Decisiones y arrepentimientos

De DalhiaOkazaki

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Levi vuelve agotado tras perder a Farlan e Isabel. Intentando comprender cuál debe ser su razón para luchar e... Mais

Añoranza
Una obsesión con la limpieza
El examen
Antes de partir
Reconocimiento
La nota
Calor humano
Misión suicida
Moblit Berner
Monstruo
Gracias
La habitación de al lado
El escuadrón de Levi
Bienvenido de vuelta, capitán
Muros y piedras
Dos palabras
Después de la caída
Infiltrados
El séptimo
Capitán Kenny Ackerman
Carnada
Narcolepsia
Enterrada
Palabras ahogadas
Fase 1
Fase 2
Estrategia
Perseguida
Cádaver vacío
Para siempre
Gestación

Fase 3

689 84 34
De DalhiaOkazaki



Snk pertenece a Hajime Isayama.

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Sus zapatos solian ser los más cómodo sque había utilizado en toda su vida. Pequeños y que rodeaban a la perfección su tobillo. Adecuados para alguien que pasaba gran parte de su día de pie. Y perfectos para todas las caminatas que tenía que hacer cada día visitando a sus pacientes. Realizar la ronda era algo rutinario, pero necesario.

Tras cada batalla, su trabajo se incrementaba. Numerosos soldados que se debatían entre la vida y la muerte y que solamente sobrevivían gracias a una ínfima posibilidad. Su corazón latía acelerado mientras apretaba aquellos documentos contra su pecho.

Durante muchos años había confiado en su instinto cómo personal médico. Cada vez que un soldado se tumbaba sobre una camilla en su clínica, podía discernir con agilidad si sobreviviría tras su lucha. Pero aquellos últimos dos meses habían sido una horrible agonía. La incertidumbre se mezclaba con la ansiedad de conocer si su diagnóstico previo había sido acertado. Pero finalmente tenía su respuesta, acurrucada con el suave latido que emitía su pecho.

Aquellos cómodos zapatos se detuvieron frente a una estrecha puerta de roble. Había entrado decenas de veces en aquel despacho. Entregando al líder de aquel ejército la lista de fallecidos que habían abandonado su último aliento en su ajada clínica.

Pero esta vez el nombre que encabezaba  aquellos documentos pertenecía a única persona. Alguien a quién había conocido previo a su ingreso a aquel ejército. Cuando aún no sabía que su incapacidad para la batalla la delimitaría a cuidar de aquellos que sí arriesgaban sus vidas. Solamente un nombre.

Sus nudillos acariciaron la madera de aquella gruesa puerta. Incapaz de tocar, solamente deslizando su piel. Ya no tenía incertidumbre, pero una vez entregase aquellos papeles, sabía que no podría hacer nada más. La confidencialidad era algo primordial. Y le había sido instigada desde la primera revisión que había realizado.

Su puño se cerró con más firmeza. No podía dejar que el sentimentalismo ahogase su propio veredicto médico. Tocó con fuerza y esperó una confirmación en su interior. Abrió la puerta con cuidado y cerró tras de sí. Su comandante se encontraba apoyado sobre la mesa mientras parecía repasar un mapa que le era desconocido.

- Gracias, Mai. Tu ayuda siempre nos es de gran estima.

- Comandante Smith, he traído el informe final que me solicitó – su penetrante mirada se fundió sobre ella – Puede leer usted mismo el veredicto de la capitana Zoe.

- Lo agradezco – pareció leer con rapidez mientras ordenaba con la mano que se sentara – Necesito que me asegures que este informe solamente ha sido leído por tí.

- Así es, comandante. Comprendo que........ debo mantener la privacidad ante esta situación. Respecto a la capitana......¿ella....?

- Eres una excelente doctora, Mai. Agradezco enormemente que hayas puesto toda tu energía en su recuperación. Hanji es un aliado importante, necesito que esté totalmente sana para la difícil situación a la que va a enfrentarse.

- Puede leerlo en el informe, comandante. La capitana Zoe nunca se ha encontrado en un estado de mayor salud.

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El carromato daba bruscos golpeteos contra su espalda conforme el asfalto arañaba las gastadas ruedas de madera. Usualmente acostumbrado a viajar dentro de aquel tipo de transporte, estaba desacostumbrado a ser él quién dirigía a los caballos.

Moblit suspiró mientras contaba mentalmente cuantos metros distaban de la zona de entrega. Debía ejercer su rol a la perfección. 25, 24 metros. Concentración absoluta mientras su mirada no se separaba del vasto paisaje que se abría ante él.

18,17. Una cuenta atrás que helaba sus nervios de acero. Sumiéndole en una ensoñación eterna. Su piel rejuvenecía con cada pequeño paso que daba. Trasladándole a una escena conocida. Seis años atrás, y guiando a sus sentidos a la razón por la que aún se exponía a aquel atenuante peligro.

No importaba cuantos meses llevase en aquel destacamento. Jamás se acostumbraría al peso que cernía aquella maquinaria sobre sus piernas. Terminó de retirarla mientras dejaba su equipo a un lado del almacén. El olor a aceite inundaba sus fosas nasales. Una figura continuaba a su lado. Aunque se había retirado rápidamente su equipación, su compañera continuaba evaluando un equipo ajeno.

- Hanji, debemos irnos –indicó Moblit – El capitán querrá que nos reunamos con él para enseñarnos los progresos del entrenamiento de hoy.

- Sí, enseguida – le ignoró mientras observaba los rotores traseros de aquel equipo que no le pertenecía – Moblit, ¿Crees que este equipo ha sido alterado? No encuentro ningún indicio de intervención.

- ¿Qué?

- Es el equipo del nuevo recluta, Levi. Observé su entrenamiento ahí fuera. Fue inaudito. Creí que tal vez había trucado su equipo en el subsuelo. Pero creo que........

- Hanji, no deberíamos tocar un equipo ajeno. No quiero problemas con ese tipo. Vámonos –insistió.

La mujer parecía pensativa mientras se aproximaban a su escuadrón. Permanecían sentados sobre unas cajas mientras parecían establecer un recuento de suministros. Moblit se volvió hacia su compañera que dirigía la mirada hacia el otro lado de la habitación, aún ensimismada en sus pensamientos.

- Moblit, Hanji. Finalmente llegáis – una chica rubia sonrío pícaramente mientras los señalaba - ¿Qué hacíais los dos juntos tanto rato?

- O-ordenando los equipos de maniobras - interrumpió Moblit escondiendo su sonrojo – S-si todos organizárais bien vuestro equipo no tendríamos que revisar tras ca-

- ¿Dónde está el comandante? - interrumpió Hanji aproximándose a su compañera –Quiero compartirle una apreciación que he tenido en la última instrucción.

- Siempre con esa absurda obsesión Hanji – la chica dirigió su mirada hacia Moblit quién parecía resoplar ante la mención del mayor al mando – Hay "otros"hombres en este ejército que merecen más la pena que el comandante.

- ¿Qué quieres decir?

- ¿No hay ningún otro hombre que te cause interés aparte del comandante, Hanji?

Moblit se alertó ante la pregunta y dirigió automáticamente su mirada hacia Hanji. Llevaba conociéndola desde el primer día de entrenamiento. Cuando ambos eran meros adolescentes. Apenas había hablado con ella hasta que había entrado en su escuadrón. Pero cada pequeño dato que conocía  de ella hacía que una extraña sensación de insatisfacción se apoderase de él. Requeriendo más de su presencia.

No sabía si describirlo como admiración o como algún extraño sentimiento que no deseaba ubicar. Pero un instinto protector se instauraba en él cada vez que permanecía un día más a su lado.

- ¿Cuál es tu tipo? -increpó su compañera.

- ¿Mi tipo? - Hanji pareció recorrer la mirada por toda la habitación deteniéndose una breve fracción de segundo. Tal vez otros no se percatarían, pero Moblit se había dado cuenta – No había pensado en ello, ¿influye en algo tener un tipo? A mí me gustaría poder dedicar mi vida a la lucha de la humanidad. No creo que nadie quiera aguantar ese estilo de vida a mi lado.

- Tal vez sí... Aquí hay cientos de soldados, todos dan su vida por la victoria de la humanidad, Hanji. - su compañera dirigió su mano de manera insinuante hacia Moblit que sudaba nerviosamente – Así que, ¿a quién elegirías?

- A aquella persona que no me retenga encerrada en esta jaula de piedra.

Hanji se levantó de repente mientras se dirigía al otro extremo de la habitación, ignorando a sus compañeros. Su compañera suspiró y acarició su espalda con actitud de consolarle.

- Lo siento, Moblit. Parece que esas gafas que lleva le hacen estar aún más ciega de lo que ya está – sonrió de nuevo – Ríndete. Hanji Zoe no es el tipo de mujer que se fija en un hombre y decide abandonar todo para pasar su vida junto a él. Debería ser un espécimen que la equiparase en rareza. Y créeme, ese tipo no existe.

Moblit frunció el ceño en desaprobación. Por muy indiferente que fuese a este tipo de situaciones, en el fondo lo sabía. En el momento que su mirada se había detenido un mísero segundo. Mientras su pensamiento estaba dominado por aquel pequeño hombre que solamente había causado curiosidad en ella.

Y ahora ella se acercaba amistosamente a él. Deseando saciar esa sed de conocimientos. Sus ojos se volcaron en el suelo de piedra sobre el que se encontraba. No sabía nada acerca de las preferencias de Hanji Zoe. Pero si ella decidía pasar su vida con alguien, sabía que no sería una decisión tomada a la ligera.

El traqueteo finalizó mientras los caballos se detenían en uno de los edificios pertenecientes a un noble demasiado conocido. Bostezó en voz baja y dio tres toques a través de la madera. Indicando un lenguaje en clave a su mercancía.

Bajó del carromato y se dirigió a la entrada de la mansión. Comenzó a contar mentalmente mientras esperaba que la puerta se abriera. Tal vez solo tendría unos minutos. Y debía cronometrarse a la perfección para que aquella misión saliera exitosa.

Sus labios se curvaron en una sonrisa cuando notó que la puerta se abría levemente.

-Comienza la fase 3.

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Las piezas de ajedrez cayeron ante sus ojos devastando completamente su defensa. Había subestimado a su enemigo. Sus neuronas comenzaron a trabajar juntas mientras se debatía ante su colosal adversario. No pensaba perder esta batalla. No ante alguien que no llegaba a la suela de sus zapatos. Debía mover pieza. Y tenía claro cual sería su próxima jugada.

- Jaque– sonrió mientras su mano se dirigía a la copa que aún adornaba el costado de su mesa _ ¿Qué harás ahora, Caven?

- Jaque mate, capitán – la mujer de cabello rubio dirigió su fiel reina y derrotó a legítimo rey.

- Mierda– farfulló descontento con el resultado – Vuelve a colocar estas malditas piezas, quiero la revancha.

- La verdad capitán, debería volver a mi puesto. El señor Reiss quería que liderara a uno de los equipos en la zona este.

- ¿Zona este? No he autorizado ningún tipo de incursión en la ciudad. Pronto se cumplirán cinco años desde que esas jodidas murallas cayeron. No me interesa alborotar a los ciudadanos inútilmente.

- No es esa la orden que hemos recibido capitán.

-¿Orden? Ese maldito imbécil se ha atrevido a dar órdenes a mis propios hombres – sus labios se fruncían con impaciencia mientras se levantaba de su silla – Voy a cortarle la maldita tráquea a ese cabrón.

Ni siquiera era consciente de cuántos minutos llevaba andando hasta que sus botas patearon la puerta que permanecía cerrada. Escondiendo al cobarde que se había atrevido a desafiar su autoridad frente a sus hombres.

Cuando la puerta cayó contra el suelo con fiereza, aquel diminuto hombre que revisaba un pequeño mapa no pareció inmutarse. Sabía perfectamente que aquellas acciones no serían de su agrado. Y aúnasí....

- ¿¡Se puede saber por qué has movilizado a mis hombres!?

-Solamente he movilizado a los borrachos que llamas tu equipo para que defiendan las bases de almacén. Erwin Smith va tras ellas. No pienso darle la oportunidad de satisfacer su sed.

- Tché– su vista se posó en el papel garabateado mientras dubitaba sobre que loseta dejar derramar todos sus órganos - ¿Y se puede saber que clase de estúpida estrategia has diseñado?

- He observado que Erwin Smith ha demostrado bastante interés por la zona dónde almacenamos gran parte de nuestra material armamentístico así que he destinado a la mayoría a defender esa zona – señaló en el mapa un viejo edificio – Por otro lado he designado a otra gran cantidad de hombres al resto de zonas que controlamos en la ciudad.

- ¿Que hay de esa mugrienta capilla?

-Actualmente solo es un espacio vacío. Desde que Frieda.... - sus palabras se detuvieron en el aire – Prefiero no disponer de esa  zona a no ser que nos veamos recluidos por ese hombre. Pero antes de que eso ocurra me aseguraré de mover los hilos necesarios para colgarlo de una horca.

- Tché. Esas malditas cavernas heladas serán difíciles de defender....

- ¿Qué quieres decir?

- Los miembros que sobornaste en la policía interior y pusiste bajo mis órdenes llevan años sin utilizar ese maldito equipo. Esos imbéciles suicidas lo llevan a diario pegado a sus malditas piernas. Estaríamos en desventaja – la inseguridad anidaba en su mente – Me llevaré a Caven y echaremos un vistazo alrededor de la capilla. Necesito hacer unas pruebas.

- De acuerdo. Vuelve antes del anochecer.

-Informa a los soldados que se quedaron vigilando la granja que mantengan el ojo avizor y disparen al menor indicio de movimiento.

- No es necesario.

- ¿Cómo?- frunció el ceño.

-Movilicé a esos dos gandules a la zona norte.

- Repite eso.

-Sobreestimas a tus hombres, permitiéndoles beber durante su puesto de trabajo. Deberías dar ejemplo por tu parte.

- ¿Has  reemplazado su guardia? Debe haber alguien siempre vigilando a esos dos. Te lo dije cuando entraron en esa maldita granja.

- Era completamente innecesario tener a esos dos bribones bebiendo mientras observaban a tu sobrino acostarse con su novia en mi hogar. No deseo perder el tiempo, Kenny.

-Maldito imbécil... - sus sienes comenzaron a bombear sangre de manera acalaroda. Una extraña necesidad de sangre se apoderó de él. Sus puños golpearon la mesa con fuerza - ¡Estúpido! ¡Debería sacarte las entrañas y dejar que los cerdos se alimentaran de ellas!¡Entonces servirías para algo!

- ¡Baja ese tono, insolente! ¡Yo mismo comprobé su inutilidad en aquella posición cuando les ordené movilizarse! ¡Ahora muévete con Caven y vuelve antes del anochecer!

- No me des órdenes – su tono se enfrío mientras visualizaba la entrada destruida por su previa patada – Has dejado al miembro del equipo de exploración más peligroso sin vigilancia.

- Tché. He asegurado todas las zonas en las que nos pueden atacar. Aunque intenten utilizarlo como peón-

-Maldito imbécil.... - su mente desvarió hacia aquella partida de ajedrez que había perdido cruelmente – Erwin Smith no lanza jugadas tan evidentes. No va a atacar de frente.

- ¿Qué es lo que....?

- Acabas de sentenciarnos a todos.

- Debes detener a Erwin Smith. Su plan debe haber sido premeditado. Reúne a algunos de los hombres que hay aquí y dírigite a la capital e inspecciona la-

-Cobarde... - susurró – Siempre escondiéndote detrás de los demás. Ni aunque vivieras cien años jamás llegarías a la suela de los zapatos de Uri. Incluso la mimada de tu hija Frieda tuvo más valor que tú. Por una vez deja de esconderte.

- ¿Qué estás sugiriendo?

- El plan de Erwin Smith ya está siendo llevado a cabo. Si voy a tener que recibir un tiro en la cara, me aseguraré de arrastrarte al infierno conmigo.

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- Apoya el peso contra tu hombro o estarás agotado en menos de diez minutos. No podemos movernos hasta ver la señal de Erwin – ordenó Levi mientras se recostaba contra la chimenea, visualizando su objetivo.

-Entendido, capitán – murmuró Moblit.

Aquella vieja mansión les disponía de la mejor visibilidad de toda la ciudad. Esperando los distintos focos que indicarían que debían continuar con el plan. Ni siquiera estaba seguro que aquella enrevesada estrategía que había comenzado a hilar diera resultado.

Pero su instinto jamás le había fallado. Erwin poseía ese don. Y él confiaba fielmente en cualquier tipo de orden que le impusiera. Jamás cometía ni un solo error. Sus lívidos ojos grisáceos se posaron sobre su acompañante. Hubiera preferido a alguien relativo a su escuadrón. Pero no podía implicar a soldados normales en aquella batalla. Y Moblit Berner ya estaba demasiado familiarizado con el enemigo.

Se le había asignado la orden de seguirle y continuar con la estrategia sin cuestionar absolutamente nada. Hanji fue astuta cuando se aseguró de retenerlo a su lado, es leal como pocos, pensó para sí. Sus dedos permanecian inamovibles sobre el gatillo. Sabía que era por mera seguridad, pero prefería retener a su presa antes de que mostrara sus fauces.

- El enemigo parece excesivamente cauteloso – indicó Moblit mientras se posicionaba sobre la mirilla de su rifle – Probablemente intuya algo.

- No –su voz sonaba áspera y aburrida – Todo va acorde a las órdenes de Erwin.

- Tal vez hubiera sido mejor vigilar esta posición con....... la capitana.

- Hanji tiene otro puesto en el plan de Erwin.

-¿Todo........ forma parte de la estrategia?

- Sabes perfectamente que Erwin diseñó este plan desde hace meses. Hanji te lo explicó. No te muestres tan sorprendido y mantente alerta. Conoces el protocolo de actuación cuando recibamos la señal.

-Capitán.....

-Moblit, calláte de una maldita vez y monta guardia en silencio.

- ¿Qué hará cuando acabe esta guerra? - murmuró en voz baja intentando no mirar directamente a su superior.

-...........

- A m-mí no me importaría c-casarme y tener un hogar al que volver distinto del cuartel. Tal vez dos o tres hijos.....

-Supongo que por eso vas continuamente detrás de las faldas de esa enfermera....

-Y-yo..... - el rubor cubría sus mejillas mientras se giraba lentamente – Yo....

- Ni te esfuerces en disimular. Todos en este maldito ejército os han visto pululando a solas por la clínica del regimiento – sus ojos viraron hacia Moblit en tono amenazante – Como animales en celo...

- No soy el único que anda por el cuartel detrás de las faldas de una mujer....

- No me importa lo que hagan los orangutanes de tu habitación.

- Me refería......... - recobró su confianza mientras tensaba su tono de voz – a los altos cargos, capitán.

- Eso no es de tu incumbencia.

- No lo niegue capitán. Se perfectamente que se ha acostado con ella.

- No deberías dejar que los celos se apoderen de tu raciocinio. Si desatas tu frustración en el anhelo a mujer, no rendirás jamás como soldado.

- Y-yo no....

- Si esa extraña y libidinal relación que tienes con la enfermera es una forma de mitigar la falta de esa cuatro ojos, deja de hacerlo. Es patético. No juegues con esa mujer.

- No soy yo quién ha pasado dos meses encerrado con una mujer a la que niega querer pero que mantiene dentro de su cama..........

- No pongas palabras en mis labios, idiota. Si sólo quisiera acostarme con ella, no me habría ofrecido voluntario en esta maldita misión –frunció el ceño al instante – Olvida esa mierda y céntrate en la maldita misión.

- ¿Se ofreció voluntario?

-Comienzo a cansarme de esta estúpida conversación....

- ¿Se ofreció voluntario...... para casarse con la capitana en la misión?- insistió.

- Esa idiota solo piensa en la ciencia. No hubiera aceptado de otra forma.

- ¿Q-qué haría si ella se quedara encinta, capitán? ¿Dejaría el ejército y cuidaría a su hijo? ¿Haría su matrimonio oficial?

- Menuda estupidez.

- ¿Acaso tiene miedo a preguntarse eso, capitán? - insistió.

- No debes preguntarle este tipo de asuntos de mierda a tu superior.

- No le pregunto como soldado, s-sino como hombre.

-Agh........ - suspiró hondo mientras se giraba hacia él –Responderé a esta maldita mierda de pregunta, entonces te callarás y atenderás mis órdenes. Queda poco para la medianoche. Erwin estará a punto de dar la señal. ¿Entendido?

-Entendido.

- No se que patético cuento de hadas tienes en tu cabeza para querer tener una familia con esa enfermera ni me importa. Me niego a que mis hijos tengan que vivir entre esta putrefacción. No hasta que esas malditas murallas que nos rodean no sean necesarias nunca más y podamos respirar aire puro eternamente.

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Erwin desenroscó la fina petaca llena de alcohol. El penetrante aroma inundaba sus fosas nasales. En otros instantes hubiera deseado deslizar aquel líquido con paciencia en su garganta. Rodeado de aquellas personas que habían crecido en el fondo de su corazón. Sentado en una cómoda butaca y sumergido en una animada conversación.

Pero ese día estaba demasiado lejano a llegar. Aquel recipiente no sería vaciado en su garganta. No era su propósito aquel día. No podía pretender fingir que su cometido había acabado y debía celebrar su victoria bajo una jarra de cerveza. Aquella victoria distaba años de ser real. Mientras aquellas paredes de piedra les oprimiesen no podría pretender que habían alcanzado una fingida paz. Mientras aquellas teorías que permanecían ocultas en su intelecto se volvían realidad. Mientras tanto. Mientras tanto.

Solamente podia conformarse con mantener a sus enemigos a distancia. Lanzar una amenaza para retenerlos ocultos mientras su ejército continuaba combatiendo en su ausencia. Era todo lo que podía hacer guiado por aquel emblema que resplandecía en su espalda. Solamente eso.

El aroma comenzó a volverse más intenso mientras derramaba su contenido sobre la fría madera adquiriendo un tono parduzco. Humedecido en toda su magnitud. Los deslumbrantes ojos azulados de Erwin se sofocaban ante la estrategia que sería llevada a cabo en unos instantes.

Respiró hondo y sujetó con fuerza una pequeña cajetilla de cerillas. El fósforo se prendió con una débil llama. La gravedad hizo su curso, dejando que cayera sobre la madera mojada.

El calor comenzó a emanar con fuerza, prendiendo rápidamente aquella montaña de paja y madera. El incendio se propagó con rápidez siguiendo el curso de la pólvora que delineaba aquel edificio abandonado. Las llamas comenzaron a arañar la piedra funesta. Los aldeanos salieron a la calle extrañados por aquel repentino incendio. La multitud comenzaba a agolparse buscando al responsable de aquellas llamaradas.

Sin embargo, las ascuas ya habían ocultado su rastro. Su capa verde ondeaba en el cielo, alejándole de aquel foco de atención. Su mirada permanecía firme mientras se dirigía al punto de reunión.

Que comience la fase 3.

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La mujer torció su gesto extrañada. El humo había sido arrastrado hasta su posición. ¿Acaso algún aldeano había prendido fuego a su cocina? Su cabello negro permanecía recogido en su espalda. Sujetó su escopeta con fuerza mientras asentía hacia las personas que había asu alrededor.

- ¿Dónde está el capitán Kenny? - farfulló extrañada – Ese incendio queda cerca de aquí...

- Tal vez se hayan equivocado, Nevel. Lord Reiss nos advirtió que nos atacarían. Pero nuestras localizaciones no son públicas. El enemigo ha fallado.

- ......- la muchacha frunció el ceño extrañada. Notando que el calor no solamente emanaba de aquella posición - ¿Hay.... otro incendio?

Sus pasos se dirigieron hacia la ventana más cercana. Colocó la escopeta a su espalda, y se asomó con extrañeza. Aquella torre les permitía observar la ciudad con cautela. Refugiados de ojos curiosos que atentasen contra su misión. Frunció el ceño observando la situación. No era un sólo incendio. Ni siquiera dos.

-Doce..... Doce focos de incendio....... ¿Acaso pretenden pegarle fuego a la ciudad?

Un extraño presentimiento se apoderó de ella. Se aferró al marco de la ventana y comenzó a escalar hacia el tejado. El peso en su espalda tiraba de ella hacia abajo. Hendió su manó con fuerza y terminó su camino hacia el solitario tejado.

Sus pies giraron con pereza mientras observaba todo a su alrededor. Poco a poco los aldeanos habían comenzado a sofocar aquellas llamas. Su cabeza comenzó a doler. Bajo sus pies podía oír a sus compañeros abrumados por aquel sofocante calor que los rodeaba. Doce focos de incendio. Repartidos a lo largo de la ciudad.

Cualquier persona que no entendiera de topografía pensaría que eran aleatorios. Pero ella visualizaba el círculo que rodeaba su base central. Dónde ella misma se encontraba. ¿Acaso pretendían abrasarlos vivos? ¿Qué había de los hogares de los aldeanos que resultasen afectados? ¿Acaso la legión de exploración carecía de remordimientos sacrificando a inocentes?

- ¡Joss!- gritó a sus pies dirigiéndose a su pies – ¡Comprueba las entradas laterales!

El sonido del cristal destruyéndose hizo que se encaminara hacia uno de los costados de aquel tejado, corriendo sin dilación. Esa maldita ventana del sótano... Han entrado por ahí.

Se sujetó con fuerza al canalón y volvió a descender por la ventana. Sus pies corrían con fuerza por aquellas escaleras dirigiéndose hacia el foco de atención que había llamado su atención. Sus pies se pararon frente al tragaluz completamente destruído.

El pánico se apoderaba de su alma. Su corazón latía con fiereza. Apoyó la escopeta contra su pecho, guiando su dedo hacia el gatillo. No importaba cuán rápido fuera su enemigo, ella era la mejor tiradora después de Caven. Nadie en aquel destacamento podía igualarla.

La luz se filtraba a través de los cristales rotos. Comenzó a oír los pasos despreocupados de sus compañeros.

-Permaneced atentos. El enemigo pretende atacar de frente. - sonrío internamente. Idiotas, no podéis entrar por ninguna entrada, hemos vigilado cada punto de acceso.

- Nevel. Deberíamos buscar al capitán – sugirió uno de los soldados mientras observaba extrañado el tragaluz.

- El capitán está de inspección junto a Caven. ¿Qué hay de las bases próximas? ¿Han permanecido inafectadas?

- No tenemos comunicación con ellos.

-Defended cada entrada. Si han incurrido dentro de las localizaciones próximas, nosotros podríamos ser los siguientes....

- Esos malditos suicidas no saben con quién están tratando.

En efecto. Esos soldados solamente habían sido entrenados para combatir contra figuras gigantes. Olvidando por completo que los propios seres  humanos eran sus peores enemigos. Pero algo en aquella extraña estratagema había comenzado a extrañarle. ¿Qué conseguían con aquellos incendios? ¿Sitiarles?

Aquellas llamas serían sofocadas en cuestión de minutos. Eran incendios demasiado controlados y concentrados. Una vez se sofocasen solamente darían pie a una espesa capa de humo negro. Pero aquella humareda no ocultaría su rastro. Esos focos estaban demasiado lejos de cualquier base. Y convenientemente seleccionadas cerca de las zonas dónde el río se bifurcaba. Evitando prender fuego a toda la ciudad.

Se agachó mientras observaba los cristales que habían caído en el suelo. El enemigo era astuto. Cuando se había internado no había dejado ni el más mínimo rastro. Ninguna pisada. Sus ojos se alzaron hacia el tragaluz destrozado. Los cristales dejaban un pequeño hueco por el que resultaba díficil introducirse.

Deben haber utilizado a un soldado pequeño, esa apertura es demasiado pequeña para una persona normal. Pero sus ojos se detuvieron en una extraña muesca en un pilar cercana. Parecida al impacto de una bala. Tal vez ni siquieran han entrado...Aún....

-Mantened la guardia aquí. Voy a revisar el armamento.

Sus botas eran cada vez más incómodas. Provocando que el sudor hiciera que resbalasen dentro de sus pies. Aquel pánico no desaparecía.¿Cuál sería su siguiente movimiento? ¿Tal vez incinerarlos allí dentro? Visualizó la escalinata que se dirigía hacia su base subterránea. Suspiró con tranquilidad. El silencio se apoderaba en aquella longitud.

La luz permanecía tenue pero suficientemente potente para iluminar su posición y la de un posible enemigo. Sus pisadas le guiaron hasta una sala llena de armamento. Completamente intacta. Nadie había intentado posar sus sucias manos en sus balas.

Una sonrisa de complacencia se postró en ella mientras se dirigía al final de la estancia. Tal vez llevaba poco tiempo en aquel pequeño grupo. Pero se sentía cada vez más orgullosa de haber tomado aquella decisión.

Sus manos se acercaron a una de los sacos de pólvora que permanecían apilados uno sobre otro. Un extraño susurró llamó su atención. Sus rodillas se doblaron mientras observaba la pólvora. El susurro era cada vez más audible, parecido a un siseo. Tanteó en la penumbra aquella lona, notando que sus manos se manchaban. Una fuga.

Sus dedos tantearon aquella abertura. Un corte demasiado limpio. Pero, ¿cómo? El siseo continuó siendo audible. Y se desvanecía hacia elsuelo. Su olfato se dirigió hacia el lugar dónde se acumulaba la pólvora. Guiando a sus manos a través de la piedra fría del suelo. Hasta que se detuvo en una pequeña abertura, una losa que parecía haberse movido tenuemente. No mayor del tamaño de su mano.

¿Una trampilla? ¿En el suelo? Sabía que aquellos edificios que poblaban ahora para preparar sus incursiones en la ciudad pertenecían al Lord Reiss. O habían sido comprados a algún noble rico. Incluso el culto al muro había cedido algunas de sus iglesias en desuso. Pero nadie les había instruido a ninguno de ellos en ese posible escape. ¿Adónde llevaba aquella trampilla? Sus manos comenzaron a retirar los sacos hasta poder abrir lentamente aquella vía de escape.

Si existe esta vía de escape, ¿por qué el capitán decidió taparla con sacos de pólvora? Sujetó su escopeta y asió un candil iluminando el interior de aquel pequeño escondrijo. Internó su cabeza en aquel agujero mientras vislumbraba una extraña gruta subterránea. ¿Tal vez los nobles usaban esta salida antes de llegar nosotros?  El enemigo debía de haber entrado por aquella entrada hacía rato, mientras utilizaban aquel tragaluz en el sótano para distraerles. Y ahora permanecía seguramente escondido en algún lugar de la semipenumbra.

Sus instintos se activaron mientras se giraba rápidamente hacia atrás. Una sombra tétrica emergió entra aquellas montañas de armamento. Aferró su arma con fuerza mientras apuntaba con fiereza. Un extraño sonido de disculpa emergió de la sombra, pero no pensaba darle la oportunidad al enemigo de bajar su guardia. Su dedo acarició el gatillo, retiró el seguro y disparó. La sombra desapareció.

Volvió a sonreír mientras se dirigía hacia su enemigo. La luz comenzó a ser más evidente mientras se dirigía hacia el pasillo. Un cuerpo permanecía inmóvil en el suelo. Desangrándose poco a poco. Pero algo demasiado familiar apresó sus sentidos. Reconocía aquel uniforme. Demasiado similar al que ella misma llevaba.

Mierda....

Aquella sombra no era un enemigo. Sino un compañero buscándola en el almacen subterráneo. Había apretado el gatillo demasiado rápido .Lamentó la muerte de su compañero mientras permanecía extrañada. ¿Acaso pretendían entrar por el tejado? ¿Por dónde...?

Una mano sujetó su cuello desde atrás. Esa maldita trampilla no había sido abierta. Era un mero placebo para atraerme, pensó para sí. Acabo de abrirles la maldita puerta.....

Sus palabras se quedaron atascadas en su garganta mientras comenzaba a sangrar contra el suelo.

- Las ratas salen asustadas en cuanto ven el fuego.... - susurró una voz profunda mientras observaba su cadáver moribundo – Este es vuestro terreno de juego. No podemos dejaros huir.

- Estoy preparado para sellar la puerta, capitán – murmuró otra voz por detrás – Tal y como ordenó el comandante. Ninguna de las bases tiene otra puerta de salida salvo la principal.

- Moblit– anunció Levi mientras comenzaba a tirar del cuerpo inerte de la mujer – Mantente atento. Probablemente no será el único que baje aquí abajo.

- Antes de llegar aquí Nanaba informó que varios soldados estaban inspeccionando los alrededores.

- Tché. Parece que su líder se ha olvidado de formarlos en la defensa –sus ojos se dirigieron hacia la montaña de pólvora - ¿Cuánto tiempo tardará en arder esa sustancia?

- L-la capitana..... utilizó esa........ esa sustancia que encontró en la granja para formular un químico que...

- No me interesa esa mierda. Cuánto tiempo.

- Cinco minutos.

-Protege tu maldita nariz – un paño fue arrojado con fuerza hacia su subordinado – Esa humareda hará que te desmayes y pierdas tus recuerdos.

-Tenemos tiempo suficiente para entrar de nuevo en la trampilla, detonar la sustancia y dirigirnos a la siguiente zona designada por el comandante. Los soldados ni siquieran sabrán que hemos estado aquí. La zona quedará inutilizada y no podrán acceder al armamento para defenderse. Si todo sale como el comandante ha ideado, deberían abandonar esta base y las de las inmediaciones.

- Estas ratas se quedarán sin escondites – su mano observó su navaja manchada en sangre – Es una lástima no poder mermar más su ejército.

- ¿Tal vez deberíamos haber traído refuerzos?

- Sabes perfectamente que no podemos, no aún. Estás aquí solamente porque ya has visto el alcance de este enemigo. Erwin no quiere que nos enfrentemos si no tenemos la auténtica posibilidad de ganar. El objetivo principal no es asesinar a todos sus soldados. No ahora.

- En tal caso deberíamos abandonar este edificio rápidamente. Hemos creado una distracción lo suficientemente grande. La capitana debe haber llegado a la zona de la fase 4 ya. Debemos centrar la atención aquí.

- De acuerdo – su voz se arrastraba mientras avanzaba con cautela haciael pasillo que se guiaba hacia el edificio – Detona esa cosa y métete en la trampilla. Me reuniré con vosotros en media hora.

-C-capitán, no es necesario que sirva de cebo, el comandante indicó que-

- Lo sé....... - de nuevo una voz arrastrada que parecía convertirse en un susurro – No voy a salirme de la formación. Saldré por arriba y me reuniré en el punto acordado en media hora. Pero primero tengo que buscar a alguien.

- ¿A quién?

- Al cabrón que enterró viva a esa idiota hace tres meses....

.

.

.

La brisa del campo que rodeaba aquella capilla reconstruida acariciaba su rostro. No había ni rastro del enemigo. Posiblemente no hubieran descubierto aún aquel emplazamiento. O si tenían alguna certeza permanecía vacío. Lejos de cualquier sospecha.

- Rod, volvamos a la base. Esos idiotas no saben distinguir una amenaza aunque se la pongan delante – bufó Kenny – Caven, revisa la zona y mata a cualquiera que parezca sospechoso.

-Entendido capitán – asintió la mujer mientras se alejaba galopando en su córcel.

Su mirada se postró sobre la muralla interior mientras una extraña humareda llamaba su atención.

- ¿Un incendio? - los pequeños ojos del varón más bajo parecieron extrañarse.

- No, fíjate bien. Erwin Smith ha puesto en marcha su plan.... Creo que intenta sitiarnos. Maldito imbécil....

-¿A-acaso pretende asesinar a nuestros hombres?

-No........... No puede involucrar a tantos de sus soldados en una lucha perdida. Aunque intentaran matar a unos cuantos...... - un extraño pensamiento se posó sobre su mente - ¿Todos nuestros hombres se encuentran en las bases?

- Pueden defender perfectamente los emplazamientos, Kenny. Deja de preocuparte. Sus espadas no pueden hacer nada contra nuestras escopetas.

- No creo que Erwin Smith quiera doblegar nuestras fuerzas. Sería inútil. Somos demasiados. Hay algo más.

- ¿Qué quieres decir?

-Maldito idiota.... Llevas demasiado tiempo observando a tu mocosa jugando a ser soldado y has olvidado lo más importante. Erwin Smith es el líder de la legión de exploración.

- Habla claro, Kenny.

- No está interesado en nuestra sangre. Quiere arañar la maldita verdad.

.

.

.

Perdón por haber tardado tanto en actualizar. Cómo ya comenté, estuve sin ordenador durante varios meses. Y posteriormente tuve problemas con el internet en casa con lo que aunque pude escribir el capítulo en el ordenador de mi pareja, no podía publicarlo.

Para compensar os doy un bonus levihan de Hanji vestida al más puro estilo victoriano tras su "boda con Levi" para cumplir su misión.

Espero que os haya valido la pena la espera. Dado que en breve llegará mi nuevo ordenador, no tardaré tanto en actualizar ya que falta poco para el final. En el próximo capítulo os explicaré en que consiste esta enrevesada estrategia de Erwin. Espero que cumpla vuestras expectativas.

Dejad vuestros comentarios acerca de que os ha parecido el capítulo.

¡Nos leemos!

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