RAMÉ ✔️

Door mondhanna

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Erase una vez una niña llamada Jade y un niño llamado Asher, ambos eran víctimas de los daños colaterales de... Meer

PRÓLOGO
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 30
CAPÍTULO 31
CAPÍTULO 32
CAPÍTULO 33
CAPÍTULO 34
CAPÍTULO 35
CAPÍTULO 36
CAPÍTULO 37
CAPÍTULO 38
CAPÍTULO 39
CAPÍTULO 40
CAPÍTULO 41
CAPÍTULO 42
CAPÍTULO 43
CAPÍTULO 44
CAPÍTULO 45
CAPÍTULO 46
CAPÍTULO 47
CAPÍTULO 48
¡IMPORTANTE!
CAPÍTULO 49
CAPÍTULO 50
CAPÍTULO 51
CAPÍTULO 52
CAPÍTULO 53
CAPÍTULO 54
CAPÍTULO 55
CAPÍTULO 56
CAPÍTULO 57
CAPÍTULO 58
CAPÍTULO 59
CAPÍTULO 60
EPÍLOGO
AGRADECIMIENTOS

CAPÍTULO 6

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Door mondhanna

Diez de la mañana.

Aún no había caído el medio día y yo ya estaba muerta de aburrimiento, mirando una pequeña mancha en techo de la sala; era triste y solitaria, como yo.

La casa de la abuela solía ser uno de mis lugares favoritos, aunque ella jamás había sido como las abuelas de la televisión; ella era más aburrida y siempre estaba enojada. La única razón por la que amaba aquella casa era porque siempre que íbamos mi papi era completamente mío de la noche a la mañana a excepción de los ratos en que discutía con mi mamá.

Hacíamos galletas, íbamos a mi cuarto secreto que él mismo construyó, cuando la nieve caía del cielo salíamos a jugar con ella hasta que nuestros labios de tornaban morados y después de bañarnos veíamos películas toda la tarde bebiendo chocolate caliente junto a las brasas de la chimenea. Era perfecto.

Pero él se había ido hace tiempo y no había vuelto, mamá dijo algo sobre que había muerto pero no sabía qué era eso y mi amiga Celia tampoco. Supongo que era uno de esos viajes de negocios a los que iba y después regresaba con muchos regalos; pero había tardado demasiado y comenzaba a extrañarlo cada día más.

Ahora los días eran aburridos: la abuela a veces lloraba en su habitación o se iba a trabajar y mamá... no sé a dónde iba, sólo veía por la ventana a hombres que venían en sus lujosos coches por ella y no regresaba hasta que yo estaba dormida.

Nicholas solía jugar conmigo y llevarme a comer donas, pero se había enfermado al igual que mi nana Linda; así que oficialmente no tenía nada que hacer o quién molestar.

— ¡Nana, saldré a jugar a la nieve! — grite mientras tomaba mi abrigo del perchero.

— Bien, ponte gorro y guantes — respondió desde la cocina — te avisaré cuando el almuerzo está listo —

Me vestí rápidamente antes de salir al patio, el único lugar en el exterior en el que había estado desde que la escuela había terminado.

Era injusto, Celia se había ido con su familia a Grecia un lugar muy muy lejos de aquí donde hombre y mujeres se vestían con algo parecido a las sábanas y se ponía ramitas con hojas en las cabezas. Lo sé porque lo investigue en uno de los libros viejos que mi abuela guardaba en su biblioteca.

Arrastre mis pies sobre la espesa nieve mientras recolectaba ésta para crear a Sullivan, mi nuevo mejor amigo.

— Bien, tal vez la gente diga que eres extraño pero para mi seras hermoso Sullivan — dije mirando al muñeco de nieve que estaba frente a mi.

Puede que haya subestimado mi fuerza y al momento de poner la segunda bola para formar la cabeza de mi ahora mejor amigo ésta se hubiera roto un poco quedando en una media luna. Igual era perfecto, con sus ojitos hechos por unas rocas grises que tome de una de las macetas de la abuela, con mi bufanda y gorro.

— Bueno... tal vez también te digan que no puedas respirar — dije ladeando mi cabeza mientras reparaba en que había olvidado la nariz.

— Le falta nariz — una voz suave tronó en mis oídos llamando mi atención.

Gire mi cabeza en dirección a donde el sonido provenía y ahogue un pequeño grito.

Un niño que parecía ser de mi edad estaba asomado por la cerca del patio, parecía sacado de un cuento de hadas, era justo como describen a los príncipes: ojos azules como dos gemas, piel blanca, cabello rubio y ondulado que caía sobre su rostro.

Era lindo, muy lindo.

— ¿Quieres la nariz o vas a seguir mirándome como chango en zoológico? — preguntó con el ceño fruncido mientras levantaba la zanahoria entre sus manos.

— No lo sé — respondí mientras caminaba hacía él — jamás he ido a un zoológico —

— Pues no deberías son lugares donde encierran a los animales solo para hacer divertir a la gente, es estúpido.

— ¡Dijiste una mala palabra! — chille mientras miraba a mi alrededor, asustada de que mi nana o la abuela lo hubieran escuchado.

— No es tan mala como imaginas — respondió — ¿quieres la estúpida nariz? Si o no —

Lo mire curiosa mientras asentía lentamente.

No parecía ser tan amigable como su lindo rostro hacía creer, seguramente él también tenía que trabajar y cuidar a alguien mientras su papá volvía de la muerte por eso era tan enojón; como la abuela.

Me acerque hasta la cerca y estire mi brazo en su dirección pero apenas podía alcanzarlo él estaba demasiado arriba.

— Eres muy alto — dije dándome por vencida — no lo alcanzo —

— No soy alto, tonta — gruñó rodando los ojos — solo estoy arriba de un par de cajas —

— ¡No me digas tonta! — chille — no soy tonta —

— Pues yo creo que si lo eres — respondió con una sonrisa maliciosa — solo tenías que esperar que te lanzará la zanahoria y no intentar tomarla —

— No quería que cayera al suelo — me defendí.

¡Uy, parecía ser que los niños si eran tan malos como Celia decía!

Ella había crecido con cinco hermanos mayores así que sabía todo eso que hacían desde ser unos pesados hasta guardar cosas raras que escondía bajo su cama como botes de hidratantes y pañuelos.

Yo jamás había convivido con muchos niños, solo con algunos en la iglesia porque mi escuela nos hacían dividirnos.

Tal vez no podíamos estar juntos hasta que a ellos les saliera barba y a mi dos bolas enormes en mi pecho como las de mi mamá.

— No pasa nada si cae — dijo rodando los ojos — mira... —

Y entonces la dejó caer sobre mi cara.

— ¡Auch! — grite de dolor cuando sentí el duro golpe contra mi nariz — eres un... —

— ¡Asher, ¿qué demonios haces ahí arriba?! — gritó una voz femenina — Bájate de ahí ahora mismo estúpido, ¿dónde están tus hermanos les dije que te cuidaran? —

Asher... ¿ese era su nombre? Era muy lindo, más que el mío.

— Adiós — susurró el niño antes de desaparecer de mi vista.

Mire la cerca confundida mientras seguía escuchando los gritos de la mujer y a Asher llamándola "mamá". Pensé que la mía era la única que gritaba de esa manera, que ella tampoco era amorosa como en las películas pero al parecer no era así.

Repare en un pequeño boquete sobre la cerca del patio a unos cuantos pasos de mi así que corrí tan rápido como pude y miré a través de él.

Asher — quien no era tan alto como creí — iba en los brazos de su madre quien tenía el rostro rojo mientras le gritaba a otros dos niños a lo lejos, creo que parecían mayores aunque apenas podía verlos a través de los copos de nieve que caían del cielo.

— ¡Jade, ¿qué te dije sobre quitarte la bufanda y el gorro para dárselo a los muñecos de nieve?! — gritó mi nana desde la entrada — Metete antes de que pilles un resfriado —

Tomé la zanahoria del suelo y comprobé que — justo como había dicho Asher — no había pasado nada.

Coloque la nariz sobre el rostro de Sullivan y corrí en dirección a la casa.

Toda la tarde me la pase mirando por mi ventana como gente con grandes muebles entraba a la casa de al lado que hasta el momento había estado vacía. Pero no lograba ver a Asher.

Quería volver a verlo, no sé para qué, pero solo tenía esa extraña necesidad mientras pensaba en sus ojos azules.

«Seguro tendría una sonrisa bonita» pensé durante toda la tarde hasta que Nana vino a mi cuarto y me obligó a ponerme un vestido gris de manga larga, medias y botas mientras con la promesa de que mamá vendría pronto.

*

— ¡Y no quiero volverte a ver aquí hasta que Benjamin se haya ido! — gritó mi madre furiosa mientras tiraba de mi mano arrastrándome en dirección a la puerta del patio trasero — ¿Me escuchaste bien, mocosa? —

— Pero mami, no tengo un abrigo y... — sollocé.

— ¡Me importa muy poco, deberías de haberlo pensando antes de decirme esas cosas delante de él! — gritó mientras levantaba su mano en dirección a mi — ¿Ahora no era tan valiente verdad? No sé en qué momento pensé que sería bueno tener una hija —

— Mami no digas eso, yo te amo — chille mientras me encogía, no quería que volviera a golpear mi mejilla.

Aún podía saborear la sangre que brotaba de mi labio partido.

— Cállate, no quiero escucharte — gruñó mientras me empujaba a la intemperie.

La puerta se azotó detrás de mí cuando mis rodillas y manos impactaron sobre la nieve la cual mojó la tela negra de mis medias y un poco de mi vestido.

Sentía como las lágrimas que rodaban en mis mejillas se volvían más lentas a causa del frío infernal que abrazaba la noche.

Me levanté temblando y camine en dirección a mi muñeco de nieve.

— Perdón Sullivan, pero tengo mucho frío — dije con la voz entrecortada mientras le quitaba el gorro y la bufanda antes de ponerlos sobre mi cuerpo.

Camine hasta el rincón del patio donde había una pequeña casa de juguete que papá había construido poco antes de irse y dejarme sola, aún olía a los cigarrillos que solía fumar y su perfume.

Aquella noche mamá había llevado a un nuevo hombre a la casa mientras presumía a todo el personal el enorme anillo de compromiso que le había dado.

Pensé que ser prometido de alguien era ser un buen amigo y por eso te daban un anillo hasta que ella comenzó a hablar de la boda y de la casa que compraría.

Tal vez no debí de enojarme y gritarle que no podía decir esas cosas cuando papá estaba aún de viaje; que él era su esposo y que no podíamos mudarnos. Pero solo podía pensar en lo horrible que sería para él cuando llegara de nuevo a casa y se enterara que mamá y yo nos fuimos a otro lado, seguro pensaría que lo abandonamos.

Además, no quería irme a vivir con ese hombre parecía tener la edad de mi abuela y dientes falsos.

Mamá se había enojado tanto que apenas pude reaccionar cuando abofeteó mi mejilla por primera vez mientras gritaba que me callara cuando Benjamin hizo una mala cara, y después volvió a golpearme mientras me decía que había llenado de sangre su anillo.

No quería que estuviera enojada conmigo, solo quería que me abrazara y me dijera lo mucho que me amaba o tan solo me diera un beso de buenas noches mientras me arropaba en la cama.

Tal vez si era tonta y por eso todo mundo quería alejarse de mi.

A lo mejor eso era lo que pasaba, papá no volvía porque también estaba harto de mi, abuela trabajaba todo el día porque no me soportaba y mamá no podía decirme que me amaba porque me odiaba.

Era una niña tonta.

Sollocé mientras forcejeaba con la puerta de la casita que parecía estar atascada por la nieve.

— Oye, niña — escuche la voz de Asher — ¿Qué haces? —

Lo ignoré, ya sabía que era una tonta no necesitaba que él me lo volviera a decir.

— Te estoy hablando — gruñó después de un rato — es malo ignorar a las personas —

Lo siguiente que oí fue un golpe el sonido de la madera moverse — algo que no sabía que podía hacerse — y un par de pisadas sobre la nieve.

— ¡Te estoy hablando! — bramó mientras me tomaba del brazo con fuerza y tiraba de mí para obligar a mirarlo; parecía horrorizado.

Bien, ahora también era fea.

— ¿Q-qué te pasó? — preguntó mientras levantaba la mano con lentitud — Estas sangrando — dijo en voz baja mientras tocaba la herida con las puntas frías de sus dedos — y llorando, ¿estás bien? —

— Mamá se enojó conmigo — dije con la voz temblorosa.

— Estás helada — dijo — Ven vamos a calentarte —

Asher tomó la manija de la puerta y tiró de ella con fuerza dejando libre la entrada.

Ambos caminamos al interior, me senté sobre el suelo abrazando mis rodillas contra mi pecho mientras rezaba para que el calor llegara a mi cuerpo.

— ¡Mira, encontre una pequeña cobija! — exclamó con una sonrisa mientras rebuscaba entre mi baúl de juguetes. Era una manta que usaba para jugar con mis bebés.

Asher se sentó a mi lado y tapo mi cuerpo con la manta dándome un poco de calor.

— ¿Mejor? — preguntó manteniendo las comisuras de sus labios curvadas hacia arriba.

Era tan encantadora como había imaginado durante toda la tarde, a pesar de que le faltaban algunos dientes y otros crecían.

Me recordaba a las pinturas de pequeños ángeles que había en la iglesia.

— Un poquito — asentí con una pequeña sonrisa.

Asher asintió mientras pasaba una mano detrás de mi espalda y otra por mi abdomen hasta que me sostuvo fuerte contra su cuerpo dándome más calor.

— ¿Ahora?

— Mejor — sonreí — ¿Qué haces aquí? Ya es noche —

— Yo quería disculparme por haberte llamado tonta — dijo con seriedad mientras me soltaba por unos segundos y rebuscaba algo en el bolsillo de su chamarra — te traje un chocolate, podemos compartirlo—

— Creo que sí soy una tonta — susurre— no deberías disculparte y no debemos compartir—

— En ese caso yo también soy un tonto — dijo con el ceño fruncido — y si no sabes las reglas en el mundo de los tontos dejame decirte que es obligatorio compartir una barra de chocolate entre tontos —

Solté una pequeña risa mientras miraba a Asher destapar la barra de chocolate y partirla a la mitad antes de darme una y volver a abrazarme con un solo brazo.

Mire sus ojos azules y no pude evitar pensar que algo en él me resultaba familiar, era una sensación parecida a cuando después de unas largas vacaciones regresaba a casa; era cálido y me hacía feliz.

Unas pequeñas cosquillas comenzaron a aparecer en mi estómago, se sentía extraño pero era agradable; tal vez tenía hambre y aún no lo notaba.

— No tienen leche, ni huevo, tranquila — dijo con una sonrisa antes de morder su pedazo — ¿cuál es tu nombre? —

Si que era extraño.

— Jade Johnson.

— Yo soy Asher Faith — respondió — ahora seremos amigos, ¿verdad? —

— Sí — asentí con una sonrisa antes de morder el chocolate.

Ambos hablamos sobre lo que pediríamos para navidad hasta que su madre y Nana salieron a buscarnos, entonces nos escabullimos con la promesa de que nos veríamos de nuevo al día siguiente.

Esa noche soñé con él.


No sé bien quién fue el primero en moverse, tal vez yo hubiera tirado de las solapas de su esmoquin o tal vez él me estrechó contra su pecho con sus manos en mi cadera, pero ahora sus labios ansiosos estaban sobre los míos y yo le correspondí.

Cada beso, cada roce con nuestras lenguas, cada paso en dirección a su cama solo mostraba el efecto del paso del tiempo en nosotros.

No podía negarlo, se sentía tan peligroso como bien. Era como subir al cielo, ver el paraíso y bajar de nuevo con la promesa de ser encadenado al infierno.

Cuando los pies de Asher chocaron con la base de su cama cayó sentado sobre ella haciendo más fácil mis movimiento sobre su boca.

Sus manos se movieron como una dulce caricia desde mis caderas hasta mis muslos robandome un pequeño gemido.

— ¿Puedo? — gruñó contra mis labios.

No necesitaba que dijera nada más, sabía lo que quería y lo peor es que yo llevaba todo este tiempo esperándolo en secreto.

— Sí — asentí antes de volver a besarlo esta vez atrapando su labio inferior entre mis dientes antes de tirar con suavidad haciéndolo gemir; un sonido tan suave y delicado que hizo que algo en mi corazón se rompiera un poco cuando los recuerdos resonaron entre los latidos de mi corazón acelerado.

Pose mis manos sobre sus hombros mientras las suyas subían mi vestido lo suficiente para permitirle perderse  en mis piernas desnudas mientras su labios ardientes se enterraban sobre la piel ardiente de mi cuello.

Esto se sentía tan, tan, tan bien que me hacía perder el control por completo.

¡Malditas hormonas!

No podía pensar con claridad con Asher besando el valle de mis senos, con mis dedos entrelazados con las ondas oscuras de su cabellera y sus manos tomando el elástico de mi ropa interior antes de tirar de él.

Sentí la suave tela de éstos acariciar mis piernas mientras caían al suelo formando un charco en medio de la oscuridad.

Asher tomó la parte trasera de mis muslos con firmeza antes de tirar suavemente de ellos; primero uno obligándome a poner la rodilla sobre el colchón y luego el otro hasta que quede sentada a horcajadas sobre él.

— Carajo, te ves tan perfecta — ronroneó mientras la punta de sus dedos recorrían mi pierna hasta el interior de mis muslos — ¿Me deseas? —

¿Lo hago?

No — Sí — respondí apenas en un suspiro contra sus labios antes de volver a besarlo esta vez con lentitud mientras tomaba su rostro entre mis manos y me estrechaba más contra su cuerpo.

Sabía que eso le gustaba.

Y es que ese era el principal problema: Él sabía exactamente lo que me gustaba porque con él lo había descubierto, al igual que yo sabía exactamente lo que a él le gustaba porque me había enseñado.

La película de recuerdos invadió mi mente y sabía exactamente lo que pasaría; él me penetraría con los dedos como solía hacerlo, entonces yo comenzaría a mover mis caderas en busca de más hasta que llegara al primer orgasmo, después seguramente lo haría ir al cielo con un oral y acabaríamos juntos cuando fuéramos uno mismo.

Pero habían pasado cinco años y ahora todo había cambiado.

Asher soltó un suspiro cargado de alivio antes de sacar las manos de mi vestido solo para abrazarme por la cintura tan fuerte que apenas podía respirar.

Aunque tampoco es que lo estaba haciendo, era como si aquel pequeño gesto me hubiera congelado.

¿Qué hacía?

— No sabes cuanto te he extrañado — susurro en mi oído antes de besar mi mejilla — perdón, no se me ocurrió otra manera de que accedieras a venir conmigo hasta aquí o que me dejaras tenerte tan cerca... y no puedo solo venir aquí a toquetearte cuando tengo tantas cosas que decirte —

— ¿Qué?

Esperaba comentarios de otro tipo, pensé que a lo que me enfrentaba al subir aquí era a morder la manzana por Asher y pecar sin culpa alguna pero era peor de lo que imaginada.

Este era uno de esos momentos en los que el ojiazul decidía que era buena idea mostrar sus sentimientos.

Quería creer que podría tener sexo con él porque sabía que tendría la fuerza para alejarme en cuanto debiera —por el bienestar de mi bebé — pero de lo que no estaba segura era si podría soportar que él dijera que sus sentimientos aún eran los mismos hacía mi.

Si solo me veía como un buen cuerpo con el cual saciar sus necesidades estaba bien porque yo podría convencerme de que lo veía de la misma forma pero si me decía que todos aquellos sentimientos no habían desaparecido con el paso de los meses entonces tendría un grave problema.

Porque, ¿cómo alguien es capaz de resistirse a ser un poco ingenuo y creer que una persona a la que siempre deseo lo amara? Sabía que al final del día podría yo alejarme de aquello por lo que había rezado toda mi vida; en lo que desperdicie mis deseos a las estrellas pero eso no quería decir que no me desgarrara el alma.

— ¿Crees que fue fácil para mi? — preguntó frunciendo el ceño — Perderte me dolió más que nada en la vida —

No, no podía permitir que acabara con la poca fuerza que me quedaba.

Sabía que no lograría nada con decirle que parara porque era él.

Así que la única bombilla —que parecía sobrevivir a las hormonas alborotadas que habían iniciado su conquista en mi cerebro — se encendió y  supe qué era lo único que podía callar sus palabras y seguir manteniendo sus sentimientos por mí en secreto.

Sonreí con dulzura tomando su cara entre mis manos obligándolo a verme a los ojos.

« Concéntrate, no caigas en su juego... finge que lo miras pero no lo hagas» me repetí mientras intentaba mantener mis barreras.

O los restos de ellas.

«Recuerda todas las veces que fingió amarte y en cuanto tuvo tu corazón entre sus manos lo rompió de la manera más brutal que se lo ocurrió»

Incline mi rostro hacía el suyo, hasta que nuestros labios se encontraron y entonces lo bese como aquellas veces en el pasado cuando no sabía cómo decirle que lo amaba porque temía que él no lo hiciera.

Los latidos de su corazón se sincronizaron con los míos, sus manos me tomaban como si tuvieran miedo de que si me soltara no volvería y sus labios me decían todo lo que las palabras no podían explicar.

Quería quedarme ahí, fingir que estaba en mi lugar seguro y que nada malo pasaría si seguía pero nadie era capaz de caminar sobre fuego sin quemarse.

Y yo no podía arriesgarme a salir herida, desde el momento en que Nathaniel dio su primer bocanada de aire entendí que todo en mí había pasado a segundo plano y ahora él era el motivo por el cual yo seguía respirando.

Estaba perdiendo el piso en mis pies, lo sabía por la manera en que mi mente debatía y mis oídos comenzaron a zumbar.

¿O a sonar? Con un tono navideño...

— Creo que alguien te está llamando — dijo Asher contra mis labios antes de reír.

Bien, estaba cayendo de verdad con esa sonrisa. Necesitaba que algo me salvará en este momento porque yo no sería capaz.

— No contestes — susurró.

— Debo de hacerlo, puede ser algo importante — respondí con una sonrisa fingida antes de bajarme de su regazo.

— No — dijo en un pequeño quejido mientras me tomaba de las caderas y me estrechaba con su cuerpo — por favor... —

— Solo serán unos segundos Asher — le asegure mientras me soltaba de su agarre y caminaba hasta el escritorio donde había dejado mi cartera.

El nombre de Kristen brillaba sobre la pantalla.

Pensé que tal vez el tiempo se me había pasado volando y que Nathaniel estaba desesperado por saber dónde estaba su madre quien había prometido llegar a media noche para dormir a su lado, pero apenas eran las once.

Una punzada atravesó mi corazón como si intentara avisarme algo mientras deslizaba mi dedo sobre la pantalla.

— ¿Bueno?

— Señorita Jade, que bueno que la encuentro estaba mandándole mensajes pero no respondía — dijo preocupada — creo que el niño Nathaniel está enfermo, tiene fiebre e intente darle medicina pero no quiere dice que quiere que usted venga, ¿qué hago? —

¡Mierda Jade, debes de mantener las piernas cerradas!

Había fallado a mi misma y a mi hijo, me había dejado llevar por la pasión y el deseo que me ocasionaron los recuerdos de años atrás y los pensamientos de mi adolescente anterior. Me había desconectado de todo; hasta de mi responsabilidad como madre y mi sexto sentido que me decía cuando algo iba mal.

— Voy enseguida — respondí antes de colgar — Lo siento — dije mirando a Asher quien aún estaba sentado en la cama.

La dulzura y el deseo había desaparecido de mi tono de voz, estaba molesta.

 Conmigo, por ser tan débil y no poder resistirme al hombre que durante los años que estuve a su lado jamás me valoro como debía y que ahora solo volvía a jugar conmigo por el capricho de no haberme tenido entre sus brazos durante cinco años.

Con Asher por ser él, por tener el poder de manipularme aún cuando me juraba que había cambiado y por hacerme perder la cordura; todo sería más fácil si me odiara por haber huído años atrás.

Tantos años y aún seguía siendo una tonta.

— No, por favor quédate conmigo esta noche — sus palabras brotaba de su boca casi en forma de plegaria dejando por completo el tono indiferente con el que solía hablarme años atrás.

— No puedo Asher, tengo cosas que hacer y la verdad es que esto no debió de haber pasado — dije mientras me alejaba en dirección a la puerta con él detrás de mí.

— ¿Qué dices? — preguntó sorprendido mientras me tomaba de la muñeca — ¿Cómo? —

— Tu y yo, Asher — nos señalé — antes estaba bien jugar al niño malo y la niña buena, a la que se enamora y tu no la valoras pero ahora... somos adultos y yo no puedo — dije a la defensiva — tengo responsabilidades, ya no puedo quedarme a esperar a que me ames —

— Jade, yo no estoy jugando — dijo con tanta seriedad que por poco le creo — yo... —

La puerta se abrió de golpe provocandome un susto de muerte y por instinto me aleje de Asher. Como siempre: Fingiendo que no eramos algo porque jamás fui lo suficiente como para que me mostrara; era su pequeño secreto.

— ¡Tu! — Jasmine atravesó el umbral de la puerta tambaleante,  apartandome de un empujón y yendo en dirección a Asher — ¡Maldito bastardo, ¿cómo te atreves a dejarme así?! —

— ¿De qué mierda hablas? — preguntó cambiando completamente su actitud— ¡Sal de mi puto cuarto, ¿quién chingados te dijo que podías entrar aquí?! —

— ¡Eres una mierda ! — gritó la morena.

Esta era mi oportunidad, necesitaba salir antes de que él me detuviera.

Así que lo hice; salí corriendo de la habitación, escuchando mi nombre a gritos y a Jasmine haciendo lo que yo jamás pude: Decirle sus verdades a Asher.

Tome un taxi mientras le avisaba a Nicholas que no fuera a recogerme a la fiesta y fui rumbo a casa intentando mantenerme fuerte para llegar a los brazos de mi pequeño.

Tal vez llevar a alguien conmigo en las próximas reuniones no resultaría mala idea... o un cinturón de castidad.

**********************************************************

¡Jade Johnson, ¿qué diablos haces?! 

Creo que esta mujer nos traerá  varios capítulos haciéndonos la misma pregunta, ahora vamos a una buena pregunta: ¿Alguien más noto medio rarito a Asher? ¿Qué se traerá entre manos?

Por cierto, creo que este recuerdo es uno de los más emotivos que he escrito para esta historia les juro que se me salieron un par de lágrimas mientras terminaba ese fragmento del capítulo, ¿les gustó ver al Asher viejo y un cachito de lo que ambos pasaron en sus infancias?

He visto que aquí soy la única enamorada de Asher y quiero creer que mis razones tendré así que creo que no estaría mal ver qué es lo que sucedió con él, ¿no? ¿Les gustaría un capítulo narrado por Asher?

Gracias por todo el apoyo que he recibido, no tengo palabras para expresarles la emoción que siento al ver que les esta gustando esta historia tanto como a mi y espero con muchas ansias que siga así.

RECUERDA QUE ME AYUDAS MUCHO CON UN COMENTARIO, UN VOTO O RECOMENDANDO. LA HISTORIA CON TUS AMIGUITOS Y AMIGUITAS.

El siguiente capítulo estará un poco... escandaloso así que esperenlo con ansias y nos vemos en próximo sábado.

PD: Si me ven actualizando capítulos pasados es porque ando agregando las canciones para formar la playlist no se me asusten... o emocionen.

¡Ya los extraño!

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