La Misión | Elenco de Soy Lun...

Від chonsitomuffin

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6 agentes y 6 victimas del gran mafioso Blanco, cada uno tendrá el deber de proteger a una, pero ¿Qué pasará... Більше

Prólogo.
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Especial I.
Capítulo 25.
Especial II.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Epílogo.
Agradecimientos.

Capítulo 5.

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Від chonsitomuffin

El capítulo contiene Aguslina y Liana.

Agustín Bernasconi.

Buenos Aires, Argentina

Me subí a mi precioso Lamborghini, ¿Quién tendría un auto común y corriente sí puedes tener los mejores? Todos mis amigos tenian uno, y es que a nosotros nos pagaban demasiado bien.

Me puse mi cinturón y partí, frené en un semaforo y sonó mi teléfono, contesté y lo puse en alta voz.

-Agustín, ¿partiste? -Preguntó Victor de la otr línea, su voz sonaba estresada y con un poco de ira ¿y ahora qué?.

-Sí. -Dije arrancando el auto cuando se puso en rojo. -Estoy que llego dónde mi preciosa Carolina. -Hablé elogiando a la desconocida, aunque no la conocía aún.

-Vuelve. -Ordenó sonando estresado, sentí como alguien alegaba. -¡Cállate! -Exigió Victor.

-¿¡Qué!? -Dije frenando en una esquina, tomé el volante y lo golpeé con mi dedo tratando de no arrancarlo.

-Vuelve. -Repitió tratando de ser paciente.- Lio tenía que ir contigo y llegó tarde porque se quedó dormido. -Dijo enojado. Se escuchó como detrás Lionel alegaba nuevamente, no le dí importancia, esto es un asunto serio y lo menos que hacía él era tratar de madurar un poco.

-Puta madre, voy a matar a Lio. -Hablé, para después colgar.

Encendí el auto de nuevo y arranqué, dirigiéndome a la agencia otra vez.

-Hermano, gracias por volver, Victor estaba que me mataba. -Dijo el rubio llegando, abrió la puerta de mí auto entrando. Sinceramente no sabía porque Lio venía conmigo en mi auto, él tenía su propio Lamborghini.

-Y de mí no te salvas rubio oxigenado -Dije enojado, apartando los lentes de sol de mis ojos.

-¡Dios! Un día que llego tarde y ya me quieren matar. -Dijo en tonó dramático.

-Dame la razón por la cuál llegaste tarde. -Dije arrancando de nuevo el auto, poniendo mis gafas de sol para no cegarme.

-Una joda buenísima anoche, no podía faltar -Levantó sus manos en forma de defensa.

-Ni me invitaste. -Hablé ofendido, manejando por las calles de Argentina. -Y, ¿Habían chicas lindas? -Pregunté casual, sólo estaba tratando de sacar un tema de conversación.

-Ni te imaginas, habían rubias -Hice una mueca de desagrado, no me gustaban mucho las rubias podía asegurar que con las que había ido a la cama era porque no estaba muy conciente de lo que hacía. -Pelirrojas, morochas... Éstas estaban una bomba, ni te imaginas todas estaban muy sex... -No termino de hablar cuando frené y se quedó embobado mirando algo.

-¿Que paso? -Pregunté, pero no me respondía, gire mi cabeza y me encontré con una morocha hermosa, el viento golpeaba su rostro haciendo que su cabello se elevara entre los aires, sus ojos eran verdosos con matices grises, sus labios, ¡Dios sus labios! Eran rosados, carnosos, me pedían a gritos que los mordiera mientras la hacía mía.

Cuándo el sonido de mi celular nos saca de nuestros pensamientos perversos, contesté y lo deje en alta voz.

-¿Llegaron? -Preguntó Victor de la otra línea.

-Sí... -Contestó Lio todavía embobado por la morocha acompañada de un pelirroja bajita.

-Ok,  atrás les deje 2 sobres con los nombres respectivos que le tocará a cada uno, los abren y sale la foto de la víctima.

-Sí. -Rodé mis ojos. -Adiós después te llamamos. -Contesté, me giré y vi los sobres, le entregué su sobre a Lio, este cuando lo abrió puso cara de desagrado. Lo abrí y de mi sobre salió la bella morocha.

Me quedé sorprendido, ¿Esa preciosura se acostó con el Blanco? Que desperdicio. Digamos que el Blanco no es feo, pero ¡Dios! ¡Debe tener al menos unos 45 años!

-¿Quién te tocó? -Dijo Lio llamando mi atención.

No, no le tomaré doble sentido.

Tarde.

-Tú primero. -Dije ocultando la foto de la chica para que no la viera. Me mostró su foto.

Una pelirroja de baja estatura se mostabra sonriendo a un lugar que no era la cámara, su cabello azotado por el viento y ella con un suéter mucho más grande que el de su respectiva talla. Tenía una taza humeante entre sus manos. No era fea, para nada.

-Ahora tú. -Dijo tratando de mirar por las orillas.

Le mostré mi foto sonriente, abrió los ojos como platos y bufó.

-Te la cambio -Dijo rápido, trato de sacarme la foto de entre mis dedos pero yo fui mucho más rápido.

-No, tampoco se puede. -Me encongí de hombros recordandole las reglas.

Me miró con cara de "tú nunca cumples las reglas Agus", una mirada que simplemente ignoré.

- ¡Oye! Tampoco es fea esa pelirroja. -Lo ánime, su mirada cayó derrotada.

-No, no está mal. Pero no me atraen las pelirrojas, lo sabes, en cambio las morachas me dan excitación, en particular esta. -Dijo mirando la foto con deseo, escondí la foto de su mirada deprabada.

-Pues te tendrás que aguantar, porque esta hermosura será mía. -Aclaré resaltando la última palabra.

Salimos y me llamó Victor.

-Dime. -Dije de lo más calmado, se sentían murmullos, gritos y agitación de la otra línea.

-¡Tienen que secuestrarlas rápido! -Después de eso corto.

Me quedé atónito, ¿Secuestrarlas? Seria dificil, sobre todo porque aquello era ilegal y usualmente cometemos actos con la aprobación del estado, no había gente pero sí estaban las secretarias y sería mucho trabajo, además.

Miré a Lio que me miraba de manera interrogativa.

-Qué te dijo -Lio me sacó de mis pensamientos.

-¡Rápido hay que secuestrarlas! -Grité en un susurro, sus ojos se abrieron. Sabía qué pensaba. Es ilegal.

-¿¡Qué!? -Susurró el rubio.

-Sí, eso me dijo, tenemos que usar todos nuestros encantos. -Miré por el gran ventanal a la secretaria. -Tú vas a cortar el sistema de luz y la secretaria se desconcentrara y el sistena de seguridad y cámaras se van a desactivar.

Después de decir eso me dirigí a la recepción arreglando mi cabello.

-Preciosa, una hora para la doctora Carolina Kopelioff, tengo un dolor... -Pensé unos segundos. - De espalda insoportable hace días.

-Cla.. Cla.. Ro -Tartamudeó la secretaria, revisó la pantalla con su dedo. - Esta libre puede pasar.

-Gracias lindura. -Le guiñé un ojo y vi como se sonrojaba.

Me dirigí hacía el pasillo y revisé cada puerta hasta que me encontré con una placa que decía *"Doctora Carolina Kopelioff" Toqué, se escuchó un "pasé".

-¿Puede sentarse en la camilla? -Habló amable ella sin despegar la vista de su laptop. -Mira, no podré hacer mi trabajo muy bien porque dentro de poco me llegara la paciente que ya me pidió hora. -Mientras se paraba con un delantal blanco abierto, jeans muy ajustados al igual que su blusa, era demasiado... Sexy. -¿Qué tiene? Cuenteme. -Se acercó a mí observando su libreta, sus lentes colgaban de un bolsillo de su delantal.

No estaría mal jugar con ella un ratito. Sonreí y por fin me miró, sus ojos demostraron un poco de ¿admiración? Y digamos que no es algo extraño, soy bastante guapo.

-Me duele todo el cuerpo. -Me quejé e hice una mueca.

-Pero para eso esta nuestra masajista Ana Jara. -Levantó una de sus finas cejas y me observó.

-Sí, pero es algo que se soluciona con una doctora no con una masajista. -Contesté, el plan se fue a la mierda.

-No lo creo, le daré una hora con la masajista Ana Jara. -Susurró y quizo caminar hacía su laptop.

-Para qué sí la vamos a tener en la casa. -Contesté, la agarré de la cintura pero ella se resistía, pronto la luz se fue y quedamos solo con la luz solar que apenas salía.

-¡Sueltame, un vio...! -No alcanzó a terminar ya que le puse mí mano en su boca, la cargué en mi hombro y salí, mandaba patadas y trataba de golpearme.

-Tranquila linda, me lo agradeceras cuándo estes viva y no muerta. -Susurré en su oído.

-¡Sueltame! -Chilló, volví a poner mi mano en su boca.

Llegamos a mi auto y la metí por la puerta delantera, sus manos trataban de golpearme.

-Lo siento hermosa, no me dejas opción contigo. -Saqué cinta de papel y unas cuerdas mientras la amarraba. Llegó Lio con la chica en brazos pero está lloraba, no golpeaba. Más sumisa, me gusta.

-¡Sueltala idiota, llevenme a mí pero a mi amiga no! -Gritó de nuevo la morocha, Lio la miró y sé que le gusta que sea así de desfiante.

-Si no hubieras abierto la boca no te hubiera amarrado -Y le puse cinta en la boca.

Mi teléfono empezó a vibrar en mi bolsillo y lo saqué.

-Victor necesitamos otro auto -Informé mirando a Carolina.

-Escúchame Agustín, una cabaña en Córdoba te espera, tú sabes cuál, yo le avisaré a Lio. -Habló. -Ah, y hay un auto en la esquina de la calle. Pueden usarlo una de las llaves que llevaron es del auto.

Colgué y miré a Carolina, nuevamente, estaba tratando de soltarse mientras su amiga no hacia más que llorar.

-¿Qué te dijo? -Llamó mi atención Lio.

-Que en la esquina hay un auto. -Lancé las llaves en su dirección.

Lio y la masajista se fueron mientras yo me quedé con Caro quién me miraba con frialdad. Me senté en el piloto y manejé a toda velocidad por las calles de Buenos Aires.

-Ojalá hubieramos matado al Blanco, pero tenía que salir Victor con su solidaridad. -Murmuré apretando el volante, cansado giré mi cabeza y miré a Carolina que me lanzaba una mirada llena de sorpresa. -¿Podré quitarte la cinta sin que grites? -Le pregunté, ella asintió. -Bien confiaré en ti.

-¡El Blanco! -Grito una vez ya libre sin cinta en su boca.

La miré amenazante y le mostré la cinta.

-Lo siento. -Se disculpó agachando la cabeza. -Pero, ¡Yo nunca salí con él!

Negué, pobre inocente... ¿Inocente?.

Lionel Ferro.

-¿Podrías dejar de llorar? -Dije con fastidio, sus susurros de "perdón" resonaron en el espacio de silencio.

Me llamaron y contesté lo pusé en alta voz.

-Lionel dirígete a Córdoba ahí les daremos una casa para que dejen a las chicas y que no los encuentre el Blanco.

-Ok. -Me digne a contestar.

-¿Cómo está Ana? -Preguntó realmente interesado, la miré por breve y masculle unas maldiciones al verla gimotear.

-No deja de llorar. -Comenté con fastidio.

-Lionel ¡Dios! es una chica con carácter dulce, obviamente está asustada, no es como Carolina que sólo golpea y grita. Ella es de un carácter dulce.

Corté, no estaba para recibir alegatos con 20 años, era bastante mayor.

-Bien, te quitaré la cinta y te explicaré todo ¿ok? -dije mirándola a los ojos, ella asintió.

-Bien, explica, no entiendo nada. -Habló apenas le saque la cinta, limpiósus lágrimas.

-Te acostaste con el Blanco, eso pasa, el gran error de tú vida.

-¿Quién, el Blanco? -su ceño fruncido. - yo no conozco a nadie con ese nombre. -Confundida cerró sus ojos como si tratase de recordar.

-Entonces te dijo otro nombre. -Me encogí de hombros, me puse los lentes de sol y fruncí mis labios al divisar algo raro por los espejos del frente.

Le expliqué todo mientras me dirigía a Córdoba. Frene el auto al darme ya cuenta de que nos seguían, ellos también frenaron y yo busqué mi arma mientras me colocaba los lentes de sol nuevamente.

-¿Qué pasa? -Preguntó la pelirroja mientras me miraba preocupada por el arma que portaba.

- Quédate aquí, baja la cabeza y no te muevas. En cualquier caso, por si me muero o me secuestran, manejas y te diriges a Córdoba. -Le ordenó y ella asiente mientras se agacha en el asiente ocultando su cabeza.

Bajé con una metralleta y los hombres bajaron de igual manera, ellos fueron los primeros en empezar y yo caí al suelo para que no me diera ninguna bala, logré dispararle en una pierna a uno de ellos, el otro se preocupó y fue cuando le di en el cráneo. Los dejé ahí y me subí, Ana me miraba sorprendida, para mí esto era algo normal, matar a gente es algo que hago todos los días.

(...)

El capítulo está completamente editado, ahora si encuentran alguna falla es porque se me pasó 😴.

♡[Si lees alguna historia con el mismo título y/o trama y en ninguna parte dice "adaptada" avísame, me están plagiando.]♡
-Voten y Comenten.

-Javiii lxs ama♡.

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