CON EL CORAZÓN

Da Laura19971120

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Una joven enfermera, un oscuro pasado y el comienzo de un nuevo amor. Dulce María ha sido toda su vida un... Altro

PRÓLOGO:
DULCE MARÍA
DOUGLAS
DULCE MARÍA
DOUGLAS
DULCE MARÍA
DOUGLAS
DULCE MARÍA
DOUGLAS
DULCE MARÍA
DOUGLAS
DULCE MARÍA
DOUGLAS
DULCE MARÍA
DOUGLAS
DULCE MARÍA
DOUGLAS
DULCE MARÍA
DOUGLAS
DULCE MARÍA
DOUGLAS
DULCE MARÍA
DULCE MARÍA & DOUGLAS
DULCE MARÍA
DOUGLAS
DULCE MARÍA:
DOUGLAS
DULCE MARÍA
DOUGLAS
DULCE MARÍA
DULCE MARÍA
CAPITULO 32: Dulce María
CAPITULO 33: Douglas
CAPITULO 34: Dulce María
EPILOGO:
AGRADECIMIENTOS
NOTICIAS
TRAILER
PERSONAJES
PERSONAJES 2
PERSONAJES 3
CAPITULO DE REGALO
NOTA NUEVAAAAA
NOTA DE AUTORA: UNA PROPUESTA
NOTA DE AUTORA: UN REGALO

CAPITULO 31: Douglas

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Da Laura19971120

Estaba en shock. No podía modular palabra, y ni siquiera quiso comer luego de leer la carta. Nunca pensé tampoco que él se atreviera a hacer algo así. Decían que el cielo jamás castigaba, pero si daba lecciones de vida que superaban cualquier otra cosa. Dios le hizo ver a ese pobre hombre, el remordimiento y la mala conciencia por lo que hizo. Tomó la decisión como último recurso.

Yo tampoco le insistí en que comiera, o que no le diera tanta importancia. Después de todo ellos habían tenido su tiempo juntos, y aunque él no la hubiera querido como hubiese sido lo justo. Ella si lo había hecho y le dolía lo ocurrido.

La miré de camino al hogar, contemplaba la carretera y le daba vueltas a sus dedos en el regazo, con la mano derecha aun vendada. Parecía triste y tenía motivos. Enterarse de la muerte de alguien conocido o muy familiar no era bueno, y menos si había fallecido en circunstancias tan traumáticas. Tomó el teléfono del salpicadero del auto y comenzó a marcar con frenesí.

—Tengo que llamarlos—susurró. La detuve.

—No. Recuerda lo que decía la nota, Roger te pidió no hacerlo. Sé que deseas saber que tal están y darles tu sentido pésame. Pero no es lo que ellos quisieran. Intentan olvidar la muerte de su hijo y el que los llames solo servirá para recordarles lo que perdieron—asintió apagando el móvil y volviendo a guardarlo en su bolso.

—Sé que no debo ser la mejor compañía ahora—sonrió tomando mi mano. La entrelacé con la mía, y dejándolas en su regazo.

Ya no se tensaba como antes, estaba más tranquila y menos tímida que antes, y eso se debía lo de la noche anterior. Había estado fantástica. A pesar de sus temores, se armó de todo el valor que pudo y lo consiguió. Conocí por fin a la auténtica Dulce María, a la mujer tierna y dulce, pero tambien a la mujer apasionada y sensual que era, y que llevaba ocultándolo durante años. 

Cuando la pobre cayó dormida, y completamente exhausta, yo me quedé contemplándola por horas, respirando al mismo tiempo que ella, viendo sus pestañas rozar las mejillas, los labios entreabiertos y la nariz llena de pecas diminutas. Era hermosísima por dentro y por fuera, y aunque ella no se daba cuenta antes, ahora lo empezaba a descubrir y salía de su caparazón.

—Llegamos—detuve el auto en la entrada y bajé con ella nada más apagar el motor.

Dos de los abuelos estaban sentados afuera de la casa, platicando y jugando una partida de damas, Nada más verla se pusieron de pie para saludarla. Eran los que ella llamaba el señor Patricio, y la señora Esther.

— ¡Dudi!—gritaron ambos, abrazándola.

Ella toda ternura los abrazó a los dos sonriente y besándolos en la coronilla. Le limpió al señor Patricio un hilillo de saliva que tenía en la barbilla, con un pañuelo.

— ¿Cómo han estado? Veo que muy bien. Patu has hecho por fin una amiga—el asintió señalándole tambien el juego de damas.

—Nos encanta jugar a las damas Dudi, Patricio sabe muy bien hacerlo y me enseñó. Ahora cada mañana antes del almuerzo, nos sentamos un rato a jugar—ella me llamó con la mirada y extendió su mano hacia mí.

—Cuanto me alegra—me miró a mí— ¿Lo recuerdan? Es el nieto de Adelaida—ambos asintieron y me abrazaron sin ninguna vergüenza.

—Hola muchacho—el señor me dirigió una sonrisa un poco desdentada.

—Qué alegría verte de nuevo Douglas—me tomó las manos la abuela.

—A ustedes igual, que bufanda tan bonita señora Esther—ella sonrió.

—Se la dio su hijo, la que tengo en mi cuarto tambien me la regaló a mí a petición de ella— le froté el brazo— ¿Dónde están mis padres y los demás?—

—Tus padres están terminando de alistar el almuerzo, los otros están por ahí, y la abuela de Douglas, lee un libro con Genoveva y Franchesca—ellos volvieron a sus asientos.

—Los vemos más tarde—nos despedimos para continuar al interior, se despidieron y continuaron con su partida.

—Es increíble cómo te aman—le pasé un brazo por los hombros.

—Y la verdad no sé por qué, solo he hecho mi trabajo todos estos años y los he tratado con afecto y paciencia—asentí.

—Es por eso. Conozco cientos de hogares geriátricos como estos, aquí y en Canadá y en algunos las condiciones no son las mejores, ni en las instalaciones, ni las mismas personas los tratan con cariño. Tú estás haciendo todo lo contrario—le sonrió a varios abuelos más antes de mirarme a mí.

— ¿Y qué es?—

—Marcar la diferencia—



— ¿Entonces vendrás a quedarte la otra semana?—las miré dialogar, mientras yo ayudaba a mi abuela a subir al auto. La tarde ya iba cayendo.

—Es lo que espero mamá, el viaje está cerca y quiero dejar mis cosas listas antes de irnos. Despedirme de los abuelos tambien entra en el plan—

—Deja de escuchar conversaciones ajenas Douglas Montoya. Alguna vez en Canadá tendré que quitarte ese vicio—sentí el golpe en la cabeza.

—Lo siento abuela. Tienes razón—le cerré la puerta— ¿te divertiste?—asintió sonriendo de oreja a oreja.

—Charlé demasiado con mis amigas, y mira esto, me dieron regalos para llevarme a Canadá. Un lindo suéter de lana y unos pendientes de perlas. ¿No son preciosos?—miré de nuevo a donde estaba Dulce María.

—Lo son—me aparté de ella para abrir la puerta de atrás a mi chica.

—Te quiero mucha mamá, nos vemos en unos días—la abrazó antes de caminar hacia mí y subir al auto con una sonrisa y un dulce: Gracias.

—Y bien par de tórtolos, ¿Qué hicieron en mi ausencia? ¿Llorar? ¿Sufrir?—

—Respirar por fin—bromeé pellizcándole una mejilla a mi abuela—nada fuera de lo normal. Hicimos el picnic, disfrutamos de la vista, y al final regresamos a casa porque la lluvia que tu suplicaste si nos cayó—

Ella batió palmas, riéndose a las carcajadas.

—Dios me ama y cumplió mi petición—nos miró a ambos— ¿entonces que tuvieron que hacer?—

—Dormir—respondí rápidamente antes de que ella sugiriera algo.

Mi abuela miró hacia atrás, y fue el rubor de la enfermera lo que nos delató. Rió picándome en un costado.

—Si claro, mis abuelos tambien se pusieron a dormir, y quince veces seguidas—

—Adela, no digas esas cosas, por favor. Nada pasó en realidad, lo decimos enserio—miré por el retrovisor como ella trataba de esconder su rubor.

—Entonces porque te apenas—la señaló.

—Porque... estaba pensando en otras... cosas, hay no me mires así, nada pasó entre nosotros—mi abuela rió frotando sus manos.

—Como me encanta intimidarte, tendrás que soportarme en Canadá Dudi— Yo preferí guardar silencio y concentrarme en la carretera.

-------------------------------------------------------------------------------------

—Siga, le enseñaré la casa—abrí del todo la puerta, para dejar pasar al señor y la señora Adams.

El tiempo corría y todo estaba casi listo para marcharnos. La enfermera de mi abuela ya había regresado al hogar a empacar sus cosas y tener los papeles listos. Bárbara tambien se había ido ya. Raúl la llevó de vuelta a Canadá, para esperar nuestra llegada. Así que en la casa estábamos solo mi abuela y yo. Después de poner el anuncio en los periódicos, un interesado por la casa había aparecido.

Una pareja esperando su primer hijo, que deseaban una casa cómoda y amplia para criar a su pequeño. El precio que pedía por ella era justo dado que algunos de los muebles se quedarían aquí, y estaba tan bien ubicada. Los llevé por cada una de las habitaciones, con mi abuela haciendo de modelo en cada cuarto y acuciándolos a comprarla. Que si la compraban ella incluso les daría de obsequio las muletas.

Tuve que callarla al final.

— ¿Qué dicen?—finalicé en la cocina— ¿es la casa de sus sueños?—la chica miró a su marido. Se sonrieron.

—Absolutamente—respondieron al unísono. Asentí.

— ¿Cuánto dijo que era el precio?—me preguntó la chica.

— $830.000.000—volvieron a mirarse.

—Es nuestro presupuesto. ¿Las cosas entran en la casa?—asentí de nuevo.

—Sí, menos los muebles, y la biblioteca—pensaba llevarme esta segunda a Canadá conmigo, y los sofás de la sala dejárselos al hogar de los padres de mi novia. Estuvieron de acuerdo.

—Nos quedamos con la casa, la próxima semana consignaremos el dinero en su cuenta y esperaremos dos semanas más a que ustedes se marchen ¿es correcto?—me crucé de brazos.

—Así es, ¿entonces nos vemos en unos días para hacerles la entrega?—ellos sonrieron.

—Perfecto, muchas gracias—se despidieron de mi abuela y de mí, y aunque ella trató de regalarles las muletas, se fueron sin aceptarlas.

—Llamaré a Dulce María para darle la noticia—mi abuela quitó de la ventana el letrero de venta—termino y después vamos tú y yo a que te revisen la pierna y si es factible que te remuevan las vendas—subí al segundo piso. Ella comenzó a arreglarse.

Mi teléfono dio tono.

—Hola, ya iba a llamarte yo—sonreí— ¿Qué tal la venta?—

—Ya está lista, la pareja aceptó la casa y el precio, cuando nosotros nos vayamos ellos vendrán a mudarse—dejé el teléfono entre mi hombro y oreja, usando las dos manos para echarle crema al cepillo de dientes.

— ¿Y estuvieron de acuerdo con el precio? ¿No les pareció muy costoso?—negué con el cepillo en la boca.

—Iba con su presupuesto. ¿Qué hay de ti? ¿Cómo vas empacando?—la escuché mover algunas cosas.

—Estoy comenzando apenas. Estuve toda la mañana ayudando en el hogar y después terminando el libro de tu madre. No puedo creer que tuviera ese final. Ya veo porque pensabas que tu madre estaba loca. No sabía si reír o llorar—reí.

—Ese libro es así. Y tendrás muchos más similares en Canadá— Salí del baño, recostándome en la cama.

—Lo sé esa es una de las cosas que más emociona, la otra eres tú. Aunque anoche te extrañé a mi lado. Me hicieron falta tus besos y tus abrazos—

— ¿Y qué te escuchara roncar?—

—Yo no ronco, cargo conmigo una banda sinfónica, que tú nos sepas apreciar la maravillosa melodía es porque no tienes oído para eso—

—Tal vez sea cierto—

— ¿Vendrás más tarde? O tendré que esperar hasta mañana—suspiró.

—No creo que pueda hoy, llevaré a la abuela al médico para ver como evoluciona su pierna. Llegaremos muy tarde. Tendrá que ser mañana—bufó.

—Entonces aguantaré una noche más de soledad, mañana me desquitaré contigo—

— ¿Toda la noche?—la reté.

—Prohíbemelo bebé—negué con la cabeza.

— ¿No tuviste pesadillas anoche? Ya que fue la primera noche que volviste a dormir sola—

—No. Soñé bonito esta vez. Contigo de hecho, y no me preguntes qué. Porque no diré nada. Hablamos mañana—

—Mañana me desquitaré tambien contigo y haré que supliques y confieses—rió.

—Lo esperaré con ansias, te quiero—

— ¿Con el corazón?—ella soltó una risita tonta del otro lado.

—Con el corazón. Siempre—cortó.


¿QUIEN MAS AMA ESA FRASE?  :3 SON TAN BELLOS. AY NOOOO YA CASI ES EL FINAAAAAAAL *SE PONE A LLORAR* ESTOY TRISTE Y FELIZ A LA VEZ

BUENO A LA TARDE NOS VEMOS NENAS.

LAU<3 

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