1.La ciudad del Laberinto

Autorstwa RubenMesiasCornejo

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Anastasia y Diego, Verena y Derian son cuatro exteriores cuyas vidas se entrelazarán una vez que consigan sup... Więcej

1. La Ciudad del Laberinto.
En pos del Santuario
Por los corredores del Laberinto
Interludio con el Patriarca
La chica del bar "Islandia"
Espadas, ganchos y al final el arco iris.
Interludio con Anastasia
Los esclavos de Anastasia
La caída del Santuario

Presagio de servidumbre

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Autorstwa RubenMesiasCornejo

De este modo Anastasia recibió a Verena en su casa, demostrándole al principio esa cordialidad que suele darse a un nuevo miembro de su familia, que para más señas venía nada más y nada menos que en calidad de nuera.

Recalcamos, al comienzo, el desprendimiento y la generosidad de Anastasia para con la pareja de su hijo alcanzó cotas asombrosas, como puede colegirse de la siguiente conversación de sobremesa.

- Dieguito, tu chica y tu necesitan una habitación más grande para que puedan poner todas sus cosas que tienen y las seguramente comprarán después. ¿ Qué les parece si me pasó al cuarto que ahora ocupan los dos, ustedes se pasan al mío? Yo no necesito una habitación tan grande, es demasiado cuarto para mí y para el televisor que me acompaña.

-¿ Harías eso por nosotros, señora?-exclamó Verena un tanto asombrada y mirando a Diego el cual seguía metiéndose la comida en la boca sin prestar mucha atención a la conversación

-Por supuesto, pero ustedes mismos tendrían que pasar sus cosas al cuarto que le voy a dar, y ayudarme a trasladar las mías. A menos que quieran alquilar uno de esos extravagantes robots que te ayudaron a hacer la mudanza.

-¿ Qué dices Diego?-le interrogó Verena mirándole con una expresión de ansiedad en el rostro.

-Todo lo que diga mi madre está bien para mí, pero creo que nosotros mismos pasaremos las cosas. Ando un poco ajustado de dinero, y no puedo permitirme pagar una UCM-2. Tenemos que darle prioridad a la compra de víveres, y prepararnos para el asedio.

-He escuchado en el noticiero que el Santuario ha creado nuevos impuestos para financiar el esfuerzo de guerra-intervino Verena.

-En efecto, a partir de este momento pagaremos unos cuantos centavos por abrir una puerta, por usar el inodoro, por tomar una ducha, inclusive para ver la televisión. Es una medida extrema pero necesaria. Ahora mi trabajo consiste en difundir mensajes para instar a los protegidos a aceptar estas medidas, sin causar disturbios.

- De todos modos, no existe otra alternativa más que acatar las disposiciones del Protector, el que se oponga será expulsado sin miramientos del Santuario-acotó Verena.

- Les aviso que dentro de un día o dos vendrán los técnicos para hacer las modificaciones del caso en la casa que ocupamos-dijo Diego mirando a su madre y a Verena.

-Por favor hijo, no hables de la guerra aquí. Me enferma recordar lo que tuvimos que pasar cuando vivíamos fuera del Santuario.-comentó Anastasia haciendo un gesto de desagrado-y añadió- Lo que me preocupa es que vas a tener que dejarme una provisión de calderilla para pagar cada hora de televisión que veo.

- No te preocupes por ese detalle mamá , te pido disculpas por haberte molestado de ese modo, no era mi intención perturbarte- replicó su hijo mirando cómo la guarnición de arroz iba disminuyendo conforme iba metiendo la cuchara dentro de aquella masa blanquecina de granos aglomerados.

- Tienes buena sazón para cocinar-dijo Diego pensando adular a Verena.

-Lo mismo digo- comentó Anastasia esbozando una sonrisa de compromiso-Ojalá pudieras cocinar más seguido para nosotros.

-Me halagan sus comentarios, pero mi trabajo en el Consultorio del Patriarca solo me deja libre el último día de la semana para dedicarlo a la cocina.

-Sea como fuere, me gustaría que pudieras dedicarle más tiempo a la cocina. Los bistecs te salen deliciosos, me gustan como los preparas jugosos y con esas guarniciones de papa gruesa

-¿ Cuándo podemos empezar a pasar nuestras cosas?-replicó Verena cambiando de tema aunque en realidad estaba pensando cómo era posible que Anastasia consumiera tanta carne si apenas tenía dientes para masticarla, pero pensó que deberían quedarle suficientes molares en las encías para que masticar ese alimento no fuera un proceso doloroso para aquella estrafalaria vieja.

-Esta misma noche-dijo Diego para salir del paso ¿ Estamos de acuerdo, Verena?

-Sí, claro-respondió Verena para sacarse de encima las ansiosas miradas que Diego y su madre le estaban echando encima.

Así lo hicieron y quedaron instalados en su nueva habitación, y pasaron sus primeros días en aquella casa de forma idílica, y en medio de pósteres y libros consumaron su unión, cantaron para divertirse, se bañaron juntos -cosa que ya no pudieron hacer después cuando Anastasia empezó a requerirlos para todo- y, sobre todo se tomaron fotos besándose, incluso Verena posó para una foto donde estaba desnuda, con un sombrero cónico puesto sobre su cabeza, sonriente y blandiendo un sable curvo ante el ojo de la cámara.

-Me gusta tomarte fotos en blanco y negro, te dan un aire de chica de otra época más exótica que ésta-dijo Diego mirando cómo había quedado la foto que acababa de tomar.

-Gracias Diego. Nunca me habían dicho nada tan agradable como eso. Te quiero-respondió Verena ofreciendo sus labios a la avidez amorosa de su compañero de cama.

Diego la besó, puso la cámara en automático y obtuvo más fotografías de ellos besándose apasionadamente en la boca.

-No es que me importe demasiado, pero me da curiosidad saber para qué has tomado tantas fotos nuestras haciendo eso.

-¿ Haciendo qué?-interrogó Diego poniendo una cara de yo no fui que podía mover la compasión, a la risa o a la ira según las circunstancias.

-Por favor no te hagas el desentendido conmigo, ¡ sabes a qué me refiero!-exclamo Verena un poco contrariado por la supuesta ignorancia que Diego estaba demostrando en esos momentos.

-Son para enseñárselas a mi madre, quiero que vea como tú y yo somos felices, y la pasamos bien juntos haciendo las cosas que nos gustan-argumentó Diego pensando que sus palabras podrían aplacar la suspicacia de Verena, pero ella no quedó satisfecha con ese modo de poner las cosas, y contraatacó.

- No me gustaría usar la palabra "espionaje", pero me parece que estás haciendo precisamente eso-tronó Verena mientras su cara adquiría un aspecto de una persona malgeniada.

Diego masculló algo entre dientes, que podía tomarse como un insulto o una interjección, pero no respondió abiertamente al cuestionamiento de su chica, y dijo en tono conciliador.

- Te aseguro que mis intenciones no van por ahí ¿ Qué te parece si mejor nos vamos a dormir y nos olvidamos de este asunto?, y eso fue precisamente lo que hicieron.

Al día siguiente, Diego y Verena se fueron a trabajar, se despidieron con efusividad de Mustafá y Gang respectivamente. Diego ingresó al cuarto de su madre y le encomendó que supervisara detenidamente el trabajo de esos hombres, Anastasia prometió cumplir con sus instrucciones y solo les pidió que no regresaran demasiado tarde, pues los animales no le parecían una compañía adecuada para todo el día.

-Te dejo dinero para que compres un almuerzo en el restaurante de la esquina. Lo pides llamando al número que está en la carpeta de contactos.

-¿ Cómo van las cosas con la chica?-inquirió Anastasia hablando en voz baja.

-Toda va bien mamá, pero te pediría que no la acoses tanto con que se ponga a cocinar para ti. Las cosas se darán poco a poco, quizá más pronto de lo que tú y yo nos lo imaginamos.

-Eso espero-manifestó Anastasia con voz esperanzada mirando cada uno de los iconos que representaban a las fuerzas conocidas como los Poderes del Cielo.

-Por otro lado, no te olvides de prender las velas de colores a los Poderes del Cielo que lograron curarte. A ellos les debemos tu salud, no olvides mostrarte agradecida a su bondad.

Anastasia no dijo nada ante la reconvención de su hijo, simplemente se tragó el reproche y le lanzó una mirada de complicidad que tranquilizó a Diego, quien temía que su madre terminase explotando.

Después del trabajo, ambos se volvieron a ver en la paradero de colectivos, pero había demasiada gente esperando un vehículo, y el fantasma del aburrimiento hizo su aparición en el horizonte, al menos para Verena, sus ojos estaban atentos a cualquier cosa que pudiera distraerla y que no fuera la cola de gente esperando abordar un colectivo. Un par de ciclistas pasó cerca jalando dos carteles publicitarios que hacían saber a los moradores del Santuario sobre el lanzamiento de un servicio de adivinación denominado El Oráculo, el que iba detrás tuvo la sagaz idea de arrojar una lluvia de volantes sobre fila de personas que formaban la cola. Verena cogió uno de los volantes y leyó la información ahí impresa con suma avidez.

-Diego ¿ qué te parece si vamos a visitar al Oráculo?-propuso Verena-Me parece emocionante eso de consultar el futuro ¿ no lo crees así?

-Corremos el riesgo de perder el colectivo-anunció Diego ignorando la pregunta que Verena acababa de hacerle.

- Hazlo por mí, estoy muy aburrida de estar aquí-insistió Verena con una voz seductoramente meliflua.

-Está bien, vamos- dijo Diego cediendo a la dulce presión que Verena estaba ejerciendo sobre él- A propósito ¿ cuál es la dirección de ese Oráculo?

-Está a dos calles de aquí- anunció Verena mientras consultaba con el volante para ofrecer una información fidedigna a su interlocutor..

Se movieron y abandonaron los lugares que ocupaban en la cola, los cuales fueron invadidos inmediatamente invadidos por quienes estaban detrás de ellos, Verena cogió de la mano a Diego, y empezó a imprimirle velocidad a sus pasos, cosa que él también se vio obligado a hacer para no perder el ritmo. Se sentía como un niño llevado de la mano por su madre a un sitio adonde realmente no quería acudir, se estaban alejando un poco más cuando ambos tuvieron que volver la cabeza instigados por los gritos destemplados que se escuchaban a sus espaldas. La cola se había disgregado y sus antiguos miembros corrían hacia todos los puntos cardinales sorprendidos por la aparición de una formación de saurios alados que se hallaban jineteados por una pareja de hombres vestidos con trajes plateados y cascos de seguridad, el que iba más adelante se dedicaba a conducir el vuelo de la bestia, mientras que el otro servía una ametralladora instalada dentro de una torreta semiabierta.

Un dragón se separó de la formación, descendió suavemente y abrió la boca para arrojar una llamarada de fuego que incendió todos los vehículos que estaban aparcados al lado de la vereda, mientras el servidor de la ametralladora disparaba a diestra y siniestra contra la multitud despavorida que estaba huyendo, mientras algunos maldecían a los servidores de la artillería antiaérea por su descuido al haber permitido la incursión de los dragones sobre el cielo del Santuario.

-De las que nos salvamos-dijo Diego- Si no fuera por tu ocurrencia el artillero de ese dragón nos habría cosido a balazos. Seguramente más tarde tendré que leer una noticia en la cual se minimizara el resultado del ataque.

-Tu trabajo te obliga a mentir, a veces-acotó Verena.

-Yo diría más bien que estoy mintiendo muy seguido, pero no queda más remedio que acatar las órdenes-dijo Diego resignadamente, y luego añadió cambiando de tema-¿ Todavía quieres que vayamos a consultar con el Oráculo?

-Claro que sí, además ya casi hemos llegado.

-Ya me di cuenta-comentó Diego observando una terminal de computadora encajada dentro de una pared, a modo de un cajero automático; debajo de la pantalla se extendía, ante el potencial usuario, un teclado numérico, que a Diego le pareció una dentadura sonriente por el color de las teclas. Al lado derecho de ese teclado aparecía una hendidura con la forma de una mano humana, sobre la cual el interesado debía colocar la suya para proceder a la consecuente identificación biométrica.

-Te soy sincero, a mí me daría miedo meter mi mano en ese hueco, sus contornos no parecen humanos -exclamó Diego.

- Me da risa lo que dices, es una simple máquina, con un acabado un poco vanguardista-dijo Verena y añadió para burlarse un poco del miedo de su compañero-Hace poco dijiste que gracias a ella continuamos con vida.

-No dije exactamente eso, pero bueno si quieres quédate un rato aquí. Yo aprovecharé para tomar algunas fotos del ataque de los dragones. Me han dado ganas de hacer algo, nos vemos dentro de media hora, para tomar un taxi e irnos a la casa. ¿ Estás de acuerdo?

-Así quedamos-dijo Verena aceptando la propuesta de Diego.

-Disfruta tu sesión con el futuro inmediato-dijo Diego en tono socarrón.

Media hora después Diego regresó con la memoria de su cámara repleta de imágenes del pasado ataque. Los dragones habían reducido cientos de vehículos civiles a chatarra humeante, por otro lado las balas de las ametralladoras habían segado la vida de un número parecido de protegidos

Verena lo estaba esperando, de espaldas al Oráculo, y con el semblante adusto.

-¿ Qué te pasa? Te notó disgustada ¿acaso eso tiene que ver con lo que te ha respondido el Oráculo? -inquirió Diego.

-Tradicionalmente los oráculos se expresan de manera ambigua, pero en esta ocasión este ha sido bastante claro.

-¿ Qué te ha dicho esa condenada máquina?-dijo Diego poniendo cara de perplejidad.

-Léelo tú mismo.-respondió Verena entre confundida e iracunda.

Diego se acercó a la pantalla y leyó el mensaje, escrito con grandes letras que refulgían sobre la pantalla : " El tiempo feliz ha terminado, la servidumbre se avecina, prepárense para sufrirla"

-Tienes razón, el mensaje es demasiado claro. Más que un vaticinio parece una especie de advertencia.

-Ajá-dijo Verena asintiendo.

- Esto es solo un juego, no le hagas caso. Recuerda que uno mismo es el arquitecto de su propio destino-dijo Diego intentando desviar sus pensamientos de aquellas palabras.

-Te agradezco el consuelo, pero no puedo olvidar lo que he leído. Las tengo grabadas en mi mente-respondió Verena mirándolo fijamente.

Diego se quedó pensativo sin saber muy bien que decirle cuando su celular empezó a timbrar.

-Aló-contestó Diego.

- Usted no me conoce, soy uno de los técnicos que han visitado su casa hoy.-dijo la voz al otro lado de la línea.

-Entiendo ¿ pero por qué tiene este número?

-Le llamo por encargo de su madre, la señora Anastasia.

-¿ Qué pasa con ella?-preguntó Diego con preocupación.

-No lo sé, pero ha perdido el conocimiento. Hemos llamado a los paramédicos, pero la señora pidió que también se le avisara a usted, por si esto llegara a ocurrir.

-Gracias-dijo Diego presionando el botón que cortaba la comunicación.

-¿ Qué sucede con tu mamá?

-Ha vuelto a enfermarse. Espérame aquí. Voy a buscar un taxi.

Cuando llegaron, encontraron a Anastasia postrada en su cama, atendida por un robot paramédico, un ser de cuerpo cilíndrico cuya parte superior estaba ocupada por una cúpula transparente dentro de la cual se movía un vaho revoloteante, capaz de adoptar mil formas distintas como lo hacen las manchas de Rorschach, debajo de esa cúpula se extendía una placa de blindaje que rodeaba por entero el cuerpo del robot, el cual se desplazaba a través de un par de orugas muy semejantes a las empleadas en la tracción de los carros de combate. Una enorme cruz roja identificaba a la máquina inteligente como perteneciente al Servicio Médico del Santuario.

-Un templario de la Salud-dijo Verena queriendo hacer una broma culta.

-No entiendo que quiere decir con eso, señora protegida-respondió el robot a través de la rejilla que tenía insertada debajo de la cúpula.

-¿ Qué pasa con mi madre?-inquirió Diego con voz ansiosa y preocupada, ignorando el comentario de Verena.

-En realidad no lo sabemos a ciencia cierta, al parecer la paciente padece de periodos de crisis en la cuales sus signos vitales se suspenden de manera notable hasta casi llegar al estado de coma.

-¿ Doña Anastasia ha entrado en coma?-preguntó Verena dirigiéndose al paramédico metálico.

-No, afortunadamente no. La hemos estabilizado, sus signos vitales han vuelto, pero necesita ser minuciosamente atendida para recuperarse del todo. Seguramente recuperara la conciencia dentro de una hora o dos. Debe comer en abundancia y, sobre todo, háganla sentir como una reina, de ese modo se sentirá mejor que nunca. Ahora me retiro, ¿ puede cancelar mis servicios por favor?

Diego sacó su tarjeta de crédito y la pasó por una ranura ubicada inmediata debajo de la rejilla por la cual salía la voz del robot.

-Muchas gracias-respondió el robot en voz alta y se deslizó parsimoniosamente hacia la puerta de calle.

- Por favor, Verena -dijo Diego arrojando una moneda -hazme el favor de pagar el peaje del paramédico.

Verena cogió la moneda al vuelo, y la metió en la ranura tragamonedas que habían instalado sobre la cerradura de la puerta, pagando de ese modo el nuevo impuesto de guerra instituido por el Protectorado.

Cuando la puerta se cerró, Verena se volvió hacia Diego y lo fusilo con una pregunta.

-¿ Qué piensas hacer?

-Temía que algo así pudiera pasar, ha descuidado el culto de los Poderes del Cielo y estos la han castigado con una recaída-dijo Diego hablando más para sí mismo que para Verena.

- No entiendo a qué te refieres.

-Verena-dijo Diego acercándose a Verena y cogiéndole las manos-Mi madre necesita que tú y yo la cuidemos para que pueda restablecerse por completo. Pediré licencia con goce de haber en mi trabajo, me gustaría que hicieras lo mismo para poder atender a mi madre. Ya escuchaste lo que dijo el paramédico.

Las palabras de Diego pusieron a Diego en la encrucijada de verse obligada a tomar una decisión, la cara de Diego denotaba anhelo, expectación, los estaba uniendo un pacto tácito de amor y solidaridad que colocaba a ambos en el mismo barco mientras durase el amor que se tenían, desde ese punto de vista la respuesta era solo una.

- Haré lo mismo que tú, te apoyaré en el cuidado de tu madre todo el tiempo que sea necesario.

-Te agradezco tu sacrificio-dijo Diego acercando sus labios a los de ella.

-Lo hago más por ti que por ella-comentó Verena con sinceridad, mientras aceptaba el beso que Diego le estaba pidiendo.

-No importa por quién lo hagas, lo que cuenta es que lo harás-replicó Diego un tanto misteriosamente.


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