Ángel Oscuro| Hijos Del Cielo...

Por Josh_Ellian

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"... Atada ella, entre sus piernas, había un trozo de pastel y un cuchillo ensangrentado, el resto del pastel... Mais

Prólogo. (Editado)
Acto 1
Acto 1: No Hay Retorno. (Editado)
Acto 1: Principio de la condena. (Editado)
Acto 1: Un Día Como Otros. (Editado)
Acto 1: Sorpresas. (Editado)
Acto 1: Viejas Heridas. (Editado)
Acto 1: Desenterrando la verdad. (Editado)
Acto 1: Consejería. (Editado)
Acto 1: Maestro y Aprendíz. (Editado)
Acto 1: Imprevistos. (Editado)
Acto 2
Acto 2: Dulces Sueños. (Editado)
Acto 2: Cumpleaños Felíz. (Editado)
Acto 2: Luto. (Editado)
Acto 2: Historiadores. (Editado)
Acto 2: Problemas. (Editado)
Acto 2: Misterios. (Editado)
Acto 3: Ascenso
Acto 3: La Trampa. (1) (Editado)
Acto 3: La Trampa. (2) (Editado)
Acto 3: La Trampa. (3) (Editado)
Acto 3: Astinvil
Acto 3: El Trago Más Amargo. (Editado)
Acto 3: El Capitán Y Dafi. (Editado)
Acto 3: Aguas inquietas. (Editado)
Desenlaces
Desenlaces: Un Gran Espectáculo (Editado)
Desenlaces: Dos Huérfanos. (Editado)
Desenlaces: ¿Quieres Más Repuestas? (Editado)
Desenlaces: Flores Y Estrellas. (Editado)
Final: Un Día Como Ningún Otro (Editado)
Epílogo. (Editado)
El Telar (Anuncios) 6/12/2020

Acto 1: Tatuajes Y Cigarrillos. (Editado)

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Por Josh_Ellian

Zoran

Una pequeña raíz me despertó devolviéndome la conciencia, más raíces abrazaron mi cuerpo y me abrieron paso entre las rocas. Todo el lugar estaba desmoronado.

Una vez afuera de todas las piedras, me encontré un cuerpo incinerado, pero regenerando con lentitud.

Mi pierna estaba sangrando, pero me permitió ponerme de pie y observar el desastre causado.

Las raíces se escondieron en la tierra. Lucero me estaba ayudando, desde un principio él me ha prometido el título de Rey.

Sin la sangre de Kaleb todo esto fue en vano y lo peor es que pude morir en el intento, hasta este punto llega mi maldita debilidad.

Sus amigos estaban inconscientes, aproveché para tomar muestras de su sangre, aunque no es mucha me servirá para curarme a mí mismo.

Pensándolo bien, debería traficar órganos y sangre de ángel, por sus propiedades autoregenerativas, deberían pagarme una buena suma.

Abrí un portal con el último saco de lágrimas, llevándome a la aldea donde nunca se ve el sol y no se encuentra en ningún mapa.

Cuando llegue debo aprovechar para reponer el saco de lágrimas, pero con tantos malditos usándolo se está haciendo escaso.

Aparecí en una de las salas del templo, construido por esclavos hace miles de años atrás para la orden oscura y su rey Nurray.

El templo es el centro de la aldea y pronto será mío, está bien trabajado cada ladrillo, cada columna, pero se puede mejorar y así lo haré.

Me encontré con Nurray en un pasillo del templo, mantuvo su mirada al frente, al viejo nunca le gustaba mirar a los ojos y mucho menos que lo mirasen sin su permiso.

—¿Ya has conseguido algo, pequeño Nephil? —Expresó con tono de alteza.

Ese tono tan característico de él, con el cual trata a mi raza, por la creencia que somos estúpidos, pero conmigo está errado, soy un ser de ciencia que tiene la inteligencia para derrocarlo de su puesto de rey.

—No, casi muero cazando a los ángeles que debería cazar tu estúpida orden.

Uno de sus monjes empuñó su guja y se adelantó a los demás para venir por mí, pero Nurray lo detuvo interponiendo su mano.

—No te atrevas a pedirle ayuda a nuestro médico, no tiene tiempo para atenderte. —Habló con su aire de altanería.

Mordí mis labios de la furia, avancé con mi cabeza baja y tropezando con uno de sus monjes.

—Si fueras más fuerte no tendrías tantas heridas, seguro no diste batalla como siempre. Busca a las cocineras a ver si les sobra algo. —Indicó que me retirara levantando la mano.

Cada paso mío sonaba sobre las losas, tanto como sonaban todas las palabras que he recibido de él por todos estos años.

¿Nephil estúpido? Ja, si supiera... Si tan sólo supiera por qué dedicó horas a estar en mi habitación se asustaría.

Fui a las barracas del pueblo donde están los malditos soldados que tienen un mejor trato que yo, siendo yo quien sale a buscar sangre para otro imbécil.

—A un lado basuras, llegué yo.

Llegué interponiendo mi cuerpo ante los que esperaban de pie fuera del pequeño cuarto de madera, donde estaba el médico brujo.

Abrí la puerta, el médico estaba vendando a un hombre cualquiera del batallón.

Terminó de vendarlo y me indicó que me sentase en el banco de madera.

—¿Qué pasó ahora, pequeño? —Dijo enjuagando sus manos en agua.

—Odio que me digas pequeño. —Musité, todos pretenden creerse más que yo por mi tamaño. —Hoy fue Kaleb. Me cayeron demasiados pies de rocas encima.

—No tienes que enojarte conmigo, más bien quita esa expresión de odio. Cuéntame de tus lesiones.

—Mi maldita pierna otra vez, está rota. Me duele todo el cuerpo y todo por ese hijo de perra ¡Maldito el que lo creo! —Salté en la silla, la mesa recibió mis golpes.

—Lo creó Jehová.

—¡Pues maldito él, maldito Kaleb, maldito Nurray, malditos todos!

—¿Y yo? —Preguntó mientras empezaba a vendar la herida de bala.

—Obvio tú no idiota, ahhh. —Suspiré. —Por supuesto tú no, Elor. Nunca lo digo, pero, gracias por curarme.

—Siempre y cuando no bebas sangre de ángel. Cuando la sangre de ángel se ensucia...

—Lo sé, me has advertido muchas veces. —Interrumpí. —Si se ensucia de pecado caminaré por la tierra hasta la eternidad. Lo tengo claro.

—Perfecto, terminé con tu herida, para esas quemaduras y el dolor te daré este jabón. Báñate con él.

—Gracias Elor, espero siempre estés aquí.

Como siempre ha estado, desde que llegamos a su aldea y la saqueamos aquella noche, él era un hombre con miedo y lo trajimos para tenerlo de médico, ya que de esto trabajaba allá.

—Yo espero que no, pero supongo es tu manera de darme importancia.

Abandoné la sala, los soldados afuera estaban enojados, pero ese no era mi asunto, soy heredero directo del poder y la corona.

Me dirigí a la torre donde vivíamos la familia, ahí se encontraba mi pequeña habitación que constaba de un espacio reducido entre las escaleras del último piso y una pared.

Al menos tenía mi propio baño y mi cama a diferencia de los plebeyos que dormían en casas azotadas por las batallas libradas en este pueblo.

Me di el baño que Elor me recomendó, él siempre tenía la cura. Su jabón dejó espuma brillante en mi cuerpo.

Al terminar, me miré al espejo como de costumbre y recordé por qué me odio tanto...

Sin cabello, pálido, flaco y débil... ¿Quién pensaría que yo puedo pelear? Nadie lo cree, absolutamente nadie, pero yo les demostraré cuando mate a Nurray y me convierta en rey, como el diablo me dijo que hiciera.

En mi cuarto, debajo de las escaleras del templo, se pueden escuchar los pasos, las torturas a las mujeres y los cantos de los monjes de media noche.

Las horas de la noche se pasaron lentas, di vueltas en mi cama y en mi cabeza, pero por fin pude conciliar el sueño. 

Me observé al espejo, todo lo demás no existía más que el espejo y yo; Como un niño, pequeño, aún sin los tatuajes, tan pequeño y frágil siendo todo lo que no quiero ser.

Al tocar el espejo me transporté a otrora.

Había poca iluminación, estaba acostado en una silla reclinable, con mi brazo extendido y algo sudado.

El aroma del lugar era a cigarrillos, un delicioso olor que te llena los pulmones de los problemas, pero te permite expulsarlos a voluntad.

Es una hermosa metáfora, es artística, es una manera de vivir que te obliga a estar presente en tu realidad, sin espacio para fantasías ni sueños, pero eso te motiva a cambiar tu vida sin cegarte por cuentos.

La persona a mi lado me mostraba un catálogo con dibujos, letras y diseños para tatuarme.

Todos eran fascinantes, simples símbolos que adquieren el sentido que tú les quieras dar.

Entre las páginas encontré el más crudo de los demás tatuajes.

Una pequeña serpiente se devoraba una rosa de pétalos negros, le pediré que añada la frase: Tatuajes Y Cigarrillos. Por si algún día encuentro a mi alma gemela, podamos verlo y jamás olvidar mis vicios.

Le dije que quería ese, pero él no estaba seguro, probablemente esté pensando que tatuar una serpiente comiéndose un corazón a un niño era demasiado.

Luego de pensarlo un momento lo tatuó, ese día sentí dolor físico, pero está bien, es el dolor físico el que vuelve más fuerte a los hombres o al menos eso pensaba.

La máquina comenzó si trabajo, esto es un recuerdo y estoy consciente que no puedo cambiarlo.

—¡¡AAAAGHH!! —Grité del dolor.

La máquina comenzaba a quemar mi piel, mucho humo empezó a escapar del contacto entre la maquina y mi piel.

Miré hacia el cielo, estaba retorciendo mi cuerpo y pateando con mis pies, pero no podía quitar mi brazo de su lugar.

El humo inundó la habitación hasta que cegó mi vista, lo que me hizo viajar nuevamente a otro recuerdo.

Mi madre y sus hijos estaban tirados en el suelo, las rejas se levantaban y la bestia dejaba salir su olor a muerte.

Nurray intentó lanzarme con ellos, pero antes de lograrlo Lucero escribió con fuego frente a nosotros: NO.

No hizo lo mismo por mi familia y otra vez reviví la imagen de sus entrañas despedazadas colgando del hocico de la mascota de Lucero.

El único error de mi madre fue no producir varones fuertes.

De ahí fui trasladado a los tiempos donde descubrí la ciencia, todo el arte de la lógica y la verdad se me fueron revelados por medio de un amigo, Kaleb, la única persona que me enviaba cartas y libros.

Así entendí, que si mi madre no producía varones fuertes no era su culpa, era la de Nurray. En ese instante aprendí del odio.

Al lado de la imagen de mi habitación se encontraba la imagen de otro niño en brazos, apenas un bebé, no supe quién era en el momento pero llegué a odiarlo tanto.

Me trasladé nuevamente frente al espejo, alejé mi mano otra vez.

—Ya he terminado con uno, faltan dos. No temas Lucero, soy un hombre valiente y poderoso.

Desperté con metas perfectamente claras: Matar a Nurray y más importante, asesinar a Adán...

Ese cabrón contó con la suerte de ser lo que todo Nephil debe ser, lo que yo debo ser: Una bestia estúpida, pero de mucha fuerza, lista para controlar.

Por eso me detestan, no me pueden controlar y cuento con la ayuda de Lucero, tengo todo para gobernar.

Sólo debo quitarme del medio a mi hermano y convertirme en el siguiente mesías para el mundo.

Cuando haga eso, ganaré la competencia entre los diferentes reinos fantasmas por traer el orden a la tierra.

Encendí un cigarrillo de la caja que guardaba bajo la cama. Inhalé hasta llenar mis pulmones, lo retuve unos segundos mientras fantaseaba con realizar mis planes y gobernar.

Por último, lo expulsé, el humo siempre salía más negro de lo que entraba. No me considero malo, pero no pensaré más de dos veces al hacer lo que debo.

Pensar en Nurray y su orden, en los ángeles y en todos ellos era mi pasatiempo favorito, ya que alimentaba el sentimiento en mí, el sentimiento necesario para triunfar...

Maldito mundo, maldito universo, en resumen, a la mierda todo.

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