Lo imposible no siempre es imposible solía decir mi abuelo cuando yo era niña, pues siempre tuvo la razón, yo al ser niña, crecí con un chico que nadie sabe absolutamente nada, pero tengo la esperanza de que algún día vuelva.
Tenía 17 años, estaba en un avión regreso a casa, había estado estos últimos 5 años viviendo con mi tía abuela, claro hasta que falleció.
Vestía, un vestido negro, de encaje y mangas cortas, mis audifonos estaban en mis oidos. Escuchaba la canción, que mis compañeros de colegio hicieron a manera de despedida, mientras intentaba no llorar cuando miraba las fotos de mis mejores amigos, de mi novio, cuando fue mi cumpleaños, y todas las increibles cosas que viví en Nebraska EU.
Me preguntaba, ¿los volvería a ver?
Me sacó de mis pensamientos la voz del piloto anunciando nuestra llegada a California.
Bajé del avión arrastrando una de las tres maletas que cargaba. Viví con la tía Ann desde los 13 años, yo fui la única heredera, debido a que fui la única que estuvo con ella, durante su enfermedad, y a la hora de su muerte. Pero yo no queria su fortuna, la quería a ella.
Vine a California a visitar a mis padres, no los veía desde hace 2 años, cuando papá perdió el empleo y mamá tuvo que trabajar doble turno, y mi hermano había ganado el partido de futbol americano.
Llevaba en un carro mis 3 maletas, y en la salida es típico ver a la gente con sus letreros con nombre y o apellidos y lo vi... por un segundo me quede en shock no podía ser despues de tantos años, él estaba ahí, y era real.
"Marcus"