Alas De Fuego, The Last Princ...

Door Dragonempress_

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Basado en Alas de sangre de Rebeca yarros🐲🔥 (Continente original charter) -Mención a elementos de juego de... Meer

Antes del anochecer
Dos
Cuatro
Anochecer
Seis
Siete

Puesta de sol

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Door Dragonempress_

—Y esa es la historia básicamente— explicó levantando una mano desinteresadamente, mientras con la otra sostenía su helado en paleta de durazno, era su favorito, aunque se estaba derritiendo gracias al calor de la estación, estaban viendo de frente el atardecer sobre el balcón de piedra y hierro de la antigua casa de la albina, de pequeñas solían ir a jugar a ese lugar ya que se encontraba abandonado pero los espléndidos jardines seguían siendo ridículamente enormes, cosa que aprovechaban para corretear y explorar desde que tenía memoria para recordar.

—Casi me terminan desheredando— afirmó con la boca llena de helado, un gesto para nada permitido para ella y su rango.

—Una lástima que no lo hayan hecho— bromeó su amiga mordiendo un pedazo de su helado manteniendo la vista fija en el horizonte a lo que se gano un codazo por parte de la albina.

—Psicopata— expresó la princesa al ver como su estimada amiga mordía el helado en vez de comerlo normalmente.

Había quedado en verse en su antigua casa ahora abandonada, casi derrumbada por el fuego y las cenizas pero su estructura aún quedaba de pie, no sabía como, ya que el daño debería hacerla caer en pedazos, aún así seguía sosteniéndose, testaruda y tosca como ella y su familia lo fue alguna vez; tal vez la casa había heredado eso de ellos, tal vez por eso le seguía guardando aprecio y la seguía visitando a pesar de estar al borde del colapso, tal vez aún se sentía como su hogar, como el hogar de verdad que alguna vez fue.

Ambas tenían un código secreto que inventaron durante su niñez; consistía en dejar la flor favorita de la otra en la correspondencia de la otra, eso significaba que debían reunirse lo antes posible en su punto de encuentro así nadie sabría su significado oculto ante tan inocente gestó.

—Mi padre casi sufre de otro ataque al corazón y mi hermano me culpo de su estado— siguió relatándole lo acontecido hace algunas horas en el palacio.

—¿Y no entiendes porque?— le preguntó indignada mirándola con reproche, no comprendía como podía hablar tan tranquilamente del asunto sin siquiera alterarse un poco, en ocasiones creía que su amiga no poseía emociones ni sentimientos al no alterarse por nada, bueno la única forma de que se alterara era si le tocaban su comida, o cosas personales sin permiso; fuera de eso siempre estaba tranquila con un semblante inexpresivo.

—Por supuesto que lo entiendo, pero que ¿puedo hacer?, Alic ya esta muerto, no puedo revivir personas— suspiró cerrando los ojos recordando a su impulsivo hermano mayor, Alic fue el segundo hijo de su padre, era gentil con ella pero su testarudez e inmadurez dejaban mucho que desear, no mentiría diciendo que era una buena persona y mucho menos una ejemplar porque era todo lo contrario a ese adjetivo calificativo; pero eso no lo exoneraba de ser su hermano mayor y que lo apreciaba bastante, de hecho fue el primero en reconocer su fuerza y mostrarle algo de calidez humana en ese horrible lugar llamado palacio.

Cuando su padre la llevo a palacio por primera vez y la presentó con sus hermanos. Tarn ni siquiera se había dignado en asistir, Halden estaba de gira por el reino, Alarec la ignoro rotundamente y Cam estaba llorando por su nana, pero Alic se acercó con una enorme sonrisa hasta ella como si se hubieran conocido de toda la vida y le preguntó, "Veo que eres fuerte, ¿como te llamas niña?"

"Andra" contestó sin muchos ánimos diciéndole su apodo y no nombre completo, en ese entonces, su madre estaba peleando en el frente, junto con su familia, era una de las mejores jinetes de dragón del reino y comandaba la legión de oeste en la rebelión tyrrish pero la mandó junto a su padre para que estuviera a salvó, ella había crecido en el frente de guerra así que no entendía porque la mandaba de un momento a otro junto a un hombre que jamás había conocido diciéndole que era su padre, llevándola a un extraño lugar junto a todas esas extrañas personas a las que parecían no agradarles por las miradas y comentarios despectivos que le hacían.

"Soy Alic, Andra, tu hermano mayor" se presentó cálidamente "Esto es una mierda, ¿no?" preguntó sonriendo al verla fruncir el ceño confundida; a lo que ella solo asintió tímidamente estando de acuerdo su afirmación, aún agarrándose de las túnicas de su nuevo padre que le sostenía la mano.

"¿Sabes usar un cuchillo?" Le preguntó divertido poniéndose en cuclillas para estar a su altura. Ella asintió de nuevo sin mirarlo.

"Bien" afirmó. "Necesitarás mucho de eso estando aquí". La aconsejo. "Eres linda pero eso no te salvará la vida" levantó su dedo indice "Y, regla número uno, siempre debes mirar a tu contrincante fijamente a los ojos, así les infundes temor que llega al corazón" tomó su pequeño mentón haciendo que mire sus verdosos ojos que asemejaban el brillo de las esmeraldas, al igual que su padre y hermanos haciéndola sonreír, hablaba como el general Carsen cuando le enseñaba donde debía apuñalar a los hombres si se les acercaban y eso se le hacía familiar. Le gustaba. No era fingido ni forzado. Como todo lo demás en ese lugar. "No olvides eso nunca". "No lo haré señor" contestó firmemente con una pequeña sonrisa.

"Tienes unos muy buenos ojos, no dejes que te los quiten" elogio el color de sus ojos desordenando su cabello con la palma de su mano. Como los de su madre eran violetas y también había heredado el mismo cabello albino característico de su familia materna. Cosa que la desparentaba totalmente con la familia real y muchos encontraban eso conveniente para esparcir rumores sobre su ilegitimidad o tal vez sin parentesco alguno.

"Tranquila no tienes nada que envidiar de esos zoquetes" afirmó cuando la pequeña poso su mirada en sus demás hermanos.

"Eres mucho mejor que ellos", "Estarás bien, no te preocupes", esas fueron sus últimas palabras antes del salir del salón aquel día en donde por primera vez lo vió.

Eso la lleno de nostalgia, recordar a su hermano mayor que ya no estaba, Alic era testarudo e impredecible pero seguía siendo su sangre, además quien no debería estar loco para querer ir a la academia de jinetes, en su opinión era un requisito importante para poder si quiera contemplar la idea de ir y mucho más si uno quiere sobrevivir en ese lugar. Recordó su primer regaló hacia ella fue un cuchillo dentado con la hoja de color rosa al igual que el vestido que llevo ese día, le aconsejó probarlo con los separatistas de la corte, una sonrisa se le escapó al recordar sus palabras. Ay Alic, si tan solo no hubieras sido tan cabezota, suspiró.

—Me imagino su sorpresa, no es algo fácil de digerir. Mucho menos cuando ya perdió un hijo en esa academia y ahora su hija favorita le dice que también irá al mismo horrendo lugar— respondió su amiga sacándola de sus recuerdos.

—¿Desde cuando defiendes a mi padre?, Siempre despotricas por el— la miró incrédula sin creerse ninguna de sus palabras ya que siempre lo estaba criticando en todos los aspectos.

—¿Por qué quieres ser jinete de dragón Andra?— evadió la pregunta haciendo otra, colocando uno de sus mechones marrones con blanco en las puntas detrás de su oreja por la brisa que los despeinaba.

—Hasta donde sabía unos meses atrás, irías a infantería de nuevo— era cierto, hace algunos años fue a infantería; pero fue porque su hermano mayor Halden la llevó con el propósito de enseñarle como estaban las cosas actualmente en la guerra, queriendo convencerla de que cuando cumpla la edad se les una en el frente, ahora Hal ya tenía el rango de Teniente Coronel luego de algunas hazañas en batalla, hazañas que hacían que su padre alardee horas de su primogénito, estaba harta de escucharlo.

—Seré jinete al igual que mi madre, mi familia y hermano mayor, Alarec ahora es lider del ala tres— afirmó con orgullo hinchando el pecho, haciendo relucir el escote de su vestido blanco estilo imperial, con el cual escapó de su clase de etiqueta y protocolo; probablemente su institutriz la golpearía al saber que también se saltó sus clases de piano y danza del día de hoy y mucho más aún, al saber que lo hizo con un vestido de fiesta ensuciándolo de tierra y polvo.

A diferencia de ella su amiga llevaba unos pantalones negros que se veían muy cómodos y una remera blanca básica, un estiló muy militar, y una botas caquis con su pelo sujetado por una media cola dejando el resto de su cabello bicolor suelto, la envidiaba por poder vestir lo que quisiera sin ser perseguida o disciplinada por ello, era un privilegio del que no gozaba.

—No sabes mentir— afirmó volviendo a su posición inicial terminando su helado.

—Si, soy un asco haciéndolo— admitió sin esfuerzos, nunca le agradó la idea de mentir así que no era un secreto para nadie que no sabía hacerlo y no se esforzaba en aparentar que sabía.

En realidad no se trataba de una cuestión moral ni nada parecido, le daban igual esas tonterías sentimentales según su criterio, en realidad era simple pereza, ya que al mentir uno debía seguir ese hilo y actuar cosas que no existen enredándose y haciendo crecer ese hiló, cosa que tomaba mucha energía y esfuerzo que no quería invertir en algo tan banal y superficial.
Prefería la verdad aunque a los demás les molestase, en especial si eso le convenía para sacar provecho de ello, así que hacía uso de ella todo lo que pudiera.

—Si no lo quieres decir está bien, pero solo te advierto que tengas cuidado, podrías morir por eso también— mordió de nuevo el helado

—Me conoces bien— sonrió suavemente posando sus mejillas por la baranda de metal del balcón fijando su vista en la puesta de sol.

—Ambas somos los polos opuestos— concluyó su amiga suspirando

—¿Porque?— preguntó sin entender.

—Tu te enlistaste en secreto porque querías ir a la academia y a mi me obligaron hacerlo—

—Si vas a empezar a llorar me temo que voy
a— fue interrumpida por un coscorrón en la cabeza

—¡Auch!— se sobo la zona afectada inmediatamente

—¡Me dolió!—

—Nunca tienes empatía hacia los demás, siempre es lo mismo contigo — le recriminó enojada cruzándose de brazos

—¿Crees que necesito empatía teniendo esta sonrisa y estos ojos?— preguntó pretensiosamente sonriendo y pestañeando excesivamente mientras y le mostraba la cara más tierna que tenía.

—Creo que eres insufriblemente resplandeciente pero—

—¿Me estas coqueteando?—

—Debo decirte que no eres mi tipo Violet, me gustan más... altas—

—¡Eres una!— comenzó a estirar de sus cachetes con toda su fuerza

—¡No!, si los tocas crecen genio!. ¡¡¡No lo hagas!!!— tomo las manos de su amiga separándolas rápidamente de su rostro, comenzando a masajear sus adoloridas mejillas. No quería que se caigan antes de tiempo, cuidaba con mucho énfasis su rostro y piel para no envejecer a temprana edad.

—Iba a decir que eres un lobo con piel de cordero—

—Yo no soy ningún lobo, soy un— se defendió sintiéndose ofendida pero fue interrumpida

—¿Una Serpiente?—

—No— achino sus ojos cansada de que la llame así

—¿Culebra?— preguntó animada molestándola aún más.

—Es casi lo mismo—

—Soy un dragón, ¿no ves lo linda que son mis escamitas?— preguntó con voz suave y tierna sonriendo una vez más moviendo exageradamente sus hombros apartando su larga y ondulada cabellera para que unas diminutas escamas blanquecinas al igual que su pelo brillaran radiantes como diamantes debajo del sol del verano, eran como pequeños lunares esparcidos en la parte superior de su hombro, como si esos diamantes excepcionalmente pequeños fueron incrustados en su piel cuidadosamente en un patrón extendido por la superficie. Centellaban con cada movimiento que hacía.

Había nacido con ellas, los curanderos decían que era algo normal en su familia por la magia de su sangre. Había registro de sus parientes que nacían con escamas más grandes y de forma unida, garras o incluso alas, pero eso ya era muy difícil de imaginar, nunca había conocido un pariente suyo que se viera de esa forma, decían que era por la magia de sangre que se usaron sus antepasados hace cientos de años para vincularse con los dragones desde el nacimiento y Hexaeryon el primer dragón, los había ayudado a sellar ese enlace, eran suposiciones más bien o tal vez cuentos.
Sabía que su familia uso magia valirya hasta magia profana y prohibida para lograr muchas cosas; pero no le constaba que lo hubieran hecho para unirse a los dragones desde el vientre de las madres, era poco creíble si se lo preguntaban.

Tal vez y sea algún tipo de maldición o alguna condición mágica de la que padecía, pero poco le importaban ya que se veían lindas y eran únicas, era superficial y vanidosa, no lo negaría.

—Deja de presumirlas, las serpientes también tienen escamas para tu información— aparto su vista hastiada se las restregaba desde que se conocieron.

—Tu presumes tu cabello y no te digo nada— la acuso con una radiante sonrisa irritablemente molesta.

—Lo presumo porque es algo único, ¿conoces a alguien más con un cabello así?—
—Es mi distintivo y lo presumiré todo lo que quiera alteza— afirmó con sarcasmo.

—Buuuu— abucheó tirándose encima con los brazos estirados derribándola por completo con su espalda encima del pecho de ella.

—¡AAAH!— gritó al estamparse contra el piso siendo aplastada por su amiga
—¡Muévete, pesas una tonelada!!!— aparto el cabello blanco que le tapaba todo su rostro hasta había entrado en su boca y ojos

—¿Me dijiste gorda?— preguntó ofendida tomándose su pecho sobreactuado de manera.

—Eres gigante, ¡¿que no ves?!—

Rodó los ojos molesta siendo empujada sin cuidado alguno por violet hacía un lado mientas ella se quedaba inmóvil a propósito para que le costara más moverla, solo media uno con setenta y cinco no era para tanto, que exagerada, pensó. 

—Volviendo a nuestro tema de conversación— habló luego de unos instantes recomponiéndose de su caída acomodándose su ropa y cabello.

—¿Que hay con eso?— preguntó indiferente mirando el techo aún tirada en el suelo de madera del balcón sin intenciones de moverse.

—¿No quieres escucharme cierto?—

—No es eso— estiró su cuerpo desperezándose.

—Es, solo que... te quejas y quejas y no haces nada al respecto Vio. ¡Si!, tu mamá te enlisto en contra de tu voluntad pero puedes decidir no ir o escapar del país, fingir tu muerte y unirte a los escribas, cientos de cosas más, y no es excusa decir que te llevaría de lo cabellos hasta el cuartel si no vas— le dijo sentándose de nuevo para mirarla a los ojos, era lo que pensaba ya que desde que se enteró que iría a la academia de jinetes no paraba de quejarse del asunto día tras día sin descanso pero tampoco parecía disgustarle del todo porque no hacía nada al respecto, iba a todos sus entrenamientos y se estaba esforzando mucho para hacerse fuerte, ejercitaba desde el amanecer hasta el anochecer. Así que no comprendía porque se quejaba si iría de todas formas o tal vez sus personalidades eran muy diferentes como dijo desde un comienzo.

—Lo lamentó, pero sabes que no me gusta la gente quejumbrosa e indecisa y te haz vuelto una últimamente— tiró el palo de su helado al aire cayendo en él verdoso césped debajo del balcón.

—Si quieres probarte algo a ti misma sólo hazlo y ya— No tenía pelos en la lengua y eso no era un secreto, dicen que la sinceridad conserva la amistad y ese era uno de sus tantos talentos.

—Tu eres más quejumbrosa que yo— le dió una mirada mordaz — Y no podría escapar de mi madre ni si muriera, encontraría la forma de revivirme y llevarme a la academia jalándome de las greñas—

—¡Agh!— se tomó la cabeza con frustración ante sus afirmaciones.

—Eres demasiado sumisa, te falta iniciativa— argumento estirándose de los pelos. Despeinándose en el acto.

—¡Ponle más ganas y energía violet!— la animo alzando un brazo y su tono de voz.

—Yo no soy sumisa— volteó ofendida a mirarla

—Porque eres sumisa, te ordenan que hacer, eres muy pasiva amiga mía, déjame decírtelo— explicó recibiendo otro golpe en las costillas

—¡Ay!, ¡Ya deja de golpearme!, que necesidad hay de usar la violencia?, ¡¿Ah?!, ¿acaso no puedes comunicarte civilizadamente?, ¿que eres un animal salvaje?!—

—La gente se entiende hablando— quiso ser pacifista

—¿Además de que sirve tener empatía?, eso no me da de comer— se limpió su vestido

—Pero los impuestos del pueblo si—

—Tsk,— chasqueó la lengua molesta mirándola dé reojo, ¿quien se creía para recriminarle eso?, no era su culpa que haya nacido como una plebeya.

—Y a ti que te importa, no pagas impuestos ni siquiera cumples con la estatura para subirte al mirador real del palacio— la molestó sacándole la lengua.

—¡Soy mayor que tu!, ¡Respétame!— le exigió enojada, viendo como su rostro se tornaba rojizo y las venas le saltaban

Se preguntaba donde le cabía tanto enojó porque por su estatura no era.

—Vamos, vamos, no te enojes— trato de calmarla —Tu me haces bromas peores ¿pero yo no puedo?, Eso no es justo política y moralmente hablando— quiso apelar a su lado de escriba.

—¿Estas segura que quieres hablar de lo política y moralmente correcto cuando tu padre es el rey; siendo la epitome de la pirámide de la estructura social opresora del pueblo?—

—¿Quien más apropiado que yo para hacerlo?!, al pan, pan y al vino, vino y yo me lo tomo tinto!— no podía tomarse nada enserio, sonriendo afirmó su frase filosófica recientemente inventada.

—Así no es— habló con tono pesado tapándose los ojos de la frustración, queriéndola corregir pero poco había por hacer por ella.

—Esta es mi versión— se apunto con su pulgar pero solo la vio con el ceño fruncido suspirando y volviendo su mirada seria hacia la puesta de sol

—Vamos, estoy tratando de animarte pero me haces difícil mi trabajo de mejor amiga—

—¿Quien te dijo que eres mi mejor amiga?— preguntó desinteresadamente sin mirarla

—¿EH?!— abrió los ojos completamente de la sorpresa ante esa masiva que no esperaba.

—El que te dijo eso, te mintió— sonrió de lado.

—¡Fuiste tu!, cuando tenía diez años—

—No lo recuerdo, seguramente lo soñaste— movió su mano en un ademán perezoso.

—No encontraras a alguien más que soporte tu horrible carácter como yo— se volteó ofendida cruzándose de brazos ahora ella.

—Pídeme de nuevo que te deje entrar a la biblioteca real, pondré un cartel con tu foto de prohibida la entrada—

—¡Mejor amiga!,— se tiró abrazarla fingidamente —Solo estaba bromeando no te pongas así— la apretujó más.

—¡Sabes que yo te quiero mucho!— afirmó sin sentimiento en la voz con tono chillón tan falso como cuando su padre la obligaba a ella y Tarn hacer las pases y decirse lo mucho que se querían.

—Solo me usas por mis privilegios— resopló
—Como todos— la miró despectivamente.

—Eso no es del todo mentira— admitió sin remordimientos.

—Pero— alzo su dedo índice cerrando los ojos a punto de alegar a su casó

—Mi mamá decía que toda palabra que venga después de un pero eran puras patrañas y mentiras—

—Muchos estudiosos y escribas estarían en desacuerdo con esa afirmación—

—Eres de mecha corta Vio— declaró apartándola de su lado delicadamente —Al igual que— la miró formando una sonrisa sarcástica

—No lo digas— la amenazó con su índice hacia ella.

—Tu estatura— se levantó y comenzó a correr siendo perseguida por su pequeña amiga por todo el interior de la casa que estaba por caer sobre su misma estructura.

—¡Vas a ver princesita mimada!— la amenazó gritando molesta cosa que solo la hizo reír aún más.

Cuando llego el momento de bajar las escaleras se deslizó sentada por el barandal de madera quemada ocasionando que este se vaya rompiendo conforme se iba deslizando de lo dañado que estaba, la madrra crujía estrepitosamente mientras iba deshaciéndose.

—¡Eso es trampa!— le gritó desde arriba viendo como se derrumban las escaleras y tendría que saltar o ingeniárselas para llegar el piso de abajó y atraparla.

—¡Vamos!, ¿No que era muy rápida señora velocidad?!— la desafió con una enorme sonrisa.

—Soy más rápida que tu usando un vestido y tacones— le mostró su lagrimal izquierdo a modo de ofensa sacándole la lengua también.

—¡Voy arrancarte esa lengua con mi daga!—

Bostezo actuando estar cansada de esperarla a ella y sus amenazas, mientras recostaba su espalda por el marco de la puerta que daba al exterior de la vieja mansión, cosa que solo hizo que su amiga se ponga de un tono rojizo por la rabia que la estaba haciendo sentir.

Vio como se lanzó hacia las cortinas hechas retazos haciendo que caigan junto a ella en el suelo levantando todo el polvo e insectos que amortiguaron su caída.

Violet no se levantó y tomaba su tobillo con aparente dolor en el rostro con una mueca curvada.

—No me digas, ¿te rompiste algo?— preguntó con obvia ironía en su voz.

—Mejor cállate y ven ayudarme—

—Si, si, lo que digas— despego su espalda de la puerta.

—Es tu culpa después de todo—

—No es mi culpa que seas frágil, no soy tu mamá, yo no te hice—

—Ay violet, debes tomar más calcio o vitaminas— la molestó

—Tomo mucha leche, trató de incluira en todas mis comidas— admitió tomándose de su pie adolorido.

—La leche no sirve en humanos— bajo sus hombros cansada.

—Que tonterías dices, está comprobado por los estudios de los escribas que—

—Tiene un componente que hace endurecer los huesos de los terneros rápidamente para que puedan mantenerse de pie, de ahí salió el mito, pero solo sirve en terneros— la interrumpió.

—En los humanos solo da grasa y destruye el estómago junto a los intestinos por la lactosa que tiene ya que es difícil de digerir para nosotros— explicó con obviedad

—Pensé que estudiabas— suspiró cerrando los ojos.

—¿Ah?!, ¿eso es enserio?, ¿Y porque dicen?—

—Ignorancia colectiva me imaginó o un buen marketing— se agacho para ayudarla.

—Cosas de plebeyos— le extendió su mano para que la tomara y se levantara del suelo

Pero al verla de cerca no detecto ninguna herida ni fractura, no tenía absolutamente nada. Mierda cayó en su trampa.

—Eres una embuster— no pudo continuar ya que su amiga la había tomado del brazo tirándola al suelo en un solo movimiento.

—¡Té tengo!— gritó al tenerla debajo suyo en una llave tipo hakade-hime que le había enseñado hace mucho tiempo, servía con oponentes más grandes y fuertes que uno mismo al envolver el brazo derecho en el cuello, Pisar ambas manos de tu oponente con los pies mientras este se encuentra de espaldas y con el cuerpo hacer presión en la columna vertebral para que no se mueva de lo contrario se podría fracturar.

Era algo sádico pero ella aprendió a luchar solo de esa forma desde pequeña cuando su madre la despertaba por la madrugadas para entrenar mientras vivian en el frente.

—¡¡¡Esto es trampa!!!— ahora gritó ella enojada.

—Fingir estar herida porque siempre te lastimas, eso no es limpio— tosió al sentir que apretaba más su agarre en la garganta.

—Se llama estrategia princesita—

—¡No me vas a ganar!— se removió debajo de su llave cosa que causo que la estrangule aún más.

—¿Que se siente perder por primera vez?— estaba disfrutando aquello sin dudas

—Yo nunca pierdo— habló con voz baja y amenazante como pudo al quedarse sin aire por la llave

—Hay una primera vez para todo— sonrió triunfante

—¡Esa es mi frase!— remarcó furiosa, golpeándola en la cara con su cabeza que mandó hacia atrás, inestabilizándola, con sus piernas libres se impulsó para voltearse y que su amiga quede a sus espaldas, con su codo golpeó la unión de su clavícula y torso haciendo que suelte el agarre de su cuello así liberándose de la llave.

Volteó dejándola tumbada al suelo para luego salir del salón antes de que se levante y la vuelva a perseguir con más furia.

—Y eso se llama fuerza— afirmó mientras se levantaba para correr al ver como su amiga también se incorporaba rápidamente

—¡¡¡Vuelve aquí!!!— le gritó tomándose de su nariz por el reciente golpe dejando ver algunas gotas rojizas manchar el suelo.

—Algo que aparentemente no tienes— se burló mientras sonreía pero rápidamente comenzó a correr porque vio como Violet se acerca a toda velocidad a ella y lucia bastante enojada.

Algunas dagas le rozaron los costados y hasta arriba de su cabeza pero ninguna dio en el blanco afortunadamente, estaba loca definitivamente, ¿que pasaría si de verdad le acertará una?, como se lo explicaría a su padre sin mandar que la ejecutasen, realmente no pensaba en lo que sus acciones causarían.

Siguieron correteandose por los jardines de la mansión en ruinas por un buen rato más, mientras el sol iba ocultándose, ellas siguieron soltándose uno que otro insultó, hasta que la bicolor entendió que no la podría atrapar con lo escurridiza que era por más veloz que fuese, ella tenía más resistencia y piernas más largas.

—Esta bien, esta bien— hizo un signo de tiempo con sus manos para que se detenga

—Tu ganas— afirmó violet rindiéndose ya sin aliento cayendo al pasto cerca del lago sin energías.

—Algún día te pateare el trasero— afirmó levantando la mano en forma de promesa de venganza —Pero no será hoy— habló tratando de normalizar su respiración.

—Ya lo veremos, dijo el ciego— se tiró a su lado en la fresca hierba.

—Debería escribir un libro de frases filosóficas alteza— expreso con sarcasmo

—Se venderían como pan caliente recién salido del horno—

—No lo dudo, viniendo de mi seria lo mínimo— respondió con mucha humildad y nada de egocentrismo.

Su amiga Rodó los ojos molesta al escucharla, mas bien harta.

Ambas quedaron en silencio sopesando las cosas que tenían en sus cabezas, normalizando sus respiraciones y admirando el cielo del atardecer, tenían mucho en que pensar y ordenar, ya que en los últimos meses sus vidas habían cambiado de ritmo totalmente.

Una inesperada y la otra planeada, ¿que diferencia realmente había en ello?.

—Pero, ¿estas conciente de que todos intentarán matarte allá solamente por el hecho de ser la hija de tu padre que casualmente es el rey de Navarre?— rompió el silencio sin dejar de mirar al cielo en donde se comenzaba a divisar las brillantes estrellas centelleantes.

—Ni que fuera la heredera al trono— bufó molesta

—Aún así, todos lo harán— le remarcó

—Mi hermano es lider de ala, el me protegerá— no le dio importancia a esa afirmación

—Si tu lo dices— ya no quiso argumentar nada.

—Vi a mi madre sonreir por primera vez en años cuando le informaron que estabas en la lista de reclutas, fue un fastidio—

—Dijo que por fin alguien le traería orgullo a Navarre—

—Solo lo dice para que mi padre le dé más presupuesto, municiones y armamentos a la academia de jinetes, no le prestes atención— levantó su mano en un ademán desinteresado

—Ahora estaremos juntas— exclamó feliz volviendo a su temperamento normal.

—Como en los viejos tiempos— suspiró
—No dejaré que mueras, tranquila— le dió golpecitos en la cabeza al ver que no le contestaba y tenía la mirada perdida en el cielo

—Siempre desee tener aunque sea un poco de tu confianza— confesó luego de un rato.

—No exageres, también eres bastante confiada solo que no te gusta demostrarlo— se sentó sobre sus piernas para mirarla

—Te haces la... "humilde"— hizo comillas con sus dedos molestándola mientras levanta sus cejas.

—¡¡¡Es un delito muy grave estirar las orejas de tu princesa real!!!— le gritó empujándola molesta, le había jalado las orejas exageradamente luego de su afirmación.

— Y solo son tres años no es para tanto— se acarició sus orejas que se encontraban más rojas que un tomate.

—Estaré esperando mi arresto, tal vez así no podré ir al reclutamiento— se recostó de nuevo sobre el pasto viendo como luciérnagas se levantaban de la tenue oscuridad comenzando a parpadear.

—Tu mamá vendría y te sacaría de las mazmorras del castillo llevándote al reclutamiento de tus trenzas mal peinadas—

—Me temo que no te equivocas—

—Nunca lo hago—

—Eres peor que un grano en el trasero— le dijo irritada mientras se sacudía los brazos y torso que tenía aún cubiertos de polvo por su caída.

—Espera, ¿dijiste trenzas mal peinadas?—

—¡Yo se que me amas y no puedes vivir sin mí!— se lanzó abrazarla antes de que se ponga a discutir pero esta la esquivó centímetros antes haciendo que su cara se estrelle con el suelo.

—Ya quisieras— se levantó dejándola tirada en la verde hierba junto a flores silvestres que florecían alrededor.

—¡Ay mi nariz!— se quejó adolorida luego de aterrizar en la tierra

—Que mala eres conmigo vio— frunció el ceño inflando los cachetes y cruzándose de brazos mientras le regalaba una mirada de reproche

Violet le dio la espalda ignorando su berrinche comenzando a caminar fuera de la propiedad con paso firme.

—Vamos, ya se nos hizo tarde y debo regresar a mi casa antes de las diez o mi madre me matará—

—¿No te quedaras a dormir en palacio?— preguntó sorprendida levantándose del suelo a toda velocidad mientras sacudía su sucio y ahora maltratado vestido.

Mierda, la señorita Gerna su institutriz la mataría, ese vestido ya no era blanco, si no ocre o crema tal vez, quedó completamente arruinado.

—Ya tenía preparadas unas películas— habló con voz lastimera y dolida acercándose
—Juntó a bocadillos— habló aún más dolida.

—Pensé que molestaríamos a Tarn juntas— le hizo ojos de cachorro abandonado a un lado de la carretera para ver si tenía algo de compasión con ella.

—A Cam y mi papá les daría gusto verte— siguió dándole cuerda.

—Hoy no puedo— bostezo sin cuidado.

—Cam siempre me pregunta por ti— movió los hombros insinúaosamente mientras la empujaba para molestarla con tono divertido.

—De pequeños ustedes se llevaban muy bien— la miró divertida.

—No es mi tipo— dijo sin más
—Y quien quisiera tenerte como cuñada, los dioses me salven de algo así— la miró de reojo para molestarla.

—¡Oye!— la mordió enojada con toda su fuerza en el brazo dejando una enorme marca que más tarde se haría morada o tal vez negra.

—¡Carajo!, deja de hacer eso, pareces perro rabioso— se acarició la zona afectada.

—Cualquier persona en el mundo querría tenerme como cuñada, ¡soy la mejor!— levantó la cabeza y el pecho orgullosa señalándose con su indice.

—La mejor haciendo nada—

—Mi sueño es ser una esposa mantenida, déjame en paz— suspiró ante la idea ya que eso probablemente nunca pasaría y tendría que encargarse de su reino eternamente, cubriendo las tonterías que hacían sus hermanos mayores junto a su padre. Ese era su fatídico destino.

La empujó con su cadera mandándola a unos metros lejos de ella haciéndola tambalearse casi hasta caer.

—¡Ahora si vas a ver!— le gritó comenzando a perseguirla de nuevo, ahora fuera de la propiedad.

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