Abismo

liizbatista द्वारा

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"Un Aplauso A Los Ángeles Caídos" ©Todos los derechos reservados. Espectacular Portada Hecha Por: @Duxncs अधिक

-Prólogo-
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22.
capítulo 23.
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capitulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capitulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Maratón 1/2
Maratón 2/2
Capítulo 47
Capitulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Cap 52
Cap 53
Cap 54
Capítulo final.
Epílogo

Capítulo 46

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liizbatista द्वारा

Coloco el lápiz en mis cejas con mucho cuidado, Fabiola me había dado unos mini tips de maquillaje ya que ella era experta en ese ámbito.

Me estaba arreglando para ir a la fiesta organizada a los jugadores de Fútbol Americano, no estaba al 100% animada, pero él saber que Fabiola y Ángela iban a estar me tranquilizaba un poco más.

Cuando termino mi trabajo, me miro en el espejo del armario.

—Para ser principiante se me da
bien— susurro con una sonrisa.

Llevaba un vestido azul turquesa corto sin mangas ni tiros, tenía un corte cruzado en la pierna derecha, eso era lo que más me encantaba, y estaba calzando unos converse, no quise ponerme tacos porque es una fiesta informal, con el vestido ya estaba bien.

Escucho el sonido de un auto, así que tomo mi bolso con rapidez y bajo a la sala de estar.

—Estás muy guapa— chilla Sol cuando me ve bajar los escalones.

—Somos hermanas— me agacho un poco para depositar un beso en su coronilla— le dices a Bertha que no se moleste en esperarme despierta.

Ella me mira con asombro pero asiente muy lentamente. Riendo salgo de la casa, Alex está apoyado del capó, sonríe en mi dirección cuando me ve. Rodea el auto rápidamente para abrir la puerta del copiloto. Va en unos pantalones vaqueros sencillos junto a un suéter gris, muy guapo.

—Te ves preciosa— dice cuando me acerco.

Deposita un beso en mi mejilla.

—Tú no te quedas atrás— le guiño un ojo y entro al auto.

—¿Bromeas?— pregunta cerrando la puerta por mí.

Lo veo darle la vuelta al auto para adentrarse al asiento del conductor.

—No. Vas sencillo, pero muy guapo.

—Te tomaré la palabra— responde poniendo el auto en marcha.

De repente un silencio nos embarga, pero no uno incómodo, más bien, relajante. El auto no es una máquina como el de Daniel, que a comparación de éste es un cochazo, pero es bonito y cómodo. La música que llevamos de fondo es de Elvis Presley, en cualquier momento podría quedarme dormida, la música tan suave no era tan de mí agrado nada mas por eso, me hacía dormirme. Pero tampoco quería decirle que la quitara, ya que el auto era de él ¿se imaginan que sea de esos tipos que se ofenden por que hables algo malo de su estilo de música y me deje tirada en la calle? Mejor no me arriesgo.

Ahora que lo pienso bien aquella vez que fui hasta su casa no me llevó en éste coche, fue en un deportivo amarillo. De un deportivo a un carro usual ¿y ese repentino cambio?

—¿Y el deportivo amarillo?— cuestiono realmente curiosa.

—Ah, no era mío.

Al ver que sigo queriendo saber mas vuelve a hablar.

—Es de mi padre.

—Entiendo. Es raro que alguien de Harvard no tenga un coche último modelo— bromeo, pero con sinceridad.

—No soy como ellos— se encoge de hombros— Viven a base del lujo y del que dirán.

—Totalmente de acuerdo, son tan pijos. Típicos niños ricos.

Se ríe.

—Tú me entiendes, por eso fuiste la única que me cayó bien de ese sitio.

Sonrío mientras me entran unas irresistibles ganas de hablar de aquel tema que me mantiene tan curiosa día a día.

—Lo que me interesa saber es ¿por qué detestas a Daniel? Algo muy grande debió de hacerte para que sientas tanto desprecio.

Veo sus facciones cambiar, sus nudillos sobre el volante se tensan, despega su mirada del camino para mirarme directamente a los ojos. Por un momento me arrepiento de entrar en ésta conversación ¿tan malo fue lo que le hizo Daniel? Era como si le mencionaran al mismísimo satanás. Joder, si que me moría de la curiosidad.

—En cualquier momento quizás te lo diga o emborrachame hoy que te lo diré— se ríe.

¿Es broma o que? ¿borracho me lo diría? Tal vez le de algo muy fuerte hoy, con tal de saberlo todo. 

Me di cuenta que estábamos llegando al escuchar una música a lo lejos, en la calle empezaba una fuerte fila de autos.

—Ve entrando mientras yo busco donde estacionarme— dice deteniendo el auto justo delante de la casa.

Con un asentimiento me bajo de éste, incómoda por la idea de tener que entrar sola. La única cuestión que me pasa por la cabeza en éstos momentos es ¿cómo diablos puede estar una música tan alta en una urbanización como ésta? ¿acaso los vecinos no se quejaban?

Alguien me empuja levemente haciéndome salir de mis pensamientos, miro a la chica que lo hizo con vehemencia, me mira y se ríe, cómo si fuese un chiste; decido ignorarla, me imagino que este tipo de estupideces en fiestas como éstas son normales.

Al estar dentro miro todo a mi alrededor sin poder creerlo, han convertido la casa en un bar, en una esquina justo al lado de las escaleras que daban acceso al segundo piso hay una barra montada con toda clase de bebidas, lo supe por la gran variedad de colores que tienen las botellas, hasta una chica hay sirviendo tragos del otro lado. Las luces que se encuentran por todo el sitio también le dan ese toque; hay mucha gente, eso si. Muchos bailan al ritmo de la música por todo el salón, mientras otros se lian en un sofá grandisimo que hay en otra esquina.

Esta noche será una total locura, me digo a mi misma.

Lo único que hago es irme hasta la barra y pedir un trago para bajar los nervios, tengo que agarrarme de algo si no quiero empezar a hiperventilar aquí dentro. Ya en la barra observo bien las bebidas, no sé muy bien que pedir sin emborracharme, no quiero montar una escena esta noche, a veces lamentaba no salir mas a esto de divertirme.

—¿Que se te apetece?— indaga con mala cara.

Recorro rápidamente toda la barra con la mirada mientras le doy golpecitos a la madera con los dedos.

—Lo menos fuerte que tengo es cerveza, cría— suelta con una sonrisa burlona.

¿Ésta que se cree? Le iba a demostrar quien era yo en sus narices, puta.

—De hñecho estoy buscando alguna botella fuerte de esas que acostumbro a ver en bares de verdad, pero solo veo que tienes bebidas corrientes, de seguro la habrás elegido tú con semejante pinta.

Su mueca es cómica, parece sacada de algún programa de comedia. Así se destroza el ego de las zorras. Decido hablar al ver que se queda en silencio, mi cara de satisfacción no tiene precio.

—Sirveme vodka.

En silencio se pone a preparar mi bebida, me fijo con mucha atención en cada uno de sus movimientos no vaya a ser cosa que quiera cobrarme ese comentario que le hice echándole
alguna droga, o peor aún, veneno a mi bebida. En lo que ella hace lo suyo me siento en uno de los taburetes que rodean la barra; si que se supieron preparar ésta gente.

Me dispongo a tomarme mi bebida en cuanto la castaña me la tiende, preguntándome el porque de la tardanza de Alex ¿no habrá encontrado donde estacionarse? Supongo que por eso se tarda tanto. ¿Fabiola y Ángela ya habrán llegado? Saco mi celular del bolso para escribirles un mensaje por separado.

A Fabiola:

¿Ya haz llegado?

A Ángela:

¿Estás aquí?

Decido quedarme con el celular en manos a esperar respuestas de alguna de las dos, o mejor aún, de las dos. Levanto la mirada cuando la música del lugar se detiene para sustituirse por un extraño sonido de cuando le dan golpecitos a un micrófono en un intento de que funcione. Miro hacia las bocinas que se encuentran a un lado de un ventanal gigante, lo que capta mi atención es una chica morena que se encuentra sujetando un micrófono con euforia lista para hablar.

—Le damos la bienvenida a los anfitriones de la fiesta, los galanes de Harvard— grita con euforia, arrugo la cara al su voz traspasar mis oídos— Suban esos gritos.

Todos empiezan a vocear a coro mientras alzan sus vasos plásticos al aire, creo que soy la única en quedarme tiesa y no hacerlo, supongo que alguien debe marcar la diferencia y como siempre me toca a mí ocupar ese papel.

Las personas empiezan a dejar un espacio libre en la puerta, haciéndose todas a un lado para que empiecen a entrar los jugadores de fútbol, el primero en hacer su entrada es Daniel, me imagino que eso viene a que es el capitán. Mis ojos ignoran deliberadamente a los demás chicos para solo concentrarse en él, todo a mi alrededor se detiene en fracciones de segundos, es como si solo fuésemos él y yo. Va tan increíblemente guapo, cómo de costumbre... Lleva unos vaqueros oscuros junto a una camiseta con el nombre del equipo y su apellido, su pelo despeinado, pero dándole ese toque arrebatadoramente sexy que me fascina. Siento celos cuando todas las chicas empiezan a comérselo con la mirada, me dan ganas de gritarle a todas que solamente es mío, que aparten sus ojos de él.

Cómo si fuese un choque en automóvil la realidad aparece rápidamente delante de mis ojos, haciéndome salir de mi ensimismamiento, de manera instantánea meneo la cabeza varias veces intentado reaccionar. Estaba cayendo en los engaños de mi mente de nuevo, cómo siempre... Su maldita belleza era mas fuerte que todo el odio que quisiese sentir contra él. Me llevo el vaso a los labios dándole un trago largo al vodka, olvidarme un poco de todo esta noche no me vendría mal, pero para ello necesitaba la compañía de alguna de mis amigas.

Mis ojos se van hasta la persona que se ha parado justo a mi frente, levanto la vista lentamente hasta llegar a su perfil, está mas atractivo de cerca, el olor de su perfume atraviesa mis fosas nasales provocando que casi cierre los ojos para disfrutarlo. Sus codos están apoyados de la barra mientras habla con la chica, pidiéndole seguro alguna bebida. Mis ojos se van ahora hasta la zorra que no le aparta la mirada de encima comiéndoselo vivo, lo que más me molesta es que él le devuelve la sonrisa como si no le importara mi presencia. Obvio que no le importa, que tonta soy ¿por qué debería de importarle?
Cuando ella se aleja de él para prepararle su vaso como por instinto se gira hacia mí haciendo que nuestras miradas choquen, por un momento me encuentro atrapada, no sé que hacer, lo que hace a continuación me deja sorprendida, con un asentimiento en mi dirección me saluda, estoy a punto de alzar mi mano para devolverle el saludo pero gira su rostro rápidamente para pasar a retirar su bebida y marcharse por donde vino.

Pienso seguirlo con la mirada hasta que desaparezca de mí vista pero la vibración de mí celular me interrumpe  la tarea.

De Fabiola:

Deja de hacer alfombra por el suelo con tu baba.

Ésta y sus comentarios inapropiados siempre. Estoy lista para ponerme a rebuscar con la mirada a ver donde estaba, pero ya la tenía a mi lado con una sonrisa de oreja a oreja.

—¿Por qué tan contenta?— le pregunto sintiéndome contagiada de repente.

—Supongo que tirar un buen polvo en el auto antes de entrar a la fiesta, anima— me guiña el ojo derecho.

La miro con cara de asco, definitivamente ella y Bryan son la pareja perfecta.

Sonrío en dirección a Alex cuando lo veo acercarse. Apoya su brazo del espaldar de mi taburete.

—Hola— saluda a Fabiola; ésta sonríe en respuesta— Disculpa que tardara tanto, no encontraba donde dejar el auto y los chicos me han dicho que los espere en el jardín para entrar todos al mismo tiempo— cuenta rodando los ojos, lo que me hace gracia.

—No importa, lo único que me interesa saber es si tengo que caminar mucho para llegar al auto con éstos tacones.

—Bastante— se lamenta mirándome los pies— Pero tranquila, no hay que nublarse la mente por eso. Ahora solo debemos disfrutar de la fiesta.

Fabiola chilla en respuesta.

Una hora mas tarde me encontraba en medio de la pista improvisada junto a Fabiola y Ángela, la última había llegado hace media hora en taxi ya que estaba atendiendo a su hermana que no podía dejar sola hasta que su madre regresara del trabajo. La música era bastante contagiosa, era entre reggae y electrónica, ni idea, sólo sé que la estaba bailando. Yo nunca había sido mala con eso de mover las caderas, ya que allá en el barrio cuando era cumpleaños de alguien en el mercado ponían música y un pastel y pues yo me ponía a bailar con algunos muchachos, no, no todo el tiempo era aburrida.

Sentía una que otra mirada sobre mí y eso se sentía muy bien, ¿a que chica no le gustaba que la miraran a veces? No estaba borracha ni más, sólo estaba divirtiéndome un poco. De momento el calor me invade y me dan ganas de tomar aire. Ángela quiso salir conmigo al patio a buscar a Jackson, Fabiola por lo tanto se fue a buscar más bebida a la barra.

Ya fuera puedo notar una piscina muy grande, repleta de gente, Ángela corre a los brazos de su novio quien la espera con una sonrisa, éste le da un fuerte apretón para luego besarla de manera tierna. Ahora que lo pensaba, los dos se ven muy bien juntos, él alto, fuerte y tan sacado de revista y ella tan delicada, flaca y angelical, otra persona diría que son muy diferentes, pero para mi dos personas iguales si no pegan, aunque sea algo diferente deben tener, dos personas iguales se aburrirían de lo mismo.

Ni siquiera me doy cuenta el tiempo que me detuve a ver a la parejita hasta que noto una mirada sobre mi y ahí lo veo, sentado en una silla junto a dos chicos, con una lata de cerveza en manos. Su mirada luce tan fría, tan distante... De repente un escalofrío me recorre entera haciéndome sobresaltar en mi lugar.

—¿La estás pasando bien?

Desvío mi mirada hasta Alex que ahora se ha parado junto a mi en el umbral, lleva los ojos rojos ¿que estaba haciendo?

—¿Te estabas drogando?— inquiero expectante por la situación.

Niega mientras ríe

—¿Estás loca? No, estaba fumando.

Me quedo igual.

—Dándole caladas a un cigarrillo— contesta divertido con la situación.

—Ya me estaba preocupando— golpeo su hombro con el mío de manera juguetona.

Aunque básicamente fumar y drogarse es casi lo mismo. 

Un carraspeo nos hace voltear a ambos hacia la persona que está al frente, Daniel está parado dos escalones abajo de nosotros. Alex se interpone en su camino de repente, miro toda la situación confundida. 

—¿Que?— pregunta Alex ahora de brazos cruzados.

Daniel suelta una carcajada.

—Sólo quiero cruzar y ustedes dos me obstaculizan el paso.

Alex, sintiéndose estúpido (me imagino) se aparta de golpe del camino de Daniel. Por un momento pensé que se había puesto celoso, alzo mi mirada en cuanto pasa junto a mi, fija sus ojos en los míos con frialdad antes de desaparecer ¿dónde había quedado el Daniel de la enfermería?

—¿Quieres ir dentro a bailar?— me pregunta Alex. 

—¿Me permites unos tragos
primero?— pregunto reprimiendo una sonrisa suplicante.

Asiente mientras ríe.

Y así fue... Unos tragos de vodka después me encontraba de nuevo en la pista dando todo de mí, moviendo mis caderas con las manos arriba, un poco alejada de Alex, no podía saltarme eso de que éramos amigos y acercarme mas de la cuenta sería demasiado íntimo para nosotros y lo menos que quería crear era mal entendidos.

En uno de esos momentos en los que mis ojos se fueron por ahí veo a Daniel bailando con una rubia, de una forma demasiado atrevida para mi gusto, de un momento a otro me entra un enfado ¿por qué lo hacía? Debía imaginarse que me afectaba eso. Decido jugar su mismo juego, me acerco mas a Alex, poniéndome de espaldas en su dirección, él desliza sus manos hasta ponerlas en mi cintura ayudándome con mis movimientos, pero lo raro es que no siento su erección como normalmente acostumbraban los chicos, algo que me deja anonadada. Bueno, seguro no le provoco ningún interés sexual, eso me dejaba tranquila. Él me voltea hasta quedar frente a él, llevo mis manos a su cuello mientras sonrío.

—Le quieres dar celos a Daniel
¿no?— pregunta con una pequeña pizca de malicia.

Lo más raro de todo es que él nunca se molestaba de que yo estuviera colada por Daniel y de que lo expresara tanto delante de él, mas bien parecía divertirse mucho con la situación.

Asiento ante su pregunta de hace un segundo.

—Está mirando hacia acá ahora, y no se ve muy contento. Acércate a mi un poco como si nos fuéramos a besar.

Al principio me pareció mala idea pero después de todo eso no se escuchaba tan mal, unimos nuestras frentes como si nos estuviéramos preparando para un beso, no me sentía incómoda ni nada de eso, al contrario, esta situación me estaba divirtiendo bastante, no sé si era por los efectos del alcohol o que.

—Viene hacia acá.

Mis ojos se agrandan con felicidad. 

—¿En...

No termino de formular la pregunta ya que alguien choca bruscamente conmigo por detrás haciendo que por poco si bese a Alex, llevo la mano a mi frente que sufrió un gran golpe con la de Alex, me giro indignada dispuesta a ver quien me ha empujado de aquella forma tan brusca, me topeto con la cara de Nicole que me mira furiosa, entiendo, ella me empuja ¿y se enoja? ¿acaso fue ella que recibió tremendo golpe en la frente? A una distancia prudente se encuentra Daniel, haciéndome creer que era afirmativo que venía hacia mí.

Gracias Nicole por arruinar mi plan.

—¿A ti que diablos te pasa, maldita estúpida?— grita Nicole.

—¿Perdón? ¿me empujas y te ofendes?

—Te echaste hacia atrás a propósito para decir que te di, llevabas rato observándome.

Esa chica si que está demente, todos han formado un círculo a nuestro alrededor, esperando el ataque, no pensaba darle diversión a toda ésta gente tocando a esa idiota.

Intento irme de ahí pero ella me empuja, haciendo que me tambaleara.

—Vuelves a hacer eso y te juro que...

—¿Que?— pregunta desafiante.

Respiro profundo, observo todo el ambiente a mi alrededor, un chico a mi lado izquierdo capta mi atención, o mejor dicho, el vaso que tiene en la mano, me aproximo hasta él, tomo el vaso verificando que esté lo suficiente lleno, contoneando mis caderas con todo el estilo que sé que tengo me paro a cinco pasos de Nicole y le aviento el líquido a la cara, provocando que parte de su maquillaje se desvanezca.

—¿¡Que haz hecho, pedazo de
idiota!?— chilla histérica, mirando su vestido empapado.

—¿Que me haz dicho?— pregunto alzando una ceja. 

—Pedazo de idiota.

Ésta vez le lanzo el vaso con todas mis fuerzas a la cabeza, todos en la sala empiezan a burlarse de ella, me mira furiosa como si quisiese arrancarme a cabeza, pongo mis manos en la cintura esperando su movimiento. Cuando intenta correr hacia mí se resbala con el mismo líquido que le he tirado encima cayéndose hacia atrás, la escena no pudo parecerme mas divertida y cómica, jamás me hubiese reído así en años, estaba doblada de la risa tan fuerte que se escapaba de mi garganta, todos los presentes estaban igual e incluso peor que yo.

Decido levantar la mirada hasta Daniel el cual también mira toda la escena con gracia. Decido dejar toda esa escena atrás y aún muerta de risa me voy a la segunda planta, hasta la pequeña terraza que da parte atrás de la casa. Me recuesto del barandal para mirar a los chicos que se encuentran divirtiéndose en la piscina.

Ver todas esas chicas restregandose descaradamente contra los chicos me revuelve el estómago ¿de dónde sacan semejante capacidad para ser tan putas? Ni en los pensamientos yo podría hacer algo igual.

Una sombra a mi alrededor me hace pegar un respingo, me giro con rapidez para ver de quien se trata.

Daniel.

Rápidamente mis pulmones se quedan sin aire; a pesar de la distancia que nos separa mis nervios se ponen de punta. Odio todas las emociones que me provoca el solo echo de tenerlo cerca ¿¡que digo!? Él solo echo de escuchar su nombre ya me pone los pelos de gallina.

Abro los ojos grandemente al darme cuenta que me he quedado mirándolo mas de la cuenta, aparto la mirada rápidamente y sigo mirando los rincones de la casa.

¿A que vino si se iba a quedar callado? Me encuentro envuelta en el silencio mas incómodo de mí vida. 

Apoya sus brazos de la barandilla, adoptando una postura relajada, observo como sus músculos se contraen y me quiero maldecir cuando me encuentro observándolo de nuevo.

Me doy la vuelta para salir de ahí, pero antes de poder poner un solo pie fuera del balcón su voz me detiene en seco.

—Fue muy divertido verte poner a Nicole en su puesto.

Instintivamente una pequeña sonrisa se me escapa.

—Y ese vaso que le tiraste a lo último— sigue en medio de la risa— se vio genial.

Dejo de darle la espalda para responderle.

—Se lo merecía.

Nuestros ojos se conectan en medio de la risa, una corriente me recorre por toda la espina dorsal. Antes de que suceda cualquier cosa salgo disparada de ahí con el corazón en la boca. Entro a la primera puerta que veo, en la cual se lee con un marcador fucsia "baño". Vaya ¿no pudieron pegar un pedazo de papel con el comunicado?

Ya dentro me llevo una mano al pecho para comprobar si mi corazón sigue en su lugar. Doy un salto cuando la puerta se abre de golpe.

—¿Que haces aquí?— le pregunto a Daniel sorprendida.

Me apoyo del lavamanos cuando las piernas me comienzan a flaquear.

Se acerca peligrosamente hasta mí, no puedo evitar que su forma de caminar me parezca de lo mas sensual.

—Estás tan jodidamente preciosa—
aprieta mis caderas con sus manos— Me dan ganas de quitarte ese vestido y hacerte mía.

¿A dónde rayos se fue mi saliva? Tengo la boca seca, no puedo tragar.

Reacciono con rapidez cuando veo sus intenciones de besarme.

—Ni se te ocurra— digo, repentinamente enojada.

Se aparta un poco de mí pero sin quitar sus manos de mi cintura.

—¿Que te sucede?

Abro la boca indignada. Lo aparto de un empujón.

—¿Que que me sucede? ¿es en serio? te la pasas ignorándome todos los malditos días, intento llamar tu atención y es como si no existiera. Te la pasas de arriba hacia abajo con tu amiguita y aún así me preguntas que me sucede. Eres un gran imbécil.

Intento pasar a su lado para salir pero me agarra de la cintura y me sube en el lavabo. Se mete entre mis piernas para evitar mi escape.

Desde fuera se escuchan murmullos de chicas pidiendo que abandonen el baño.

Frunzo el ceño cuando lo veo reír.

—Espera espera ¿tú intentando llamar mi atención? O sea, que no te gusta Alex como pensé, eso de ir al partido y verte unas cuantas veces muy cerca de él fue solo para llamar mi atención y darme celos.

Me sonrojo. Le doy gracias a Dios que la luz del baño es tenue, solo alumbra un pequeño foco en el techo.

—No te sientas importante— asumo rodando los ojos.

De nada me vale negar lo obvio.

Se ríe estruendosamente.

—Lo soy— chasquea la lengua— Vamos a mi departamento— dice, ahora serio. 

Mi mandíbula se desencaja.

—¡Claro que no!

—No haremos nada, solo quiero hablar— responde adivinando mis pensamientos, al parecer. 

Lo miro con una ceja alzada. 

—Lo prometo.

Su carita toda preciosa me hace asentir.

—¡SALGAN DE AHÍ!— grita con mucha intensidad una chica.

—¡Ya vamos!— grito con menos intensidad.

Daniel me ayuda a bajar del lavabo, un frío recorre mi espalda cuando entrelaza nuestros dedos. En cuanto salimos todas las miradas de las chicas que están haciendo fila para entrar se posan en nosotros.

—Ahí están las habitaciones— dice una furiosa.

Ignoramos eso y nos dedicamos a bajar las escaleras. Antes de salir de la casa mi mirada se cruza con la de Georgina; se encuentra en la barra, tomando de su vaso. Su mirada cambia en cuanto se fija en nuestras manos entrelazadas, no supe descifrar lo oculto tras sus ojos, pero supe que nada bueno era.

Al salir fuera me detengo en seco haciendo que Daniel también se detenga y se gire hacia mí.

—¿Ahora que pasa?— pregunta confundido.

—¿Y esa moto?

Y efectivamente hay una moto estacionada fuera de la casa, y parecía ser de él porque se dirigía hasta ella.

—Mía— responde casualmente.

—¿Tuya?

—Si. La tenía en casa de mis padres, hace mucho tiempo no la usaba y he decidido darle un descanso a mi auto y sacar a mi segunda bebé— responde soltando mi mano para ir hasta ella, tomar el casco y tendermelo— pontelo.

—No me voy a subir ahí— admito retrocediendo.

—No pretenderás irte a pie.

—He traído para un taxi.

—Anda, sube. No es tan malo, te gustará.

Rodando los ojos y a duras penas, tomo el casco y me lo coloco. Él se sube para luego pasar a tenderme la mano para que lo haga yo. Cuando pone la moto en marcha me aferro fuertemente a su cintura. Todo el camino al departamento me la pasé chillando cada vez que aceleraba mas de la cuenta, pero debo de admitir que fue una experiencia increíble.

En cuanto veo a George corro para abrazarlo, tenía tanto sin verlo que ya empezaba a extrañarlo.

—Pequeña Natalia— saluda con su voz rasposa, devolviendome el abrazo.

—Me da gusto verte— sonrío.

—A mi más.

—Ya me la llevo— Daniel me coge del brazo alejándome de George. Este último niega con la cabeza mientras sonríe.

En cuanto llegamos al departamento un sentimiento extraño me invade por completo. Daniel enciende las luces, me encamino hasta el sofá pequeño y me tumbo.

—¿Quieres algo de tomar?— pregunta tumbandose en el sofá de el frente.

Niego con la cabeza.  Me quito los zapatos para descansar los pies.

—En serio tengo ganas de quitarte ese vestido, pero vinimos a hablar.

Pongo los ojos en blanco.

—¿De que quieres hablar?— pregunto sabiendo perfectamente la respuesta.

—De lo sucedido.

—Adelante— doblo una pierna sobre la otra, haciendo que él tuerza una sonrisa.

—La actitud que adopté fue porque no quisiste escucharme y dejé que el orgullo y el resentimiento se adueñara de mí, me disculpo por eso. Además dijiste que te olvidara. 

—Quería ver si luchabas por mí—
el corazón se me arruga.

—Te rogué dos veces, la primera hasta me arrodillé, algo que jamás hubiese hecho, joder.

En sus ojos se muestra lo dolido que está. Le dolió tanto o igual que a mí.

—Todo eso... Fue muy fuerte para mí, si tan solo te pusieras en mi lugar te dieras cuenta. No es fácil ver a tu novio en un trío el día de tu aniversario. Ni siquiera me dijiste que te marcharías esa noche. Me dejaste tirada y ni te importó por irte con esa— suelto un gruñido de frustración.

—Ella...

—Desde que ella llegó todo cambió— lo interrumpo.

—Mentira— gruñe— No digas eso.

—Es la verdad. Aquella maldita noche que ella llegó saliste pitado a buscarla y quién sabe si llegaste a amanecer— me cruzo de brazos y le aparto la mirada.

Se estruja la cara con las manos en signo de frustración.

—Mierda. Si sé que me he comportado mal, pero lo lamento, lo juro y si llegué a amanecer ese día.

De inmediato la curiosidad de saber que pasó esa noche me invade.

—¿Que pasó esa noche exactamente, Daniel?

Tenía que saber todo con lujos y detalles, estaba dispuesta a escucharlo. No podía seguir atormentandome con lo mismo sin obtener ninguna explicación al respecto. Quería salir de dudas cuanto antes, aunque doliera escuchar la verdad.

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