Pasos hacia ti. [Larry Stylin...

Door anne_mir

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"No puedes llegar a mi vida y simplemente pretender que me conoces... no sabes nada de mi" Meer

Pasos hacia ti.
Prólogo.
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17.
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20.
Capítulo 21
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Final.
Epílogo.
A alguien especial.
UN ABRAZO PARA TI.
Anne's Books.
Anne's books.
COSAS EN VENTA.
VENTA INTERNACIONAL.

Capítulo 13

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Door anne_mir

Llevaba el enorme cuadro en sus manos forrado con papel impidiendo que se viera su contenido. Era demasiado grande y tenía que usar ambas manos para cargarlo, pero no importaba porque era un regalo.

Subió el enorme cuadro a la parte trasera de su auto asegurándose de que estuviera en la posición correcta para evitar cualquier daño. Cuando estuvo seguro de que nada movería la pieza de arte, salió del auto cerrando la puerta detrás para esperar a su hija que llevaba un pequeño retraso.

Se sentó en el asiento del piloto y miró el reloj relajándose porque aún quedaba algo de tiempo. Miró hacia el frente y vio a su hija salir corriendo de la entrada principal hacia el auto con una enorme sonrisa.

-          Lo siento – dijo la chica cuando se sentó a su lado en el asiento del copiloto.

-          Aún tenemos tiempo de sobra – comentó encogiéndose de hombros.

Encendió el auto y se puso en marcha.

Quería llegar temprano a la escuela de equitación para dejar a su hija con Niall y después dirigirse a la casa de Harry para sorprenderlo.

-          ¿Qué es eso? – preguntó su hija al notar el enorme paquete que se encontraba en el asiento trasero.

-          Un cuadro – contestó simplemente sin apartar la vista del camino.

Ella lo miró con el entrecejo fruncido porque era claro que ella sabía que se trataba de un cuadro, pero ese no era el punto al que la chica quería llegar.

-          Es un regalo para Harry – admitió para dejarla más tranquila.

Una enorme sonrisa se empezó a formar en el rostro de Alexandra, dejando a la vista sus perfectos dientes. Ella era realmente hermosa.

-          ¿Puedo ver?

-          Por supuesto que no.

-          ¿Por qué? – protestó.

-          No es para ti, Alexandra.

Ella se cruzó de brazos y miró hacia el frente dejándole claro que no estaba conforme con aquella respuesta y es que a decir verdad, si a él le hubieran contestado de aquella manera cuando tenía su edad, simplemente se hubiera puesto de peor humor.

-          Es un cuadro de Picasso.

-          ¿Original? – preguntó sorprendida.

-          Es una réplica, Alex - suspiró – Ya hemos hablado sobre los cuadros originales.

Desde que su hija era una pequeña, él había puesto todos sus esfuerzos en inducirle el amor al arte, ese mismo amor que él sentía y era por eso que le había hablado de ésta en innumerables ocasiones logrando que su hija aprendiera, claro, pero no que la amara tanto como él lo hacía. Ella había desarrollado sus gustos particulares muy independientes de todo lo que él hacía y eso estaba bien, por supuesto, pero en realidad, en lo más profundo de sí sentía que le hubiera gustado dejar algo más en su hija, un sentimiento más que un conocimiento.

-          Aun así debió de costar una fortuna – dijo en tono alegre.

-          No tanto como piensas – sonrió al mirar que se encontraban cerca – sabes que el precio depende de la obra.

-          No creo que sea cualquier obra – confesó a final de cuentas.

-          No es cualquier obra.

La chica soltó una pequeña risita divertida y es que Louis estaba consciente de que a su hija le alegraba el verlo de nuevo ilusionado por alguien y más si ese alguien compartía los gustos que su hija tenía.

Cuando llegaron al estacionamiento, él no apagó el auto como siempre lo hacía simplemente esperó a que su hija saliera y se despidió de ella con un movimiento de mano para alejarse por ese camino que sabía que llevaba a la enorme casa del chico de rizos que le robaba el aliento.

~*~

Caminó hasta la puerta de la recepción donde se encontraba Niall de pie completamente confundido al ver que su padre no se había bajado del auto y simplemente la había dejado ahí.

-          ¿Qué rayos? – preguntó el rubio cuando llegó hasta él.

-          Trajo un regalo para el Señor Harry – dijo encogiéndose de hombros.

-          ¿Cuánto tiempo llevan juntos? ¿Una semana? ¿Dos?

Ella levantó la mano mostrándole dos dedos dejándole en claro el tiempo.

-          Mierda, no quiero saber qué pasará al mes.

Ambos rieron y empezaron a caminar hacia los establos para empezar con sus actividades del día.

~*~

Estacionó el auto frente a las enormes escaleras de mármol y bajó de él para después extraer la enorme obra de arte que había llevado consigo exclusivamente para obsequiarla.

Subió con dificultad por el extremo cuidado que estaba teniendo para no golpearlo y dañarlo y cuando se acercó a la puerta para llamar, ésta se abrió sin dejarlo hacer movimiento alguno siendo envuelto seguidamente por unos brazos alrededor de su cuello.

-          Cuidado, Hazz – dijo alejándose un poco con una sonrisa para que el chico se diera cuenta de la obra que tenía en sus manos

-          Oh, lo siento – dijo avergonzado por su efusividad al notar el enorme cuadro.

Harry dio un paso hacia atrás para admirar lo que Louis tenía en las manos sin tener éxito ya que todo estaba forrado con una especie de papel.

-          Me costó mucho trabajo subirlo por las escaleras – sonrió – no querrás arruinarlo ahora.

El rizado rio y negó con la cabeza haciéndose a un lado para dejar pasar a su novio al interior de la enorme casa en la que sólo había estado un par de ocasiones.

Caminaron juntos hasta la enorme sala de estar y después de analizar el lugar, Louis sonrió enormemente al darse cuenta de que los colores del cuadro combinaban perfectamente con la casa y para mejorar las cosas, sobre la chimenea, había un espacio perfecto en el cual la obra se luciría con todo su esplendor.

-          ¿Qué es eso? – preguntó Harry, curioso, interrumpiendo sus pensamientos.

-          Es un regalo – le extendió el enorme cuadro, el cual Harry tomó con facilidad.

Miró al rizado apoyando el cuadro en uno de los sofás para empezar a quitar el papel que lo cubría, dejando a la vista de repente el juego de colores que le adornaban.

Harry admiró la figura en el lienzo con una sonrisa y después dirigió sus hermosos ojos verdes hacia él.

-          ¿Por qué es especial? – preguntó.

-          Oh… es una réplica de la “mujer sentada cerca de una ventana” de Picasso, fue la estrella de la temporada en la que la presentó – explicó sintiéndose un poco avergonzado por sus conocimientos – simple historia del arte.

Harry deslizó los dedos delicadamente sobre la pintura como si tuviera miedo de dañarla y a Louis se le pasó por la mente en que él trataba a Harry como si fuera una hermosa obra de arte, y es que él era tan delicado y dulce que sabía que cualquier persona amaría plasmarlo en un cuadro.

-          ¿Ella tiene historia? – preguntó sin dejar de mirar a la chica del cuadro.

-          Es Marie Therese – sonrió – era amante de Picasso.

-          Creo que eso lo vi en una película – soltó emocionado – pero jamás había tenido la oportunidad de verla así – movió las manos señalando al cuadro.

-          Bueno… esa película lo explica superficialmente.

El rizado tomó su mano con una sonrisa y empezó a arrastrarlo a uno de los sofás que estaban libres invitándolo a sentarse a su lado mientras lo miraba con admiración.

-          Cuéntame – pidió cuando Louis se dejó caer a su lado.

-          Eh… es aburrido, Hazz.

-          No importa – sonrió – todo lo que sepas me resulta interesante.

Sintió un calor en el estómago, ese que había empezado a sentir desde el momento en que había empezado a estar junto a Harry. En realidad, sentía una explosión dentro de sí que le era imposible expresar con palabras.

-          El 8 de Enero de 1927 fue cuando ella conoció a Picasso – empezó – era sueca y tenía 17 años en esa fecha. Ella ignoraba la fama de Picasso cuando él se le acercó para decirle que su rostro le resultaba interesante y que quería retratarlo después de salir de las galerías Lafayette en París.

-          ¿Era bonita?

-          Tal vez – sonrió levemente – Para ese tiempo Picasso estaba casado y tenía 45 años.

-          ¡Maldición! – dijo sorprendido.

-          Lo sé – soltó al saber a qué se refería – Marie Therese ceptóla invitación de Picasso, y unos días más tarde se presentó en su estudio en la rue de la Boétie. El artista le pidió que volviera al día siguiente. Y al siguiente... De aquellos encuentros surgió uno de los romances más intensos y celebrados de la historia del arte – miró el cuadro con detenimiento - La relación discurrió al principio en secreto, y su nueva musa se manifiesta solo de forma críptica en numerosas esculturas y dibujos de fuertes alusiones eróticas.

-          Pensaba que él era un buen hombre – soltó el rizado de repente.

Louis rió ante su comentario puesto que él también había creído que Picasso era un hombre con valores, pero después entendió que tal vez esas emociones fueron las que lo hicieron tan grande.

-          Picasso y Marie Therese tuvieron una hija en 1935, Maya, pero Con la llegada de la Guerra Civil española, el pintor había iniciado una nueva relación con la fotógrafa franco-yugoslava Dora Maar. El poeta Paul Élouard les presentó apenas unos meses después del nacimiento de Maya. Fue Dora quien fotografió el proceso de creación del «Guernica», una obra en la que tanto Olga como Marie Therese pueden identificarse entre los personajes.

-          No puede ser – dijo Harry divertido – eso es descaro.

-          Picasso intentaba evitar que sus amantes se encontraran. No siempre con éxito.

-          Era de esperarse.

-          Un año después de la muerte del pintor, le preguntaron a Marie Therese qué le venía a la mente al oír el nombre de Pablo Picasso y ella contestó “El secreto”.  En 1977, Marie Therese se quitó la vida. Muchos creen que nunca soportó la ausencia del hombre que había conocido hacía 50 años.

-          Ella lo amaba  - susurró el rizado – a pesar de todo.

-          Así es.

-          Es hermoso, Lou – soltó refiriéndose al cuadro.

El de ojos azules miró a Harry detenidamente y con lentitud se fue acercando hasta esos dulces labios que tanto amaba besar. Los rozó con dulzura para después atrapar el labio inferior del menor entre sus labios. Succionó su dulce miel junto con un cálido suspiro que el rizado dejó escarpar al encontrarse encerrado en esa dulce prisión.

Su corazón latía con mucha fuerza y le daba miedo que se saliera de su pecho de repente sin poder detenerlo o que pudieran escucharlo a miles de kilómetros, cuando él quería que sólo Harry lo escuchara, porque eso le pertenecía.

Harry abrió la boca invitándolo a entrar y él no se negó. Exploró la dulce boca con la lengua y quiso que aquello durara para siempre, pero cuando la ausencia del aire se hizo presente, se vio obligado a separarse del rizado quien estaba sonriendo ampliamente con los labios brillantes, rojos e hinchados por los besos.

Unieron sus frentes sin dejar de sonreírse.

-          Hay que encontrar un lugar especial, Lou – susurró rozando su nariz juguetonamente.

-          ¿Qué te parece sobre la chimenea? – soltó una risa ligera uniéndose al juego.

El rizado asintió sonriente dejando un beso fugaz en sus labios antes de ponerse de pie, alejándose dejándolo completamente confundido y alterado.

Esperó unos cuantos minutos antes de ver como Harry regresaba con una escalera, un martillo y clavos, listo para poner el cuadro en ese mismo instante, como si no pudiera esperar más para tenerlo lejos de cualquier peligro.

-          ¿Me ayudas? – preguntó colocando la escalera y empezando a subir en ella hasta estar a una altura decente sobre la chimenea – pásame el cuadro, Lou – pidió dulcemente.

El de ojos azules no se hizo esperar y tomó el cuadro rápidamente para dárselo a su novio quien se encontraba colocando un clavo en la pared.

-          Aquí tienes – dijo cuándo notó que su novio había terminado su tarea.

Harry tomó el cuadro y lo acomodó de una forma en que quedara perfectamente centrado. Lo miró sonreír alegremente y coincidió en que se veía perfecto.

El rizado extendió los brazos hacia él y captando el mensaje, lo tomó de la cintura para cargarlo y bajarlo de la escalera.

-          Ya tengo algo dentro de casa que me recuerde a ti – dijo alegre.

No pudo evitar volverse a acercar para besarlo con todo el cariño que albergaba en su interior. En verdad sentía que se empezaba a enamorar de una manera inevitable de aquel chico que era tan especial.

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