Búscame en el agua

De remolatxa313123

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Han pasado tres años desde que Anlieese ganó los 72 Jueos del Hambre. Tres años desde que se vio obligada a m... Mais

1: La vida de un vencedor
2: La segunda cosecha
4: El desfile
Nota del autor
5: El entrenamiento y los vigilantes
Capítulo 6: La entrevista
7: El agua
8: Lluvia de sangre

3: Una profunda charla con Johanna

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De remolatxa313123


 Cuando llegamos al Capitolio, lo vi exactamente como lo recordaba. A la hora de la cena, todos los tributos estábamos en la misma sala: ese ático con vistas a la ciudad... era tan bonito que lo odiaba. Me fijé en la mesa del Distrito 12. Ahí estaban: los tragicos amantes del Distrito 12. Menudo asco. Era todo mentira.

—Veo que disfrutas de la cena —dijo una voz conocida a mis espaldas. Me giré para encontrarme con la chica con la que había hecho amistades en los últimos eventos que había tenido en el Capitolio desde que gané mis juegos: Johanna Mason. Era un año mayor que yo, y había ganado los juegos anteriores a los míos. Johanna sonrió, y yo también lo hice.

—Podría decir lo mismo de ti —respondí.

—Bueno, he tenido mejores cenas —dijo ella, mirando a su alrededor— ¿Preparada para volver a la arena?

—Oh, si. No puedo esperar a que me maten.

Johanna se rió, y yo me reí con ella. Luego, me miró más seriamente.

—De verdad piensas...

—Si. Sobre todo ahora que tenemos que proteger a la Chica en Llamas.

—Ugh. No me hables de eso. No lo soporto. Aunque creo que está bien participar en este plan. Alguien tiene que pararle los pies a Snow.

—Desde luego. —Johana asintió— Yo no pienso morir. Solo le salvaré el culo hasta que vengan los aerodeslizadores de rescates.

—¿Y qué hay del chico? —pregunté— Nadie me ha dicho nada de él.

—A mí tampoco. A los rebeldes solo les interesa ella.

—Menuda pena —dije con sarcasmo.

—Mmh. —fue la única respuesta de Johanna— Sabe Matt...

—Si. —dije, mirando hacia mi mesa. Raldo estaba sentado con Scott y Matt. Como Matt no había tenido acceso a sus medicinas durante varias horas, le estaba dando una especie de ataque nervioso y lo estaban intentando tranquilizar— Aunque no creo que entienda muy bien lo que significa. No vive en este mundo.

—Me han dicho que tú tampoco.

—Bueno, estoy intentando mantenerme fuera de la bebida para esto.

—Ya. —Johanna le robó un trozo de pastel a un camarero que pasaba y se lo metió en la boca—Al menos tenemos una semana entera para aprovechar esto.

—Aprovechar... —dije, robándole una copa a otro camarero que pasaba— ¿Sabes lo que es esto? Lo utilizan para vomitar y seguir comiendo.

—Y luego nos tienen muertos de hambre en nuestros distritos.

Observé esa bebida y la eche al suelo, mojando la alfombra.

—Me voy —dijo Johanna, sin darle importancia alguna a lo que acababa de hacer.

—Hasta luego.

Johanna se giró para volver a su mesa, pero se detuvo para mirarme una última vez.

—Vente a mi ático esta noche. —dijo— Había pensado ver los juegos de nuestros contrincantes, pero hacerlo sola es aburrido.

—¿No te acompañará tu compañero de distrito?

—No, la verdad es que no.

—Está bien. Apareceré sobre las diez.

Me despedí de Johanna para volver a mi mesa y terminar la cena. Le avisé a Raldo sobre mi futura visita y el asintió diciendo que me venía bien aliarme con ella. Pasé por la habitación durante un rato, y a las diez menos cuarto me fui al ascensor para bajar a la planta donde se alojaba Johanna.

Llamé a la puerta. Una avox me abrió y me condujo hacia dentro. Tanto su mentor, escolta como compañero de distrito me ignoraron, y Johanna, vestida en una bata verde, me indicó que la siguiera a otra pequeña salita con una pantalla.

—Ponte cómoda, tenemos videos para rato.

Me senté en el sofá azul y encendí el televisor.

—¿Orden por distritos? —pregunté.

—Como quieras. —respondió ella, sentándose junto a mí, bebiendo de un vaso de vino.

—Está bien, empezamos por Gloss.

Vimos los Juegos de Gloss, o más bien, un resumen de ellos. Así pasamos por varios tributos. Los juegos de Johanna fueron sin duda uno de los más sangrientos. Ella se había reído cuando vio su cosecha, donde una Johanna más joven no dejaba de llorar. Pero Johanna no había dicho ni una sola palabra más hasta que cambiamos a ver los juegos de los tributos del 8, y fue comprensible. La admiré, porque al final de sus juegos, cuando ella asesinaba brutalmente a todos esos profesionales, Johanna no había quitado la mirada de la pantalla. Ni un solo instante. Y había algo en su mirada, en esos ojos que irradiaban fuego, que no supe describir.

Tampoco decidí preguntar.

—Los siguientes son los tuyos —dijo Johanna cuando terminamos de ver los juegos de Matt.

—Ponlo de una vez y termina con esto.

Johanna se rió, y el día de mi cosecha apareció. Tres años atrás, había tenido dieciséis. Me vi obligada a ver cómo mi antigua escolta Ninna llamaba mi nombre, como las cámaras intentaban encontrarme, y cómo Eliza me empujaba hacia el público para después terminar con un puñetazo de mi parte.

Luego Anlieese de dieciséis años subió hacia el escenario en su vestido amarillo, y despues llamaron a Rupert.

Rupert.

Verle en la pantalla otra vez era muy duro. No me había olvidado de su rostro, pero verlo en la grabación hacía el recuerdo más brillante. Podía notar la mirada de Johanna sobre mi, pero decidí seguir mirando y mantenerme fuerte, tal y como había hecho ella.

Todo iba medianamente bien, hasta que empezaron los juegos. Me vi corriendo con Rupert y Bonnie. Cuando nos habíamos refugiado y nos habíamos dividido los trabajos, Bonnie había estado buscando todas las jaulas de noche. Las guardó en el bolsillo, y luego se nos vió a Rupert y a mi susurrar. La conversación podía escucharse. El público había sabido los planes de Bonnie.

Y luego llegó la noche, y la colgué del árbol. Bonnie murió y la gente del Capitolio había empezado a donar su dinero para darme una red de pesca. Y luego apareció Voltt, el antiguo compañero de Distrito de Bonnie quien había estado colaborando con ella. Voltt vió el cuerpo de Bonnie en el árbol, se vió nuestra conversación tal y como había pasado, y Voltt salió corriendo.

Hasta que el niño se encontró con los profesionales. Les contó sobre nuestra ubicación y ellos lo mataron. Pero para cuando los profesionales llegaron, Rupert y yo ya nos habíamos marchado.

—Tuvisteis bastante suerte. —dijo Johanna en la oscuridad. La miré. El brillo de la luz de la pantalla iluminando su cara.

—Si.

Johanna me miró pero volvió su atención a la pantalla enseguida. El resumen siguió pasando hasta que llegó la parte que más temía: cuando los profesionales nos veían. Y esa chica del 2, Immelde, le daba a Rupert en la pierna con una de sus flechas. Después nos escondiamos en la cueva, y ya no se nos veía más.

Había podido ver lo que habían estado haciendo otros tributos. Algunos habían sido perseguidos por las trampas de los vigilantes. Eso era lo que solían hacer si no les dabas espectáculo.

Y pasó el tiempo, hasta que llamaron a por el banquete debido a que no estaba pasando nada, y los profesionales se marcharon, y yo salí fuera con el cuerpo de Rupert. 

Cesar Flickerman salió en pantalla, muy emocionado.

—¡Tenemos un giro en la trama, señoras y señores! Parece ser que nuestra querida chica sangrienta del Distrito 9 ha matado no sólo al que es su compañero, sino su mejor amigo. "La persona que había estado cuando no tenía a nadie", según sus palabras. Más o menos. —Cesar sonrió, mientras en la televisión enfocaban más la imágen donde yo dejaba el cuerpo de Rupert. No enfocaron mi rostro ni un segundo. No les dió la gana de enseñar ninguna de mis lágrimas.

—No hay que subestimar a los más pequeños, Cesar —dijo Claudius.

—Desde luego que no. ¡Enviad vuestras donaciones a Anlieese del Distrito 9! Ella si sabe darnos buenos juegos. Es la mismísima esencia de lo que son.

Y una vez más, lloré. Esta vez en silencio, para que Johanna no se diera cuenta. Pero la idea de pensar que la familia de Rupert había visto las imágenes de esa manera me rompió el alma. Y aun así se habían atrevido a creerme. Nunca había estado más agradecida hacia alguien.

—Lo querías demasiado.

Una vez más giré mi cabeza para encontrarme a Johanna mirándome.

—Demasiado.

—La primera vez que te vi en persona dudé de ti, porque esto es lo que se me vino a la cabeza. —Johanna señaló la televisión con la mano derecha— No tardé mucho en darme cuenta de que eras como yo: un perro rabioso para el Capitolio, pero un cachorro perdido por dentro.

—¿Por qué no puedo superarlo? —lloré— Quiero dejar de sentirme triste cada vez que pienso en él, quiero dejar de sentir este vacío cada vez que salgo a pasear.

—Ese tipo de muertes no se superan, Anlieese. —dijo Johanna, mirando al techo— Aprendes a vivir con ellas. Con el tiempo, lo asumes. Pero nunca vas a dejar de sentirte mal por ello. Especialmente cuando te sientes culpable.

Por primera vez miré a Johanna como alguien más aparte de una amiga con quien hablar en los eventos de los mentores. Los demás me habían contado su historia: Snow había matado a su familia después de que ella se hubiera negado a prostituirse para el Capitolio. Yo solo había perdido a Rupert por culpa de los juegos, pero Johanna había perdido a una familia entera.

—Tienes suerte de que Snow no tuviera con qué amenazarte en cuanto saliste de los juegos. —me dijo.

—Tampoco creo que el Capitolio me considerase deseable.

—Es mucho mejor así.

—Si.

Mi mirada se volvió a la pantalla, pero ya no podía prestar atención a nada, sobre todo por lo que me había dicho Johanna.

—Te preguntarás por qué te estoy haciendo ver tus propios juegos cuando no los necesitas para la estrategia. —soltó ella mientras Claudette acababa con la vida de Immelde.

Me quedé en silencio. La verdad es que no se me había ocurrido pensar eso.

—Debo ser una amiga horrible: aquí sentada, reviviendo todos tus traumas como si nada.

Más silencio. No sabía a qué punto quería llegar Johanna.

—Te quiero enseñar a verte desde la perspectiva del Capitolio. Porque esto es la visión que tienen de ti, y creo que viene bien saberlo, serpiente.

—No me llames eso.

Johanna se rió.

—Es un mote que te sienta muy bien.

—Pues lo odio.

—Está bien —volvió a reírse Johanna, levantando las manos en modo de disculpa. Justo entonces mi yo de los juegos empujó a Minerva del árbol y la mató—¿Ves? Serpiente.

—No tenía mucho sentido seguir en esa alianza.

—No. Esa chica fue bastante estúpida.

Claudette del Distrito 1 no tardó mucho en matar al chico del 2, Viktor. Era peor de lo que había imaginado. Claudette había acuchillado a Viktor una vez, lo que había hecho que el chico cayera al suelo, y luego le clavó su espada en los ojos. Primero en uno, y luego en el otro.

Luego terminó con el final: yo cortando la mano a Claudette mientras ella caía en el fondo de ese lago helado y se ahogaba, o se desangraba, o las dos cosas a la vez.

Nos quedamos viendo la pantalla en negro. Solo nos quedaba ver los 74 Juegos del Hambre, pero había sido el año pasado y no nos hacía falta recordar lo que había pasado.

—¿Qué pasó en esa cueva? —preguntó Johanna— Me has contado muchas cosas sobre ti, pero nunca me has explicado que sucedió ahí.

La cueva donde había matado a Rupert. No había habido cámaras dentro y nadie supo lo que realmente pasó. Por eso, los vigilantes se habían ocupado de poner una cámara en la cueva que se encontró en los juegos de Katniss y Peeta, para que la audiencia no se perdiera nada.

—Rupert estaba muy mal. Así que le quité la flecha de la pierna, y le hice una venda improvisada. —empecé— Tuvimos conversaciones... profundas. Luego se puso peor. ¿Te acuerdas de cómo estaba Peeta el año pasado? Imaginatelo peor, y sin acceso a los patrocinadores porque los profesionales están esperando fuera a que salgas. No había forma de salir de ahí. Y llegó un punto en el que...

—¿En el que qué?

—En el que Rupert me pidió que lo matara. —Johanna me miró como diciendo "me lo imaginaba" —. Y yo me negué. Y discutimos, y puede que nos besaramos.

Lo último lo dije con intención de aliviar un poco la tensión, pero Johanna no se había reído ni un poquito. De hecho, me miraba con más intensidad todavía.

—Y luego... bueno, lo terminé matando. Me dijo que estaba siendo egoísta si no lo hacía, y tenía razón. Así que una vez después de matarlo, me quedé al lado de su cadáver el resto de la noche, hasta que anunciaron el banquete y los profesionales se marcharon.

—Me imaginaba que algo así habría pasado. —asintió Johanna, ahora mirando a la nada— Menos lo del beso.

—¿No era obvio?

—¿El qué?

—Bueno, era literalmente la única persona de mi edad con la que me hablaba. Las probabilidades de que hubiera algo eran muy altas.

—No digo eso. Lo que quiero decir es... ¿Quién rayos se besa en medio de Los Juegos del Hambre?

—Pregúntaselo a los tortolitos del 12.

—Por eso no te gustan. Porque te recuerdan a lo que podríais haber sido vosotros.

—Rupert y yo nunca habríamos sido así. No tendríamos que haber actuado.

Johanna asintió.

—Perdiste a tu abuela también, ¿verdad?

—Uh si. Eso fue dos años antes de mis juegos.

—¿Con catorce?

—Si.

—¿Cómo se llamaba?

Sonreí. Me alegraba de que Johanna preguntara. A diferencia de Rupert, hablar de mi abuela me traía paz, más que agobio y sufrimiento.

—Annisia.

—Es muy parecido al tuyo.

—Creo que mis padres lo hicieron a posta.

Johanna sonrió. Ella en cambio, no me contó nada de su familia. Yo tampoco quería forzarla. Quien sabe hasta qué punto estaría preparada para hablar. 

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A/N: Holaaaa! Se que he tardado en sacar el nuevo capitulo, pero he estado enferma por un tiempo y no he podido seguir :( Pero ya he vuelto y aquí os dejo el 3er capítulo. Espero que os guste. 

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