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ＡＬＧＵＮＯＳ ＡÑＯＳ ＡＴＲÁＳ
「 PARTE 4 Y ÚLTIMA 」
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La joven se despertó sintiéndose totalmente aterrada por todo lo que iba a pasar ese día. Sabía que estaba haciendo lo correcto para su bebé, pero de todas formas era doloroso. Al despertarse se percató que Deckard no estaba durmiendo a su lado, por lo que imagino que estaría en el baño o en su oficina como siempre que no lograba dormir bien.
—Decks, amor..—Lo llamo entrando al baño privado de su habitación pero allí no había nadie. Suspiro sintiéndose cansada y lo fue a buscar hasta su despachó —¿Amor?—Murmuro entrando a dicha oficina, pero tampoco estaba ahí.
Comenzó a preocuparse. No podía haberse ido y haberla dejado sola, lo necesitaba junto a ella para ir al hospital.
Lo odiaría toda su vida si él la abandonaba en esto. Intento llamarlo por teléfono, pero no sirvió de nada, el celular estaba apagado.
Se preparó sintiéndose totalmente triste y agotada mentalmente. Habían sido unos días demasiado difíciles para cualquiera y aún más sabiendo que Shaw no estaría a su lado. Se sentía decepcionada.
—Te voy amar toda mi vida, Pequeña Sophie Shaw.—Murmuro suavemente acariciando su viente. Intentando ser fuerte por su hija.—Y papá también, él te soñó mucho y te amara toda su vida aunque a veces sea un poco tonto.—Le aseguro con una sonrisa.
Junto sus cosas antes de subirse a su auto lista para dirigirse al hospital. No le quedaba demasiado lejos, pero sería un viaje eterno en su mente.
La pelinegra se encontraba acostada en la camilla lista para dar "a luz" —Era un parto inducido—. Se sentía nerviosa y asustada por lo que fuese a pasar, pero se seguía repitiendo que era lo correcto, que no estaba haciendo nada mal y que no era una mala madre por dejar ir a su bebé.
—¿Lista, Mamá?—Pregunto la doctora Martin, tomándola de la mano. La contraría asintió dándole un pequeño apretón. Nadie quiso preguntar por Deckard en ese momento, porque Cindy ya tenía mucho sobre sus hombros, era en vano.
—Estamos todos contigo.—Aseguró Joseph el médico que se haría cargo del parto junto a la doctora.—Vamos a conocer a esa princesa, Mamá.—Le sonrió levemente buscando que ella se sintiera mejor al menos por un pequeño momento.
Jones lloro en todo momento. Aparte del dolor que sentía en su corazón, también dolía el parto y no tener a alguien que le sostuviera la mano. Después de al menos una hora o un poco más, el doctor le entregó a su pequeña niña en vuelta en una manta rosa.
Era tan pequeña y frágil. Las lágrimas silenciosas siguieron bajando por sus mejillas sin césar mientras que con su dedo índice le acariciaba lentamente la mejilla.
—Es preciosa.—Murmuro la doctora Martin con una sutil sonrisa, acariciando el hombro de la joven dándole su apoyo.—Lo hiciste muy bien, Mamá. —Aseguró mirándola.
—Gracias, Doctora..
La dejaron sola disfrutando de su pequeña bebé lo que más pudo. La miro, le acaricio su mejilla y tomó su manito con cuidado. Era preciosa. La amaba con tanta fuerza y saber que no irían a casa juntas la estaba matando por dentro.
Fue un cura para bautizarla en ese momento y Cindy le agradeció a la doctora por haber preparado eso para ellas. Era especial e importante. Hicieron todo porque no se sintiera doloroso o al menos no tanto.
—Te amamos, Sophie.—Susurro sin soltar su pequeña manito. Se quedo mirándola hasta su último respiro y fue en ese momento que sintió que ya nada tenía sentido en su vida.
Su corazón estaba vacío.
Nada importaba, nada podría hacerla sentir viva de nuevo después de ese momento.
Se había terminado.
Ella se fue con Sophie.