y pensamientos que ni sabemos que existen, pero están ahí, en lo más profundo de nosotros. Si todos pudiésemos expresar, o sacar al exterior las cosas que hay ahí sería mucho más fácil calar a las personas desde el principio. O quizá seríamos todos unos locos paranoicos. Comencé el primer libro, a simple vista parecía ser un tostón de narices, y conforme iba avanzando en los apartados esa suposición se iba consolidando. Menudo libro aburrido.

Levanté la cabeza del libro en el capítulo 6, en ese punto ya había optado por leer párrafos sueltos. Me había convencido que era una forma más original de leer un libro, porque si no sabía toda la información podría darle un toque personal y propio al trabajo. Por el simple hecho de que me iba a inventar las partes que no me había leído. Bueno, inventar no sería la palabra. Reinventar. Un estruendo en la puerta hizo que como he dicho antes, levantase la cabeza del libro. Un rápido vistazo a la ventana me informó de que ya había oscurecido. Quizá con suerte no serían las 9.

-¿Qué?- Grité. De pronto mi mente se trasladó a verano, cuándo Joe venía a mi habitación a preguntarme qué ropa debía ponerse para salir. Era tan mono. Una sonrisa se asentó en mi cara mientras daba pequeños mordiscos al tapón del bolígrafo. Un chasquido de dedos delante de mi cara me devolvió a la realidad.

-¿No bajas a cenar?- Nick se apoyaba en mi mesa y me apuntaba con el flexo. Instintivamente golpeé la mano de Nick y la luz dejó de apuntarme en la cara.

-Eres idiota.- Dije mientras me frotaba los ojos.- ¿Qué hora es?-

-Son las diez y media. Y además estamos de vacaciones. Deja de hacer mierdas de pensar.-

-Necesito una nota alta para conservar mi beca Nick.- Éste resoplaba.- ¿Vas a salir?- Pregunté.

-Exacto. Venía a invitarte.- Nick sonreía de oreja a oreja.

-Declino tu invitación.- Dije devolviéndole la sonrisa.

-Joder. Joder, Lauren. Te van a salir canas.-

-Tendré canas, pero también un diez.- Guiñé a Nick.

-¿No hay manera de convencerte?-

-Nope. Diviértete Nick.- Me levanté y lo acompañé amablemente a la puerta. Lo empujé antes de que pudiera decirme nada más. Y cerré tras de sí.

Vale llevaba 3 horas y media haciendo el estúpido y aburrido trabajo. Mi estómago rugía, y decidí bajar a ver qué habían dejado de cenar por ahí. Bajé las escaleras, y entré decidida en la cocina.

-Joder.- Grité al encender la luz y ver a Joe comiendo un sándwich en la encimera, a oscuras. Tenía que ser él. Olía super bien, y se había puesto demasiado guapo. Pasé por su lado esquivándolo e intentando rozarle lo menos posible y abrí la nevera. Estaba de espaldas a él pero sólo de pensar que estaba detrás de mí, así de guapo se me cortaba la respiración. Intenté rebuscar algo en la nevera, mi mente estaba nublada por su agradable y apetecible olor. No sabía qué comer.

-Cómete mi sándwich. He hecho dos y no voy a querer el otro.- Decía mientras lo oía masticar.

No le contesté. Seguí rebuscando en la nevera, pero no había nada que me apeteciera. Oí como soltaba el plato en la encimera y salía de la cocina. Cerré la nevera a la vez que él cerró la puerta de la casa. Se había ido. Obviamente iba a salir, habría quedado con su magnífica y preciosa novia. Miré al sándwich, tenía buena pinta, así que decidí comérmelo. Me senté en la isleta de la cocina mientras lo devoraba. Estaba bastante bueno. Cerré los ojos, el ambiente todavía olía a él. Y si cerraba los ojos podía imaginar que él estaba aquí, mirándome desafiante como siempre solía hacerlo.

Volví a mi habitación. Me di una ducha de al menos media hora. Me puse el pijama, me había traído el más calentito que tenía porque estaba acostumbrada a la fría habitación de la residencia. Olvidaba que en aquella casa estaba la calefacción encendida casi siempre y se mantenía calentita. Obsesión de Denisse y de Nick, las personas más frioleras que conocía. Después de secarme el pelo me senté de nuevo enfrente del portátil. Resoplé y me recogí el pelo antes de volver a sumirme en mi magnífico y aburrido libro.

Por fin, sólo me quedaba el último apartado del trabajo. Había escrito 30 páginas, y todavía me quedaban unas 15 para terminarlo. Por fin iba cogiendo forma. Me encontraba frotándome la sien y terminando el capitulo 27 del libro cuando mi móvil comenzó a sonar. Lo saqué del bolsillo, me froté los ojos. Los notaba cansados y me costaba ver la pantalla. Eran las 2 de la madrugada. Y el que me llamaba era ¿Joe? No. No puede ser. Di la vuelta al teléfono y lo puse en la mesa. Mordisqueé el tapón del bolígrafo y leí varias veces una misma frase. El teléfono no paraba de sonar. Mi mano más rápida que mi cerebro descolgó el teléfono.

-¿Qué quieres?- Dije algo nerviosa, pero intentando parecer indiferente.

-Estoy...- Casi no podía escucharlo con claridad. Parecía que estaba en una discoteca. No lograba entender qué estaba pasando.- En la tercera con lakeside. Ven. Por favor.- Podía oír como suplicaba y cómo gritaba con alguien mientas intentaba hablar conmigo.

-¿Qué pasa Joe? No tengo tiempo para tus estupideces. – Dije borde. Aunque realmente estaba preocupada. Pero yo no era su salvadora, no era la responsable de sus gilipolleces de niñato. ¿Por qué tenía que llamarme a mí?- Llama a tu novia.- Dije mientras alejaba el teléfono de mi oreja para colgar.

-POR FAVOR. Te necesito.- Dijo antes de que colgase. 

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