˚ ༘ 🩸 . ⋆ ✨ .ೃ࿔ 👰🏼♀️•*⁀💍 ༄
CAPÍTULO DOS
La sexta boda
✄ - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
📆 17 DE MARZO, 2016
📍 Seattle, Washington
Como de costumbre, Emma Spring era el primer recurso para examinar cuerpos en la escena. Aunque prefería mantenerse al margen y dejar a los forenses hacer su trabajo. Aprendió cuando era más joven que ser una sabelotodo era un poco molesto, sobre todo si interrumpía a las personas a mitad de sus oraciones para corregirlos o dar más información de la necesaria. Sí, ella sabía mucho sobre patología, pero había decidido convertirse en perfiladora, no en forense.
Era la razón por la que estaba ahí antes de que llegaran a la morgue.
Se puso de cuclillas, examinando el cuerpo sin vida de la persona en el bosque. Tenía dos perforaciones en el cuello.
—Vaya. ¿Crees que succionó su sangre? —preguntó Reid, junto a ella.
—No. Los cortes son muy uniformes. Debió hacerlo con una navaja o cuchillo, algo muy fino. Los dientes habrían dejado marcas irregulares, como los animales. ¿No recuerdas cuando Edward mordió a Bella? Eso se miraba muy mal.
Spencer recordó la escena, y también recordó que seguía sin creer que una de las brillantes mentes del siglo como Emma estuviera tan obsesionada con una saga de películas de vampiros que era, totalmente, ridícula. Tampoco le parecía sensato que usara una película tan cuestionable para apoyarse como referencia en un caso. Sin embargo, había visto todos y cada uno de los filmes, más de una vez.
Ella ladeaba su cabeza y entrecerraba sus ojos, continuando por observar el cuerpo. Tenía algunas marcas en sus brazos y también había perdido mucha sangre. Si quería saber más, tendría que ir con el forense a que la examinaran con mayor detalle y mejores instrumentos de las que tenía en ese momento. Únicamente, tenía su pequeña linterna que la hacía sentirse como una médica.
El caso del día era bastante raro. Se trataba de un ignoto que robaba sangre de las víctimas y las mataba. Pero mientras más raro era, era un mayor reto para el par de Sherlock Holmes. Alguien alguna vez quiso comprarlos con Holmes y Watson, pero sería una falta de respeto para cualquiera de los dos. Ambos eran Sherlock. No había un Robin, ambos eran Batman.
Spencer observó a su amiga mientras seguramente tomaba notas mentales sobre cada detalle del cuerpo de la víctima. Mientras tanto, se daba cuenta de que no era el único que estaba observándola. El oficial junto a ellos había estado mirándola desde que llegaron, encantado al escuchar a Hotch presentarla como la doctora Spring. Spencer sabía que ella tenía ese efecto en muchos hombres: era brillante, su sonrisa era muy tierna y, por supuesto, era muy bonita.
Pero también era un poco tonta. No podía culparla. Pasó su adolescencia confundiendo la amabilidad falsa de los chicos con coqueteo —porque querían que Emma, la niña genio, les hiciera las tareas—, y no estaba dispuesta a continuar haciéndolo.
Reid con frecuencia recordaba la envidia que sentía por ella en la academia. Estaba seguro de que ella tendría el puesto que él quería porque era igual de inteligente que él, pero también estaba calificada con el entrenamiento físico. En ese entonces, ella actuaba mucho mas a la defensiva y se rehusaba a entablar alguna clase de conversación con él. No estaba abierta a hacer amigos, y Spencer creyó que podrían serlo en su primer día trabajando para la UAC; sin embargo, ella prefería prevenir que lamentar, así que lo trató como si siguiera siendo su competencia.
Estaba feliz de saber que cambió de opinión.
Antes de que ella pudiera ponerse de pie una vez más, el oficial le extendió una mano para que lo hiciera sin resbalarse, ya que el lugar estaba un poco inclinado. Ella accedió a tomarla.
—Gracias —dice sin voltear a verlo—. Tiene que confirmarlo el forense, pero juraría que drenó casi toda su sangre antes de dejarla aquí. Y no hay señales de lucha, debió haberla drogado, o tal vez estaba muy ebria. Aunque creo que ambas. Su ropa es lo que una chica de su edad usaría en un club.
Hotchner asiente con su cabeza. Spencer miró una vez más al oficial.
—Regresemos, ya es hora de dar un perfil.
Al regresar al auto, con Emma sacudiendo un poco su falda tratando de borrar cualquier rastro de tierra u hojas secas, el castaño le dijo:
—Estás bien —le asegura.
Ambos ingresaron al asiento trasero, mientras Hotch y Rossi iban en frente.
—Creo que el oficial Thomas está derramando miel. Justo ahora te está viendo —murmura cerca de su rostro.
Ella se gira a verlo, completamente incrédula de sus palabras.
—Algunos hombres solo son amables.
No, Emma no creía eso. No creía en los hombres amables. Pero, con el paso del tiempo, algunos cuantos al menos comprendían que era una agente del FBI, así que mostraban algo de respeto.
—Sí. Pero él no.
—Oh, ¿ahora eres experto en cómo los hombres coquetean con mujeres? Porque, no te ofendas, pero tu coqueteo comienza con la frase: «¿sabias que...?».
—Soy experto en conducta. Puedo darme cuenta cuando a alguien le gusta una persona. Tú también deberías saberlo.
Emma lo mira sin una expresión en su rostro. Era un comentario típico de Spencer, pensaba que cualquier hombre que le dijera «buenos días» estaba enamorado de ella. Quizá trataba de hacerla sentir mejor.
—Pero, más importante: puedo darme cuenta cuando alguien babea por ti.
Emma evitó reírse a carcajadas. Once años y jamás se le había cruzado por la cabeza.
A ella le parecía complicado creer que Spencer nunca se dio cuenta de lo que sentía o llegó a sentir por él. Podía adivinar lo que había desayunado, podía hacer trucos de magia y jugaba póquer y ajedrez de manera impecable (aunque ella ganaba en ajedrez el sesenta por ciento de las veces), pero Emma creía que nunca había tenido ni un indicio de saberlo o sospecharlo. Él continuaba actuando como siempre,
Él era muy tonto, o ella era muy buena para ocultarlo.
Su teléfono sonó por tercera vez en el día cuando llegaron a la estación de policía. Hotch le dio una mirada un poco reprensiva por la cantidad de veces que eso había sucedido, por lo que lo apagó una vez más. Su hermana había estado llamándola durante el día y era claro que no tenía tiempo para contestar una llamada en la que le hablaría sobre los libros de ficción que había leído esa semana, y sobre los que planeaba escribir. Emma amaba a todas y cada una de sus hermanas, pero ninguna tenía un empleo con tantas implicaciones y demandas como el suyo, así que no lo comprendían.
Hicieron un arresto y rescataron a la que sería la quinta víctima cuatro horas después de dar el perfil. Emma dijo algo sobre demasiado erudito sobre neuropsicología y el oficial Thomas supo que no tenía el valor de preguntarle por su número de teléfono. Era otro hombre intimidado por la inteligencia de una mujer.
Como en cualquier otro caso, Emma se quedó dormida sobre el hombro de Spencer mientas regresaban a casa, encontrando un arrullo inigualable en el avión y en él a su lado. Mientras ella dormía como princesa, sin moverse ni hacer un solo ruido, él tuvo tiempo para leer uno de los libros que ella tenía en su bolso. Era sobre las bases moleculares y celulares de las enfermedades humanas. Era muy interesante, y Spencer se preguntaba si en algún momento ella se había arrepentido de unirse al FBI, porque pudo convertirse en una cirujana o investigadora de renombre, quizá ambas, él estaba más que seguro de eso. Hablaba sobre medicina seguido, y sí, sus conocimientos en el campo habían resultado de una ayuda increíble en su empleo, pero no era lo mismo.
No hablaban al respecto porque él sabía que las personas seguido hacían chistes sobre su elección, le pasaba lo mismo a él. ¿Por qué una persona tan inteligente había decidido unirse al FBI?, ¿por que no estaba curando enfermedades? Algunos pensaban que era potencial desperdiciado. Él no pensaba eso, solo se preguntaba ese tipo de cosas porque un trabajo como el que tenían era abrumador, sería mucho más tranquilo ser un doctor (sin riesgo de morir en cada caso), y ella parecía mantener la calma. Y eso lo mantenía en calma a él, cuando sentía que iba a perder la cabeza.
Al llegar a Quantico, ella abrió los ojos después de que su amigo revolviera un poco su cabello para despertarla. Era hora de ir a casa, en la casa que cada vez se sentía más grande.
—¿Cuál es plan para el sábado? —pregunta Spence, saliendo del avión.
—Tequila y Amanecer, parte uno y dos. Nada especial.
—¿Es una invitación?
—Prefieres el vodka y odias Crepúsculo —Emma fingió pensar durante unos segundos—. Claro, me encantaría que vinieras.
Su teléfono sonó otra vez. Frunció el ceño por la insistencia. Debían ser las once de la noche en California. Era otra vez su hermana menor, llamándola por Facetime.
Decidió contestar. El deslumbrante cabello rubio que caracterizaba a los Spring apareció en la pantalla, también su gigantesca sonrisa.
—Hola, Rory —habla ella, tratando de ignorar a sus compañeros de trabajo—. ¿Cuál es la emergencia?, ¿qué pasó con Taylor Swift?
—Bueno, de hecho, creo que está saliendo con Calvin Harris.
Emma sonríe, sabiendo que en realidad iba a responder esa pregunta.
—Bien por ella —responde Emma—. ¿Está todo bien?
—Supongo que estuviste encontrando a algún asesino serial hoy y por eso no respondiste, pero no podía esperar para contártelo.
—¿Contarme qué?
Emma se congeló en el momento en que miró un diamante en el dedo anular de su hermanita de veinticinco años. La pantalla casi se quiebra por el brillo, por lo grande que era la roca que adornaba el anillo.
—¡Tim y yo vamos a casarnos!
El decirlo estaba de más. La mayor hizo lo mejor que pudo para sonreír, imaginándose a la pequeña Rory en un vestido de novia pasando su vida entera junto a un hombre.
Estaba encerrada en un ascensor con todos sus amigos y compañeros de trabajo escuchando aquella noticia. Todos sabían todo acerca de la vida de Emma, hablaba sobre su familia todo el tiempo, habían estado en la ciudad y eran personas encantadoras. Les gustó saber que una vez más una de las adorables Spring iba a casarse.
—Guau... Rory... guau. Felicidades, en serio, estoy muy feliz por ti. Por ustedes.
Tim era un excelente chico. Tenía la misma edad que su hermanita, era arquitecto y nunca había hecho algo más que tratarla como una princesa. Lo que ella merecía, por supuesto.
—Estoy tan emocionada, Goldie —Emma hizo una mueca al escuchar el sobrenombre de que su familia le dio; lo odiaba—. Será pronto, no queremos esperar mucho. Tu equipo de agentes y tu jefe gruñón deberán arreglárselas sin ti por un par de días, cuando vengas.
Ella miró a Hotch, un poco apenada por eso.
—Rory, son buenas noticias. Me alegra mucho... eh, ¿sabes? Mañana te llamaré, apenas estoy llegando a Washington y aún tengo algunas cosas que hacer. Te quiero.
—¡Te quiero! Saluda a Spencer, ¡también está invitado a la boda!
Emma terminó con la llamada. Por suerte, las puertas del ascensor se abrieron.
—Me encantan las bodas de tus hermanas, sí iremos, ¿verdad? —dice Spencer.
Ella no lo escucha, o al menos, no le importa escucharlo. Ella y su hermana menor eran las últimas. Emma tenía tres hermanas menores, todas estaban casadas y una tenía gemelos, y por lógica, ella esperaba ser la siguiente en casarse. Pero no, la bebé Rory estaba por casarse, muy pronto, según había dicho.
Ella sería la última Spring en casarse. Y sería la sexta boda a la que iría.
Sintió el tiempo yéndose de sus manos. ¿Así iba a ser su vida?, ¿se quedaría sola para siempre?, ¿sería la tía Emma solterona?
Tal vez debía adoptar un gato.
███████████████████████████████████
¡Hola! 💐 El otro día more apenas el episodio sobre Maeve y literalmente dije qué es esto y por qué los escritores odian tanto a Spencer 😭 Pero yo soy igual, entonces los entiendo
Gracias por leer, espero que les esté gustando, XOXO 🩷