Season

By Andy-Hunter

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El tiempo no se detiene y lo saben, por lo que deciden disfrutar cada momento. Si un año es poco, entonces ¿Q... More

Primavera: Flores Que Caen
Verano: Luz Que Guía
Invierno: Nieve Que Muere

Otoño: Hojas Que Crujen

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By Andy-Hunter

Con ustedes, la tercera parte. Es más largo de lo que pensé y que los capítulos anteriores. Espero lo disfruten y le entiendan.

Dejo miles de cajas con pañuelos porque ya les debo muchos. Puede que algunos los necesiten o puede que no... los dejo de todo modos.

-

Bokuto observaba la lista de compras sin mucho ánimo. Tomó unas especias, leyó sus ingredientes y lo volvió a dejar en su lugar. Siguió caminando por el largo pasillo del supermercado y metió al carrito una caja de cereal. Espera, ¿Había cereal en casa? No lograba recordar y la verdad no le importaba.

Siguió caminando hasta que se detuvo en el área de blancos. Contempló el carrito que estaba lleno y frunció el ceño al darse cuenta que sólo había ido por los ingredientes para la comida y terminó comprando cosas innecesarias.

Llegó al área de carnes frías y metió unos cuando paquetes. En el área de verduras trato de llevarse de todo un poco, ya que había olvidado que llevaba la receta que iba a intentar hacer y que seguramente como en las última veces, fracasaría.

En las últimas semanas Akaashi se había negado a hacer de comer y realizar otras actividades. Al principio lo tomó a mal, hasta que comprendió que estaba haciendo eso para que aprendiera a ser más independiente. Eso le molestó pero Akaashi seguía manteniéndose firme ante la idea.

Quería seguir negándose hasta que una tarde la realidad golpeó su rostro: la salud de Keiji comenzaba a deteriorarse más rápido. Dormía más tiempo, se fatigaba con mayor frecuencia y sus fuerzas lo abandonaban. Los ataques de tos ya no eran tan frecuentes, pero cada vez que le daba era más intensa que la anterior y acompañado con cantidades considerables de sangre.

Bokuto tuvo que aceptarlo y desde entonces comenzó a ir por las compras, hacer los pagos y los quehaceres de la casa.

-¡Keiji, he vuelto! -Se alegró haber llegado a casa antes de que los grandes cúmulos de nubes grises descargaran su furia.

-Bienvenido, Bokuto-san -Escuchó en el segundo piso.

Bokuto sonrió ante la pequeña bienvenida, dejó las bolsas en la cocina y subió por el beso que había esperado desde que salió. Entró a la habitación y se molestó verlo fuera de la cama.

-Keiji, dijo el doctor que debes descansar.

-Hay que darle de comer a Yakiniku -Habló con el bote de comida en la mano y al lado de la pequeña pecera circular que adornaba la mesita.

-Bien, pero yo lo haré -Lo regresó a la cama -Y te dije que era mejor ponerle Akaashi ya que es bonito y pequeño como tú -Comenzó a alimentar al pez.

-Bokuto-san, ¿Recuerdas cuando comenzamos a salir?

-Ni como olvidarlo. El día de los inocentes ya no es como antes -Akaashi rio con discreción -No es gracioso amorcito.

-Para mí lo es.

-¡Akaaaashi!

Ambos rieron.

-Bokuto-san, dijiste que querías un perro llamado Yakiniku, pero al final no se pudo porque soy alérgico a ellos. Así que está bien que él se llame así.

-Yo quería que se llamara Akaashi -Suspiró resignado y contempló al pez comer las bolitas que flotaban en el agua -Ya que quiero seguir diciendo ese nombre aún después de que te cases conmigo.

-Bokuto-san -Aspiró hondo -Ya lo hemos hablado.

-No es cierto. Sólo dices que no puedes cada que te pregunto. Keiji, dijiste que me amabas ¿Verdad?

-Así es.

-Entonces -Volteó a verlo -Por qué no quieres.

Bokuto seguía con la esperanza de que aceptara o al menos obtener una respuesta. Pero al igual que las veces anteriores, Akaashi bajó la mirada.

-Sólo no pue...

-Sí puedes. ¿Qué tan difícil es aceptar? ¿Tanto trabajo te cuesta decir sí? -Tronó molesto la lengua ante el silencio del menor. -Iré a hacer la comida -Se dirigió a la puerta.

-Bokuto-san -El mayor se detuvo pero no volteó a verlo. No porque estuviera molesto, sino porque ya sabía lo que iba a decir -Lo siento -Escuchó antes de abandonar la habitación.

Los días pasaban y Bokuto seguía con la misma pregunta para después Akaashi contestar con la misma respuesta. Siempre lo mismo pero él seguía ahí, con esa pregunta esperando por la respuesta que tanto ansiaba escuchar.

Las lluvias comenzaban a hacerse frecuentes pero ese día el sol ganó la batalla y ligeros rayos invadían la ciudad.

"¿Acaso el que ese día hubiera sol era un mal chiste de la vida?" se preguntó Akaashi mientras contemplaba la pecera. Sus ojos se enfocaban en ese pez dorado. Tan pequeño y hermoso. Tan frágil y...

-Keiji, he llegado -Escuchó.

Siempre iba a recibirlo con una bienvenida, no importaba lo que estuviera haciendo. Esa vez no fue así.

-¡Akaaashiii! -La voz comenzaba a acercarse -He dicho que... ¿Qué haces? -Preguntó Bokuto mientras lo veía desde el marco de la puerta.

Akaashi observó a Bokuto un momento para volver a dirigir su vista a la pecera.

Bokuto se acercó con curiosidad. Cuando sus ojos observaron lo que el menor veía, su mirada se entristeció.

El pequeño pez dorado que se había esmerado en conseguir para Akaashi aquella noche de verano, ahora flotaba inmóvil sobre el agua.

-Keiji.

-¿Sí? Bokuto-san.

-Yakiniku está muerto -Sujetó la mano del menor.

-Lo sé, Bokuto-san -Entrelazó sus dedos -Lo sé.

Bokuto y Akaashi se encontraban en el jardín. Keiji observaba a Kotaro, quien terminaba de darle los últimos arreglos a la pequeña e improvisada tumba. Contemplando un destino que estaba cada vez más cerca.

-Fuiste un gran pez, pequeño Yakiniku -Habló con tristeza -Espero estés feliz en el cielo de los peces. Nadando felizmente y comiendo infinidad de bolitas.

-No creo que haya un cielo de peces, Bokuto-san.

-Claro que lo hay. Vamos Keiji -Dejó una pequeña flor -Dile algo al pequeño Yakiniku.

-Yakiniku, -Se quedó pensando -Bokuto-san tenía razón contigo.

-¿Eh?

-Después de todo -Suspiró -era mejor ponerte Akaashi.

Bokuto levantó la mirada sorprendido por el comentario.

-Akaa...

-Dije algo imprudente -Realizó una pequeña reverencia -Lo siento -Se disculpó para después regresar a casa.

-

El viento soplaba y el cielo seguía nublado como en las últimas semanas, pero eso no importó para que familias y amigos fueran al bosque a ver los diferentes tonos rojizos y anaranjados de las hojas.

Akaashi caminaba con tranquilidad mientras Bokuto tenía la mente en otro lado. ¿Por qué no quería casarse con él? ¿Por qué estaba tan tranquilo si sabía que iba a morir? Miles y miles de preguntas invadieron su mente hasta que no pudo soportarlo más.

-Keiji -Lo sujetó de la mano -Cásate conmigo.

-Bokuto-san -Suspiró cansado -Sabes que no.

-Por qué -El menor no contestó -Por qué -Volvió a preguntar.

-No puedo.

-Por qué.

-Bokuto-san -Intentó soltarse.

-Por qué no quieres. Si no me amas sólo dilo.

-No es eso, Bokuto-san.

-¿Entonces? -El menor desvió la mirada -Keiji.

-Bokuto-san, no me siento muy bien.

-No nos moveremos de aquí hasta que me digas la razón.

Akaashi suspiró.

-De verdad agradezco que sigas a mi lado. Sé que me estoy volviendo una carga para ti, pero no quiero ser una carga aún después de que muera.

-Esas son tonterías -Susurro.

-No quiero que te cases con alguien que sabes que va a morir. -Bokuto suavizó el agarre y Akaashi continuó: -Debes vivir con alguien que esté junto a ti durante toda tu vida y no conmigo, quien va a morir pronto.

-¡Pero eso es lo que yo quiero! -Lo observó con ojos vidriosos -Quiero decir que estuve con la persona más maravillosa del mundo. Decir que fuiste mío y que llevas el nombre de mi familia. Quiero visitarte todos los días y aunque sé que será doloroso, sonreír ante ese nombre que llevará el mío.

-Eso es lo que no quiero, Bokuto-san. Debes seguir adelante y dejarme atrás sólo como un recuerdo. Yo... no quiero que sufras.

-¿No quieres que sufra? ¡¿No quieres que sufra?! Mírame, -Lo sujetó de los hombros y lo recargó en el árbol que estaba cerca -¡¿Qué no ves que ya estoy sufriendo?! ¡Que me mires, con un demonio!

Keiji tembló ante el grito del mayor y varias miradas comenzaron a voltear hacia ellos.

-Boku...

-¡Quiero estar contigo por el resto de tu vida porque te amo! ¡Estar a tu lado hasta tu último suspiro! ¡Aún si no te casas conmigo el sufrimiento no disminuirá! Mentira, será peor. ¡Será peor porque sabré que no fuiste completamente mío!

-Lo sien...

-¡No te disculpes! -Sujetó sus hombros con fuerza -No te disculpes por algo que no sientes -Se recargó en su hombro -Si realmente lo sintieras hubieras elegido el tratamiento. Si realmente lo sintieras no habrías arrebatado seis meses de tu vida. Si realmente lo sintieras no estarías tan calmado. Si realmente lo sintieras... aceptarías casarte conmigo.

Bokuto esperaba. Esperaba algunas palabras por parte de Akaashi, pero ese momento nunca llegó. Después de darse cuenta que era imposible, soltó sus hombros y se separó de él.

-Está bien. Si no quieres decir algo entonces no lo hagas -Se dio la vuelta y suspiró -Yo, necesito estar solo un rato.

Akaashi estaba por hablar cuando poco a poco el aire comenzó a abandonarlo y el dolor se hizo presente. Intentó sujetar la mano de Bokuto pero antes de poder tocarla el mayor comenzó a alejarse.

-Boku... to... san -Habló entre jadeos pero por primera vez en su vida, él lo ignoró -Kota...ro.

Keiji se recargó en el tronco del gran árbol mientras su vista comenzaba a nublarse, teniendo como última imagen la espalda de Kotaro en la lejanía.

-

Varias familias caminaban felizmente a su lado pero él seguía sumergido en su mundo. Ignorando a las personas, ignorando las risas, ignorando todo a su alrededor.

Odiaba admitirlo pero se había pasado con Keiji. El enojo comenzaba a disminuir, siendo sustituida por la culpa.

Suspiró con pesadez al darse cuenta del tiempo y se levantó del suelo. Se sacudió las hojas de la ropa y se dirigió a donde estaba Akaashi para disculparse.

Cuando llegó a su destino su respiración se detuvo y una corriente helada recorrió su cuerpo. Akaashi no se encontraba bajo el árbol donde lo había dejado. En su lugar, una gran mancha escarlata decoraba las hojas que yacían en el suelo.

-¿Oiste lo que pasó hace poco? -Escuchó detrás de sí -Dicen que alguien tuvo un ataque después de una discusión con su acompañante.

-Espero y no haya sido grave ¿Estará bien?

-Intentaron tranquilizarlo pero comenzó a toser con sangre. Tuvieron que llamar una ambulancia.

-

Bokuto llegó al hospital y sin importarle lo mal estacionado que dejó el auto, entró a recepción gritando por el menor.

Una hora de tortuosa espera para que finalmente el doctor lo dejara pasar a su habitación. Entró en ella y la imagen de Keiji recostado junto a varias máquinas a su alrededor lo llenó de dolor y culpa. La culpa aumento cuando Keiji al momento de verlo le sonrió con ternura.

-Boku...

Akaashi no pudo terminar de decir su nombre debido a que Bokuto corrió hacia él.

-Lo siento, Keiji. Lo siento tanto -Se aferró a su abrazo -Fui un idiota. Dije que no me iba a separar de ti y mira lo que te provoqué.

-No fue tu culpa -Correspondió el abrazo.

-¡Claro que sí! ¡Si no te hubiera gritado! ¡Si hubiera hecho caso cuando dijiste que te sentías mal! ¡Si no fuera tan terco!

-Está bien, Bokuto-san -Le dio suaves palmadas en la espalda -Ya estoy bien.

-¡Prometo no volver a pedírtelo! ¡Prometo no volver a gritarte! ¡Prometo no dejarte solo!

Akaashi se separó con cuidado, limpió las lágrimas que caían por las mejillas del mayor y besó su frente con delicadeza.

-Bokuto-san, gracias.

-Keiji, juro que tomaré las cosa enserio. Ya he mejorado en la cocina y cuando volvamos te prepararé tu comida favorita.

-Me temo que eso será imposible -Interrumpió el doctor mientras entraba a la habitación.

-¿Qué?

-Bokuto-san. Yo -aspiró hondo y se preparó para lo que había evitado en los últimos días -ya no puedo salir de aquí.

La habitación se había vuelto su nuevo hogar. Bokuto intentaba adornar el lugar con varias cosas de la casa para que no se sintiera triste. Cambió las cortinas aun cuando las enfermeras lo habían regañado, le llevó varios libros y en la mesa que estaba a un lado, se encontraba la pecera de Yakiniku llena de las conchas que le consiguió Bokuto.

Los días pasaban y con eso las lluvias eran más frecuentes, los días deprimentes y el agotamiento de Akaashi más evidente.

Debía ser monitoreado en todo momento y Bokuto no se separaba de su lado, pero cuando tenía que hacerlo debido al trabajo, había alguien más para cuidarlo. Alguien en quien Kotaro confiaba plenamente y él también.

-No es necesario que me cuides cuando Bokuto-san no está, Kuroo-san.

-Pero que estás diciendo. Es lo mínimo que puedo hacer por mi Bro.

-No quiero ser una molestia para ti también.

-Digamos que estamos a mano cuando nosotros les causamos las mismas o peores molestias.

-Pero...

-Escucha Akaashi. -Suspiró -Ya han pasado casi seis años desde que se enteraron de su situación. ¿Recuerdas lo que hizo Bokuto?

-Pidió que lo trasladaran a la compañía en la que está ahora.

-Correcto. Ustedes ya tenían una vida allá, pero Bokuto no lo pensó dos veces cuando se enteró. ¿Tú lo pensaste? -Akaashi negó -Ni yo. Mi Bro me pidió que cuidara al amor de su vida mientras no está ¿Acaso había algo que pensar?

-Gracias, Kuroo-san.

-Para eso están los amigos -Sonrió.

-¿Y? -Guardó silencio por unos segundos, aspiro hondo y prosiguió -Cómo se encuentra Tsukishima.

-Más lindo cada día -Observó el paisaje por la ventana -Ayer estuvo casi todo el día leyendo el mismo libro -Suspiró -Creo que debo comprarle otro.

-Me pregunto si habré hecho una buena elección -Decidió cambiar de tema -El no tomar el tratamiento.

-Fuiste egoísta -Habló con sinceridad -Le arrebataste medio año a Bokuto de estar junto a ti, pero entiendo tu punto. Querías disfrutar todo el tiempo posible y si lo hubieras tomado, es probable que ya hubieras estado aquí desde hace mucho.

-Medio año de estar junto a Bokuto-san -Susurró.

-Aunque puedes darle la felicidad que él desea.

-Pero...

-Todavía puedes elegir -Interrumpió -Amas a Bokuto y Bokuto te ama. No te niegues ser feliz con él. No le niegues el deseo que Bokuto anhela -Suspiró -No le niegues la oportunidad que la vida nos quitó a Kei y a mí.

Keiji volteó a ver a Kuroo. Sólo bastó ver sus ojos llenos de dolor para comprender.

-Kuroo-san, ¿Puedo tomar tu teléfono un momento?

-Claro -Se lo entregó -¿Pensando en cómo disculparte con él? -Akaashi asintió mientras marcaba un número -Entonces voy a ver a Kei -Revolvió su cabello y le sonrió -Así que tómate tu tiempo.

-Espera, Kuroo-san -Se acercó a él la pequeña pecera y buscó entre las conchas una en particular -Quería dárselo a Tsukishima desde hace tiempo pero...

Kuroo contempló la pequeña concha con una ligera sombra en forma de media luna. Kuroo sonrió con ternura.

-Gracias.

-

Bokuto conducía por aquel camino de la montaña cuando su teléfono sonó. Se estacionó en la orilla con cuidado y teniendo mucha precaución debido a la lluvia.

Ver de quien era la llamada lo alarmó un poco.

-Bro -Habló mientras apagaba el limpiaparabrisas debido a que la lluvia había parado -¿Sucede alg...

-Cásate conmigo -Escuchó.

-¿Qué?

-Lo que oíste.

-Escucha Bro. Me alagas y todo pero...

-Kotaro -Lo reprendió.

-Espera. Ke... ¡¿Keiji?! -Exclamó.

-Bokuto Kotaro, eres la persona que amo, así que por favor cásate conmigo.

-Por qué -preguntó sorprendido.

-Porque quiero pasar el resto de mis días contigo. Quiero llevar tu nombre de familia y que cuando muera, mi placa diga que estuve casado con la persona más divertida, cariñosa y amable que he conocido. Yo -Su voz comenzó a quebrarse -Te amo y no sé qué haría sin ti. Te necesito a mi lado, Kotaro.

-Y así será. Haré que la vida que te queda esté lleno de felicidad y permaneceré a tu lado por siempre.

-¿Lo prometes?

-Lo prometo -Se secó unas lágrimas que se habían escapado -Pero, ¿Primero me rechazas y ahora me lo pides? Eres muy cruel.

Ambos rieron.

-Si quieres puedo retirar la oferta.

-¡¿Qué?! ¡No! ¡Estaba bromeando, de verdad!

-Entonces -Lo escuchó suspirar -¿Te quieres casar conmigo? Kotaro.

-Keiji -Habló con regocijo -Yo... acep...

Un fuerte chirrido interrumpió sus palabras. Bokuto volteó hacía el ruido y las luces del camión de carga que había perdido el control debido a la lluvia se dirigió a él.

-

-

-

-

...ta...ro

Ko...ta...

Ko...ta...ro, Kota...ro, Kotaro ¡KOTARO! ¡KOTARO!

Bokuto abrió con dolor sus párpados y un fuerte dolor invadió su cabeza.

El aroma a gasolina penetró en su nariz y el humo opacó su vista.

Tardo varios segundos en comprender porque ahora yacía en el suelo varios metros debajo del camino: su auto había salido volando y rodó por la pendiente hasta llegar al suelo.

-Kotaro - Volvió a escucharse -Por favor, contesta.

Bokuto intentó mover sus piernas pero no le respondieron. Suprimió un grito ante el dolor de su cuerpo. Desesperado se arrastró sobre las hojas caídas, haciendo caso omiso al dolor e ignorando el crujir de las hojas secas y sus huesos. Llevando toda su atención en aquella persona que suplicaba porque contestara.

-Kei... -Susurró con dolor para después expulsar una cantidad alarmante de sangre. Tocó su abdomen y sintió como la sangre escapaba de su cuerpo -Keiji.

-¿Kotaro? ¿Fuiste tú? Dime que estás bien.

Bokuto extendió su mano temblorosa hacia el teléfono, queriendo decirle a Keiji que estaba bien, que no se preocupara. En vez de eso y antes de que su mano cayera inerte a escasos milímetro de su objetivo, sólo pudo decir una frase: "Te amo".

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