Una foto de Angélica al lado.....
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"Adrián, por favor, dime lo que sea. Me siento muy mal y quiero dormir." fueron mis únicas palabras.
Era cierto; aunque amo a mi hermano y nos confiamos todo, bueno casi todo, no era el momento adecuado; mi mente no estaba allí. Solo quería tirarme en la cama, llorar, encontrar una manera de sacar de adentro de mi estos sentimientos encontrados.
"Angélica está embarazada."
"Qué emoción!" le respondí con genuina alegría.
"Pero sus papás no lo van a ver de esa manera. Sabes que son muy estrictos." me dijo con su rostro lleno de nervios, asustado.
"Pero solo falta un mes para la boda. Luego inventen cualquier excusa."
"No sé, hemos pensado en un aborto; pero considerando lo que le sucedió a Viviana..." dijo mi hermano, inmediatamente tapando su boca con la mano.
"Qué le sucedió a Viviana?"
"Nada, hablé demás chiquita. Es un secreto y nadie debe saberlo." me respondió Adrián mirando al suelo.
"Nadie? Adrián, dime que sucedió por favor."
"Nada Isabella, por favor no me preguntes acerca de eso; ni siquiera Ezequiel lo sabe."
"Bueno, si no me lo quieres decir, está bien. Pero en mi vida les volveré a hablar a ti y a Angélica si optan por un aborto. Ya se van a casar, ya pronto serán una familia." aunque la curiosidad me matara, no iba a seguir insistiendo más.
"Tienes razón. Gracias por escucharme y ser mi confidente."
"Te voy a extrañar mucho cuando te vayas de aquí hermano."
"Yo también. Te amo chiquita." me dijo mientras ambos nos abrazábamos.
Antes de acostarme, decidí enviarle un mensaje a Angélica, donde le dejaba saber que contaba conmigo. Tal vez era tan solo una niña para todos, pero iba a estar al lado de ellos apoyándolos.
Desperté con el timbre de mi celular. Molesta, pues apenas había podido dormir, estiré mi brazo hasta la mesa de noche y sin sacar bien el rostro de mi almohada, contesté.
"Hola" fue lo único que dije.
"Hola preciosa. Solo llamaba para saber como habías dormido."
Temblé al escuchar la voz de Ezequiel al otro lado del teléfono.
"Bien" mentí con facilidad.
"No suenas que hayas dormido bien."
"Es solo que aún me siento un poco cansada."
"Estás arrepentida de lo que sucedió entre nosotros?"
"Porqué preguntas eso Ezequiel?"
"Es que te noto un poco diferente desde anoche."
"No, no es eso. La pasé muy bien contigo, fue algo especial. Pero son cosas que sucedieron aquí cuando llegué, de las cuales no quiero hablar."
"De acuerdo, no te molesto más preguntándote; pero sabes que me puedes decir cualquier cosa."
"Lo sé y te lo agradezco. Eres muy atento. Nos vemos por la noche?"
"Pensaba pasar por tu casa a verte." me dijo con voz un poco resignado.
"Es que voy a estar en la casa de Adriannna cuidando a Fabián nuevamente, pues ella y Valeria van a peinarse para la fiesta."
"Podré pasar por allá entonces? Solo unos minutos para verte."
"Yo creo que Alejandro no se molestará si pasas por allí."
"Te veo luego entonces?"
"Seguro"
Luego de colgar el teléfono, decidí salir de la cama una vez concluí que no podría dormir más. Una vez lista, fui hasta la cocina para desayunar. Mi hermano estaba sentado en la mesa, jugando con su desayuno; en sus ojos se podía notar su preocupación.
Me preparé mi desayuno y sentándome a su lado, tomé su mano y la apreté lo más fuerte que pude. Me acerqué a su oído, y le susurré "Todo va a salir bien."
Este estrechó mi mano y me sonrió. Mi simple comentario, pareció sacarle un peso de encima. Luego de desayunar, mi mamá me llevó hasta la casa de Adrianna.
Al llegar allí, Fabián me recibió en un abrazo. Adrianna estaría con Valeria y nuesra madre; mientras que Alejandro estaba reunido con unos socios en la oficina peronal que tenía en su casa.
Decidí buscar una película que le agradara a Fabián, y luego de buscar una reserva de galletas y mantecado, nos sentamos en la sala. Una hora luego, mi teléfono estaba sonando, y saliendo de la sala, lo contesté.
"Hola?" pregunté.
"Hola hermosa, aún estás en la casa de Adrianna?" preguntó Ezequiel en el otro lado de la línea.
"Sí, estoy viendo películas con Fabián."
"Crees que pueda pasar?"
"Seguro Ezequiel. Alejandro está reunido en su oficina, no creo que le moleste tu prescencia."
"Pues entonces, ya estoy bajando del auto."
"Eres increíble Ezequiel. Te abro la puerta enseguida."
Al abrir la puerta, ya Ezequiel estaba parado allí. Al verme, me abrazó y me dio un beso tocado en los labios. Un poco nerviosa ante esto, miré para todos lados.
Lo invité a pasar y ambos nos sentamos en la sala con Fabián. Una vez la película se acabó, recogí todos los envases del suelo mientras Ezequel acomodaba en el sofá a Fabián, quien estaba dormido.
Me encontraba lavando los envases en la cocina, cuando sentí unos brazos tomarme por la cintura. Estos seguidos por unos labios que comenzaron a besar mi cuello.
"Ezequiel, por favor, Alejandro nos puede ver."
"No creo." me dijo al oído causando que mi piel se erizara.
"Ezequiel..." a penas pude decir en protesta, cuando sentí una de sus manos por debajo de mi blusa mientras me apretaba contra su cuerpo, pudiendo sentir su exitación.
"Isabella, podrías ayudarme..." dijo Alejandro entrando en la cocina y quedando sorprendio al vernos en aquella situación.
"Alejandro, yo..." comencé a decir llena de nervios, luego de empujar a Ezequiel lo más que pude." mi cara ardía en verguenza, no podía mirar a Alejandro.
"Isabella, mejor no digas nada. Ezequiel, agradecería que salieras de mi casa en estos momentos."
"Alejandro, por favor..." comenzó a decir Ezequiel, pero Alejandro levantó su mano en el aire, enmudeciéndolo instantáneamente.
"De mi boca no saldrá lo que vi. Pero no te quiero volver a ver a solas con Isabella. Ahora vete por favor."
Ezequiel me miró con el rostro lleno de preocupación, mientras yo sentía mi cuerpo entero temblar. Mis ojos se llenaban de lágrimas, mientras observaba a Ezequiel marcharse y yo me quedaba sola con Alejandro en aquella cocina, que de repente, se hizo gigante y solitaria.
"Alejandro..." intenté hablar pero no pude; el llanto se había apoderado de mi.
"Isabella" dijo él extendiendo sus brazos, los cuales acepté y comencé a llorar entre ellos.
"Perdóname Alejandro, por favor." le suplicaba entre lágrimas.
"No tienes porque disculparte conmigo. Con quien tendrías que hacerlo es con Ricardo. Sabes que te ama y siempre ha estado pendiente de ti. Que es celoso? Solo cuando Ezequiel está cerca. No permitas que esto suceda. Eres una chica muy especial, bonita, y mereces ser el todo de alguien."
"Por favor, no le digas de esto a nadie."
"No te preocupes, no lo haré. Solo espero que pienses bien las cosas de ahora en adelante. Y espero no ver nada así nuevamente."
"Gracias Alejandro." le dije abrazándolo con todas mis fuerzas.
Unas horas luego de este incidente, ya estaba de vuelta en mi casa, aún pensando en lo ocurrido y en las palabras de Alejandro. Esperando que mi rostro no me delatara cuando viera luego a Ricardo.
Una vez lista para la fiesta, me miraba en el espejo, cuando alguien tocó mi puerta.
"Adelante, está abierta." dije sin quitar los ojos de mi reflejo en el espejo.
"Te ves preciosa." comentó mi padre mientras se acercaba a mi.
"Gracias." le respondí abrazándolo.
"Ya me quedé sin niña; ya eres toda una mujer."
Que duro sus palabras dieron en mi y en mi corazón. Los había defraudado aunque ellos no lo sabían.
"Te amo papá." le dije intentando contener mis lágrimas.
"Yo también mi chiquita. Venía a decirte que Carolina y yo nos vamos, y si no me equivoco, Ricardo se estaba estacionando."
"Bajo enseguida."
Mi papá abandonó mi cuarto y me miré una vez más en el espejo. El traje blanco que mi madre me había regalado, estaba hermoso y perfecto. Lo encontraba corto para mi gusto, pero Adrianna insistió en que no se podía ver mejor.
Llegué hasta la sala donde Ricardo estaba sentado jugando con su celular. Al verme, pude notar que había causado una buena impresión en él.
No tuve que dar un paso más, porque él inmediatamente caminó hasta mi, encerrándome en sus brasos y besándome como nunca.
"Te ves preciosa Isabella. Qué voy a hacer contigo?"
"Gracias Ricardo, tú estás muy guapo." le respondí sonriéndole. A pesar de todo, me sentía feliz de verlo allí.
El color blanco iba muy bien con su piel y sus ojos; con su cuerpo atlético. Ricardo era el chico más popular de la escuela; era mío y ahí estaba yo, echándolo a perder todo por un amor prohibido, platónico, irónico...iimposible y prohibido.
"Nos vamos? Porque no creo que a mis padres le agrade la idea de que lleguemos mucho más tarde que ellos, cuando ellos acabaron de salir."
"Tienes razón, no quiero que se vayan a molestrar."
Tomándome de la mano, salimos de m casa. Como todo un caballero, abrió la puerta de su auto para que yo entrara, y nos dirigimos a la fiesta por el compromiso de Valeria y Samuel
De camino, la pasamos muy bien. Nos pusimos al día en varias cosas, ya que apenas habíamos podido compartir esta última semana. Ricardo no perdía la oportunidad para decirme que me veía bien y cuanto me había extrañado; honestamente, yo también. El me hace reír, es alegre, siempre está con una de sus ocurrencias.
Al llegar al lugar, ya había mucha gente. Una música agradable y las mesas decoradas con hermosas flores de diferentes colores. El mar al fondo y el ruido de las olas, era lo primero que podías notar.
Ricardo tomó mi mano, me dio un beso en la mejilla y me susurró al oído, "Eres la mujer más hermosa de la fiesta. Ni pienses que te perderé de vista; te amo."
Me acerqué a él colocando mi brazo en su cintura y besándolo; un beso tierno, pero largo. Alguien aclarando su garganta, rompió la magia del momento.
"Creo que este no es el lugar para escenas como esta." decía Ezequiel con notable molestia en su rostro, mientras continuaba su camino hacia Viviana, con unos tragos para ambos en sus manos. Una vez llegó donde ella, la besó.
Sentí mi sangre hervir; después de todo, Ricardo era mi novio y no lo había besado con el propósito de hacer molestar a Ezequiel. Si él pensó así, pues le iba muy mal.
"De veras que no lo soporto." comentó Ricardo entre dientes.
"Por favor, cálmate. No quiero escenas, tú lo prometiste. Y además, no quiero que se le dañe la fiesta a Valeria."
"De acuerdo mi amor."
Lo sentí relajar su cuerpo y caminamos hasta donde estaban Adrianna, Alejandro y mis papás. Un rato luego, se unió Adrián con Angélica y Ezequiel con Viviana.
Ricardo no soltaba mi mano por nada. No sabía como decirle que necesitaba ir al baño; luego de tres copas de vino eso puede suceder, cierto?
Aproveché que mi mamá fue a compartir con Sofía y Luisa, para excusarme y caminar con ella, desviándome yo al pasillo que llevaba a los baños. Intenté ser lo más rápida posible para que Ricardo no se desesperara. Tal vez vaya directamente a sacarlo a bailar para relajarnos más.
Después de acomodarme bien el traje, abrí la puerta del baño y alguien me empujó hacia dentro nuevamente, poniéndole seguro a la puerta.
"Estás hermosa Isabella, me traes loco con ese vestido. Tienes todas las miradas encima." me decía Ezequiel mientras subía una mano por mi pierna hasta llegar a mi ropa interior.
"Ezequiel, por favor, hay demasiada gente aquí. Acaso no te bastó con el susto de hoy? Además, Viviana y Ricardo están aquí!" mis manos temblaban y mi corazón quería saltar de mi pecho por el susto y los nervios.
"Tienes razón. Disculpa mis impulsos." dijó él mientras sacaba su mano y alejándose un poco de mi.
"Hablamos luego." le dije mientras acomodaba nuevamente la falda de mi traje y me asomaba para verificar que nadie estuviera fuera.
Caminé hasta donde Ricardo estaba platicando con Adrián y Viviana.
"Parece como si hubieses visto un fantasma. Estás pálida Isabella." comentó Ricardo al verme.
"Por poco tropiezo con uno de los meseros y me asusté ya que las copas casi caen al suelo." respondí abrazándolo; no podía mirarlo al rostro mientras mentía.
"Que extraño hermanita, tu actuando torpe. Quien diría?" comentó Adrián riéndose.
"Muy gracioso Adrián." le dije intentando sonar molesta.
"Aceptémoslo mi amor, tú eres así." dijo Ricardo dándome un beso en la mejilla.
Unos momentos luego, todos pasamos a las mesas para cenar. A mi lado izquierdo tenía a Ricardo y al derecho estaba sentada Angélica. Una vez servidos nuestros platos, Adrián se envolvió en una conversación con mi papá, sin notar el cambio en el rostro de su novia.
Inmediatamente tomé su mano y le pregunté, "Te sientes bien Angélica?"
Ella me miró con rostro de desesperación, "Pienso que voy a vomitar."
Sus palabras despertaron en mi un enorme desespero. Quería ayudarlos, y eso conllevaba evitar que nadie se enterara aún de su estado, así que en un tono de voz que todos escucharan, y mirándola a ella, dije "Angélica, me acompañas al baño? No me siento muy bien." y sin esperar contestación alguna, me levanté y comencé a caminar con ella de la mano.
"Isabella, mi vida, yo te acompaño." dijo mi mamá muy preocupada. Me dolía ver la preocupación en su rostro y más cuando era una mentira.
"Gracias mamá, no te preocupes. Continuen con su cena." y sin decir máß palabras, casi corrimos de allí.
Entrando al baño, Angélica comenzó a vomitar casi sin control. No supe que hacer, solo sostener sus rizos dorados para que no fueran a mezclarse en el desastre que salía de su boca.
"Estás bien Isabella?" preguntaba Adrián mientras tocaba la puerta.
"Dile que se vaya, no quiero que me vea así." me suplicaba Viviana con sus ojos azules envueltos en un mar rojo.
"No te preocupes." le dije, y abriendo un poco la puerta miré a mi hermano, "Adrián, hazme un favor, dile a Adrianna que me envíe su bolso."
"Qué sucede Isabella? Está todo bien? Dónde está Angélica?"
"Por favor, hazme caso. Ya mismo estaremos fuera. No queremos que nadie sospeche, cierto?"
"Después me explicarán mejor, pero te entiendo."
Adrián se marchó de allí, y unos minutos luego, regresó con el bolso de Adrianna. Ambas retocamos nuestro maquillaje; Angélica necesitándolo con urgencia".
Llegamos a la mesa, donde todos ya habían terminado de comer y estaban en espera de el postre.