Fuego y Asfalto: Atracción a...

由 MerceBa

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En las sombras de la ciudad, un grupo de corredores ilegales se lanzan a un mundo de velocidad, peligro y tra... 更多

1. Sueños de corredor
2. Destinos cruzados
3. Retos y alianzas
4. Sueño sobre ruedas
5.Distracción
6.Entre derrapes y latidos
7.El precio de la libertad
8.Amanecer en el exilio
9. 149 motivos
10.En el umbral de la verdad
11.Paraíso en la nieve
12.El pasado tatuado
13.Pasión y Peligro

14.La última huida

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由 MerceBa


El rugido del motor del EVO 10 de Dante acompaña mi huida mientras las luces rojas y azules destellan en mi retrovisor, persiguiéndome implacablemente.

Con cada segundo que pasa, el peso de lo ocurrido se acentúa en mi pecho. El dolor por la pérdida de Dante y Valeska me golpean.

Mis manos tiemblan sobre el volante mientras mis ojos se nublan por las lágrimas que se niegan a cesar. A pesar del caos en mi cabeza, mantengo la mirada fija en la carretera. El rugido del BMW de Morgan se acerca a toda velocidad.

Es extraño como estoy huyendo de quién era mi mundo entero.

Las luces de Varsovia brillan en la oscuridad de la noche. Mi corazón late con fuerza, el ruido de las sirenas parece taladrar mi alma, cada vez más cerca. Necesito llegar a algún lugar seguro, un refugio donde pueda procesar lo ocurrido.

El BMW negro de Morgan se acerca rápidamente por detrás pegandose a mí. El sonido de su motor retumba en mi cabeza. Cada giro, cada maniobra para escapar es seguida de cerca por él, como si leyera mis pensamientos.

Todo mientras, la pérdida de Dante y Valeska me persiguen, pero no puedo permitir que su sacrificio sea en vano. Piso a fondo el acelerador, esquivando coches en la ciudad, tratando de dejar atrás al oscuro vehículo.

Las lágrimas caen por mis mejillas sin cesar, mezcladas con la lluvia que empieza a golpear el parabrisas. Cada intersección se convierte en un dilema: ¿hacia dónde dirigirme?

No puedo permitir que Morgan me atrape. Debo encontrar un sitio seguro, donde pueda planear mi siguiente paso y honrar la memoria de quienes han dado sus vidas por mí.

El ruido del motor de Morgan se desvanece gradualmente a medida que dejó atrás las calles principales, adentrándome en un laberinto de callejones. Aprovecho la oportunidad para girar en una esquina, escapando de su vista momentáneamente.

El frenético latido de mi corazón se entrelaza con el sonido de la lluvia golpeando el techo del coche. Mi mente se esfuerza por procesar lo ocurrido, mientras pienso en un punto donde encontrar seguridad. El coche de Dante me ofrece una sensación de protección, como si su presencia aún estuviera conmigo.

Mis dedos temblorosos buscan desesperadamente algo útil en la guantera, un mapa, una pista, cualquier cosa que me saque de esta pesadilla. En cambio, encuentro algo mucho más doloroso: una foto.

Es como un destello del pasado, capturando un instante de felicidad. Dante y yo estamos ahí, jóvenes y radiantes, sobre el capó de su coche. Nuestras sonrisas resplandecen en la imagen, el brillo en nuestros ojos refleja la complicidad y la alegría de aquel momento. Es como si esa foto hubiera congelado la esencia de lo que fuimos juntos.

El recuerdo de aquel día que habitaba en mis sueños se hace presente con una intensidad abrumadora. Es el día antes de la carrera con Aiden, en el que me dijo que me quedara con él.

Las emociones se agolpan en mi pecho. Siento una mezcla de alegría por recordar aquel momento y un profundo dolor al saber que ya no podrá repetirse.

Sostengo la foto con manos temblorosas. Me derrumbó sobre el volante, abrumada por la pérdida, por la cruel realidad de lo que ya no está y lo que podría haber sido.

Las luces parpadeantes frente a mí parecen una señal en medio de mi desesperación. Lo reconozco al instante.

Borys en su GTR.

Quiero bajarme del coche y correr hacia él, pero su voz me habla a través del dispositivo de comunicación en el coche. Su voz suena ronca, cargada de sufrimiento. Probablemente, ya sabe lo que ha pasado con Valeska.

—Jade, no te bajes del coche.

—Borys, pensé que tú...

Se hace una pausa y escucho de nuevo su voz, intentando animarme.

—Vamos a salir de esta. Tranquila.

—Borys, supuse que también te habían atrapado en el hotel.-murmuro afligida.

—No pueden conmigo. Pero no fui capaz de proteger a Alina... ni a Valeska.

Sus palabras me perforan el alma.

—Borys, yo tampoco fui capaz de protegerlas. Ni a Dante. Yo... lo siento. —las lágrimas fluyen como un río—Siento ser tan débil.

—No lo eres, no podías hacer nada. — Hace una pausa antes de continuar, cambiando de tema.— Jade, tienes que seguirme. Conozco estas calles, sé cómo podemos escapar. Al menos nosotros... Sí podremos escapar.

El sonido del motor de su coche despierta la urgencia en mí. Pasándome por el lado. Veo el dolor en su cara y sangre en su camisa, aunque no parece suya. Aun estando roto se esfuerza en seguir adelante.

—Vamonos Jade.

Acelera y le doy la vuelta, siguiéndolo. Salimos de los callejones y conducimos hacia las afueras de la ciudad a toda velocidad, uno al lado del otro.

—¿Adónde me llevas, Borys?

—A un lugar seguro, donde podamos tomar un respiro y planificar nuestro próximo movimiento. Pero primero, necesitamos salir de Polonia.

La intensidad de la situación parece reflejarse en cada una de sus palabras.

—¿Cómo sabes que no nos seguirán?

—Confía en mí, tengo mis maneras de evadirlos. Estamos un paso por delante de ellos, y eso es lo que vamos a mantener. Pero necesito que confíes en mí.

La ansiedad en su voz contrasta con la firmeza de sus palabras.

—Confío en ti, Borys.

Él suelta un sonido de aprobación y vuelve a hablar conmigo.

—¿Sabes? Siempre me has caído bien, Jade. Eres una mujer fuerte.

No entiendo sus palabras, pero las agradezco.

—No lo soy, no he podido salvar a la gente que me salvó a mí.—murmuro en voz baja.

Creí que no me oiría, pero lo hace.

—No podemos salvar a todos, Jade. Al menos no ahora. Pero podemos asegurarnos de que sobrevivamos para luchar otro día por ellos.

La resignación en su voz me recuerda la brutal realidad de nuestra situación.

—Tienes razón. Tenemos que luchar por ellos.

El GTR de Borys se desliza por la carretera, poniéndose en cabeza. En medio de la oscuridad y el caos, encuentro un atisbo de esperanza en él.

La calma se desvanece tan rápido como vino.

En las autopistas vacías por las que circulamos, nos sorprenden las sirenas de los coches de la policía y el rugido de un coche. Reviso el retrovisor: es el Porsche 911 de Ken.

Los disparos desde el Porche impactan contra el coche. Por un momento pienso en Dante. Me mataría si le rompiera su coche.

Giro el volante intentando esquivar los disparos. Pero él continúa disparándole al coche en el que voy.

—¿Estás bien, Jade? —pregunta Borys, nervioso.

—Estoy bien, pero nos está persiguiendo, Borys. Van a por nosotros.

Más coches patrulla se unen a la persecución, convirtiendo la autopista en un escenario caótico.

—Tengo una idea, acelera y pegate a mi—alerta Borys a través del dispositivo.

Confío en él y le obedezco. Salimos de la autopista, adentrándonos en un camino de tierra. Ken y los coches de policía no nos dan tregua, siguen pisándonos los talones.

—¿Qué vamos a hacer ahora?

—¿Jade? —Borys intenta captar mi atención.

—Dime, Borys. ¿Qué debo hacer ahora?

Se hace el silencio, pero me responde con suavidad.

—Vivir.

Sus palabras impactan como en mi como un golpe.

—¿Borys, estás loco?

—Siempre lo he estado. —Su risa tiene un matiz inusual.

A toda velocidad, un puente aparece ante nosotros, mientras los disparos alcanzan una de las ruedas del GTR de Borys, haciendo que derrape ligeramente.

—Escúchame, Jade. Sigue recto por este puente y desvíate hacia la autopista internacional. La encontrarás, solo sigue las señales.

—Borys, ¿Por qué parece que te estás despidiendo?

—Intenta llegar a Lituania y busca el Club Fire. Diles que vas de parte de Valeska y Borys. Estarás a salvo.

Realiza un derrape perfecto, dando media vuelta. Se coloca en sentido contrario, de frente a nuestros perseguidores.

—Espero que Valeska no me golpeé por dejarte sola, cuando la vea de nuevo —comenta con gracia—. Vive por nosotros, Jade.

Paso junto a él, reduciendo la velocidad, pero es demasiado tarde.

—Borys, no, por favor, ¡detente!

No responde. Se lanza hacia el Porsche. Lo veo en el espejo retrovisor. Disparan contra su coche, pero él cada vez acelera más.
En segundos, su coche se estrella contra el Porsche, cayendo los dos al río.

Grito dentro del EVO 10. Otra vida más. He perdido a alguien más, y esta carga es insoportable. Las luces se acercan cada vez más y sé que en cuestión de segundos, tendré que volver a pisar a fondo el acelerador.

Conduzco desesperada por la carretera, con la urgencia de encontrar la salida a la autopista internacional tras pasar el puente. El dolor por las pérdidas se vuelve aplastante, abrumador. Siento que no puedo más, pero sé que debo continuar. Les debo a ellos seguir adelante por todo lo que significaron para mí.

Los coches patrulla me persiguen a toda velocidad, pero de repente, el rugido de unos motores que conozco bien se unen a mi lado. Miro casi como si fuera una bendición: el GR 86 de Aiden a la derecha y el Lamborghini Urus de Dana a la izquierda.

—¿Jade, me escuchas? —Aiden me habla a través del dispositivo, su voz se percibe ansiosa.

—Sí, Aiden —mi respuesta se entrecorta entre sollozos.

—Necesitas calmarte.

—Jade —la voz de Dana suena llena de esperanza—, vamos a salir de esta.

—Chicos, yo... —mi voz se quiebra bajo el peso de las lágrimas.

—Tranquila, no llores, solo mantén la concentración en conducir —Dana intenta infundir calma en sus palabras.

—Borys me dijo que teníamos que llegar a la autopista internacional.— argumento, secándome las lágrimas e intentando centrarme.

-—¿Dónde está él ahora? —La voz de Aiden revela preocupación.

—Él... cayó al río con Ken.

Un silencio tenso se apodera de nosotros, una pausa cargada de emociones. Aiden rompe el silencio.

—No seguiremos por ese camino. Tengo un plan. Quédate cerca, Jade.

La seguridad de su voz intenta infundir confianza en medio de la incertidumbre.

Aiden se adelanta y toma la delantera, acelerando con firmeza. Dana y yo seguimos su ejemplo, pisando a fondo el acelerador en nuestros coches. Avanzamos sin cesar por la autopista principal, bañada únicamente por la tenue luz de las estrellas y de alguna farola.

En medio de la velocidad y la oscuridad, espero con ansias que ellos puedan verme ahora allí donde estén.

La realidad me golpea cuando, a escasos metros, veo un grupo completo de coches de policía bloqueando el camino. En el centro de la formación, se encuentra Morgan, de pie junto a su BMW, desafiante y seguro de sí mismo.

—¡Aiden! —grito, en mi voz resuena la tensión—. Debemos cambiar el rumbo. No podremos seguir adelante.

—¡Aiden!—grita Dana.

Pero no obtenemos respuesta. Cada vez nos acercamos más y ya no tenemos escapatoria.

—¡Aiden!—el grito de Dana está lleno de ansiedad.

¿Que tienes planeado para salir de esta, Aiden?

El corazón late con fuerza en mi pecho, pero confío en él. Como me pidió me quedaré cerca de él.

El coche de Aiden se detiene abruptamente, obligándonos a frenar también a Dana y mi. Quedamos una al lado de la otra. Nuestras miradas se cruzan a través de la ventanilla en un silencioso diálogo de incertidumbre.

—Bajad del coche—ordena Aiden a través del dispositivo, con una seriedad sepulcral.

—¿Estás loco?—lo reprende Dana.

—Bajad del coche ahora mismo.— repite Aiden.

El dolor de cabeza se intensifica convirtiéndose en un punzante eco de angustia. Delante de mi, Aiden baja del coche y hago lo mismo que él, al igual que Dana, quien nos sigue.

Él avanza con pasos seguros hacia Morgan. Veo su mandíbula tensa por un momento, pero después se relaja. Dana y yo lo seguimos, con intranquilidad, aunque intento tranquilizarme al pensar que es solo una estrategia de Aiden.

Siento un torbellino de emociones encontradas y preguntas sin respuesta que se arremolinan en mi pensamiento.

Aiden no nos traicionaría, es imposible.

La cara de Morgan se ilumina al verme, pero se mantiene a distancia, volviendo su atención hacia Aiden con un gesto de orgullo

—Gracias, Aiden. Sabía que podía confiar en ti para esto. —me dedica una sonrisa cálida —¿Cómo estás, cielo?

Lo ignoro. Tampoco sé cómo reaccionar ahora mismo. Aiden interrumpe el silencio del momento.

—Morgan. ¿Dónde está la carpeta?

Morgan sonríe acercándose a él, entregando una carpeta negra.

—Aquí tienes todos los datos.

Aiden toma la carpeta bruscamente, alejándose unos pasos. Abre la carpeta, y la observa atentamente.

—Aiden...—murmuró, apenas en un susurro.

Él me da la espalda y se niega a girarse. Miro a Morgan, quien parece divertido. Con rapidez, me acerco a Aiden, aun de espaldas.

—¿Sabías de esto?—me aferro a su brazo, sintiendo desesperación.—¿Nos has traicionado?

Finalmente, se da la vuelta. Su mirada es fría y distante.

—¿Creíste que significabas algo para mí, Jade?

Lo observo destrozada, incapaz de procesar lo que acabo de oír. Sus palabras cortan mi respiración, rompiendo mi alma mientras continúa impasible.

—¿Piensas que los demás me importaban?— me repite, mientras su risa suena siniestra. —¿Crees que tú me importas?

—Pero me ayudaste a escapar y en el hotel...— respondo desesperada.—¿Has estado jugando conmigo todo este tiempo, Aiden?

La risita de Morgan se filtra en el ambiente. Está disfrutando del espectáculo.

—Todo fue una farsa, Jade. No puedo creer que fueras tan ingenua. —me responde, soltándose de mi agarre de forma brusca.—Nunca significante nada por ti.

—¿Cómo has podido hacerme esto?—retrocedo, sintiendo la traición como una daga clavándose en mi pecho.

—Esta era la única forma de conseguir lo que quería—evita mi mirada y vuelve a su tono de voz sombrío —Tú fuiste quien caíste en mi trampa. Eres la culpable de lo que les ha pasado a los demás. Y también de llegar a pensar que eras algo para mí.

Un sonido de carga de pistola interrumpe. Dana apunta a Aiden con una sonrisa en el rostro.

—Así que has montado este circo solo para entregarnos, ¿verdad, Aiden?

—No te metas Dana —gruñe Aiden.

—He perdido a Jacob esta noche ¿Y todo por alguien como tú?

Morgan se acerca poco a poco a su hermana, extendiendo sus manos hacia ella.

—¿Otra sorprendida? Hermanita, estás deshonrando a la familia. ¿Cómo te has asociado con este tipo de gente?

Dana apunta a su hermano, con una sonrisa fingida en su rostro.

—Hermanito, sabía que no estabas bien de la cabeza, pero no imaginé que fuera hasta este punto.

—Hay cosas que un hombre debe hacer para proteger a su familia, Dana. Por favor, baja el arma.

Ella se prepara para disparar, pero un estruendo se escucha desde la espalda de Morgan. El mono verde de Dana se mancha gradualmente de rojo. Su silueta se desploma y cae al suelo, creando un charco de sangre mientras Morgan grita su nombre.

Estoy muy impactada, pero corro hacia ella. Aún respira cuando me acerco a ella, agarrando su mano. Sé que nuestra relación ha sido complicada, aun así ella solo quería lo mismo que yo: ser libre del mundo lleno de sombras que nos rodea.

—¿Quién ha sido el idiota que disparó a mi hermana?—ruge Morgan.

Uno de sus hombres se adelanta temblando hacia él. Es un hombre de mediana edad con uniforme y con su arma aún en la mano.

—Lo siento, señor. Creí que iba a dispararle. Ella ahora es una de su grupo y pensé que ...

Morgan toma su revólver y le dispara sin mirarlo ni siquiera a la cara. Se aleja de nosotras y veo como saca su teléfono.

Dana aprieta mi mano en el suelo devolviéndome a su lado.

—Lo siento, Jade. Parece que no fui una buena cuñada, ¿verdad?

Un hilo de sangre se desliza por su boca. Hace una mueca de dolor e intento tapar su herida, pero es demasiado profunda.

—Dana, fuiste la mejor cuñada.-le aparto un mechón de pelo de la cara—Tranquila, te pondrás bien.

—Supongo que no, Jade. Te juzge demasiado por mi hermano sin preguntar antes—mira al cielo y sonríe un poco —Pero quiero decirte algo antes de irme.

—Dana, no. No vas a morir—aprieto su mano, entre lágrimas.

—Solo escúchame, no tengo demasiado tiempo-—me dedica una débil sonrisa. —Acaba con esos malditos traidores.

Cierra poco a poco los ojos y se queda muy quieta.

—¡Dana, reacciona! ¡Dana!

Su mano se afloja de la mía. Otra vida no, no puede ser.

De golpe me apartan y unos hombres vestidos con uniforme la suben con cuidado a una camilla. La asisten rápidamente y la llevan a la ambulancia en medio del cordón policial.

Me quedo en el suelo, al lado del charco de sangre. Estoy rota, desesperada y humillada. El dolor punzante en la cabeza se vuelve más fuerte, lo que hace que me lleve la mano a la sien.

Recuerdo a los que en un pasado y en el presente se volvieron mis amigos: la seguridad de Dante, la hermandad de Valeska, la amabilidad de Borys, la inteligencia de Alina y el carácter de Dana. Miro por un segundo hacia Aiden quien está sentado en el capó de su coche, ajeno a todo. No muestra ni una sola emoción.

Oigo pasos detrás de mí esperando que sean mis amigos y que esto sea solo una de mis pesadillas.

Pero, no lo son.

Es Morgan

Me toma por los brazos por detrás, intentando levantarme, pero lo aparto. No quiero que me toque nunca más. Él es uno de los culpables de todo esto.

—Te he echado de menos Jade. Levántate, nos vamos a casa. Te protegeré y todo será como antes.

Pero no puedo hacerlo. No puedo volver.

—Mátame ahora, Morgan— le susurro.

Él camina y se arrodilla ante mí. Me mira con ternura, intentando ayudarme a levantarme de nuevo. Pero lo vuelvo a apartar.

—¡Hazlo!

—Sabes que no puedo vivir sin ti.

Levantó la cabeza y lo miró con odio. Veo su pistola en la funda y pienso en cómo puedo arrebatársela y acabar con esto. Él sigue mi mirada y posa una mano sobre su arma.

—No vas a hacerlo Jade.

Vuelvo a oír pasos. Veo a las espaldas de Morgan a Aiden, quien se acerca serio, impasible.

—Llévatela, Morgan. Este espectáculo ha durado demasiado.

Instintivamente me levanto. Siento miles de cosas dentro de mí. Creí que el pasado y el presente me unían a él, pero de eso ya no queda nada. Él también tiene una arma, quizás si se la arrebato...

Camino hacia Aiden, pero cada vez las punzadas en mi cabeza son mayores, haciéndome sentir por momentos que esto ya pasó. Me quedo a centímetros de él, buscando su arma, pero no la encuentro.
Algo dentro de mí reacciona al observarlo y le digo todo lo que siento que tenía que haberle dicho desde hace mucho:

—Eres un mentiroso Aiden. Una persona egoísta a la que no le importa nadie más que él mismo. Has sido capaz de mirarme a los ojos y mentir sin piedad. Nunca te ha importado todo lo que he hecho para poder quedarme a tu lado. — quiero llorar, pero lo resisto— Las vidas de los demás te dan igual. ¿No es así? Has vendido a cada persona que ha confiado en ti y has hecho que todos ellos mueran. Quizás te consuela pensar que fue por mi culpa, pero sabes que ha sido tu culpa quedarte solo.

Creo ver alguna emoción en sus ojos, pero se recompone rápidamente y vuelve a esa fachada fría que lo caracteriza.

—Deja de dramatizar, Jade. No me conoces de nada para juzgarme.— se da la vuelta alejándose—. Regresa al lugar del que nunca debiste salir.

Camina hacia su coche sin mirar atrás mientras yo me quedo allí, rota.

El frío de la noche acaricia mi cara. Ese frío es como el que siento ahora mismo por dentro. Las suaves gotas de lluvia vuelven a caer, como si el cielo llorará conmigo. Esto no tenía que acabar así.

"Volviste a perderlos"

Sin darme mucho tiempo para reflexionar mi próximo paso, los hombres de Morgan me sujetan y me arrastran hacia el coche. Grito, forcejeo, pero un leve pinchazo en el brazo oscurece todo a mi alrededor.









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