Cuando nos convirtamos en est...

Door Briss_LG

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Un boleto de avión. Un joven sin casa. Y una chica deseosa de encontrar respuestas. Damian quiere dejar de... Meer

IMPORTANTE PARA LECTORES
E P Í G R A F E
D E D I C A T O R I A
P E R S O N A J E S
1| Fotografías delatoras.
2| No es un perro
3| Mercurio
4| Perro callejero
5| Espías
6| Venus
7| Ideas descabelladas
8| Derecho a ser idiota
9| Tierra
10| La familia Berlusconi
11| Huevos revueltos, chinchillas mojadas y perdimos a un niño.
12| Marte
13| ¿Eso que veo ahí es cerveza?
14| Un novio debería saber eso.
15| Júpiter
16| Grano de arroz en el zapato.
17| la diferencia entre una estrella y un planeta.
18| Saturno
19| Eso que tenemos en común.
20| Madrina
21| Urano
22| El río.
23| Las actas falsificadas
24| Mercurio
25| Un agujero negro.
26| La noticia.
27| Plutón
28| Malas hermanas.
29| Fogata de colores.
30| Osiris
31| Los acosadores.
32| Florencia
33| Haumea
34| Piera sabe la verdad.
35| No te entrometas.
36| Kepler
37| Celos americanos.
39| La verdad.
41| Una oportunidad para los D'Fiore.
42| Planetario de estrellas.
43| Manhattan.
44| Reencuentro.
45| Dejar el pasado atrás.
46| No te vayas.
47. Cuando nos convertimos en estrellas.
Epílogo
AGRADECIMIENTOS

40| Decisiones difíciles.

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Door Briss_LG


40| Decisiones difíciles. 


El desayuno del domingo por la mañana es tan incómodo y silencioso que la tensión puede cortarse con el cuchillo de la mantequilla.

No descansé como hubiese deseado, las inquietudes y las dudas en mi cabeza impidieron que reconciliara bien el sueño. En la madrugada desperté varias veces con la esperanza de que todo hubiera sido una pesadilla, pero solo bastaba abrir los ojos para darme cuenta de la dura realidad; todo había sido real.

Me distraigo untando mermelada sobre mis tostadas al tiempo que sigilosamente levanto la vista y observo a Ben y a Liz. Ninguno nos ha dicho nada desde ayer a la noche, pero no puedo negar haber oído la discusión a media madrugada que se oía desde su habitación.

Me basta solo con ojear por un milisegundo a Liz para darme cuenta de lo furiosa y decepcionada que se siente. Ben al menos me regaló una sonrisa minúscula cuando nos cruzamos en la puerta del baño hace al rededor demedia hora. A su costado los otros que tampoco la pasan bien son sus hijos. Es la primera vez que los noto tan callados, el pecho se me hunde con culpa porque no me gustaría tener que separarme de ellos ahora. Nunca creí que fuera a tomarles tanto cariño, pero ahora que lo hice me cuesta demasiado lidiar con la idea de quizá no volver a verlos.

El desayuno se convierte en una guerra de miradas, mis ojos se cruzan con los de Luigi, luego con los de Lydia y hasta en cierto momento noto como Liz y Damian se miran apenadamente.

Benjamin carraspea y trato de que mi rostro no muestre ningún signo de nerviosismo. Algo inútil la verdad, porque apenas deja una servilleta al costado derecho de su plato y alza la vista, mi boca traga saliva con fuerza y tengo que evitar comenzar a toser.

Miro a Damian y también noto como en su semblante se refleja la curiosidad e inquietud. Exhalo, tomo aire y rozo con mi pierna la suya, no es el mayor gesto de ayuda, pero al menos sirve para que se dé cuenta de que no está solo en esto.

—Ayer fue una noche dura —declara, comenzando con la sentencia—Liz y yo estuvimos conversando, nos costó horas llegar a un acuerdo, pero supongo que ya podemos decir que conseguimos lograr una tregua; siempre y cuando estén dispuestos a escucharla.

Me apresuro a asentir con la cabeza. Siento un alivio inmenso. La palabra «tregua» se oye como la mejor melodía del mundo. Un borrón y cuenta nueva sería lo mejor que podría pasarnos a todos, cualquier acuerdo me vendría bien si eso asegura quedarnos más tiempo en esta casa.

—Llegamos a la conclusión de que nos gustaría que se queden —habla finalmente Liz ganándose una sonrisa por parte de sus hijos que ahora parecen mucho más aliviados de lo que parecían hace diez segundos. —Entendemos que se hayan encariñado con los niños, y también sabemos que ellos se han encariñado con ustedes. No voy a negar que todavía sigo molesta y algo cohibida por lo que pasó. Todavía no puedo creer que hayan engañado y de que tú —mira a Damian —hayas fingido ser otra persona desde hace cinco meses. — Desvía la mirada para calarla en mi— Aun así, tengo que aceptar que el hecho de que hayas decidido realizar este viaje para saber más sobre el paradero de tu familia me conmueve, y viendo que has llegado tan lejos para lograrlo, me remordería la conciencia detenerte ahora.

—Yo crecí sin conocer a mi padre y si hubiera tenido un poco del coraje que tú tienes, creo que a tu edad también me hubiera subido a un avión rumbo a Nepal para conocerlo —añade Ben—Aunque de hacerlo me hubiera enterado de que ya había formado otra familia. De todas formas, debo reconocer que decidir hacerlo siendo consciente de que la realidad puede ser mucho más devastadora de lo que imagines, es algo que solo hace la gente con perseverancia y valentía. Yo tampoco podría obligarte a volver a Estados Unidos.

Me sorprende oírlos hablar de manera tan acogedora, en mi cabeza se había formado un escenario mucho más frío e impersonal que observando los rostros de las demás personas, puedo asegurar que era el escenario que se imaginaban todos.

Asiento, agradecida e intento sonreír, aunque todavía me sienta nerviosa.

—Nosotros también nos enfadamos cuando nos enteramos que nos habían mentido —murmura Chiara, captando mi atención —Nos enfadamos muchísimo, porque era la primera vez que estábamos confiando en alguien y ellos nos habían engañado. Los traté de mentirosos, de egoístas y malas personas. Pero cuando Lydia se perdió en Candeli y los dos salieron corriendo desesperados para encontrarla, con el miedo en la mirada de que algo le pasara, me di cuenta de que su cariño era sincero. Que la habían liado un montón, pero que estaban intentando repararlo. Y eso tuvo más peso que cualquier enfado por mi parte. Por parte de todos.

—¿Perdieron a Lydia? —Es el primer retazo de palabras que capta su madre.

Enseguida siento como se me nubla la vista de nuevo y abro la boca para disculparme apenada.

—Pero me encontraron rápido. —Lydia es más rápida.

—Y volvió sin ningún arañazo—añade Damian.

Solo con una pierna desguinzada.

—Pero, ¿cuál era el acuerdo que iban a proponernos? — hago lo mejor que puedo para cambiar de tema.

Ben se remueve en su silla llevándose las manos a los bolsillos traseros de su pantalón y de allí extrae un sobre que tiende sobre la mesa. Con la mirada me pide que lo tome para abrirlo y al hacerlo me doy cuenta de que se trata de unos boletos.

—Son los boletos... ¿Porqué...?

Deja sobre la mesa dos pares más.

—Antes del babyshower ya habíamos comprado cinco billetes más porque nos propusieron un negocio allá para después de navidad. Creímos que sería un bonito regalo. Y supongo que no hay que desperdiciarlo. —Confiesa a sorpresa de todos.

—Nuestra propuesta es ir a Manhattan con ustedes. Y renovar el contrato allí, siempre y cuando ya no haya más mentiras de por medio.

Se forma un silencio sepulcral. Nos miramos durante unos instantes estupefactos y Liz vuelve a hablar:

— Queremos honestidad, no más mentiras. No habrá más oportunidades y lo hacemos solo por nuestros hijos.

Me apresuro a asentir. Cuando quiero darme cuenta se me han llenado los ojos de lágrimas.

El silencio se queda flotando en el ambiente. Me vuelvo a mirarla y sus ojos se encuentran con los míos durante un segundo. Me sonríe esta vez. Trago saliva, pero no aparto la mirada y le devuelvo el gesto. Supongo que ahora es un borrón y cuenta nueva, empezamos de cero.

—Por cierto...—Es Ben quien inicia la conversación de nuevo —Los D'Fiore siguen insistiendo en que les gustaría hablar con Damian. Me dijeron que estarían muy contentos de que los visitaras antes de que ustedes se vuelvan a Estados Unidos.

No me cuesta darme cuenta que a mi costado este se pone tenso con solo oír la palabra "D'Fiore" salir de los labios de Ben.

—¿A nosotros también nos invitaron? La chacra de los D'Fiore es enorme, tienen una piscina gigante— interviene entusiasmada Lydia, que a forma de respuesta se gana una mirada atenta por parte de su madre.

—Creo que en realidad es una invitación familiar. Será mejor si van solo ellos —la persuade.

—Ellos estarían muy felices de charlar contigo, Damian. —insiste Ben.

Vuelve a hacerse el silencio. Solo que esta vez, solo tarda unos segundos en sacudir la cabeza y murmurar:

—No creo que tengamos mucho tiempo para visitarlos. Ustedes ya nos regalaron demasiados fines de semanas libres como para que lo sigan haciendo. Es una pena, pero no se va a poder.

Parpadeo con asombro. Me sorprende la tonalidad fría y hostil con la que lo dice.

—A nosotros no nos molestaría que se tomaran el próximo fin de semana libre. —propone Liz.

—De todas formas, los niños tienen un evento en la escuela. —secunda su marido.

—Pero sería muy atrevido de mi parte aceptarlo. —permanece firme—En fin, creo que será mejor que ya comience con mis tareas.

Deja los cubiertos sobre el plato y se levanta de la mesa para llevarlo a la cocina. Hace una pausa el tiempo suficiente como para abandonar la expresión vacía que se plasma en su cara.

Por un momento no digo nada, cuando todos comienzan a levantarse para irse, yo también lo hago y me encargo de recoger la mesa. Las preguntas acerca de lo que había ocurrido con su familia se arremolinan dentro de mi mente. Pero me limito a mantener la boca cerrada y no volver a sacarle el tema, al menos por este momento.

No es la circunstancia exacta para preguntar, ni el lugar, y sobre todo no es algo de mi incumbencia. Al menos no lo será hasta que él decida que así sea.

Esa tarde descubro que lidiar con la curiosidad y la intriga no se me da bien. Durante las horas donde la casa permaneció vacía, Damian procuró mantenerse alejado encargándose de hacer las compra semanales, dejándome a mí la tarea de lidiar con todos los quehaceres de la casa; los cuartos de los niños, la ropa y el almuerzo.

Y a pesar de que sean tareas sencillas con las que he lidiado durante meses, el hecho de saber que él intenta mantenerse aislado para evitar hablar de ciertos temas me abruma. Pero la voz de mi subconsciente insiste en que debo respetar su espacio y darle el tiempo que merece.

Aunque ese tiempo se vuelva una inevitable tortura para mi intriga.

Termino de hacer mis tareas para subir al piso de arriba y darme una ducha. Entro al baño y al cabo de veinte minutos oigo como la puerta de entrada se abre y percibo que ha vuelto, escucho las escaleras crujir bajo su peso y segundos después, la puerta de su habitación cerrarse. Y aunque al salir del baño evito a toda costa acercarme, mi cuerpo me traiciona y sin darme tempo a reaccionar ya me encuentro frente a su puerta de nuevo. Con la mano sobre la perilla a punto de hacerla girar. Pero me contengo, y decido tocar antes de hacerlo.

Si me contesta y pide que ente, lo haré.

Si decide hacerse el dormido y evitarme, lo respetaré.

Golpeo con mis nudillos la puerta. Los segundos esperando una respuesta resultan eternos.

—Pasa si quieres.

Tomo esa respuesta como un "si, adelante" y abro la puerta, al entrar por segunda vez consecutiva noto que todo está igual a a como lo vi la primera vez. La cama tendida con sábanas negras, el escritorio vacío al igual que las cortinas, y la maleta todavía a medio armar.

—¿Pasó algo? —pregunta al ver que me mantengo concentrada observando todo y no me siento. Me yergo rápidamente y ocupo la silla de su escritorio.

—Es bastante aburrido permanecer sola toda la mañana, ¿Cómo te la pasaste haciendo la compra?

Veo como desde la cama se queda mirando el techo y se acomoda.

—Todavía sigue siendo difícil volver con todos los artículos cuando todo está escrito en otro idioma. Pero vamos mejorando —hace un intento de broma, y la verdad es que me río porque es verdad que siempre se termina olvidando de algo porque según él no entiende que es lo que dice la lista y no lo encuentra. —Aunque dudo que en realidad solo hayas venido por eso.

Directo y sin rodeos. Dudo si en realidad esa es una señal para hacerme notar que esta vez si quiere hablar del tema.

—Tienes razón, no vine solo por eso. —admito.

—¿Por qué viniste?

—Porque me gustaría hacerte entrar en razón, y decirte que quizá ir a visitar a los D'Fiore sea una buena idea. —comento, mordiéndome el labio inferior temerosa de empezar otra pelea —Me parece que sería bueno para ti solucionar los problemas con ellos.

Aprovecho que se ha quedado en silencio para acercar más la silla a la cama, ahora que estoy más cerca observo como se muerde los labios y hace una mueca. No está de acuerdo conmigo, le desagrada totalmente la idea.

—Entiendo que no quieras pasar por una fila de disculpas y condolencias, —añado jugueteando con mis manos —pero puede que eso sea necesario para resolver los problemas. Y a pesar de que ahora te niegues, ya verás que si lo haces más adelante verás lo necesario que era. Todas las personas merecen la posibilidad de dar explicaciones, y supongo que, en ciertas circunstancias, todos estamos obligados a escucharlas al menos una vez.

Lo miro esperado una reacción de su parte. Alza la cabeza observándome por largo rato peo no dice nada.

—¿Y bien? —insisto.

—Sabes que desde el comienzo no te he pedido nada—comienza, dejando caer su cabeza sobre sus manos —Nunca te pedí nada y he respetado tus decisiones cada vez que lo has pedido. —deja escapar un resoplido. —Así que la única vez que pido que hagas lo mismo por mí, lo mínimo que espero es que también lo respetes. Respeta mi decisión y no insistas en cambiarla.

Golpe duro. En cualquier otro momento me hubiera molestado, pero esta vez me obligo a mantener la calma porque sé que de otra forma, cualquier réplica que se me cruce por la cabeza solo traerá más pelea y drama.

—Y la respeto. —contesto, tratando de mantenerme serena—Pero en realidad tú no respetaste todas mis decisiones y estoy segura que has ido en contra de más de una. —farfullo—Y agradezco que lo hayas hecho porque en ese momento fuiste mi voz la razón, aunque yo no hubiera querido aceptarlo. Así que acepta que esta vez yo sea la tuya.

—Tú no lo entiendes —se cruza de brazos — No puedo perdonar que hayan abandonado a mi madre y hayan dejado que mi padre hiciese con ella lo que le diera la gana, como tampoco puedo perdonar que no hayan asistido a su funeral y hayan pasado todos estos años sin buscarme.

—Pero dijeron que sí te habían buscado.

—¡No podemos asegurarlo! —exclama y enseguida se da cuenta que ha levantado mucho la voz, se disculpa por lo bajo— Si nos volvimos a encontrar fue por ti y el viaje, no porque ellos hayan querido que fuera así.

Se lleva las manos al pelo con desespero, gira sobre sus talones dándome la espalda y otra vez ocupa un espacio en la cama.

Dejo escapar un suspiro y me siento junto a él en silencio. Deslizo mi mano sobre la frazada buscando la suya, y entrelazo nuestros dedos.

—Si no hablas con ellos ahora puede que más tarde te arrepientas y ya no habrá marcha atrás. —susurro otorgándole un pequeño apretón de mano. —Dales una última oportunidad, y si no te convence lo que tienen para decirte, los mandas al diablo y te alejas, pero al menos sabrás que tuviste la intención de dar vuelta la página.

—Pero no es tan fácil —persiste ladeando la cabeza. Desentrelaza nuestros dedos y vuelve a levantarse.

—No es fácil porque tienes miedo— declaro levantando la vista solo para ver su espalda—. Pero tener miedo es normal, solo debes enfrentarlo. Sentir miedo e incertidumbre es lo más normal del mundo. Pero la forma en la que reaccionamos a él es lo que nos vuelve diferentes.

—No es tan...

—Podemos evadirlo, evitarlo o acoplarnos a los miedos, pero sólo enfrentándolos vamos a poder deshacernos de ellos. Tú creíste en mi cuando temía enterarme de la verdad en Florencia. Yo creo en ti ahora que tienes la posibilidad de responder todas tus dudas.

No dudo ni siquiera un instante de lo que digo, me mantengo firme con mi certeza, y su reacción, a diferencia de la que imaginé, es darse la vuelta y clavar sus ojos en los míos.

Esta vez su mirada se suaviza.

—¿Conoces esa situación en donde a una persona solo le pasan cosas malas y de repente le pasa una cosa buena? — consulta tomándome por sorpresa.

—¿Por qué me preguntas eso?

—Porque tú eres una de esas. —confiesa, y da un paso hacia delante hasta que sus rodillas rozan las mías, toma mi mano y me pone de pie —La única cosa buena.

Hundo ligeramente las cejas, confundida y desorientada. Quiero dar un paso hacia atrás para intentar procesarlo, pero la cama lo evita. Nuestros ojos vuelven a encontrarse y acaricia con su mano mi mejilla.

—La única que vale la pena entre tanta mierda —repite sin apartar sus manos de mi cara. Cuando dejo de fijarme en eso para centrarme en su mirada, noto que esta ya no es la misma. No es indiferente ni fría, es temerosa y confundida.

Es demasiado orgullo para pedir ayuda, es demasiado orgulloso para hacerle notar al resto que se está consumiendo y necesita que alguien le dé una mano y lo saque del pozo en el que se ha hundido. Lleva toda una vida cargando con miedos y culpas que no lo dejan vivir. Más de diez años con la certeza de sentirse solo sin nadie le sirva de guía.

Sin nadie que mirara a través de sus ojos.

Sin nadie que se está desmoronando por dentro.

Aunque ahora también lo esté haciendo por fuera.

—Déjame ir contigo —le pido —Creo que es m turno de devolverte el favor.  



Este es el capítulo correspondiente al día de ayer. 

Doble capítulo para recompensar el error 😇

Se me olvidó subirlo porque me dieron la noticia de que aprobé el examen de First inglés y por la emoción salí a festejar y olvidé publicar. 

Un abrazo y nos leemos pronto, 

Briss. 









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