Tú Eres Mi Sueño. (Completa Y...

Becoleman tarafından

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¿Existirá alguien en la vida real, que me ame y acepte como soy? Hola, soy Isabelle, pero todos me dicen Bell... Daha Fazla

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Aviso...
Informe

Capítulo 12

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Becoleman tarafından

POV's Christopher

Todos guardaron silencio, permaneciendo en sus lugares pero, yo, me levanté de donde estaba, acercándome a la puerta de la cocina.

- ¿Chris? - Su voz se escuchaba ronca, seca y exhausta. Me detuve en la puerta de la cocina, aclarando mi voz para que me escuchara.

- Estoy aquí, pequeña. - Escuché que bajaba las escaleras con lentitud y, al verla, mi mundo se detuvo.

Se veía demasiado hermosa, incluso recién levantada. Ella me miró mientras sus ojos se iluminaban, abalanzándose sobre mí. Sonreí al tenerla entre mis brazos.

- Te quedaste. - Escuchaba la emoción en su voz y asentí, besando su cabeza.

- Como lo prometí, pequeña. Ahora, ven, tu familia te está esperando. - Se separó de mí y abrió sus ojos como platos por la sorpresa. Tomé su mano, haciéndola entrar a la cocina.

- ¡Belle! ¿Estás bien, enana? - Me eché a reír al escuchar el apodo que su hermano le había puesto mientras ella lo miraba mal. Mi pequeña es de carácter.

- Estoy bien, jirafa. ¿Dónde rayos estabas? Estábamos, todos, preocupados por ti. - Todos estallamos en risas al escucharle decir eso mientras ella se escondía en mi pecho, sintiendo algo de vergüenza.

- Ven a darme un abrazo, Isabelle. - Se separó de mí, acercándose a su hermano, dándole un abrazo tierno; él me miró, sonriendo. - Gracias, Christopher, de verdad.

Asentí en silencio, viendo que, sus padres, venían a abrazarla también. Me pareció que no debía estar ahí, así que di media vuelta, intentando escapar del lugar cuando una mano en mi hombro me detuvo.

- Eres parte de ésta familia, Christopher. Ahora también eres mi hijo. Ven aquí. - Extendieron sus brazos, haciéndome sonreír.

Me acomodé, como pude, en aquel abrazo, sintiéndome completo. Sólo hacía falta una persona en éste lugar para hacerme sentir totalmente completo.

¡Oh, Dios! ¡Annabeth!

Me separé con cuidado de ellos, sonriendo con disculpa al ver el rostro de Andrew, mirarme con su ceño fruncido.

- Ya vuelvo. Disculpen. - Me dirigí a la sala, sacando mi celular del bolsillo delantero de la sudadera, marcando el número de celular de Beth.

Al segundo tono respondió.

- ¡Cariño! ¿Estás bien? ¿Cómo está Belle? - Mi abuela es increíble. Anoche le dije que me quedaría con Belle porque me necesitaba y no se opuso en lo absoluto.

- Está bien, Beth. Perdona que no te llamara antes. - Escuché un leve suspiro y pude imaginarla rodando sus ojos.

- Ayy, Christopher, por favor. Lo importante es que mi Belle se encuentre bien. ¿Cómo estás tú? ¿Qué fue lo que sucedió? - Suspiré con pesadez, recordando lo de anoche.

- Estoy bien, Betty. Sólo quisiera poder arrancar unas cuántas cabezas pero de resto, me encuentro bien. - Mi abuela rió sin mucha fuerza.

- Ayy, mi niño. Ese carácter tuyo puede causar bastantes estragos. Belle te necesita, no la abandones. - Asentí en silencio, intentando mantener la calma.

- Lo sé, abuela, pero después te contaré bien todo. Te amo.

- También te amo, pequeño. Llámame si necesitan algo. - Sonreí.

- Así lo haré. - Y cortamos la llamada. Suspiré con tristeza, sintiendo unos brazos alrededor de mi cintura; sonreí.

- ¿Estás bien, amor? - Ahh, esa simple palabra hizo mi día.

Sonreí satisfecho, girándome entre sus brazos para poder verla bien; ella me miraba con preocupación. Después de todo lo que pasó, se sigue preocupando más por los demás que por ella misma. Amo a ésta pequeña.

- ¿Podrías repetir lo que dijiste? - Ella me miró confundida pero lo hizo.

- ¿Estás bien, amor? - Sonreí satisfecho.

- Mucho mejor, pequeña. - Me incliné un poco, besando sus perfectos labios. - ¿Cómo estás tú? - Me separé levemente, viéndola sonreír.

- Me siento mejor, y todo gracias a ti. - La abracé, recordando las palabras de su madre.

- Pues soy tu héroe después de todo. - Ella se tensó en mis brazos mientras,  yo, reí sin mucha fuerza. Se escondió en mi pecho.

- Mi madre y su inmensa boca. - Podía sentir la risa en sus palabras pero negaba con su cabeza.

- Me gusta saberlo, Belle. No pensé que me vieras así. Claro, no soy ningún héroe, no tengo súper poderes; sólo soy un simple hombre que desea con todo su ser cuidar a la hermosa y pequeña mujer que tiene en sus brazos. - Ella rió con suavidad, mirándome.

- No soy tan pequeña y, tú, de simple no tienes ni el cabello. - Y en un acto infantil, me sacó su lengua. Me reí con fuerza.

- De acuerdo, pequeña, - hice énfasis en aquella palabra - vamos con tu familia. - Ella asintió y tomó mi mano, entrelazando nuestros dedos.

- ¿Hablabas con Beth? - La miré y asentí. - ¿Podemos ir a verla? Hace mucho no la veo y la extraño. - Sonreí grande al escuchar eso.

- Claro, Belle. Apenas desayunemos, nos alistamos y vamos a verla. - Ella asintió feliz y entramos a la cocina.

Mientras desayunabamos, le pedí permiso a sus padres para llevarla con mi abuela y ellos, felices, aceptaron. Dijeron que querían conocerla, invitándonos a un almuerzo mañana; no pude decir que no.

Al terminar, Belle dijo que iría a alistarse, así que me quedé con su familia, hablando un poco.

- Quiero colocarle un guardaespaldas a Belle. - Ellos me miraron en silencio, dejándome ver la duda en sus rostros.

- Ella no aceptará, Chris. Ya lo intentamos y se negó. - Su hermano me miró, mostrando la tristeza que sentía.

- Miren, sé que ella no aceptará pero no voy a correr el riesgo de que le pase algo mientras no esté con ella o alguno de ustedes. Me enloquezco tan sólo de pensar en eso. Anoche pude ver cómo la miraba ese hombre y, créanme, no lo quiero cerca de ella ni a 20 metros a la redonda. - Todos suspiraron, entendiendo mi punto.

- Lo sé, querido. Eventualmente tendrás que decirle. - Asentí en silencio, pensando en eso.

- Lo sé, señora Liz, pero por ahora no. Ella no se dará cuenta. Además, necesito que estén pendientes de ella por si algo extraño sucede; nosotros no podemos verla todo el tiempo. - Stephen asintió.

- Estoy de acuerdo con Christopher. No quiero que nada le pase a mi hermana. Ya veremos qué hacer y cómo lidiar con ella cuando se entere.

Todos estuvieron de acuerdo y, yo, ya sabía a quién llamar pero decidí que lo haría luego. Pedí permiso para poder ir a bañarme; Stephen me prestaría una camiseta. Llegué al cuarto en silencio, sonriendo al encontrar a Belle, bailando en un jean blanco y un brasier negro; di dos golpes a la puerta, causando que ella se asustara.

- ¡Christopher! - Se tapó con su suéter, viendo cómo sus mejillas se tornaban rojas de inmediato. - Me asustaste. - Me acerqué a ella, dejando un beso en su frente.

- Lo siento, pequeña. Te veías hermosa bailando. - Le sonreí de medio lado. - Tu hermano me prestará una camiseta, ¿me podrías avisar cuando la traiga? - Ella asintió.

- Claro, amor. Te conseguiré una toalla para que puedas darte una ducha. - Salió de la habitación mientras yo me quitaba la camiseta.

No pasaron ni 3 minutos cuando ella entró a la habitación, quedándose estática en la puerta.

- ¿Sucede algo? - Me acerqué a ella con precaución. Sólo negó con su cabeza. - ¿Entonces qué tienes?

Vi que observaba mi torso desnudo con bastante disimulo, haciéndome sentir halagado. Ella no me miraba como lo hacían las demás chicas, ella me miraba con admiración; algo extraño para mí.

- ¿Tienes la toalla? - Miró mi rostro, totalmente sonrojada.

- S-sí, aquí está. - Levantó la toalla y yo la tomé entre mis manos. Sus nervios la estaban consumiendo, así que me acerqué aún más a ella, besando sus labios.

- Te veo en un rato, hermosa. - Sonreí y me dirigí al baño, dejándola a ella sin saber qué decir.

Me di una ducha relajante, demorándome unos 15 minutos. Al salir, vi sobre la cama una camiseta y un bóxer de color negro; tuvo que haber sido Stephen. Me cambié con rapidez y salí de la habitación, buscándola.

Al bajar las escaleras, Belle me estaba esperando en la sala; y sí, se veía hermosa. Llevaba una camisa blanca, jean blanco, suéter color azul claro y unas vans blancas; parecía mi propio ángel enviado del cielo. Mi propio sueño hecho realidad. Suspiré y me acerqué a ella.

- Te ves hermosa, pequeña. - Sonrió con timidez, colocando sus manos en mi pecho.

- Tú también te ves hermoso. - Sonreí con gratitud.

Llevaba una camiseta blanca que marcaba cada parte de mi cuerpo, mi jean negro, mis vans negras y mi chaqueta de cuero. Escuché que sus padres se acercaban a nosotros, así que me giré a verlos.

- ¿Ya se van? - Andrew nos sonreía mientras, Liz, nos observaba con un brillo peculiar en sus ojos. Asentí.

- Sí señor. Las llevaré a almorzar cerca de la playa; a Beth le encanta. - Sonreí. Liz se acercó a nosotros.

- Cuídense mucho. Avísennos cualquier cosa. - Ella abrazó a Belle y Andrew se acercó a mí.

- ¿Puedo hablar contigo antes de que te vayas, Christopher? - Asentí enseguida.

- Claro que sí. - Me guió hasta, supongo que, su oficina en casa.

- ¿Sabes algo de nuestra historia con Dafoe, Christopher? - Me miró esperando mi respuesta.

- No señor. Lo poco que me contó Belle fue lo que sucedió el día que fue a la empresa y la forma en la que le habló. - Él asintió.

- Verás, sabes que somos abogados y, la gente, dice que somos los mejores. - Asentí. - Resulta que, hace unos 3 años y medio, Dafoe apareció en nuestra empresa, exigiendo nuestros servicios. Le brindamos toda la ayuda posible para defender el caso de su hermano pero el caso fue desechado, debido a que habían demasiadas pruebas en contra de él. Le dieron cadena perpetua y, al poco tiempo, llegó a nuestras oficinas, amenazando con que nos íbamos a arrepentir por no haberlo ayudado. - Interrumpí la historia.

- Pero si habían demasiadas pruebas, ¿por qué los amenazó? No se podía hacer nada. - Él asintió.

- Así es y eso quisimos explicarle pero no lo aceptó. Stephen estaba con nosotros ese día, practicando viejos casos que ya habíamos resuelto; Dafoe amenazó con que tuviera cuidado de mis hijos y familia, que no sabía cuántos hijos tenía pero que iba a estar vigilando. Stephen casi se enloquece al pensar en Belle desprotegida pero nos propusimos a cuidarla, con Anahí incluida. El día que Dafoe la vio, fue el día que le dije que no la dejaría salir más sola; fue el mismo día en el que se perdió y el mismo día en el que la rescataste, Chris. Ese día pude ver cómo Dafoe la miraba; me dio terror porque sé que él consigue lo que quiere; y sé que Belle también lo notó. Liz miraba a Dafoe con ganas de asesinarlo y fue ella quien sacó a Belle de la oficina. Al irse de la empresa, Dafoe, dijo que él no olvidabay, dándonos el pequeño dato de que teníamos una hija muy bella; Stephen estaba con Belle, contándole todo. Estuvo algo histérica al principio pero logró calmarse. Ese día, les propuse ponerles un guardaespaldas a cada uno pero, ambos, se negaron. Stephen no me preocupa tanto como Belle, Christopher. Ella se ve fuerte pero es demasiado frágil. No quiero perderla.

Miré cómo escapaban de sus ojos unas cuántas lágrimas mientras restregaba, con cuidado, sus ojos, borrando todo rastro de ellas.

- Haré todo lo que esté a mi alcance para protegerla, señor. Ella es mi vida y tampoco quiero perderla. - Asintió, suspirando en silencio, sonriendo un poco.

- Gracias, Christopher. Confió en ti como lo hago con mi hijo. - Y me regaló un abrazo. No era algo que esperaba, así que se lo devolví, sintiéndome algo inseguro. - Vamos. Belle debe estar desesperada.

Nos separamos enseguida, y sonreí, saliendo de la oficina, junto a él. Y, efectivamente, Belle estaba casi desesperada por ir a ver a Annabeth.

- ¿Qué tanto hablaban? - Nos miró acusatoriamente mientras reía sin fuerza, viendo lo hermosa que es con su ceño fruncido.

- Una charla de hombres, Belle. - Andrew me miró con complicidad y yo asentí.

- Sí, pequeña. La típica advertencia de los padres hacia el novio de su hija. - Sonreí y ella rió con fuerza ésta vez.

- De acuerdo. Ahora: ¡vamos! Quiero ver a Beth. - Asentí, nos despedimos de su familia y salimos de su casa hacia mi auto.

Le abrí la puerta a mi pequeña como todo un caballero, viéndola subir con felicidad. Di la vuelta, subiendo al auto y nos puse en marcha hacia nuestro edificio. Nos demoramos unos 20 minutos en llegar; cuando llegamos, estacioné el auto y bajamos de él. Me acerqué a ella, tomando su mano, entrelazando nuestros dedos; ella me miró y sonrió grande.

Al entrar al edificio, Alberto levantó su cabeza, regalándonos una sonrisa.

- Señor Coleman, buenos días, casi tardes. Buenas, señorita. - Sonreí y me acerqué a él.

- Hola, Alberto. Te presento a mi novia Isabelle. - Ella extendió su mano y Alberto la tomó con cuidado.

- Es un gusto conocerlo, señor Alberto. - Y le regaló una sonrisa, mejor que la de un comercial.

- El gusto es mío, señorita Isabelle. - le sonrió de vuelta y se soltaron.

- Por favor, dígame Belle. - Él asintió.

- Alberto, ¿Annabeth está? - Él me miró y asintió.

- Sí señor. Ésta mañana no salió como de costumbre; seguro no tuvo el despertador suyo. - Y ambos reímos.

- Gracias. Nos vemos luego. - Él asintió y dirigí a Belle a los ascensores.

Al llegar el ascensor, y subir a él, marqué el número de mi piso.

- Me agrada tu portero. Es muy amable. - La miré y tenía una sonrisa enorme en su rostro. Sonreí.

- Así es, pequeña. - Me abrazó.

- Gracias. - Dijo en un susurro. La miré confundido. - Por estar conmigo. - Coloqué un dedo bajo su mentón e hice que me mirara.

- Siempre te cuidaré, Belle. Siempre. - Ella pasó sus brazos alrededor de mi cuello y me acercó a ella.

Con suavidad, colocó sus labios sobre los míos, aferrándose a mi cabello. Yo deslicé mis brazos a su cintura, atrayéndola a mí.

¿Qué es lo que tiene ésta mujer que me atrae tanto? Me hace desearla como a nadie y a la vez protegerla como a nadie.

Nuestras lenguas estaban en un encuentro voraz; sentía que quería más de ella. Me detuve al darme cuenta que me estaba poniendo duro; coloqué mis manos en su cuello y la observé en silencio. La deseaba como un loco pero no la obligaré a nada. Ella me miró con algo de vergüenza, dejando un pequeño beso en mis labios. Le regalé una sonrisa torcida.

- ¿Te digo algo? - Asentí. - Me encanta cuando me das esa sonrisa torcida. Me derrites con ella. Creo que haría lo que fuera con esa sonrisa. - Me reí ante su comentario y me acerqué a su oído.

- No tientes tu suerte, pequeña. - Sentí cómo se estremecía ante mis palabras y, aunque creí que la habría asustado, no fue así. Al mirarla estaba sonriente como siempre.

Al llegar a nuestro destino, entrelazamos nuestros dedos y salimos del ascensor. Saqué las llaves de mi bolsillo, abriendo la puerta de mi apartamento; entramos y llamé a mi abuela.

- ¡¡Beth!! - Escuché cómo algo caía al suelo, rompiéndose mientras abrían con rapidez la puerta de la habitación.

Sonreí al imaginarla corriendo...
____________________________________

Espero les agrade el capítulo; las cosas cambiarán demasiado rápido...
Gracias por leer...
Voten, comenten... No tengan miedo...
Los amo hasta el infinito...

Adri... :D

Okumaya devam et

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