Los días pasaban rápidamente, igual que los años, igual que el tiempo. Pero aunque los años pasaran , Taeil seguía teniendo en su pecho aquella presión cuando despertaba; en sus sueños seguía escuchando el chirrido de aquellas ruedas taladrarle el cerebro.
¿Por que simplemente no lo superaba?, ¿Cuando había pasado ya, diez, once años?
¿Por que seguía recordando a la perfección la sonrisa de aquel niño de vestidos brillantes y cabello largo?
—A veces, sigo recordándolo. —Le confeso a su madre un día que fue de visita—
—Es comprensible. —Dijo esta— Nunca supiste como murió.
—Nunca quisiste decirme.
Carraspeo en su silla incomodo.
—Eras muy pequeño para comprender en aquel entonces.
—Ya no lo soy, madre, en pocos años ya estaré graduado de la universidad.
Su madre tomo un sorbo del té que traía entre las manos.
—No es necesario que lo digas Taeil. Si no te conté nada de Donghyuck fue porque no quería arruinar la imagen del niño de linda sonrisa de tu niñez.
Taeil se reclino en su silla esperando que su madre por fin se dignara a hablar.
—Bien. —Esta dudo un poco— A Donghyuck lo asesino su padre. Según la historia de aquellos tiempo su padre era alcohólico y no soportaba como vestía Donghyuck o algo asi, este tenia una madrastra que tampoco ayudaba mucho; esta era la que le pedía al padre de Donghyuck que lo golpeara. Su madre, ella se suicido ahorcándose, ella también era golpeada por el padre de Donghyuck y no soporto tanto maltrato de parte de él.
Todo cobro sentido en aquel entonces. Su cabeza daba vueltas y tenia unas inmensas ganas de vomitar. Pero mas eran aquellas ganas que tenia de golpearse a si mismo; aquel niño que hacia tan felices sus días, no podía creer que le hubiesen pasado todas esas cosas.
—Es horrible todo lo que tuvo que vivir ese pequeño ángel. —Dijo su madre— Tan alegre que se veía, parecía que estuviese viviendo en el mismísimo cielo cuando en realidad vivía un infierno.