Emails I can't send | Max Ver...

De walxleclerc

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Addeline es una joven inquieta y con un alma insaciable, pero tiene un pasado trágico que no la deja seguir a... Mais

-author's note.
-emails i can't send.
-love at first kiss.
-I kissed a fucking driver.
-inside the waves.
-deep conversation.
-serendipity.
-nightmares of the past.
-under the lights of Degrees.
-night adventures.
-the first email.
-under the stars.
-facing fears.
-campfire and friends.
-a great love.

-memories in a photobooth.

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De walxleclerc


Pov- Max Verstappen.

La noche caía sobre el bullicioso lugar del festival, envolviéndolo todo en un manto oscuro salpicado de destellos de luz. Las atracciones iluminadas parpadeaban en una danza hipnótica, atrayéndote como polilla hacia una llama

Estaba siendo arrastrado a otro de los planes de Addeline, ella se había empeñado en que pasáramos el máximo tiempo juntos antes de que tuviera que volver todo a la normalidad.

¿Pero qué era la normalidad exactamente? Porque ahora me parece normal despertarme antes solo para poder observar como ella duerme a mi lado, normal es tomarla de la mano mientras caminamos por la playa, normal es besarla cada vez que se me da la gana.

Así que no sé si alguna vez podría volver a la normalidad sin ella.

La idea de separarme de Addie, de volver a la rutina sin su presencia a mi lado, me llena de un vacío que apenas puedo soportar.

La normalidad ya no existe sin ella.

Pero yo ya tenía un plan.

A medida que nos adentrábamos en el festival, una mezcla de emoción y nerviosismo se apoderaba de mí.

Las luces brillantes y los sonidos vibrantes llenaban el aire, creando una atmósfera de energía palpable que me hacía sentir un poco abrumado. No es que no disfrutara de la idea de pasar la noche con Addie en un evento tan animado, pero los lugares abarrotados de gente no eran exactamente mi ambiente favorito para pasar mis vacaciones.

El zumbido constante de conversaciones, risas y música resonaba en mis oídos, y el aroma tentador de comida callejera llenaba mis fosas nasales.

Aunque me sentía un poco fuera de lugar entre la multitud, cuando vi la expresión de pura emoción en el rostro de Addie, supe que valdría la pena sumergirme en la experiencia junto a ella. Su entusiasmo contagioso me sacó una sonrisa de inmediato. Decidí dejar de lado mis preocupaciones y permitir que su emoción me contagiara mientras nos dirigíamos hacia la entrada del festival, listos para disfrutar de la noche.

Los puestos de juego y atracciones competían por nuestra atención, cada uno adornado con guirnaldas parpadeantes y carteles llamativos que prometían emociones y premios.

Y el sonido de la música resonaba en mis oídos, envolviéndome en una sinfonía de ritmos y melodías. Desde el rock enérgico hasta la música electrónica pulsante, cada nota parecía vibrar en el aire, creando una atmósfera de energía contagiosa que me impulsaba hacia adelante.

—¡Maxie, mira todo eso! —exclamó, con los ojos brillando mientras señalaba hacia las atracciones y los puestos de comida.

Se veía como una adorable niña pequeña, extasiada por tantos estímulos.

Un gran stand de juegos de destreza fue donde Addie rápidamente se sintió atraída por el lanzamiento de aros. Con una sonrisa desafiante, agarró un manojo de aros y se preparó para lanzarlos hacia los postes.

—¿Crees que puedas ganar un premio para mí? —bromeé, mirándola con complicidad mientras se concentraba en su lanzamiento.

Ella me lanzó una mirada juguetona antes de lanzar el primer aro, que sorprendentemente casi logra encajarlo.

—¡Casi! —exclamé, animándola mientras intentaba con los siguientes aros.

Después de varios intentos, finalmente logró encestar uno de los aros, ganándonos un pequeño peluche como premio.

—¡Lo logré! —gritó, emocionada, mientras me entregaba el peluche con una sonrisa triunfante.

—Buen trabajo, campeona. Parece que tienes un futuro prometedor como lanzadora de aros. —sonreí, aceptando el peluche con una sonrisa.

Continuamos explorando los diferentes puestos y atracciones, probando suerte en los juegos de tiro al blanco y disfrutando de las delicias culinarias de los puestos de comida callejera. Entre risas y conversaciones animadas, nos sumergimos en la atmósfera festiva del lugar, disfrutando cada momento juntos.

Ahora nos encontramos frente a un colorido stand decorado con luces parpadeantes y una multitud animada que se reunía a su alrededor.

—¿Es una competencia de tragos? —pregunté confundido, al ver como una pareja parecía estar compitiendo por quién bebía más rápido los pequeños vasos que tenían frente a ellos.

Los ojos de la rubia se abrieron con interés.

—Tenemos que hacerlo. —anunció con firmeza.

Mis cejas se levantaron con sorpresa ante la propuesta.

La idea de participar en una competencia de tragos no era exactamente lo que tenía en mente para la noche.

—¿Alcohol? No estoy seguro de si es una buena idea… —comenté, mirando con cierta preocupación la multitud reunida alrededor del stand.

Addie me lanzó una mirada juguetona, con los ojos brillando de emoción.

—¿Tienes miedo de perder, Verstappen? —dijo, con una sonrisa traviesa.

Me reí ante su provocación.

—No tengo miedo de perder, hermosa. —dije, corriéndole los mechones de cabello que se caían sobre sus ojos. —Pero no quiero que te emborraches demasiado.

Sus ojos, de un azul tan profundo como el océano, me tenían atrapado justo allí, imposible apartar la vista de ella.

Una sonrisa se extendió por su adorable rostro.

—Vamos a hacerlo.

Ella avanzó con entusiasmo, y nos inscribimos en la competencia.

Nos entregaron una serie de pequeños vasos llenos de diferentes bebidas, cada uno con un color y un sabor distinto y más fuerte que el anterior. La multitud a nuestro alrededor estaba llena de energía, y me sentí un poco más tranquilo sabiendo que estaba junto a Addie.

La competencia arrancó cuando el chico del stand grito a la cuenta de tres, y Addie se adelantó a beber el primer vaso.

—Pequeña tramposa. —murmure, mientras buscaba el vaso con rapidez.

Pero a medida que la competencia avanzaba, me di cuenta de que ella estaba tomando los tragos con una velocidad sorprendente. Me sentí un poco preocupado por la cantidad de alcohol que estaba consumiendo, pero antes de que pudiera decir algo, ella me lanzó una mirada desafiante y continuó bebiendo.

—¡Vamos, Maxie, estás quedando atrás! —exclamó, con una sonrisa traviesa mientras levantaba otro vaso hacia mí y hacía como si estuviera brindando.

Decidí seguir su ritmo, aunque con cierta cautela.

La competencia se intensificó y nos encontramos bebiendo más rápido de lo que pensaba posible. A medida que los tragos se acumulaban, nuestras risas se volvían más desinhibidas y nuestra cercanía física se intensificaba.

Finalmente, llegó el momento de anunciar al ganador de la competencia, y cuando el presentador anunció que Addie había ganado, ella estalló en celebración, antes de comenzar a burlarse de mí y de lo lento que había sido.

—Lento. —se rió, abrazándome con ternura. —Increíble como pasas de ser un campeón mundial en fórmula 1, a perder en una pequeña competencia de shot con una chica que mide menos de un metro sesenta.

La apreté un poco más contra mi cuerpo, antes de susurrarle al oído.

—¿Quieres saber en que no soy lento, mijn zonnetje?

Addie se apartó ligeramente, con una mirada traviesa y curiosa en sus ojos azules.

—Oh, ¿En qué no eres lento, Maxie? —preguntó, con una sonrisa juguetona bailando en sus labios, mientras soltaba su tonto apodo con dulzura.

Le devolví la sonrisa, disfrutando de nuestro pequeño y nuevo juego.

—Bueno, tendrás que esperar para descubrirlo, ¿No? —respondí con un guiño, antes de tomar su mano y jalarla suavemente hacia mí.

Ella se acercó, con una chispa de anticipación en su mirada.

Nuestros rostros estaban a centímetros de distancia, y el bullicio del festival parecía desvanecerse a nuestro alrededor, dejándonos solos en nuestro pequeño mundo de complicidad y deseo.

—No me hagas esperar demasiado, eso no sería justo. —susurró, con un tono suave y provocativo que enviaba escalofríos por mi espalda.

La tentación era casi abrumadora, pero decidí prolongar un poco más el juego. Con una sonrisa traviesa, me incliné hacia adelante y deposité un beso suave en sus labios, apenas un roce, antes de apartarme con una sonrisa.

—Solo un pequeño adelanto, cariño. —dije con un tono cautivador, disfrutando de la anticipación en su mirada. —Tendrás que ganártelo el resto más tarde.

Addie río, haciéndome sentir que su risa siendo lo más hermoso que había escuchado en la vida.

—Oh, lo haré, Maxie. Lo haré. —respondió con seguridad, antes de apretar mi mano con la suya y comenzar a guiarme hacia otra parte del festival, ansiosa por continuar nuestra noche.

A medida que avanzábamos entre las atracciones, nos encontramos rodeados de una multitud diversa y animada. Familias con niños pequeños correteaban entre los puestos haciendo todo demasiado caótico y abrumador, mientras grupos de amigos reían y bromeaban juntos.

Era gracioso que ella fuera la que me estuviera arrastrando de la mano hacia las atracciones, más teniendo en cuenta que apenas podía mantenerse en pie por sí sola.

Addie se posó frente a una cabina fotográfica que parece haber llamado su atención desde que habíamos llegado al festival. Estaba decorada como las cabinas antiguas que le daba un aire nostálgico.

Pero ella no se puso a hacer la fila para entrar a la cabina, simplemente se quedó observándola.

—¿Qué sucede? —pregunté confundido.

Ella pareció reaccionar y pestañeó varias veces, antes de mirarme y negar con la cabeza.

—Nada, vamos.

Fruncí las cejas ante su evidente sonrisa forzada.

—¿No quieres que nos saquemos unas fotos?

—Yo… yo no quiero que te sientas presionado a hacerlo solo porque yo quiero. —murmuró avergonzada, sin poder mirarme a los ojos.

Me sentí sorprendido por su reacción.

¿Acaso pensaba que me sentiría presionado por algo tan simple como sacarnos unas fotos juntos? ¿Eso era lo que le había demostrado todo este tiempo?

Me acerqué a ella y tomé suavemente su mano, haciendo que me mirara a los ojos.

—Ey. —llame su atención. —Si tú quieres sacarnos unas fotos juntos, entonces yo también quiero hacerlo.
Su mirada se suavizó, y una sonrisa genuina se formó en sus labios.

—¿Estás seguro?

Asentí con una sonrisa y la guié hacia la cabina fotográfica, metí unas monedas en la ranura, antes de entrar y acomodarnos en el estrecho espacio. Addie se sentó sobre mi regazo, y deslice mi mano por su cintura, para mantenerla lo más cerca de mí cómo era posible.

Sin planearlo, sin pensar en poses o expresiones, simplemente nos dejamos llevar por la espontaneidad del momento. La primera foto capturó nuestras risas y miradas cómplices, revelando la pura felicidad que compartíamos.

Para la segunda foto, Addie decidió hacer una mueca graciosa y sacar la lengua, y yo no pude apartar mis ojos de ella.

Y luego llegó el momento de la última foto. Mientras la máquina contaba hacia atrás, una idea audaz cruzó mi mente. Sin pensarlo dos veces, decidí seguir mi instinto y tomar acción.

Tomé suavemente su rostro entre mis manos y me incliné hacia adelante, cerrando la distancia entre nosotros y capturando sus labios con los míos en un beso.

Mientras nuestros labios se encontraban en ese dulce momento, un pensamiento atravesó mi mente.
Al principio, nunca me hubiera imaginado haciendo algo como esto.

Todos estos años había sido reservado, cauteloso, temeroso de mostrarme vulnerable frente a los demás. Pero con Addie a mi lado, todos mis miedos se desvanecieron.

En estos pocos días ella me había enseñado a vivir en el momento, a seguir mi corazón sin miedo al rechazo o al juicio. Estaba dispuesto a ser valiente, a tomar riesgos y a expresar mi amor de la manera más auténtica posible.

Con ella, me sentía libre, completo, más yo mismo de lo que jamás había sido.

Cuando nos separamos, nuestros corazones aún laten al unísono.

Y mientras salíamos de la cabina, nuestras manos entrelazadas y nuestras sonrisas radiantes, supe que siempre recordaría este festival como el día en que dejé de temer y comencé a amar con todo mi ser, gracias a la mujer increíble que tenía a mi lado.

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