De mi sangre, a tus ojos (Yao...

By Shinsenna

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Edgar Degas, un chico de 17 años huérfano que nunca a experimentado lo que era la vida fuera de su orfanato y... More

Cap. 1 El cambio
Cap. 2 Quien?
Cap. 3 La Pausa y el Miedo
Cap. 4 Adaptarse
Cap. 6 Deseo
Cap. 7 Admitirlo y Superarlo
Cap. 8 Corre
Cap. 9 Solo
Cap. 10 Adios
Fin

Cap. 5 Enfermo

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By Shinsenna

Me desperté al sentir a alguien acariciarme la cabeza, se sentía bien, todo era cálido aunque las manos de esa persona estuvieran frías.

-Mmmh -Farfullé a la vez que me frotaba un ojo con la mano.

-Buenos días bella durmiente -Contestó Al dedicándome una hermosa sonrisa.

No pude evitar sentir mis mejillas arder, era tan guapo, siempre me lo había parecido, pero estando tan cerca lo era todavía más.

En cuanto me di cuenta de que estábamos abrazados me aparte de golpe y me incorporé en la cama ahora con toda mi cara seguramente roja.

-Siento haberme dormido en tu cama -Hable intentando no tartamudear.

-Quien a dicho que me a molestado? -Pregunto a la vez que también se incorporaba en la cama.

Yo me levante todo lo rápido posible y salí de la habitación cuanto antes, mi cara seguía ardiendo, y, seguramente, si me veía a un espejo seria un tomate. Lo que mas me avergonzaba era el, me había besado, me había visto desnudo, dormimos en la misma cama y a demás lo primero en lo que me hacía pensar nada mas despertarme era que nunca había visto a alguien tan guapo. Me avergonzaba y al mismo tiempo hacia que me enfadara conmigo mismo.

Mientras caminaba hasta mi habitación mire por las ventanas que no estaba lloviendo pero que hacia mucho aire, incluso parecía que mas de un árbol podría venirse abajo.

-Estos días hace muy mal tiempo -Comento Al a mis espaldas.

A mi me asusto y me hizo pegar un brinco, por unos segundos me maree, incluso me tuve que apoyar en la pared para no perder el equilibrio.

-Lo siento, no quería asustarte -Contestó dibujando una ligera sonrisa en su cara.

Ahora que me fijaba, estos días sonreía mas de lo normal, o por lo menos cuando acababa de llegar sonreía muy poco.

Desvíe mi atención de el algo avergonzado y la lleve a las cuadras del fondo, en las que había estado a la noche.

-No se vendrá algún árbol encima de las cuadras? -Pregunte algo preocupado por los caballos.

-No creo. Aunque, tu ayer estuviste en las cuadras, verdad? -Pregunto ahora poniéndose un poco mas serio.

-Si, nunca había visto a un caballo, y como no llovía me confié -Conteste algo cabizbajo.

-No vuelvas a ir por la noche, es peligroso, y mas en días de tormenta -Comento como a modo de orden.

-Ratón me asusto, no creo que se me ocurra volver a ir en plena tormenta -Me sincere a la vez que me cruzaba de brazos.

-Ratón todavía es joven, demasiado eléctrico para estar tranquilo un día normal y corriente.

-Los montas a menudo? -Pregunte con algo de curiosidad.

Desde que estaba aquí no lo había visto montar ni una sola vez, incluso había llegado a pensar que las cuadras estaban vacías si no fuera porque llegue a ver a los sirvientes sacar estiércol.

-Siempre que hace buen tiempo, o un tiempo lo suficientemente estable. Estos días a llovido mucho -Contestó a la vez que pasaba su mirada de los establos hacia mi, pude sentir perfectamente sus ojos clavándose en mi nuca-. Quieres aprender a montar?

Su pregunta me pillo por sorpresa, nunca se me había ocurrido, ni siquiera podía decir que me llamara la atención, pero si lo pensaba la verdad es que me haría algo de ilusión.

Asentí con la cabeza algo avergonzado, aunque no sabia por que.

El coloco su mano en mi cabeza y me despeino mas de lo que ya estaba.

-Cuando haga buen tiempo yo mismo te enseñare -Contestó notándose felicidad en la voz.

Yo sentí que mis mejillas volvían a sonrojarse ligeramente pero intente ignorarlo todo lo posible.

-Vamos, por que no te vas a vestir? Ya nos hemos pasado la hora de la comida, son las 4 de la tarde.

-Las 4!? -Pregunte incrédulo.

Aunque la verdad no era raro, habíamos estado hablando técnicamente hasta que amaneció así que aun dormimos un poquito mas de 8 horas.
El me insistió en que me fuera a cambiar y eso hice para poder comer. Ya en mi habitación me dio otro mareo que me hizo sentarme en la cama, sentí mi cabeza palpitar como un tambor, no era una sensación agradable pero de alguna manera se me paso, intentando no darle mucha importancia me levante y me vestí, me puse un jersey de cuello U de color verde oscuro y un pantalón negro, las zapatillas me las deje estar, al fin y al cabo no tenía pensado salir para nada.

Bajando las escaleras volví a sentir la misma sensación, casi me caigo pero conseguí agarrarme a la barandilla y no me mate de milagro.

-Señorito, se encuentra bien? -Preguntó una sirvienta al final de las escaleras.

Yo negué con la cabeza y me deje estar sentado en las escaleras, la sensación no pasaba y cada vez me encontraba mas mareado.

La sirvienta fue corriendo a por Al que llegó rápidamente a donde estaba yo, ahora llevaba una camiseta verde clarito, casi blanco, una chaqueta gris y un pantalón vaquero desgastado. El levanto mi cabeza agarrándome por la barbilla, aparto mi flequillo y coloco su frente contra la mía sin dejarme preguntar que hacia.

-Tienes un poco de fiebre -Contestó ya apartándose de mi.

-Pero si hace unos minutos estaba bien -Proteste tratando de levantarme sin perder el equilibrio.

-Pues te subió muy rápido, estas ardiendo, seguro que ayer cogiste frío -Contestó a la vez que me ayudaba a mantener el equilibrio.

Sin dejarme protestar mando a la sirvienta que trajera mi comida a mi habitación y tiro de mi para llevarme de vuelta.

Una vez en mi habitación me hizo volver a cambiarme y meterme en cama, decía que necesitaba reposo o la fiebre subiría más rápido todavía. No me dio muchas opciones para rechistar.

Una vez trajeron la comida me dejo comer tranquilo y se llevó a la sirvienta fuera, los escuche hablar pero no se les entendía bien a través de la pared así que solo comí tranquilamente en cama. Nunca había comido en cama, en el orfanato si estabas enfermo te hacían levantarte igual para comer, no te hacían ese trato especial.

En cuanto me termine la comida me levante para apartar la bandeja, Al y la sirvienta aun hablaban fuera así que salí a ver que les pasaba.

-Sucede algo? -Pregunte antes de dejarles decir nada.

La sirvienta hizo una reverencia y se fue nada mas salí.

-Le dije que hasta que te encontraras bien debía traerte todo a la habitación, y algunas cosas para que te preparara específicamente, ahora vuelve a cama, te empeorará la fiebre.

Iba a quejarme pero de repente sentí como toda la comida recién engullida escalaba por mi estomago para salir fuera. Corrí hasta el baño de mi habitación con las arcadas a flor de piel y nada mas llegar vomite todo, el sabor de la comida aun no era ácido ya que no había empezado la digestión cuando vomite, pero aún así no era agradable hasta en una arcada pude sentir como la comida estuvo a punto de llegar a salirme por la nariz.

Una vez sentí haber terminado me deje caer en el suelo frío, ahora incluso me encontraba peor que antes ya que tenía el sabor asqueroso de la comida vomitada y un dolor de estomago impronunciable. Al en cuanto vio que ya había terminado entro con una manta y tiro de la cisterna.

-No te tires en el suelo, lo haces peor -Protestó envolviéndome en la manta como un burrito.

Me levanto a modo de princesa y me metió en cama, coloco un par de mantas demás y fue a por un termómetro, a mi el dolor no me dejaba mucha tregua y me revolvía en la cama intentando ignorarlo, pero me era imposible.
Al me tomo la temperatura y no le gusto lo que vio.

-No pongas esa cara, tampoco puedo estar tan mal -Comente aun retorciéndome en la cama sintiendo como empezaba a sudar en frío.

-Estas casi con 41º de fiebre, a mi no me parece que estés tan bien.

Al intentando que no sudara en frío me envolvió en todas las mantas que podía, después salió de la habitación sin explicarme que iba a hacer.

Al poco volvió con un paño y una medicina. La medicina me la dio nada mas llegar y el paño lo mojo en el baño.

-Por que tienes medicinas? No se supone que los vampiros no sufren enfermedades? -Pregunte sin darme cuenta.

No quería tratarlo de vampiro, me sentaba mal, a demás que no me interesaba saber del mundo vampiro, quería saber lo mínimo posible.

-Por ti, la mande comprar al poco de que vinieras, hace muy mal tiempo, podrías enfermar en cualquier momento.

"Gafe" pensé para mí mismo.

El me coloco el paño sobre la frente, estaba húmedo y frío, no me gusto sentirlo sobre mi cabeza, pero necesitaba bajar la temperatura corporal así que solo me tuve que aguantar.

Al estuvo todo el rato al lado mía, por momentos me daba conversación y por otros vigilaba constantemente que el paño no se hubiera calentado. En algún punto de la tarde mis párpados se volvieron demasiado pesados para mantenerlos abiertos, así que solo me deje arrastrar.

Oscuridad, todo absorbía a todo, la penumbra no dejaba sitio en el que refugiarse de su efecto claustrofóbico. Empece a correr, a buscar libertad, o por lo menos algo que no fuera oscuridad, mis pies dolían y a cada paso sentía como los cristales profundizaban mas en la carne, pero seguía corriendo desesperadamente, la oscuridad empezó a crear largos y delgados brazos, unos pocos los conseguí esquivar pero al poco me cogieron por un pie, caí de bruces contra los cristales haciendo que se clavaran en mi piel mientras la oscuridad me arrastraba mas a su interior, solo era capaz de gritar, pero eso no pudo evitar que la oscuridad me devorará haciendo que nunca existiera.

-EDGAR! -Gritó Al haciéndome despertar entre gritos de mi pesadilla.

Había 2 sirvientes al rededor de la cama y Al estaba justo a mi lado sujetándome por el pijama.

Por mis mejillas podía sentir las lagrimas correr y de mi garganta salían grandes bocanadas de aire que se me hacían difíciles de recuperar.

-Que te a pasado? -Preguntó Al asustado.

Lo note hasta algo mas pálido de lo habitual.

-Solo a sido una pesadilla -Conteste en voz baja, aunque en cierto modo sentía que era algo para mi, para convencerme de que no era real.

-Los sirvientes dicen que te a pasado más veces -Comento apartándose de mi.

Mi mirada se clavo en ellos en forma de reproche, su expresión no mostraba arrepentimiento, ni culpa, ni nada, siempre tan neutros, como muñecos.

-Yo les hice decirlo, decían que tu les habías pedido no contarlo -Contestó a mi mirada por los sirvientes.

-No quiero darte problemas con algo que no tiene solución, olvídalo, y vosotros fuera -Ordene volviéndome a acostar en cama pero ahora dandole la espalda a Al.

Los sirvientes se fueron sin decir ni una palabra y nos dejaron solos de nuevo.

-Desde cuando tienes esos sueños? -Preguntó Al sabiendo que no me gustaba hablar de estas cosas.

-Desde que tengo memoria -Conteste cortante a la vez que ma tapaba mas con las mantas.

Una sensación de mareo volvió a mi cabeza y estomago, fue horrible y sentí que podría llegar a vomitar de nuevo.

-Y jamás has ido a un psicólogo a que te vea? -Preguntó sin darse cuenta de mis mareos.

-Si e ido, dicen que es por como lo tuve que pasar antes de que me encontrara la policía, las monjas por el contrario dicen que con un exorcismo todo se solucionaría -Respondí mientras me hacia bolita en la cama arrastrando todas las mantas conmigo.

Las lagrimas seguían saliendo sin que yo pudiera hacer nada, pero ya no sabia si era por la pesadilla o por el dolor.

-Edgar, te encuentras bien? -Preguntó Al dándose cuenta de mi estado.

Yo solo pude negar con la cabeza antes de volver a sentir arcadas, salí de la cama todo lo rápido que pude y volví a vomitar en el baño, ahora todo eran ácidos estomacales, era tan asqueroso que algunas arcadas salieron mas por el sabor del vomito que por el hecho de encontrarme mal.

Al me envolvió en una manta y me sujeto el pelo para que no se manchara de vomito.
Una vez termine tiro de la cisterna y me abrazo por detrás sentándose en el suelo conmigo.

-Que tal si te traigo una manzanilla? -Preguntó a mi oído.

Yo intentaba recuperar la respiración así que tarde en responder.
-Quiero caminar -Conteste acurrucándome mas en su pecho.

Sentía las piernas algo entumecidas y quería sentir un poco de aire fresco, me empezaba a agobiar en la habitación.

-Vale.

Al me ayudo a levantarme y me trajo las zapatillas hasta la puerta del baño, una vez ya las tenía puestas me envolvió bien en la manta que ya llevaba puesta y me abrió la puerta de la habitación.

Caminamos juntos hasta las escaleras, yo me quede parado viendo por la ventana, aun hacia mal tiempo y ya era noche cerrada.

-Son las 11 de la noche -Comentó Al imaginándose en lo que pensaba.

Me aparte de la ventana y fui hacia las escaleras donde el me esperaba para asegurarse de que no me matara bajando.

Una vez llegamos abajo Al siguió caminando hacia la cocina, pero mi mirada se dirigió al lado contrario, una sirvienta estaba tirada en el suelo del comedor sin siquiera respirar.

-Al... -Llame empezando a caminar hasta donde estaba ella.

-Ignórala -Reclamo sin darse la vuelta.

Cuando llegue hasta la puerta del comedor un sirviente me detuvo, pero pude ver perfectamente como la sirvienta tenía un charco de sangre alrededor y un agujero encharcado en más sangre en la zona donde debía estar el corazón.

En cuanto lo vi grite y perdí el equilibrio cayendo al suelo, el sirviente que me había detenido ignoro mi sorpresa y en cuanto otro sirviente con una bolsa negra entro cerró las 2 puertas dejándome ahí, con el miedo a flor de piel.

-Te dije que lo ignoraras -Comento Al tirando de mi para que me levantara.

-Que le a pasado!? -Medio grite sin recuperar la tranquilidad.

-Tu les ordenaste que no me dijeran nada, y como cuando pregunte siguieron si decir nada tenía que dejarles claro quien era el que estaba por encima de tus ordenes -Contestó sin sentimientos en la voz.

Yo me puse mas histérico todavía, había matado a una sirvienta por mi culpa, era lo único que pasaba por mi cabeza. Al intentaba tranquilizarme pero yo no dejaba de gritarle cosas que ni yo entendía.

-NO TIENES DERECHO! SI IBAS A MATAR A ALGUIEN MÁTAME A MI! YO DI LA ORDEN! -Espete apartándolo completamente de mi y abrazándome a mi mismo.

Las lagrimas salieron de mis ojos tanto de rabia como de culpa.

-Tu eres humano... -Intento empezar a explicar.

-Y ELLOS TAMBIÉN! TU ERES EL ÚNICO INHUMANO AQUÍ! -Grite derrumbándome en la pared y dandole la espalda.

-Son muñecos Edgar, no sienten nada, ni siquiera dolor -Explicó sin acercarse a mi.

Yo negué con la cabeza ignorando lo que me estaba diciendo, eran humanos por mucho que el los tomara como objetos.

-La sangre que tenía dentro era mía, sino no tendría vida, son solo marionetas. Muñecos vacíos.

-SON HUMANOS!

-No Edgar, te sorprendería lo que pude hacer la sangre de Vampiro, si se usa bien puede hacer que la madera parezca piel, y que una marioneta camine sin hilos.

-Entonces... Todos?... -Pregunte ahora llevando mi mirada hacia el.

-Todos, menos tu y yo -Contestó ahora caminando hacia mi.

Me levanto con cuidado repitiéndome otra vez que no debía tirarme en el suelo, después seco mis lagrimas con la manga de su chaqueta y me dirigió hasta la cocina, mi conciencia aun no era muy capaz de asumirlo todo así que solo me deje llevar hasta la cocina.

Al me preparo una manzanilla y me la acercó, yo me senté y escuche el doloroso silencio, era tan aterrador escucharlo entre nosotros dos, aunque acabara de ver eso, aunque el me explicara algo que no entendía, no quería que se formara este silencio, no con el, y menos todavía ahora.

-Di algo -Comente rompiendo un silencio que ya me estaba ahogando.

-Lo que se me ocurre te va a molestar así que no se si es buena idea -Comento apoyado al otro lado de la encimera.

-Da igual, no quiero escuchar el silencio, no ahora -Respondí ahora apartando la mirada de el.

Empece a remover la manzanilla para que se fuera enfriando y me prepare para lo peor.

-Me gustaría que me contaras todo lo que sepas y recuerdes de antes o después de que te encontraran, quiero saber todo lo que tu sabes.

Me rasque la nuca y pensé por donde empezar, era difícil pensarlo, no sabía muy bien el antes, y el después mas o menos lo mismo.

La policía tuvo que ir a un aviso en una vieja casa de un pueblo apartado, el dueño de la casa había vuelto de las vacaciones y se había encontrado con que habían asaltado su casa.

Fue una pequeña patrulla solo a mirar los daños y a dar parte pero nada mas empezar a inspeccionar se escucho un ligero llanto, era difícil escucharlo pero cuando se hizo el silencio entre los policías y el dueño de la casa se escucho. Alarmados empezaron a buscar de donde procedía el llanto, hasta que se dieron cuanta de que venia del sótano, bajaron rápidamente y se encontraron con una situación nauseabunda, 2 cuerpos completamente descuartizados y deformes estaban esparcidos por el suelo del sótano, ya había un poco de descomposición pero al estar la puerta cerrada de alguna forma se tapaba el olor, en el medio de toda esa masacre había un bebe llorando, su ropa estaba completamente llena de sangre y no paraba de llorar, esperando que su madre le volviera a hablar con ternura o su padre le cogiera una vez más en brazos.

Un policía se quito la chaqueta y envolvió al pequeño en ella, sacándolo de ese escenario, y apartándolo para siempre de lo que quedaba de sus padres.

Un orfanato se hizo cargo del pequeño, los médicos decían que tendría 1 año de edad pero que no podían aproximar más, nadie supo jamás quien era el pequeño, su nombre, sus apellidos, sus padres, nadie reclamo nada, pero al pequeño había que ponerle un nombre.

-Edgar Degas! -Sugirió el director del orfanato, un gran amante de los pintores impresionistas.

Y ese fue el nombre que recibió el pequeño, no podía quejarse, tenía un nombre, un hogar y amigos a los que poder llamar hermanos.

Pero con los años esos amigos se iban yendo, y los que aparecían nuevos se iban igual que los antiguos.

Hubo un chico que pudo quedarse más que los demás, pero este le cogió miedo al niño, sus pesadillas le asustaban, dormía en la habitación de al lado, y todas las noches lo escuchaba, le cogió tanto miedo que un día empezó a llamarle monstruo, alegando que las monjas decían que estaba poseído.

Ese chico al final se fue como todos los demás lo habían hecho antes. Pero esta vez ese chico cambio la perspectiva del niño, ahora el niño tenía miedo de si mismo, ya no sólo temía a las pesadillas, sino a las personas y su amabilidad, ahora ya no quería vivir en un hogar ni tener un nombre, menos todavía quería ser adoptado, solo quería que nadie notara su existencia, que no lo echaran en falta, que nadie mas le hiciera daño.

Y así creció el niño, ahora sus ojos azul oscuro ya no tenían vida, ni la sonrisa se dibujaba en su rostro, ya no corría detrás de una pelota con los demás, dibujaba cuando podía, se rehusaba de relacionarse, absorbía los libros deseando que algún día el también pudiera vivir una vida llena de aventuras como los protagonistas de sus historias, o simplemente vivir lejos de los humanos.

-Valla -Comento Al una vez termine de contarle lo poco que sabia de mi mismo.

Yo intente guardar las lagrimas en mis ojos, nunca había contado esto a nadie, por ocasiones lo sentía como un peso en el pecho, y, aunque hubiera ido a psicólogos, jamás lo había contado entero, quería rehusar todo lo que pudiera de mi propia vida.

-Eres frágil pero valiente -Hablo ahora acercándose a mi.

El paso una mano por mi pelo y lo revolvió un poco. En cuanto sentí su tacto ya no pude evitar llorar, hacia tanto tiempo que no sabia lo que era recibir amor de otra persona, y desde que estaba con el siempre se preocupaba de darme todo lo que necesitara.

Al ver que empezaba a llorar paso su otra mano por mi cuello y tiro de mi cabeza hacia arriba para a continuación posar sus labios sobre los míos, aunque el fuera tan frío al tacto en acciones era tan cálido, podía sentir como mi corazón se aceleraba pero no quería separar nuestros labios, me sentía tan completo.

Pero tuvimos que separarnos para coger aire, en cuanto lo vi a los ojos no pude evitar que mis mejillas ardieran, y sabia que el también podía notarlo.

Baje la mirada hacia el baso de manzanilla vacío completamente avergonzado.

-Como trueque te diré sobre mi vida pasada, solo si quieres oírla claro -Comento Al a mi oído haciéndome sonrojar mas-. Pero ten en cuanta que es muy larga.

-Estoy enfermo, te pasare la gripe -Comente intentando alejarlo de mi para que mis mejillas se tranquilizaran.

-Estas enfermo, sudado y has vomitado, y aún así me pego a ti, te despeino y te beso, se nota que me falta inteligencia, no? -Contestó a modo de broma ahora abrazándome y haciendo que me pusiera mas rojo todavía- Y, sabes? Me encanta verte sonrojado, te hace ver mas inocente todavía de lo que eres.

Nada mas terminar la frase se aprovechó de su altura y me aprisiono contra la encimera, en cuanto vio que no podía moverme demasiado lamió mi oreja, un escalofrío recorrió mi columna vertebral y detuve un gemido que estuvo a nada de salir, pero en cuanto me mordió el lóbulo ya no pude evitarlo y un gemido salió de mi garganta, pude escucharlo perfectamente reír, pero él seguía jugando con mi oreja haciendo que por momentos los gemidos salieran de mi boca sin que yo pudiera hacer nada. Lo peor es que me gustaba, y había dejado de oponer resistencia, solo me dejaba hacer.

Aprovechándose de mi despiste introdujo una mano por debajo de mi camisa y subió poco a poco hasta que llego a mi pezon y lo empezó a masajear, sus manos eran tan frías que por un segundo temblé.

-Fri~~o~~ -Conseguí decir entre gemidos.

Y al escucharme el paro de repente, yo me incline ligeramente sobre la encimera y me permití respirar tranquilo un segundo, el me cubrió bien con la manta y se alejó de mi.
Por mi mente solo pasaba la pregunta de, que se me había ocurrido hacer? O, mejor dicho, que se nos había ocurrido hacer? Nunca había hecho algo así en mi vida, no sabia ni por que se sentía así, que se suponía que me estaba pasando!?

-Lo siento -Se disculpó Al al otro lado de la encimera y con el vaso de manzanilla.

No entendía por qué se disculpaba, pero tampoco entendía que me estaba sucediendo así que simplemente ignore sus palabras.

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