Observo a Ría mientras ella da unos cuantos respiros profundos, mordiéndose el labio. No debe estar tan nerviosa si no tiene nada que ocultar.
Cruzo ambos brazos por encima de mi pecho y espero.
Finalmente, cierra sus ojos por un momento y después los abre, mirándome.
—Conocía a alguien llamado Harry—dice.
Asiento levemente, incitándola a continuar. El aire que corre afuera es frío, y el cielo está oscuro, algunas estrellas empiezan a aparecer en él. Rastros del atardecer quedan en el horizonte, un descolorido amarillo contra un oscuro azul de la noche.
Ría corre una mano por su cabello.
—Algo pasó el verano pasado—dice—. Algo malo.
—¿Tiene que ver con Harry?
Ella traga saliva y asiente.
—Sí.
Lo sé. Obviamente.
—¿Qué pasó?
—Es todo muy vago—dice, su cara se tuerce mientras recuerda—. La última vez que lo vi fue un viernes por la noche, en Junio. En una fiesta.
Levanto una ceja.
—¿La última vez?
—Harry...—desvía su mirada, sus claros ojos cafés se llenan de un sentimiento que no puedo descifrar. ¿Dolor? ¿nostalgia? ¿tristeza?
¿Culpabilidad?
—¿Harry qué?
Me mira tristemente.
—Él se suicidó.
Abrí grandemente mis ojos. ¿Suicidio? No. Ella debe estar mintiendo... a no ser, que Harry me esté mintiendo.
¿Por qué Harry me mentiría? ¿Por qué él me buscaría para ayudarlo si no fue asesinado? No tiene ningún sentido.
Harry no está mintiendo.
Y ya sea que, Ría está mintiéndome, o le mintieron.
—Oh, Dios—digo frunciendo el ceño—. Eso... es horrible.
Asiente.
—Sí, lo sé.
—¿Sabes por qué?
—¿Por qué, qué?
—Por que él... se suicidó.
Ría niega con su cabeza.
—No.
Ella está tomando ventaja de que soy nueva en el pueblo o está inconsciente del caso por asesinato que fue cerrado un mes después de la muerte de Harry. Esto no cuadra.
—Debería volver—Ría camina a un lado de mí y regresa a la habitación, dejándome sola en el balcón.
Un par de segundos después decido seguirla de vuelta al salón.
Todos están donde estaban antes de irme, pero Ría se fue.
Me paro junto a Max y Oliver en el minibar. Jenna y Adam juegan lo que supongo, es un juego de B.S. con cartas en sus manos. Estella ya no está sentada junto a Ava, sino justo donde yo estaba, en el sofá, con cuatro vasos vacíos frente a ella. Ava descansa su cabeza en el respaldo del sillón, viendo hacia el techo. No veo a Nate por ningún lado.
—¿Dónde está Ría?—le pregunto a Max.
—Se fue a casa, creo—responde—. Dijo que estaba cansada.
Asiento. Cansada de mis preguntas, sin duda.
—¿Quieres otra bebida?—me ofrece Oliver.
—No, debo conducir en un rato—digo, sonriéndole. Desearía no tener que conducir, así podría tomar otra bebida, y luego otra y otra. Tal y como solía hacerlo.
—Dos bebidas no te harán nada—dice Max colocando uno de sus brazos encima de mis hombros—. Además, no muchos conducen de noche por aquí.
Demasiado consciente de su brazo alrededor de mí, me encojo de hombros. Oliver sonríe y empieza a mezclar diferentes licores.
—Sabes, eres muy callada—me dice Max, todavía apoyándose en mí, ligeramente.
—No sé, supongo que no tengo mucho que decir—lo miro, casi sonriendo.
—No, yo creo que sí—dice mientras Oliver me pasa la bebida—. Creo que tienes mucho que decir.
Trato de ignorar el raro sentimiento que tengo cuando él dice eso de mí, dándole un sorbo a mi bebida. Me siento casi inquieta por esas palabras. ¿Él sabe algo que yo no? ¿Cree que escondo algo?
—Supongo que trataré de no ser tan callada entonces—digo, sonriendo y sabiendo que no lo haré. Ser callada está en mi naturaleza y no cambiaré eso.
Miro el reloj en la pared. Mi vista se nubla por unos segundos, pero pestañeo y bajo mi vaso. El reloj marca las ocho con diez.
Tengo tiempo
(...)
Después de tres horas, me encuentro con otra bebida y de vuelta en el sofá, aplastada entre Max y Jenna jugando al B.S. Estella quería jugar, y le tomó quince minutos a su ebria mente entender las reglas que Adam le explicó.
Ava, sin embargo, sólo decide fumar y observarnos jugar.
La ignoro.
No había sido tan sociable en mucho, mucho tiempo.
Y para ser sincera, no lo odio, sólo no me gusta. Un poco. Tal vez.
Cuando dan las once, suspiro y me levanto del sofá.
—Whoa, ¿a dónde vas?—Max me jala de la muñeca, por lo que caigo de vuelta al sofá. Él ríe, y yo en mi intoxicado estado, río también.
—Me voy a casa—le digo, soltándome de su agarre y levantándome de nuevo.
—Muy pronto, ¿no crees?—Ava pregunta.
Es la primera vez que ella se dirige hacia mí verbalmente en toda la noche, y me desconcierta de cierta manera.
—Sí—digo—. Mi toque de queda es a media noche.
Levanta una de sus cejas y toma una calada de su cigarrillo. No dice nada.
Les deseo a todos buenas noches y trato de recordar el camino fuera de esta monolítica casa, cuando dejo el salón.
Casi tropiezo con uno de mis pies mientras bajo las escaleras, pero me estabilizo sujetándome del barandal. Siento que debo encontrar a Nate y agradecerle por recibirme, pero hay demasiada gente que descarto la opción.
Encuentro mi auto y conduzco de vuelta a casa.
(...)
Todas las luces de mi casa están apagadas cuando entro en la cochera.
Abro la puerta de la cocina y me adentro, tratando de cerrarla lo menos ruidosa posible.
—Once con veinte, justo a tiempo.
Miro a mi padre, quien llena una taza con agua encima del fregadero, en su pijama.
—Con suerte, tu madre está en la cama. Le dije que habías ido a explorar el pueblo.
Frunzo el ceño.
—¿Explorar el pueblo? ¿por qué diablos..
—Se lo creyó, así que no lo compliques. Ahora lleva tu trasero hacia la cama.
—¿Trasero?
Mi padre desordena mi cabello y me alejo de él antes de que pueda hacerlo de nuevo, corriendo por las escaleras y riendo.
Cierro la puerta de mi habitación detrás de mí.
Dejo mi chaqueta sobre la cama y sujeto mi cabello en una coleta. Sonrió hacia mi reflejo tontamente en el espejo, siguiendo un poco tomada.
Luego recuerdo lo que Ría me dijo.
Y se supone que debo ver a Harry ahora en el claro.
Rápidamente pongo seguro a mi puerta y me dirijo hacia la ventana, abriéndola y dando un paso fuera hacia el saliente.
Puta acrofobia.
Cierro mis ojos y me deslizo por la enredadera, no los abro hasta que siento el sólido suelo tocar con mis pies.
Cruzo rápidamente el patio trasero, la luz de la luna me hace compañía. Me deslizo por la puerta y corro por el sendero hasta que veo el gran tronco del Sauce, y al chico sentado en uno de los columpios.
—Finalmente—dice Harry cuando entro al claro jadeando—. Las personas vivas son tan lentas.
Recupero el aliento, sentándome en el otro columpio.
—Mis más sinceras disculpas—digo sarcásticamente, respirando con pesadez.
Harry sonríe.
—¿Cómo estuvo la fiesta?—se inclina hacia delante, recargando los codos sobre sus rodillas—. Demente ¿no?, ¿fuiste a la piscina? ¿jugaste al pool? ¿viste el gabinete de licores? ¿anduviste por el salón? Dios, extraño ir a esas fiestas.
Suena tan emocionado que comienzo a reírme, y el ríe conmigo.
—Fue genial, de verdad—digo—. Tomé algunas bebidas, es por eso que estoy tan...—empiezo a reír de nuevo, sin obtener un adjetivo que me califique.
—¿Alegre?—Harry sonríe.
—Alegre—asiento, sonriendo ampliamente por primera vez en años.
Su sonrisa se desvanece, y supe que era porque iba a preguntarme acerca de lo que encontré.
—Hablé con Ría esta noche—digo.
Asiente.
—¿Y?
—Me dijo que te conocía, y que la última vez que te vio fue un viernes por la noche en Junio, en una fiesta.
—Eso suena bastante cierto.
Tomo un respiro.
—Ella también dijo que tu cometiste suicidio.
Harry levanta ambas cejas, sorprendido.
—¿Suicidio?
Asiento, mordiendo mi labio.
—O ella está mal, o está mintiendo—dice.
—Es lo que pensé—digo.
—No tenía ninguna razón para suicidarme—dice, frunciendo el ceño—. Mi vida era... genial. Muy buena—mueve su cabeza de un lado al otro—. Además, si hubiera cometido suicidio no tendría trabajos por terminar, por lo que no estaría estancado aquí.
—¿Por qué ella mentiría?—pregunto.
—Ría no es mentirosa. Nunca lo fue.
—Tengo esa sensación.
Harry se recarga en el columpio, mirando hacia las largas hebras colgando del Sauce, pensativo. Su pálida piel brilla a la luz de la luna y sus pálidos labios rosados, descansan cerrados en concentración.
Es hermoso.
Está muerto.
—¿Puedo preguntarte algo?
Desvía su mirada hacia mí.
—¿Cómo sabías acerca de mis... tu sabes, cicatrices?—me sonrojo.
—Usabas una camiseta de manga corta cuando te mudaste. Te estaba observando ese día.
Viniendo de cualquier otra persona, me sentiría acosada, pero viniendo de él, me siento cómoda.
—¿Y tu sólo... las notaste?—levanto mi manga y miro las marcas en mi piel—. Ahora son muy pálidas.
Está callado y cuando lo miro, él está viendo mi muñeca. Bajo mi manga, tapándola.
Me mira nuevamente.
—¿Dónde está el collar?—pregunta de repente.
Levanto una de mis manos hacia mi cuello buscando el collar que solía llevar alrededor de él, pero no hay nada. Me asusto por un momento, y luego lo recuerdo.
—Ava estaba allí, así que me lo quité—saco el delicado collar de mi bolsillo.
Harry mofa.
—Ava—rueda sus ojos y suelto una risa.
—Me cuesta creer que salían.
—Es buena besando, eso es todo.
Arrugo mi nariz.
—No necesitaba saber eso.
Harry sonríe.
Desabrocho el collar y pongo mi cabello sobre mi hombro.
—Déjame a mí—dice Harry, parándose del columpio, señalándome a hacer lo mismo que él. Me levanto. Camina detrás de mí y toma el collar entre sus manos, deslizándolo por mi cuello y abrochándolo. Sus dedos son como hielo sobre mi piel, y manda escalofríos por mi cuerpo. El collar cae en medio de mi pecho, frío por su toque.
Él se mantiene detrás de mí mandando frío sobre mi piel.
—Gracias—digo.
—Cuando quieras.
Volteo para quedar frente a frente con él. Me mira, bajando su rostro. Y me doy cuenta al estar así de cerca con él de la diferencia de altura entre los dos. Él es un par de centímetros más alto que yo. El borde de mi cabeza queda al nivel de su nariz.
El silencio nos rodea a ambos, y todo lo que puedo pensar es en lo agradecida que estoy de que Ría esté equivocada acerca del suicidio de Harry. Si hubiera sabido que él tuvo éxito en lo mismo que yo traté de hacer un tiempo atrás, no sé como hubiera reaccionado.
Siento determinación filtrándose en mi corazón. Puedo ayudarlo a encontrar a su asesino, si es lo último que puedo hacer. Se lo merece.
Es hermoso.
Está muerto.