Contaba los días aunque eso fuera más doloroso.
Era cierto, podía que se me hicieran más lentas las hora si es que las contaba, era probable que me estuviera haciendo más daño que antes, pero no podía vivir con la idea de alejarme de Félix hasta las próximas vacaciones, si es que volvía.
Tomé mis llaves, mi mochila también, me la coloqué en mi espalda y salí de casa cuando los demás aún seguían durmiendo.
Han pasado solo dos días desde la salida con mis amigos y gracias a la inquietud que cargo, me he distanciado un poco de todos, incluyendo a Félix.
Caminé hasta el trabajo, como era muy temprano aún y no había desayunado, pensé en hacerlo en el local.
Cuando llegué, apenas estaba Kumi abriendo para poder entrar y acomodar todo.
-Ey.
Le sonreí. Ella abrió y me dejó entrar.
[...]
Ambas estábamos sentadas en una de las mesas tomando un jugo de naranja.
-Entonces...- ella habló mientras me miraba detenidamente -¿qué piensas hacer con lo de Félix y las vacaciones?
Me encogí de hombros -dejarlo ir.
-¿Hablas en serio?- me miró sorprendida.
Asentí -Kumi, esto no es como en las películas. Él tiene una vida en Australia y yo aquí, no puedo simplemente decirle "quédate", sería egoísta.
Ella solo asintió -entonces disfruta los últimos días que quedan.
-Es prácticamente nada- suspiré -ni una semana nos queda, y aún así me distancié de él sin darme cuenta.
-Madison, tienes que estar con él en estos momentos más que nunca- se levantó tomando nuestros vasos ya vacíos -se va a ir y no habrán disfrutados sus últimos días juntos en estas vacaciones.
Me encogí de hombros -tomé el turno doble hoy.
-¿Por qué?- dijo desde la barra de la cocina.
-No tengo suficiente dinero para mis útiles.
Ella negó -te presto dinero, pero vete con tu chico cuando acabe el primer turno.
Negué -no voy a aceptar tu dinero Kumiko, llevas ahorrando ese dinero para tu universidad.
-Aún falta un año, tranquila, puedo conseguir más dinero mientras trabaje.
Negué -olvídalo- me levanté y me coloqué el mandil -puedo conseguir mi propio dinero sin ayuda.
[...]
Ya había acabado mi doble turno y estaba agotada.
Tomé un autobús hacia la casa y cuando llegué me encontré con Félix sentado en las escaleras del porche.
Me acerqué y estaba a punto de pasar de largo, pero me detuve y me senté a su lado.
Ambos guardamos completo silencio por unos minutos, hasta que estaba por pararme y meterme a la casa.
-Espera.
Lo miré, ya estaba parada, pero me volví a sentar para escuchar lo que diría.
-¿Trabajaste doble turno?- me miró de reojo.
Asentí.
-¿Por qué te fuiste sin avisar?- hizo una pausa -aún ni daban las ocho de la mañana Madison.
Suspiré -quería caminar un rato.
Frunció el ceño -te has distanciado ¿acaso hice algo malo?- parecía preocupado -si es así dímelo.
Negué -no hiciste nada Félix, solo que... necesito dinero y no lo sé, estoy confundida, aturdida, cansada- comencé a bajar el tono de voz.
Félix tomó mis manos -Maddie, tu madre y la mía tenían que decirte algo. Creyeron que llegarías antes pero ya están durmiendo así que te lo diré yo.
Asentí aún viéndolo a los ojos.
-Mi madre ya no quiere volver a viajar más.
Abrí mis ojos con asombro -¿a que te refieres?
Negó lentamente con la cabeza -su trabajo no le da tiempo para más viajes en las vacaciones.
Me solté de su agarre -¿ya no volverán?
Negó.
Me levanté y corrí hacia dentro de la casa. Subí las escaleras casi de dos en dos y me encerré en mi cuarto.
[...]
No hubo desayuno para mí, solamente porque no salí en toda la mañana.
Pedí el día y me lo dieron solo porque ayer trabajé el turno de Mika, ella me cubriría esta vez.
Me cambié por algo cómodo que no fuera mi pijama y me quedé en mi cama viendo videos en la laptop.
Estuve así por horas hasta que me dio hambre.
Faltaban cada vez menos días y lo notaba por el calendario que había en mi pared.
Salí de mi habitación y bajé lentamente las escaleras, estaba descalza por eso no emitía ruido por cada escalón pisado por mí.
Cuando estaba por entrar a la cocina, escuché las voces de mi madre y la señora Lee.
-Nos iremos mañana.
-¿Por qué? Aún les quedan unos días más- habló mi madre con un hilo de voz.
La señora Lee soltó un suspiro -mi trabajo me quiere antes, aparte hay que conseguir los útiles de Félix.
-Lo entiendo...
Entré ahora sí, haciendo el mayor ruido posible para que me notaran.
Fingí no escuchar nada, porque solo pasé de largo mientras comenzaba a servirme un poco de cereal en un tazón.
-Bueno, hasta que te dignas a salir- dijo mi madre en un tono de molestia.
Asentí y me metí un cucharada de cereal a la boca -¿y Félix donde está?
Su madre me miró con una sonrisa a medias -salió con sus amigos, se quiere despedir.
Despedir.
Vaya que dolió aquello.
Asentí tratando de fingir indiferencia, me metí otra cucharada y me fui sin decir nada.
Volví a mi cuarto, no había rastro de Ruby, supuse que fue con su novio o yo que sé.
Puse otro video más y me senté a comer mi cereal mientras mantenía mi mirada fija en la laptop.
Pasó una hora y tocaron a mi puerta, como era la hora de la comida supuse que era mi madre o la señora Lee llamándome para comer.
-¡¿Si?!
-¿Puedo pasar?- escuché su voz grave por detrás de la puerta y supe que era el pelirrojo.
Suspiré y asentí aunque no me viera -pasa.
Entonces dejé el video pausado y alejé mi tazón ya vacío.
Entró con una bolsa en las manos, cerró por detrás de él y se acercó sin quitar su vista de mí.
-¿Puedo?- señaló mi cama con la barbilla.
Asentí.
Él se sentó junto a mí y dejó la bolsa a un lado -¿qué veías?
-Videos musicales- susurré.
Félix sonrió levemente y me miró de una manera melancólica -perdón por lo de anoche.
Negué -no es tu culpa.
Asintió -tal vez no, pero te lo dije sabiendo que aún estabas dolida por todo.
No dije ni una palabra, solo desvíe mi mirada al cancel donde se podía ver el árbol de Sakura que había ahí.
-Te traje chocolates- me enseñó la bolsa -nunca me dijiste cuales eran tus favoritos por eso traje de varias marcas.
Miré de reojo la bolsa y sonreí -gracias- susurré.
No toqué la bolsa, tampoco la miré otra vez, ahora no podía desviar mi mirada de los lindos ojos de Félix que sabía que no podría ver cuando se fuera.
-No llores- dijo en susurro haciendo que su deep voice, se notara más que nunca.
Sonreí ampliamente mientras me secaba mis mejillas -yo no estoy llorando, claro que no lo hago.
Él rió levemente y me comenzó a acariciar la mejilla -te amo Maddie.
Sonreí al escucharlo decir aquello.
Sabía que me arrepentiría de no decirle lo mismo a él, pero no lo haría, no se lo diría, porque sabía que dolería decírselo a alguien que simplemente no volveré a ver hasta quién sabe cuando.
Me acerqué a su rostro y lo besé lentamente en sus labios.
Él tomó mis mejillas con sus pequeñas y delicadas manos para poder acercarse más a mí, y besarme de la misma manera que yo lo hacía.
-Créeme que volveré- se separó tan solo unos centímetros -no sé cuando, no sé si con compañía de mi madre, pero voy a volver para verte otra vez.
Asentí con lágrimas en mi rostro otra vez y volví a juntar nuestros labios, solo necesitaba eso en ese mismo instante. Porque no podría volver a sentir sus labios contra los míos cuando él se fuera devuelta a Australia.