En las botas de Derek

Por SelenaBrente

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Abandoné a mi novia. Empecemos por ahí. Sí, la abandoné en una gasolinera, sin coche, sin equipaje, sin ropa... Mais

SINOPSIS
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 30
CAPÍTULO 31
CAPÍTULO 32
CARTA:

CAPÍTULO 1

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Por SelenaBrente

—Un refresco. Y patatas. Y chocolate. Y... no sé algo con una buena cantidad de azúcar para no perder la fuerza en media carretera.

Parpadeo. La miro. ¿Qué?

—Tú no vas al volante, Hanah.

Me mira arrugando su pequeña nariz.

—Da igual, yo también merezco consumir azúcar, ¿o no se me permite solo porque yo no soy la que está conduciendo?

—Está bien, está bien, compra lo que quieras. Solo recuerda que si compras un refresco para tu novio, que está al volante y que lo estará por unos cuantos kilómetros más, entrarías directamente al concurso de mejor novia del año.

Sus ojos marrones me miran de nuevo y luego su nariz, hasta el momento arrugada, se alisa.

—Yo soy la mejor novia que tú nunca podrás tener en tu vida y lo sabes.

Echo la cabeza hacia atrás y pego una carcajada. Su puño se estrella con mi brazo derecho de manera juguetona y cuando intenta abrir la puerta, se da cuenta que le he puesto el pestillo.

—Déjame salir, Derek. Veo la fila de la caja desde aquí, no quiero tardar toda mi vida solo por dos refrescos.

Me inclino y atrapo el lóbulo de su oreja con los dientes. Sé que, aunque me esté dando manotazos, le encanta que lo haga.

—Tú te tardas toda la vida hasta para ir al baño a cepillarte los dientes.

Flexiona sus brazos y me empuja, pero no con toda la fuerza que sabe que necesita para apartarme.

—Derek, aparta ahora mismo o te muerdo.

Estiro un dedo hasta su boca y lo pego contra sus labios.

—Muérdeme si quieres, luego puedes ir bajando.

Esta vez me golpea con más fuerza y me aparto un poco mientras río.

—Está bien, saldrás solo si dices la contraseña.

Sus ojos marrones se van hacia atrás.

—Te quiero.

—Ah, no, esa no es.

—¿Te amo?

—Tampoco. Es: mi novio tiene la...

Me tapa la boca y arruga su nariz antes de sacar la lengua.

—¡Derek, por favor, no seas pervertido!

Arrugo la frente y niego con la cabeza quitándome su mano de mi boca.

—Pero si ni siquiera me has dejado acabar. La pervertida eres tú por pensar que yo me iba a referir a lo que sea que creías que me iba a referir.

Mentira; me iba a referir exactamente a lo que ella creyó que yo me iba a referir. Pero que piense que a veces puede ser más pervertida que yo y se sienta culpable por ello es divertido.

—Oh, bueno. ¿Me abres la puerta?

Me señalo los labios.

—Está bien, pero después de esto ya estaré oficialmente dentro del concurso de la mejor novia del mundo.

Me avisa antes de apartarse el mapa que tenía en las piernas y sentarse a horcajadas sobre mí. Su pelo rubio me cae en la cara cuando intenta acomodarse y estiro el cuello hacia atrás para que salga de mi boca. Es desesperante.

—¿De qué sabor quieres el refresco? —me pregunta, previamente a darme un leve pico en los labios.

—De lo primero que veas, sabes que me da igual mientras no sea a sabor a pelo.

Resoplo con la lengua para quitarme del todo su pelo de la boca. Ella bufa y se cruza de brazos apartando de mi vista sus pequeños, firmes y bonitos pechos.

—Siempre lo mismo, siempre te da igual. ¿Qué película vemos? La que quieras, me da igual. ¿Qué pizza pido? La que quieras, me da igual. ¿A dónde vamos estas vacaciones? A donde quieras, me da igual. Derek, no soy la única en esta relación, se supone que tú también formas parte de esto. ¿O no? ¿O acaso soy yo la única? Porque realmente parece que yo fuera la única, no sé. Deberías poner de tu parte, ¿no crees?

Joder, me he perdido en cuanto ha dicho pizza. ¿Ha dicho que iba a pedir pizza? ¿En una gasolinera en medio de la maldita nada?

Bueno, Derek, ya da igual. Tú di que sí a todo.

—¿Me oyes?

—Claro.

Me mira duramente por varios segundos y luego sacude la cabeza dándose por vencida. Tiene puesto su culo en mis piernas y ha dicho pizza, ¿quiere que le preste atención después de eso? Proceso todo mucho más lento cuando me hablan de cosas que me puedo comer.

—Iré a comprar esas malditas bebidas.

¿Se supone que acabamos de discutir por eso? ¿Por comprar dos bebidas de algún sabor? ¿En serio?

—¿Tienes dinero?

Le pregunto antes de que abra la manilla de mi puerta para salir del coche. Saca una pequeña billetera del bolsillo de su pantalón donde tiene un billete de diez y me lo muestra.

—En esta —me muestra la pequeña billetera—, llevo lo esencial. Tengo la cartera en la mochila del maletero, no quiero desordenar nada cuando con esto me basta y me sobra.

Ella sale del coche y yo me inclino para sacar mi cartera con intención de pedirle que compre alguna chocolatina para los dos, pero cierra la puerta de un golpe. Genial, se ha enfadado. Ahora debería salir detrás de ella a por esos chocolates y patatas que quería, pero si puedo cerrar los ojos dos minutos antes de volver a conducir estaría bien. Supongo que luego podré remediarlo.

Reviso la gasolina. Estamos de suerte, está completamente llena. Si no tendría una excusa perfecta para salir del coche, pero, de verdad, quiero cerrar los benditos ojos solo dos minutos. Tengo la vista hecha polvo.

Inclino la cabeza hacia atrás. Los malditos coches de algún lado casi lejano empiezan a tocar el claxon. Maldita sea, ¿tienen que hacer tanto ruido?

Me inclino hacia delante de nuevo buscando a Hanah dentro de la tienda y la veo sosteniendo dos bebidas de naranja y unas patatas. Repiqueteo con los dedos sobre la guantera mientras espero que pague y salga de la tienda pero la dependienta se tarda lo suyo en cobrar a la gente que tiene delante de ella. Miro mi ventana. Hay montañas y una carretera infinita. Lo que vamos a tardar en encontrar un hotel y...

—¡Rápido, sácame de aquí! —me grita alguien abriendo la puerta del coche y lanzándose dentro como si fuera suyo.

¿Pero qué coño...?

—¿Pero qué coño...?

—¡Por favor, por favor, te lo suplico, sácame de aquí!

Me quedo como atontado mirando a esa loca. Lleva el pelo algo húmedo y alborotado. Parece que la hayan atacado unos cinco cuervos.

¿Pero qué le pasa a esa niña? ¿Es que ha perdido la cabeza o qué?

—¿Te crees que soy un puto taxi o qué, niña? Sal de mi coche.

Junta sus palmas y me mira con ojos desesperados.

—No tenemos mucho tiempo...

—¿No tenemos? ¿Perdona? Hola, no te conozco de nada así que no necesitamos tiempo para nada, ahora sal de mi coche.

—¡Por favor! ¡Necesito que me saques de aquí! ¡Necesito que me lleves lo más lejos posible de aquí!

Me quedo a cuadros. ¿Qué acaba de pedirme? ¿Esa niña va colocada o qué cojones...?

—¿Qué yo te qué? Pero, ¿tú estás bien de la cabeza, niña? ¡Sal de mi coche ahora! No te lo repito más.

Se aferra a mi brazo y se pone a llorar.

—¡Por favor! Solo sácame de aquí. No quiero dinero, ni nada, solo quiero que me salves. Me han secuestrado y...

—¡Pues llama a la policía que para algo está, ¿no te jode?!

—No lo entiendes, no puedo. Ahora solo dependo de ti, si salgo de tu coche me matarán.

Comienzo asustarme, pero mucho. Tengo a una loca esquizofrénica montada en el puto coche. El que debería llamar a la policía soy yo.

—¿Qué pasa? ¿Tus padres no sabían que tenías novio o qué?

Aprieta más su agarre en mi brazo y lo sacude con fuerza.

—¡Te lo estoy diciendo muy en serio! ¡Tienes que arrancar ahora mismo antes de que se den cuenta de que no estoy en el baño y comiencen a buscarme!

La miro, tanteo con la mano libre la manilla de mi puerta dispuesto a huir pero ella se lanza encima de mí apartando mi mano de la puerta y sujetándola.

—¡Te juro por Dios que esto va en serio! Solo ayúdame, por favor. Podrás dejarme en cualquier sitio unos kilómetros más allá, te lo prometo, pero ahora debes ayudarme.

Niego con la cabeza y le aparto las manos llevándome algunos arañazos ya que la jodida tiene las uñas largas.

—Ni hablar. Mi novia está comprando...

—¡Por favor, por favor!

Grita más fuerte sin dejarme hablar. Mira por la ventanilla y veo como el terror se adueña de las facciones de su cara. ¿Esto realmente va en serio? ¿Realmente han secuestrado a esta chica? Joder, ¿y qué se supone que debo hacer ahora? Yo no soy el jodido Batman.

—Por favor...

Me ruega lloriqueando mientras se intenta esconder debajo del asiento. Miro por la ventanilla y veo a dos enormes hombres saliendo desaforados de la gasolinera y corriendo hacia un coche negro con todos los cristales tintados. Joder, esto realmente va en serio.

—Lo siento, yo no puedo...

—Por favor, harás que me maten si no me ayudas —me grita llorando.

Hostia puta. ¿Qué hago? Derek, piensa, maldita sea, ¡piensa! ¿Qué haces?

—Pero es que... no puedo.

—Oh, Dios mío, oh, Dios mío, me matarán —lloriquea.

—Mierda...

Me restriego la cara con ambas manos. No puedo ayudar a esta desconocida que no sé si es una ladrona que solo intenta distraerme e irme dejando a Hanah tirada en una gasolinera. ¡No puedo!

—Oye, ¿qué tal si llamo a la policía y...?

—Si lo haces te descubrirán, me verán y quién sabe lo que harán contigo cuando me vuelvan a capturar a mí.

Hostia puta. Maldita cría, ¿tenía que venir a subirse a este coche precisamente? ¿Qué pasa? ¿Acaso el maldito coche tiene un cartel de "súbete sin problemas, yo te llevo a donde quieras"? Tengo que revisar las malditas pegatinas que le ha pegado Hanah... ¡Derek, ahora no es momento de pensar en eso!

—¡Joder, yo no puedo hacer esto!

—¡Solo arranca el coche y sácame de aquí, por favor!

Ella sigue llorando mientras yo cierro los ojos intentando pensar qué hacer. Por más que aprieto el volante entre mis dedos e intento no hacerle caso a su llanto, es imposible. Mi puto corazón está sufriendo por el jodido lloriqueo de esa desconocida. No puedo creer que me lo haya creído. ¿Y si no es verdad? ¿Y si solo quiere matarme para quedarse con el coche y todas nuestras cosas? Abro un ojo y la miro de reojo. No creo que pase de los... ¿diecisiete? ¿Qué me podría hacer una niña tan pequeña, flaca y debilucha como ella? En cambio, sí parece reunir las suficientes características para que me crea que alguien ha querido llevársela a la fuerza. Joder, no sé por qué estoy pensando en que alguien ha querido llevársela a la fuerza. ¿Qué debería importarme eso a mí?

—Por favor... por favor... ayúdame —me susurra, casi desde debajo del asiento, mirándome con ojos aterrados y asustados.

Levanto la vista. Las puertas de la tienda de la gasolinera están cerradas y parece que nadie puede salir. Me fijo en el retrovisor y veo como otro hombre, quizá más enorme que los dos anteriores, sale del coche pegando un portazo y comienza a caminar con los puños cerrados.

—Joder, joder...

—Por favor, solo ayúdame.

Cierro los ojos y no me doy más tiempo para pensar. Al parecer mi vida y la de esa chica dependen de la decisión impulsiva que tengo que tomar en este preciso momento, así que decido arrancar el coche y salir quemando rueda de ese maldito lugar en medio de la nada. Veo como el tipo mira en nuestra dirección como si sospechara que estoy secuestrando a su secuestrada. O a lo que puñetas sea esta tipa para él.

La verdad, no estoy seguro al cien por cien de que él estuviera buscándola a ella, pero supongo que me ha sabido convencer para que la saque de ahí. Joder, ¿convencer solo? Ha logrado que me cague encima. Creo que nunca había tenido tanta presión y tanto miedo encima como justo en este momento.

Mi pie parece que no quiere desprenderse del acelerador, pero cuando pasa un buen rato desde que la gasolinera desapareció del retrovisor, empiezo a relajar.

De reojo miro a esa chica de pelo negro que sigue escondida debajo del asiento, temblando como una hoja de papel y manteniendo sus manos con fuerza delante de su cara.

—Ya... —carraspeo porque la voz que me sale es casi inaudible— ya puedes sentarte.

No se mueve ni un milímetro, pero solo es cuestión de tiempo que lo haga. No sé cómo ha logrado meterse ahí, quizá por el miedo, pero sé que pronto se verá obligada a salir de ese pequeño agujero.

Miro la primera señal en la que he reparado desde que he salido disparado y me doy cuenta de algo: no sé dónde mierda estoy. Tampoco sé dónde mierda ir y menos qué hacer con esta tía. Desde luego la voy a dejar por ahí, por el primer lugar donde abra la boca y no pinte tan mal como esa gasolinera llena de esos coches negros de cristales tintados.

Mis hombros se hunden cuando veo el mapa que dejó Hanah antes de bajar del coche.

Maldita sea, Derek, ¿qué cojones has hecho?

¡Coño, tío, has abandonado a tu novia en una gasolinera sin nada más que lo puesto! 

**********************************

Tarararaaan, nueva historia:) Ya habéis conocido a Derek... espero que os gustara, no él, sino el comienzo jajajaja.

GRACIAS POR LEER^-^

Muchos besitos!!

All the love

x

Lady

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