Huracán ✔️

Door paolacalderongt

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Emily Preston es una joven con muchos sueños; lucha para poder lograrlos día con día, para ello todas sus act... Meer

Prefacio
Piloto
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 52

Capítulo 51

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Door paolacalderongt

El plan

Desde el momento en que don Flavio volvió y se encontró a Emily y a Leo, sabía que las cosas no se podían quedar como estaban y que huir no era la mejor opción. El juramento que en un momento hizo cuando se graduó de policía fue leal y con el corazón en la mano. Ya había perdido a su esposa, su familia y la carrera que por tantos años había cuidado. Sus hijos habían perdido al igual que él, o quizás más. Así que ya no podía perder más, y su motivo para seguir en la batalla no era precisamente una vida tranquila si no que terminar lo que en un momento comenzó.

Al llegar a la hacienda se encontró con un ejercito que buscaba lo mismo que él; enfrentar lo que venía. La primera conversación que tuvo con Eleazar le demostró exactamente lo mismo de siempre, Pájaro no estaba dispuesto a simplemente huir, claro que temía por su esposa, familia y más, pero estaba listo para enfrentar lo que viniera.

Layo fue el primero en completar esa idea, y fue lo único que necesitaron. No era precisamente que Leo no lo deseara, era sólo que sabían que enfrentarse directamente con el Gavilán y Mouro era ir a la batalla sin saber si tendrían la victoria.

El plan fue simple, necesitaban que los Preston estuvieran allí. Como abogados de Mouro tenían documentado absolutamente todos los malos movimientos que Mouro hizo, así también como pruebas que incriminaban a varios funcionarios del gobierno; incluso al mismísimo presidente.

Sabían que podían ir contra Mouro y contra el Gavilán, pero ir contra el presidente era demasiado. No podían enfrentarse a Gavilán y a Mouro así porque así, ya que era claro que sería una guerra que no ganarían por mucho que lucharan. Y sí a eso le sumaban el que el mismo presidente podría ir detrás de ellos con tal de silenciarlos significaba que, aunque salieran del país la pesadilla nunca terminaría, ya que los buscarían internacionalmente. Pensaron el la idea de simplemente huir, pero don Flavio y Eleazar sabían exactamente que Mouro jamás se daría por vencido no era un hombre al que le gustara perder, y Gavilán poseía las mismas caracterizas. Por ende, solamente tenían dos opciones, huir y vivir huyendo toda la vida o enfrentarse a lo que viniera.

Las razones de Eladio eran claras: quería un mejor futuro para Lara y su bebé. Las de Eleazar se asemejaban, y las de don Flavio iban mucho más allá de cualquier deseo común, también deseaba que por primera vez la justicia ganara. Necesitaba limpiar el nombre de sus hijos, el de sus amigos y el de él mismo.

Sabían que tenían pocos días, y debían ser discretos. Entre menos personas supieran el plan sería pegado a lo más perfecto y eso haría que tuvieran menos errores y más posibilidades de la victoria. No podían hacer a Lizardo participé, tampoco a Leonardo o a Lagarto, la única orden que Eleazar le dio al último fue el de seguir adelante y que cuidara a su esposa.

No fue por desconfianza era sólo que Mouro tenía oídos en todas partes y por ende sería fácil que los descubriera entre más personas supieran. Al único que decidieron involucrar fue a Dany, necesitaban un punto que Mouro o el Gavilán tuvieran descuidado y justo era ese. Jamás creyeron que aceptaría, pero Dany era un persona honesta, leal y justa. Se sentía en deuda con Eleazar por lo que había hecho por él y su familia por lo que no necesitó absolutamente nada, más que un fax con las instrucciones, un correo con copias de los documentos que necesitaría para hacer efectivo ese plan, y la ayuda de la oficial que Eleazar en su momento amenazó, pero que para ese tiempo ayudaba por deseo y no obligación.

Necesitaban un punto ciego, un punto que Mouro o el Gavilán no se esperaran, algo que ni siquiera pasara por sus mentes y justo ese fue Dany. Las instrucciones de los Burgo y Eleazar fueron claras, necesitaba ir con el presidente y hacer lo que fuera para llamar su atención. No tendría que hablar, más que entregarle los documentos que habían enviado, eso en un solo día. Una misión imposible hubiera parecido, pero la información de los Preston era suficiente para que lo viera en cuestión de horas. Lo hizo la misma noche en que los Preston no durmieron por estar validando cierta documentación que Eleazar les otorgaba, así como otra con la que ellos contaban.

El primer paso fue el de usar a Dany, como una vía para lograr un trato con el presidente, eso los pondría un paso delante de cualquier paso dado por Mouro y el Gavilán.

El segundo: transcribir todo documento y borrar toda identidad que involucrara a Eleazar con el alias de Pájaro y su mismo apellido "Bustillo" y en cambio la ocupara Gavilán. Por muy temido que fuera el segundo, el alias de "Pájaro" tenía más cabeza en todo, y el que Mouro hubiera hecho un trato con Gavilán hacía que este hubiera borrado todo récord criminal de este.

Y el tercero: luchar y prepararse para morir si era necesario.

Día de la huía.

El plan inicial no contaba con que un auto volcara, no tenía en cuenta que ciertas situaciones sucedieran. Pero cada detalle fue estudiado, el día en que los tres se encerraron a planificar estudiaron cada ventaja y desventaja, así como cada posibilidad buena o mala. Los años de experiencia de don Flavio lo volvían en un experto, así como a Layo y a Eleazar. Cada uno estaba preparado para hasta el peor panorama para cada uno, incluso tenían la cuenta de cuantas personas quitarían del camino antes de morir si sucedía.

Por lo que al instante de que la camioneta volcó, Lagarto simplemente siguió las ordenes principales de su patrón: "cuidar a su esposa" Eleazar había sido claro en aclarar que no importaba que sucediera, debía seguir adelante y cuidar a Emily. Los Preston estaban a salvo, era de lo único que estaban seguros. Por muy bueno o malo que fuera el panorama era la única posibilidad de mantener con vida a los demás y que lograran en algún momento su libertad, por ello fueron ellos los primeros en ser sacados.

Al momento en el que el auto volcó, Layo sabía que Lagarto se encargaría de ayudar a Emily y lo ayudaría a él si le daba tiempo. Su mente estuvo enfocada en lo que debía, por algo era uno de los policías más preparados que había en su elite al momento de estar al servicio, fuera de que el poder estar nuevamente con Lara y su bebé algún día era su principal motivación. Poco a poco las cosas se fueron complicando hasta que las palabras de Eleazar se tuvieron que hacer efectivas: "si las cosas se ponen muy feas, hay que quemar algo; eso siempre da tiempo extra"

Recordaba esas palabras en tono de broma al momento de estar planeando todo. Típico del; a Pájaro siempre le había gustado quemar todo. Y así fue, bastó un simple encendedor para que el auto explotara con la ayuda de la gasolina que se escapaba por una de las mangueras que se habían roto al momento del accidente.

Los disparos eran el primer sonido en ese intenso momento, pero no fue hasta que el auto con Leo, Lagarto y Emily se marchó cuando la verdadera acción comenzó.

—¡Pájaro, pájaro! —gritaba don Flavio desde los árboles.

Necesitaba percatarse que estaba vivo.

No se movía en absoluto. Barbara disparaba sin compasión conforme los autos se acercaban.

—¡Alto! —se escuchó el grito de uno de los hombres de Gavilán—. Es Pájaro muchachos —decía, mientras se acercaba poco a poco a donde Eleazar estaba tirado.

—¿Vivo o muerto? —preguntaba otro mientras bajaba del auto.

—No lo sé, pero como sea el patrón va a pagar buen dinero por esto —sonreía, acercándose un poco más.

Bajó la mirada y lo vio, se notaba que aún respiraba, pero en el instante que lo intentó tocar un auto de la policía llegó y partió fuego contra todos.

—Tenemos cinco minutos muchachos —decía Dany bajando del auto policial.

Don Flavio corrió a auxiliar a Eleazar, Dany logró ver a Layo y por lo herido que estaba fue a ayudarlo. Por suerte las heridas de Eleazar no eran de gravedad.

—Me quitaron un peso de encima —decía muy sonriente, en lo que don Flavio lo ayudaba a levantarse.

—Me asustaste muchacho —respondió. Estaba pálido—. Pensé que te habías acobardado y nos habías dejado solos para la guerra.

—Hice una promesa —agregó, mientras se ponía de pie.

Sangraba, pero no era una herida fuerte. En ocasiones anteriores había recibido más fuertes.

—¿A la esposa?

—A mi madre —respondió con mucha seriedad, mientras caminaba ante un apresurado Dany.

—Tenemos que irnos —decía Layo.

Sangraba de una pierna y de un costado.

—Los cinco minutos ya se hicieron más que eso. Hay que separarnos, plan C —argumentó, mientras subía al auto que había quedado de los hombres de Gavilán.

El plan C determinaba que debían separarse, a tal modo de que lograran encontrar a Eleazar. Sabía que era al único que de entregarse mantendrían con vida por algún tiempo ya que había mucha información que Gavilán no deseaba perder y que únicamente lograría si hablaba, al contrario de si se entregaba alguno de los Burgo, ya que Mouro lo que deseaba era verlos muertos y así desaparecer cualquier clavo suelto.

—Estás herido no creo que sea buena idea, no durarás mucho.

—Yo voy con él, yo me encargó —dijo Barbara y sin decir más subió al lado del copiloto.

—No tienes que hacer esto, hiciste tú parte.

—Lo sé don Flavio, pero está guerra también es mía. Es lo que mi papá hubiera deseado, y es lo que Neco deseaba.

—Lamento la conversación tan amigable, pero debemos irnos —indicó Dany.

Los policías que lo acompañaban, eran parte del grupo elite que en un momento habían trabajado con don Flavio. Fieles amigos de él, y a quienes Dany había contactado con la ayuda de la oficial informante de Eleazar; quien lo saludó con un pequeño gesto antes de verlo subir al auto.

Cada uno fue en una dirección opuesta; minutos después los hombres de Gavilán y Mouro llegaron, pero fue demasiado tarde; ya no estaban. Solamente quedaban algunos rastros que debían seguir.

—Manejas muy lento, nos alcanzarán muy pronto —decía Barbara.

—Lo sé —respondió Eleazar deteniendo el auto—. A dos kilómetros hay un rio, crúzalo y el tren pasa a un lado. Es momento de que huyas, cumpliste tú parte ahora es hora de que recibas la libertad que buscabas, está es la dirección —dijo sacando un papel de su bolsillo—. Allí encontrarás el dinero acordado.

—¿Vas a entregarte?

Barbara ignoraba el plan.

—Sí, y no creo que el lugar al que me llevarán sea el indicado para una mujer.

—Ya lo dije, esto es lo que mi papá hubiera querido. Arranca o será demasiado rápido la atrapada, no sé tú, pero yo quiero un poco de diversión.

—Siempre he sido un hombre cursi, así que voy a preguntar. ¿Esto tiene que ver con Leo?

—Con Leo, y con mi bebé.

Su gesto fue serio.

—No voy a...

—No, no digas nada. Cada cosa que hacemos tiene una consecuencia, creo que eso lo sabes muy bien. Lo que he hecho tiene una, y fue muy cara, es hora de que me haga responsable y responda; Leo siempre será el amor de mi vida, pero yo siempre seré el error de su vida. Así que ya es tiempo de que su error haga algo bueno y no meter la pata.

Frunció el ceño.

—No hace falta que te confieses ahora Barbara, y menos conmigo.

—Lo sé, pero me arrepiento. Y voy a hacer que valga hasta el último minuto de mi vida, lo que un día comenzó cuando don Flavio ayudó a mi padre.

—Bien, pues entonces que comience la diversión —agregó Eleazar con una sonrisa en el rostro, dando vuelta al auto en dirección hacía los hombres de Gavilán.

Por su parte los demás se alejaban por otro camino. El mismo presidente había organizado un espacio especial para ellos para recibirlos y así deshacerse de Mouro. Quería negociar con ellos, y aunque era peligroso estaban seguros de que no atentaría contra ellos.

—Su señoría —se burló Layo al verlo.

—¿En cuánto tiempo voy a tener los documentos en mano? —preguntó directamente.

—Al momento de que Mouro y Gavilán estén fuera del camino —respondió don Flavio.

—Jamás imaginé que negociaría con...

—No, nosotros jamás creímos que negociaríamos con el comandante en jefe, pero ya ve, cosas que pasan.

La negociación no era cosa fácil. Pero el presidente decidió que lo haría personalmente con tal de limpiar su nombre, era un hombre de negocios como él mismo se hacía llamar y, por ende, protegía únicamente su pellejo y el de los más cercanos. El acuerdo era en que los Burgo solamente presentarían la documentación que incriminaba a Mouro y a uno de los narcotraficantes más buscados. No había otra opción, era la única forma en que lograrían que su nombre quedara por completo limpió; no podían solamente limpiarlo ya que eso dejaría dudas y lo último que querían eran dudas que pudieran usarse en su contra más adelante.

—No me parece algo justo.

—A mi tampoco me ha parecido justo señor presidente, se supone que cumplía con mi deber y terminé en estas condiciones. Huyendo como un delincuente, cuando lo son otros —decía don Flavio muy firme.

—Le estamos dando la oportunidad de limpiar su nombre.

—Están buscando que los ayude a no aparecer muertos —sonrió.

—Se equivoca, porque morir no es el problema. Es el renombre después de eso, algo absurdo ¿no? Pero todos aquí sabemos que, aunque nosotros estemos muertos habrá cierta información que saldrá a la luz. Eso lo sabe Alberto Mouro, pero no es un hombre al que le preocupe eso, pero estoy seguro que a usted sí.

—Unas semanas, y yo mismo daré la orden de intervenir en la hacienda —indicó.

—Excelente, en eso sirve y preparamos todo como debe ser.

—Su nombre, el de su familia y el de sus amigos limpio. ¿Es un trato? A mi me parece un buen negocio —extendió su mano.

—A mi también, señor presidente. Votaré por usted en las próximas elecciones.

Layo solamente sonrió al ver la actitud de su padre. Dany no había llegado con ellos, ya que su identidad era la única que debían mantener al margen de todo eso. El presidente ya lo había visto, pero no querían que recordara su rostro más de una vez.

—Algo más —indicó don Flavio—. Para que se quede tranquilo, si alguno resulta hablando lo que no es, nos encargaremos de declarar a su favor.

—No esperaba menos —respondió y se fue—. Esperen mi orden.

—¿Crees que nos traicione? —preguntó Layo.

—No, los presidentes suelen ser hombres de negocios. Capaces de hacer lo que sea con tal de no verse involucrados, lo último que este necesita son más escándalos. Y, al contrario, al ser en su gobierno que suceda el show mediático en el que se destapen los crímenes de Mouro ayudarán a dejarlo con un historial bastante importante en la historia. Así funcionan los gobiernos, ninguno actúa por amor a la patria, si no que por vienes económicos —puntualizó.

La diversión de Barbara y Eleazar se había alargado. En un principio decidieron ir directo al enemigo, pero luego les pareció hasta interesante el huir hasta donde la gasolina se terminara. Justo en el mismo instante en el que don Flavio y Layo comenzaban a hacer un estudio para quitar a Mouro y a Gavilán del mapa; Eleazar se estaba entregando junto con Barbara, frente a un montón de hombres que se burlaban de la falta de gasolina del auto; ni siquiera se imaginaban que era parte de la forma chistosa del temido "Pájaro" como le conocían.

Eleazar llegó a estar al siguiente día en manos del temible Gavilán, un hombre te estatura media y buen peso, oro por todas partes y unas armas con adornos propios de un narco de su calibre. En ese momento comenzaron las palizas, y ante la decisión de Eleazar de no hablar ni en lo más mínimo la orden fue: "Golpéenlo, hasta que suelte la sopa" Barbara recibió al igual que él, pero ante un Gavilán sediento de poder, su hablar invitándolo a lograr sacarle información para así quedarse con las rutas por completo y todos los proveedores, mantuvieron a Eleazar con vida por más tiempo. Y aunque con golpes lo torturaban, el que permitieran alimentarlo lo mantenía en pie.

Tres meses pasaron de la última vez que se vieron. Y mientras Leo, Emily, Lizardo, Rosa, Lara se preparaban para ir lejos de todo en busca de la libertad. La orden del presidente llegó, así también como el tiempo de Mouro para ir al fin a ver al hombre que el Gavilán había atrapado.

Las aguas desde el tiroteo en la autopista se habían mantenido muy revueltas, el presidente había estado presionando con resultados y por lo mismo Mouro no tuvo en todo ese tiempo espacio para ir y ver con sus propios ojos al hombre que Gavilán tenía como prisionero, pero lo último que se imaginó fue ver a Eleazar allí.

—¡Vaya, vaya! ¿A quién tenemos aquí? —preguntaba Mouro mientras entraba.

La luz que entró al momento de abrir las puertas, dejaba ver el rostro de aquel hombre.

—A cualquiera me imaginé encontrar aquí, excepto a ti —decía Mouro merodeando por el lugar.

Barbara estaba menos golpeada por lo que lograba levantar la cabeza, aunque con cierta dificultad.

—Muchos años pasé invirtiendo tiempo, dinero y hombres como para que estuvieran tan cerca —golpeó con fuerza a Eleazar—, ¿Qué se siente no haber logrado el objetivo? —preguntó sujetando al tipo del pelo.

Estaba completamente ensangrentado, había recibido una buena paliza, de la que era difícil que se fuera a recuperar.

—Más bien dime tú ¿Qué se siente tener a un país sometido y no darte cuenta que tres hombres pueden destruir lo que has logrado? —preguntó con mucha dificultad Eleazar.

—¿En dónde están? —cuestionó, sujetándolo del pelo.

—¡Basta! —gritó Gavilán—. No lo he mantenido hasta bien cuidadito para que me lo vengas a matar —dijo.

—¿De qué estás hablando?

—Este hombre me sirve más vivo que muerto.

—Ya pasaron tres meses, ¿Enserio crees que va a hablar?

—Lo tiene que hacer, igual a mi me conviene tenerlo con vida.

—¿Por qué?

—Sirve y en eso entro al mercado. Hay muchos que solamente quieren trabajar con él, que piensen que somos amigos —rio.

—¡Estas loco! —exclamó Mouro.

Para nada estaba de acuerdo con las ideas de Gavilán.

—¿Desde cuando el pensar con la cabeza fría es estar loco?

—Desde que tienes al enemigo con vida.

—Hasta donde yo sabía eran buenos amigos —se burló Gavilán.

A Mouro no le quedó otra más que sonreír sarcásticamente.

—¿Y hasta dónde yo sé los narcos no se tocan el corazón?

—Pero si el bolsillo —respondió velozmente.

A Gavilán únicamente le importaba una cosa y era el dinero. Por ello mantenía a Eleazar con vida, aunque al borde de la muerte. Solamente le importaba el lograr tener tiempo y espacio para llegar a los espacios que "Pájaro" tenia, por ello no se había desecho de é. Claro que en el plan C nunca se tuvo en cuenta que sería tanto tiempo en manos de Gavilán.

Y mientras los demás; Leo, Lizardo, Emily, Lara y más, se alejaban y volaban lejos del continente; don Flavio, Layo se acercaban acompañados de un ejercito de policías y soldados enviados directamente por el presidente.

—Dos horas o yo mismo me encargo de que esté muerto —amenazaba Mouro.

No quería a Eleazar vivo.

—¿Me estás amenazando? —preguntaba Gavilán arreglando su arma.

—No, estoy advirtiendo. Pero si me quieres matar hazlo, pero primero mata a este —pedía.

—No es tú asunto Mouro.

—¡Claro que lo es!

—Ese no fue el trato, yo me encargaba de ayudarte con los Burgo y así fue.

—Jamás me entregaste cuerpos.

—Pero la frontera no la cruzaron y el trato fue ese. O muertos, o que no cruzaran, yo cumplí.

—Aun así, ahora Bustillo es parte del grupo y lo quiero fuera del mapa.

—En el momento que consiga todo lo que quiero yo mismo me encargo de eso.

—Es que ese es el problema Gavilán, ya me cansé de dejar clavos sueltos. ¿Quieres dinero? Te doy lo que quieras.

—Quiero sus rutas, sus proveedores, sus contactos ¿Lo tienes?

—Dos horas —indicó—. O doy la orden para que tu nombre vuelva a estar entre los más buscados.

El enojo de Mouro era tal que no estaba midiendo consecuencias en ese momento. Estaba molesto porque los Burgo nuevamente se habían escapado y no tenía ninguna pista de ellos. Estaba molesto por ver que el que más cerca estuvo de él había estado implicado y, además, era cómplice de sus peores enemigos. Así que no le interesaba que estuviera herido o no, o si estaba a punto de morir, lo quería ver muerto ese mismo día; y esa misma ira no le permitió mantenerse alerta, hasta que los primeros disparos se escucharon.

—Al fin, creí que nunca vendrían —comentaba Barbara.

Eleazar ya ni siquiera tenía fuerzas para hablar, por lo que en medio de los disparos comenzó a gritar.

Los Burgos sabían que lo principal era sacar a Eleazar de allí, no sabían que estaba vivo, pero confiaban en que así fuera por lo que al escuchar los gritos de Barbara lograron llegar lo más pronto posible hasta donde ellos estaban. Los disparos no cesaban y no había minuto en el que no hubiera silencio.

Un grupo de soldados logró sacarlo de allí; su cuerpo iba débil, por lo que en medio del tiroteo fue lo primordial. Un helicóptero lo transportó a uno de los hospitales en el que lo atenderían, Barbara fue con él, mientras don Flavio y Layo se quedaron para hacer lo que debían; su trabajo.

El grupo que acompañó a Don Flavio y Layo era demasiado grande que por más que los hombres de Gavilán hicieron el frente, no lo lograron. Los hombres de Mouro hicieron retirada, por lo que era una victoria bastante asegura.

—¡Alto! Soy policía —decía al ver que estaba acorralado.

El cuerpo de Gavilán hacía a un lado.

—Lo sabemos, está arrestado Alberto Mouro ¿Qué se siente estar al otro lado? —preguntó Layo.

Fueron las mismas palabras, que él le había dicho la primera vez que lo arrestaron. Sabía que estaba perdido, pero no estaba dispuesto a ir a prisión; por lo que intentó accionar su arma, pero un francotirador se lo impidió, haciendo que cayera muerto al suelo.

—Se terminó —dijo don Flavio.

—No para mí papá, mi bebé ya debe estar grande —indicó Layo.

Por mucha acción del momento, su enfoque seguía siendo el mismo; reencontrarse con Lara y su hijo.

—Hay que esperar unos cuantos días para poder salir del país, debemos ver cómo van a manejar todo.

—Esperaras tú papá, con Mouro y el Gavilán muerto difícilmente las cosas se ponen peor. Yo necesito ir con ella, antes de que vea nuestros nombres en las noticias, no quiero que piensen que estoy muerto.

—Eso será aclarado después.

—Lo sé, pero ya pasaron tres meses y mi bebé debe estar hermoso.

—Mañana, salimos mañana y con vuelo directo para llegar antes que ellos a la hacienda —dijo, en lo que colocaba una identificación en el cuerpo del Gavilán.

Cada detalle había sido bien cuidado, sabían que las noticia sobre la línea de corrupción y la muerte del narco "Pájaro" sería internacional, por ello se habían encargado de que sus nombres estuvieran en la lista, eso los sacaría del mapa por completo de cualquier enemigo que no conocieran y les permitiría una nueva identidad.

Pero nunca existe un plan perfecto, y lo notaron hasta el momento en el que ingresaron a Eleazar al hospital; el que Barbara fuera con él sirvió bastante y lo ayudó a escapar.

—No creo que estés en condiciones de seguir huyendo —decía Barbara.

—¿Acaso usted no sabe de actuación? —preguntaba un Eleazar mucho más entero de lo que se veía al momento en que lo sacaban.

Una sonrisa se dibujaba de oreja a oreja. Claro que no podía hacerlo por completo, por más fuerte que quisiera ser, llevaba una buena golpiza.

—¿Qué se supone que hagamos ahora? —preguntaba Barbara.

Habían logrado llegar hasta un auto.

—Lléveme al pueblo, a mi hacienda.

—¿Esto es parte del plan?

—Del plan mío, de ellos quién sabe —sonrió con dificultad.

Ese fue justo el detalle que confundió a don Flavio y Layo. Al momento de viajar Eleazar no había ido con ellos, y por ende lo creyeron muerto. No tenían tiempo para investigar sobre su paradero cuando se habían encargado de que sus nombres fueran mencionados en la lista de las personas fallecidas en el tiroteo, por lo que decidieron viajar con la esperanza de encontrarlo allí.

Pero los planes de Eleazar eran otros, y tal cual lo dijo Lagarto: "El patrón planea todo"

—¿Qué es esto? —preguntaba Barbara.

—Su pago por su trabajo, digamos que tres meses de compañía —sonrió.

Por muy golpeado que estuviera, no podía perder su sentido del humor. Le había pedido que lo dejara en una casa, en dónde un hombre lo recibió.

—No comprendo.

—Déjeme aquí —pidió—, estos hombres se van a encargar de llevarme con mi princesa como último trabajo—. En el maletín va suficiente dinero para que haga su vida, aproveche y sea buena —indicó.

—¿Por qué no se lo robaron? —cuestionó Barbara.

Le fue difícil no preguntar el por qué no se habían robado el dinero y todo había quedado tan perfecto.

—Saben que les voy a pagar más —susurró.

—Ya sé por que Emily se enamoró de ti. No cabe duda que eres el más inteligente de todos, Eleazar.

Le fue difícil no sonreír de igual manera. Y sin decir más, tomó su maletín subió a un auto y se fue, buscando un nuevo comienzo.

—Lo que hace el dinero muchacho —dijo, quitándose algunos vendajes del cuerpo.

Había sido tan inteligente que había comprado a los mismos hombres que lo golpeaban. Si llevaba una buena golpiza, pero no tan exagerada como había hecho a todos pensar.

­—¿Su orden patrón? —preguntó uno de los hombres.

—Lléveme a cambiarme, luego al aeropuerto —puntualizó—. Y después se me va a la oficina de Bienes Raíces, pregunta por Dany, él le va a entregar su paga y con eso termina todo.

—No hay necesidad de que se retire —dijo el hombre.

Eleazar siempre había sido un buen jefe y por eso el cariño.

—La misión ya se cumplió, ustedes sabían que esto pasaría. Ahora mejor haga lo que le digo porque si no voy a perder el avión y le voy a dar buena lata por no poder llegar a ver a mi princesa —sonrió. 

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