Sword Onyx [3]

بواسطة foxys02

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CONTINUACIÓN DE CROWN ONYX El mal está desatado, y lo que creían que los protegía se debilita cada vez más. ... المزيد

Notita: EL LIBRO DE NARA
Nota de la Autora
EL ULTIMO INICIO
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4, PARTE UNO
CAPÍTULO 4, PARTE DOS
CAPÍTULO 5
MAPAS DE LA ALIANZA
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11, PARTE 1
CAPÍTULO 11, PARTE 2
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17, PARTE 1
CAPITULO 17, PARTE 2
MEMORIAS ROBADAS
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22, PARTE 1
CAPÍTULO 22, PARTE 2
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
Notita
CAPÍTULO 30
CAPITULO 31
CAPÍTULO 32
CAPÍTULO 33
La carta.
CAPÍTULO 34
CAPÍTULO 35
CAPÍTULO 36
CAPÍTULO 37
CAPÍTULO 38

CAPÍTULO 20

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بواسطة foxys02


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BATALLA POR UN REINO PROSPERO

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DIANA AYLEEN

Estoy frente a la mesa ovalada, mirando la maqueta a escala de la isla, estoy completamente sola en la oscuridad de la madrugada. Acarició mi brazo izquierdo, donde la aguja dejó su marca, antes de tomar un sorbo del vaso con sangre que me entregó Amina para que recuperar las fuerzas.

Falta poco para embarcarnos en la misión, los barcos están en el puerto y las tropas listas. Más parecía que la única que no estaba preparada era yo. Un nudo rebelde se había instalado en mi garganta desde el día de ayer y por más que le rezo a la Diosa, no desaparece.

La posibilidad de derramar sangre de inocentes es poca, pero la hay y dar marcha atrás sería lo más sensato, porque mi corazón… mi débil corazón me ruega que no sea como los que llevan mi misma sangre, despiadados y crueles Eckvan.

Pero no quiero. Sé que mientras John respire, yo no lo podré hacer en paz. El nudo en la garganta desaparecerá cuando la vida deje el cuerpo del brujo.

Las puertas detrás de mí se abren, y una sonrisa aparece en mi rostro de inmediato al ver que se trata de mi hijo. Me volteo hacia él, manteniendo mi felicidad.

—Está hecho— Me asegura con seriedad. —Nos esperan en el salón.

Dejo de sonreír.

—No cambiaré mi decisión, aun así me hables con el tono más seco e hiriente del mundo. —Espeto tranquila.

—Pero…

— Pero nada, Cyprian— Dije. — Yo sé que tú sabes pelear mejor que nadie, y que lo que está en juego también te pertenece, pero John sabe como lastimarme y no le daré la ventaja de llevarte conmigo.

—No quiero quedarme aquí haciendo nada.

Fruncí el ceño.

—¿Haciendo nada?— Cuestiono. —Tú evitarás que Jessica haga una locura. Y que la Diosa Luna se apiade de Carlos, porque será él quien los contenga a ambos de que no tomen una balsa y vayan remando por mí al milisegundo de que zarpe mi barco.

Mantiene una expresión fría, pero con un pequeño puchero que trata de ocultar. Tomo su mejilla, para lograr que me mire, sus ojos de un celeste puro me miran con un brillo de miedo.

—No quiero perderte otra vez, mamá— Confiesa.

Mi pecho se oprime demasiado, que dejo de respirar, mi intento de una sonrisa es fatal, pero mantengo la mueca. Al ver su rostro, siento un enorme vacío en mi estómago.

Mi chico consentido

—Ni yo a ti— Le aseguro. —Y es por eso que debo hacer esto y sola, para darte el futuro que te mereces: prospero y sin miedo.

—Te doy cinco horas para que vuelvas o iré por ti, nadando si es necesario.

Alzo una ceja.

—¿Ya estás dando órdenes, jovencito?—Pregunto divertida. —Te recuerdo que aunque seas el heredero de las dos más grandes naciones del mundo, no me puedes ordenar cosas a mí porque eres mi hijo. Ni tu madre pudo y es la Alfa Suprema.

—Yo solo decía—Susurra.

Niego con la cabeza, y voy a ponerme mi abrigo, es negro con detalles florales de piedras verdes e hilos de plata en los seis botones delanteros, cuello y mangas, también le añadí el cinturón para llevar la daga que Jessica me había dado.

—Mamá, te pediré otra cosa—Dice él, yo asiento y lo miro. Saca de su chaqueta una foto de una cámara instantánea y me lo muestra. —Él es un duende, se llama Regory y en verdad lo aprecio, aunque él no tanto, es un gruñón.

Trato de contener mi emoción, porque siento que es ofensivo emocionarse por esto, es normal en este mundo, pero es un maldito duende y mi hijo lo dice como si nada.

Asiento.

—Apenas lo veas, protégelo—Me pide. —Y no te enfades si te trata mal, incluso llamó a Jessica “gigante tonta”… no te lo tomes personal, él es así. Y bueno, si quiere y si tú quieres, podría venir a vivir con nosotros, quiere conocer el mundo, está harto de estar en una isla por más de mil años.

— ¿Me estás diciendo que seremos dos híbridos, un brujo, una humana poseída, un demonio puro y un duende bajo el mismo techo?—Cuestiono, él asiente. — Y aun así Atlas es y será siempre él más difícil con quien vivir… ya vamos porque nos deben estar esperando.

Nos dirigimos al salón de la lujosa base de la elite, antes de una batalla, Jessica les daba de comer a sus guerreros, pero hoy necesito a los vampiros hambrientos, así que solo les dará unos aperitivos y una copa de vino, con dos ingredientes especiales.

Las sirvientas les sirven vino en sus copas a los ochenta vampiros. Diviso a Jessica en la mesa larga donde solo están los altos rangos, se encontraba frente a las otras mesas en una plataforma alta. Está con Carlos y los jefes de las tropas. No encuentro a Amina, pero Atlas está en una mesa hablando con unas vampiras.

Le hago una seña, pero él se encoge de hombros, preocupándome más. Tomo asiento, al lado de Jessica.

—¿Y Amina?—Le pregunto en un susurro, pero manteniendo la mirada fija en los soldados.

Se acerca a mi oído.

—Kira no se sentía bien, fue mucha la sangre que perdió, así que Amina decidió quedarse con ella para cuidarla— Murmuró. —Es tan buena y solidaria ¿Verdad?

Pongo mis palmas en la mesa llamando la atención de muchos, y me inclino hacia adelante para mirar a Carlos, porque le deje a él la tarea de cuidar a Amina de las arpías de este lugar.

Solo se encoge de hombros con una sonrisa boba, mientras se lleva una galleta a la boca.

Mi último recurso es Atlas, que ha escuchado todo, y evita mi mirada como si se tratara de Medusa. Vamos, Atlas, mírame. Entrecierro mis ojos, infligiendo presión psicológica para que me enfrente, la mirada verde del moreno poco a poco se acercaban a mi rostro, como si me oyera.

Sonreí.

—Hay que reconocer que las brujas siempre han sido su debilidad y ella la de las brujas— Insinúa Jessica con malicia.

Atlas hace una mueca con los labios y asiente, validando la vil insinuación de Jessica. Me levanto bruscamente, dispuesta a derribar cada maldita puerta de cada maldita habitación para arrancar cabellos blancos de una bruja zorra, pero Cyprian me toma el brazo con suavidad.

—Debemos hacerlo ahora que la luna está en su punto máximo—Me dice.

Aprieto mis puños, y me siento, tratando de apagar la furia de mi pecho. Miro a Jessica y asiento. Ella me pregunta con la mirada a que me refiero solo para sacarme de quicio, entonces le señalo la copa de vino.

—Ah— Exclama y se levanta, tomando la copa entre sus dedos. Niego con la cabeza, impaciente. — Hoy quiero que me demuestren otra vez porque merecen estar en la legión más letal de la historia…

Mi pierna se mueve de arriba a abajo incesantemente, pensando en ellas. Jamás me ha tocado ver a Amina con otra mujer después del viaje de Italia, y ciertamente, creo que no lo soportaría.

Veo como todos empiezan alzar sus copas, y lo hago también.

—¡Por la Alianza y…!—Gritan al unísono.

Entonces, la veo entrar al salón junto a Kira, con ese uniforme de la Elite que le queda jodidamente bien, le ofrecen una copa y la acepta. Se posiciona en medio del lugar, y alza la copa hacia nosotras, con una media sonrisa.

—… Y por la Alfa Suprema—Modula ella, con pizcas de burla.

Jessica chasquea la lengua con desprecio y bebe todo el contenido de su copa.

La bruja se posiciona detrás de ella, con la misma mueca seria y fría, pero su rostro inspiraba algo más ¿Decepción, tal vez?

Yo bebo un sorbo rápido mientras analizo de pies a cabeza a Amina, verificando si cada detalle de su ropa está como lo recordaba. Sí. Sin embargo, Kira tiene el descaro de mirarla así sabiendo perfectamente de mi presencia, sus ojos brillan por su enamoramiento, ese que me confesó varias veces cuando éramos pequeñas.

Amina Belanger fue su primer y fallido amor, como el de todas las malditas brujas de la Alianza.

Le doy un último sorbo al vino y bajo la plataforma, para ir a caminar por el pasillo que dejaban las mesas, hacia Amina y la bruja.

—Prepararse para embarcar—Ordeno con voz fuerte y segura a las tropas, pero al ver que nadie se levanta, me detengo y los volteo a ver. —¡Ahora!

Las sillas hicieron un estruendo y todos los soldados de las tropas, sin excepción, se pusieron de pie. Paso por entremedio de Amina y Kira, sin dirigirles la mirada a ninguna. La brisa marina me inunda el rostro cuando salgo de la base, los dos enormes barcos se encendieron cuando pongo un pie en el puerto.

Me detengo un segundo para admirarlas.

Eran dos preciosas embarcaciones grises hechos de los materiales más resistentes y caros y que pueden albergar dos helicópteros en su interior sin problema. No cabe la menor duda, Jessica siempre me sorprende, todo lo que posee para las guerras es increíble y ciertamente hay que ser o imbécil o muy valiente para enfrentarse a ella.

Las tropas comienzan a dividirse para subir a los barcos. Amina habla con Atlas, cuando se da cuenta de que la estoy mirando, me voltea a ver, pero yo le doy la espalda de inmediato.

Jessica, Carlos y Cyprian se acercan hacia mí y mi enojo se desvaneció por completo por unos segundos. Separarme, aunque sea un segundo de mi hijo, me duele el alma, y más por la forma en que me mira. Cuando lo abrazo con todas mis fuerzas, siento su corazón acelerado contra el mío.

—Te amo mucho—Le susurro.

Soy consciente que hoy solo hay dos opciones: volver victoriosa o no volver.

Y necesito que él sepa, que es lo más preciado que tengo y que voy a tener en esta vida y en las otras. Le doy un abrazo a Carlos también, y me juro que cuidara muy bien de Cyprian.

Luego sigue Jessica, ella me mira con seriedad, pero aun así noto la inquietud en su mirada.

—Te quiero aquí en siete horas o te iré a buscar—Ordena.

Sonreí divertida, dando un vistazo a Cyprian ¿Cómo es posible que ellos dos se parezcan tanto? Ambos son maniáticos del orden y a dar órdenes, gruñones, implacables y distinguidos. Es como si el destino quería que a fuerzas tuviéramos un mini Jessica.

—Okey—Respondo antes de rodearla con mis brazos y recostar a mi cabeza en su tórax. Ella tarda en corresponderme, lo cual me hace creer que no le gustó esta acción, así que solo duró unos segundos.

Sin importar qué o quién es la dueña de mi corazón y el suyo, Jessica marcó un antes y un después en mi historia y la cambió por completo, al igual que yo, la suya. Y es innegable que es una de las personas más importantes de mi vida.

—Te juro que jamás olvidaré tu ayuda y que el acuerdo entre el Tratado Triqueta y la Alianza prevalecerá pase lo que pase— Le digo.

Ella asiente, intentando una débil sonrisa.

—Las naves están listas, jefa— Anuncia un soldado y yo muevo la cabeza para evidenciar que lo escuche.

Retrocedo unos pasos, incapaz de despegar mis ojos de mi hijo y Jessica.

—Lo lograrás—Asegura mi hijo. —Larga vida a sucesora de la Reina Kahnara Cavalier… La reina Diana Ayleen.

Esbozo una enorme sonrisa, y les doy mi último y opaco adiós antes de subir al barco más grande. Apenas las máquinas comenzaron a partir, Lili se sintió cómoda en salir de su escondite en mi cabello y de un chapuzón comenzó a nadar a un lado del barco.

Casi no puedo distinguirla por la oscuridad del agua gracias a la ausencia del sol, doy gracias a la Diosa Luna que el capitán del barco sea un vampiro, prácticamente son seres de la noche.

Me mantengo a los costados del barco, pendiente a Lili, que da saltos como un delfín. En poco tiempo comienzo a notar un cambio en el aire de mi lado, casi no movía mis rulos y rápidamente me doy cuenta el porqué.

A un kilómetro de aquí aparece un mar completamente inerte, sin olas, sin un solo pez, con ruinas de lo que fueron barcos en esa agua muerta. El mar del Límite. Sin embargo, tiene una espesa y blanca niebla que dificulta ver más allá de una enorme piedra, como una isla sin vegetación.

Un escalofrío recorre mi espalda y supe que era hora de entrar.

—Lili—Le hablo, pero ella no me hace caso, por estar atrapando unos peces.—¡Lili, debemos ir a dentro! ¡Obedece! ¡Lili Eckvan, sube ahora mismo!

Me ignora por completo como una insolente para devorar los peces en cosa de segundos, haciéndome negar con la cabeza. Es casi nula la sangre que corre por esas pequeñas criaturas, solo las mata por diversión.

—Quizás entró en la adolescencia demoniaca, se ponen rebeldes a esa edad— Amina se posiciona a mi lado. La volteo a mirar con seriedad, y luego miro a su alrededor. —¿Qué buscas?

—Es que últimamente siempre vienes con tu llavero, ya sabes uno de cabellos blancos y ojos azules.—Exclamo a secas, para mirar a Lili otra vez, que sigue sin obedecer.

—No paso nada entre nosotras, Diana— Asegura. No respondo. — Te diré que el contacto que tuve con Kira fue mucho más bajo del que tú tuviste con Jessica hace un rato, hasta ganas me dieron de que me abraces así, tan emotiva.

Giro mi rostro hacia ella, y alzo mi ceja izquierda, para mirarla fijamente.

—Acabas de reconocer que hubo contacto entre la brujita y tú.

—Le puse una bandita en el brazo y le di una palmada en el hombro para que se mejorara.

—No sabía que eras enfermera también—Cuestiono “asombrada” con la sonrisa más falsa que pude. — Estas llenas de sorpresas, Amina Belanger.

Se recuesta en el borde del barco, mirándome con un creciente brillo amarillo en sus ojos verdes. Pero mantengo el mentón en alto, solo para mirar a Lili.

—No entiendo como es que me prende tanto que me celes con esa furia—Confiesa. —Este celo me está quemando.

La miré nuevamente.

—Pues lo seguirá haciendo hasta que termine la luna llena —Decreto. —Porque yo soy la única mujer a la que le puedes poner banditas y dar palmadas. Pero como confortaste y curaste a otra mujer, no tocaras ni un centímetro de mi cuerpo en este celo.

—Pero no es justo…

—Ya lo hablamos ayer, Amina: si tú anhelas tanto marcarme como tu luna y hacerme la madre de tus hijos, debes demostrármelo, sabes que aunque roces la piel de otra mujer por equivocación, esa quemadura se quedara en mí por mucho tiempo y no soportaría que la gente diga que mi alfa me es infiel…

Mi discurso es interrumpido cuando ella me toma de los hombros y me aleja de la borda en cosa de segundos, hasta chocar contra la pared de la cabina del capitán. Una flecha más grande de lo normal, con una punta negra, se incrusta en la popa, como si la hubieran lanzado a una velocidad destructiva.

Ni un milisegundo paso cuando la Elite saca las armas de fuego y apuntan al límite. Me zafo del agarre de Amina, porque mi corazón solo piensa en Lili.

Ella sale del mar, más enorme, me cubre las piernas, el pecho y la nuca, protegiéndome.

Pasa un minuto de pleno y lúgubre silencio, donde nada más se oía el chocar el barco contra las calmadas olas. Estamos aún es oscuridad, pero de madrugada y lejos de la costa ¿Quién lanzo eso?

—Hey—Atlas exclama. —La flecha tiene una nota amarrada.

Fue el único que se atrevió a acercarse a la flecha, y parecía impresionado con el diseño y detalles que estaban esculpidos en la madera: un lobo con colmillos de vampiro.

—¿Puedo quedármela?—Pregunta él.

—¡No bajen las armas!—Ordena Amina, intento tomarla, pero ella no me deja. —Puede tener algo, déjame hacerlo yo.

Ella saca el papel enrollado en un tubo de la flecha, para estirarlo entre sus manos. Atlas y ella leyeron su contenido y ambo pusieron la misma cara de confusión.

—¿Qué?—Pregunto. —¿Qué dice?

— “Siempre deseo la suerte a quienes considero guerreros fuertes en batallas casi imposibles, pero posees la misma sangre que yo y nosotros ganamos con o sin ella. Encárgate de que el apellido Eckvan resuene en todo el mundo otra vez, Reina de un demonio, que yo me encargaré de que vuelva a causar pavor”.—Lee Amina.

—Rhea— Digo.

—Vaya forma de darle ánimos, casi le arranca la cabeza. —Insinúa Atlas, antes de suspirar. —Aunque la flecha pudo ser para ti, hermana, después de todo es la más pequeña de la familia y verla con una híbrida perversa de más de cien años no le hará gracia.

Me giro nuevamente, yendo hacia el costado derecho del barco. Lili y Amina está a mis espaldas. Mantengo la mirada fija en la oscuridad de lo más profundo del límite. Sé que me escucha, después de todos fue de los primeros híbridos.

—Hoy pagaré mi deuda contigo por haberme salvado esa vez en el bosque, yo matare a John, pero dejaré a Edina viva para que tú la hagas sufrir como lo acordamos. —Le aseguro. —Entonces seguirás tú.

Los barcos aumentan su velocidad, porque la isla comienza a asomarse, al igual que el sol. El amanecer nos acompaña cuando se abre unas compuertas del suelo y un helicóptero asciende de él. El segundo aparece arriba de la cabina del capitán.

El otro barco hace lo mismo, solo 16 solados caben en cada uno de los helicópteros, los demás van por tierra. Se encienden, cuando estamos a punto de llegar a la costa.

Cuando iba a subir, veo a Amina con Atlas.

Ambos se despiden de un fuerte abrazo y apretón de manos, ya que Atlas va en el otro helicóptero, se dicen algo y se sueltan como si un pedazo del otro.

Tanto como a Amina como a Atlas les puse una dosis de mi sangre en estado pura y no diluida en vino, sin que lo supieran. Ninguno morirá, o soy capaz de ir a buscarlos al purgatorio, porque es obvio que si Atlas muere, pierdo a Amina para siempre. Y los hermanos Belanger se ganaron mi corazón, aunque uno nos haya abandonado.

##

NARRADORA

—Lo mejor de la magia demoniaca es que necesitas a nadie ni nada—John le explica a un joven y hermoso brujo de la magia negra. —Claro, lo puedes complementar con un poco de sangre, pero debe de ser una sangre extremadamente pura, no de razas mixtas como los híbridos.

Los ojos negros del brujo mayor, van directo a Regory, uno de los duendes de la fortaleza, que por órdenes de él, debía ser denigrado a servir las copas y aguantar los insultos de los brujos que vinieron a la iniciación al orbe negro.

—Ven para acá—Le ordena de forma hostil.

Regory rueda sus estrechos ojos para caminar hacia el jefe del tratado y el orbe negro.

—¿Qué?— responde sin una pizca de respeto. Eso enfurece a John, tanto que con la punta del pie lo tira al suelo, causando unas oleadas de burlas en los invitados.

En la magia blanca, los duendes se consideran sagrados. Pero en la magia demoniaca y negra, no son más que bolsas de sangre.

Regory aprieta su mandíbula y voltea a mirar al pelinegro, mientras se levantaba.

—Sigo sin saber para qué me llamaste, imbécil—Escupe.

El brujo desenvainó su daga, y de un certero golpe provoco una herida en la piel gruesa del duende, de sus pómulos a la comisura de sus delgados labios. La sangre comienza a salir y con el mismo filo, John sacó una gota insignificante, para hurtársela en la palma de la mano.

El brujo joven mira con atención su mano y el pentagrama en su muñeca, que de pronto se encendió en un rojo vivo.

La sangra comienza a transformarse en una niebla azul marino, del tamaño de un ratón.

—Le das sangre pura a cambio de un pedazo de ellos—Le explica. —Y cuando tienes esto, lo puedes tener y construir todo, como esta isla y esta fortaleza y sus puertas impenetrables.

Edina, la bruja castaña de tan solo dos años menos que John, se acerca a ellos y le proporciona una servilleta de tela a Regory.

—Cúrate bien—Le ordena al duende antes de mirar a los brujos. —Vete. —El brujo joven acata con rapidez su orden. —Cuida de los duendes, John, tanto ellos como Diana Ayleen tiene la sangre más pura y poderosa y por el momento solo contamos con ellos. Y tu daga es de plata, lo podrías haber matado.

Él rueda los ojos.

— Solo es una fisura en la mejilla, no exageres.

Regory pone la servilleta en su herida, sintiendo como hierve. «Se infectará, seguramente» piensa él. Se aleja de esos dos, maldiciendo a John en susurros.

De repente, comienza a sentir un sonido provenir de afuera, no reconoce que es, pero sabe que no deberían de estar aquí. Alza su mirada a una de las angostas ventanas del entrecielo, y ve como una máquina vuela en el cielo.

Pero tal parece que el único en oírla fue él y la híbrida poseída: Andras, que se acerca a John y Edina y le susurra algo al oído.

Estaba intrigado, pero sabía que mientras las puertas permanezcan cerradas, no sabrá qué o quién estaba causando ese escándalo afuera.

El sonido de aspas, girar a toda velocidad, alertan a los guardianes de las enormes puertas, y uno de esos seres, que pretenden muy bien ser brujos, observa al cielo. Dos helicópteros se asoman por los árboles del bosque y otros dos por los costados.

No debía ni preguntar para saber que no tenían permiso de estar aquí, John, el jefe del tratado, dio una orden clara.

Nadie entra y nadie sale hasta que él del permiso para hacerlo.

Las pequeñas y brillantes hadas y aves que eran leyendas en muchas culturas comienza a volar de los árboles, que son sacudidos de manera violenta, acabando con la paz que han tenido durante decenas de años.

—El tratado está bajo ataque—Ese susurro del guardián fue escuchado por cada ser creado desde la magia demoniaca únicamente para proteger y controlar la fortaleza, incluso por los que cuidaban a los prisioneros en el subterráneo.

Diana observa desde arriba como en lo más alto de la fortaleza, dos guardias se posicionan uno frente a otro, sin entenderlo, ella frunció el ceño. Un destello cegador causa que cierre los ojos un segundo. Al abrirlos, no tiene tiempo de reaccionar cuando una bola de lo que parece fuego azul marino viene directamente a ella.

«¿Nara generó una derivación de los demonios?» Piensa Diana, alarmada.

Entonces, Lili se desprende de su cabello rojo en un instante, y sale del helicóptero. Esa masa negra se agranda lo suficiente para atrapar la bola y devolverla diez veces más fuerte, arrasando con una hilera de árboles y llegándole casi a los pies de los guardianes de la puerta.

El verdadero potencial de Lili será demostrado en esta tierra, su tierra, porque está cubierta de magia demoniaca, donde ella está en la cima de la pirámide, porque es un demonio en estado puro.

Los soldados vampiros en tierra llegan segundo después que los helicópteros aterrizan. Los guardianes se había duplicado, y se abalanzan contra ellos, en su forma humana y en su forma no humana.

Amina y Atlas desenvainan los sables de ónix que estaban en su espalda y fueron los primeros en aumentar el filo de sus armas, llevándose cuatro guardianes en pocos minutos.

Diana avanza hacia las enormes puertas de piedras, con Lili sobrevolando sobre ella. Desenfunda la daga que Jessica le había dado cuando un guardián arremete contra ella, la pequeña punta de ónix que tiene el arma no es suficiente para matarlo, a pesar de que le da un golpe certero en el cuello.

Pero apenas el guardián toca la piel de la pelirroja, Lili cae en picada contra él, estrellándolo en suelo y atravesando su pecho, débil ante su color negro, ella era el ónix y no tenía oportunidad.

Diana tenía una pelea a sus espaldas, pero mantenía su mirada en las puertas frente a ella, esas que solo se abrían ante el jefe John.

Si no era digna, se iría.

Eso dijo Kira: El reino de mi madre cobró vida propia con los años, si ve a Diana como su legítima reina, las puertas se abrirán ante ella, no importa qué, pero si no lo hacen, ni con dos mil demonios podrá tomar posesión de él.

Toca ambas puertas con su mano derecha, su corazón se encuentra acelerado y afligido. Entonces, cuando el último guardián de la entrada es abatido por Amina, ellas hacen un ruido y poco a poco se comienzan a abrir.

Las personas que se encuentran adentro quedan completamente petrificadas al ver las puertas moverse. Muchos de los brujos ahí la conocían, pues eran del orbe negro, pero los aspirantes a este grupo la reconocen como la Luna de Jessica Favre o simplemente no saben de quién se trata.

John y Edina sabían a la perfección quién era. Diana Ayleen expande una sonrisa al ver la cara del brujo.

Lili se expande hasta casi la altura de las puertas a espalda de Diana y acata la orden de su madre, va directo a John. Que logra subir las escaleras y entrar al enorme pasillo del segundo piso con Andras y

Atlas va a la derecha y Amina a la izquierda del salón, con las tropas siguiéndolos. Más guardianes aparecieron por los corredores y las escaleras. Los brujos que usan la magia negra, la usan para defenderse.

Pero los del orbe, lanzan hechizo o los convierten en estacas de madera, pero los Belanger les habían enseñado bien a los vampiros como esquivarlos y arrancarles la cabeza en el proceso.

Amina lucha por llegar hasta el cuello de una bruja vieja, diestra en magia demoniaca, que lanzaba poderos destellos de fuego que quemó a dos vampiros. Los ojos de la híbrida bajaron a su muñeca, el pentagrama de Eckvan comienza a encenderse y pronto se cubriría de esa masa negra y escaparía.

Alza su sable derecha sobre su cabeza y cuando la niebla ya iba por sus rodillas, descargo el filo de su arma contra el antebrazo de la mujer, arrebatándole la única conexión que tenía con el inframundo.

Diana y Lili entran al pasillo, el demonio se adelanta en busca del brujo. Ella mantenía firme la daga en su mano, y camina con seguridad y firmeza. Cuando un mueble es movido por una fuerza mayor, obstaculizando su paso.

Gira su cuerpo detrás de ella, pero Edina está a pocos centímetros de su cuerpo, la bruja lleva las yemas de sus dedos a las cien de Diana. Rápidamente, la vista de la pelirroja comienza a ennegrecerse, y nuevamente quieren robarle todo.

Empuña la daga, sacando las últimas fuerzas y su certera puntería le da directo al pentagrama en la muñeca, trazando una línea que lo divide en dos.

Edina suelta a Diana para observar su piel y la humana hace que la bofetada que le dio resuene en todo el pasillo. La bruja cae de rodillas, el ónix de la daga está causando efecto, y su piel se torna negra.

Diana la da una patada que la recuesta en el suelo y coloca su rodilla en el estómago de la bruja, hace una fisura en su palma y dirige su sangre cerca de la boca de la bruja.

—Tendré piedad de ti, solo si te largas de aquí— Murmura. Edina, está confundida ¿Se trata de su reina o de la pequeña y dulce Diana Ayleen? —Si mi herida se cierra, clavaré esta daga en tu corazón ¿La quiere o no?

Asiente. Deja que beba su sangre unos segundos, mismo donde la herida en el pentagrama sana y ella se desvanece en humo negro. Amina y Atlas aparecen al principio del pasillo y Lili al final, emitiendo un chirrido para llamar la atención de Diana.

Los tres siguieron al demonio.

Llegaron a zona prohibida de la fortaleza, retratos y pinturas. Amina sabía a donde iban, al salón donde el orbe se reunió aquella vez con Diana Eckvan. Las puertas negras estaban cerradas, pero fueron tumbadas con facilidad.

Andras, la híbrida poseída, empuñaba una espada de mango de plata y todo su filo estaba cubierto por ónix. John estaba aún lado de ella, con la mirada fija en Diana.

—Pensé que había huido, que es lo más sensato—Exclama Diana.

—No debo huir de lo que es mío, yo soy el jefe.

Diana niega con la cabeza, y sin miedo ella camina hacia él, Andras alza la espada hacia la humana con una expresión seria y determinada. Los mellizos sacan los sables, igualmente, listos para proteger a Diana.

—¿De verdad el Orbe Negro es tan importante para dejarte morir de esta manera tan patética?—Cuestiona Diana. —Vine aquí para matarte, y ni siquiera haces algo para defenderte de mí.

— Aprecio mi vida tanto como al Orbe Negro y a mi Reina, pero ciertamente no son una amenaza— Asegura John. —Tus guardianes tienen experiencia, pero Andras tiene el triple de ella y tu demonio es uno joven, apenas tiene 500 años, no conoce la magia demoniaca y sus peligros.— El brujo mira a su compañera. —Empieza por Amina, vengaremos a Demeter.

La castaña da un paso adelante, Amina alza uno de sus sables y Atlas se le pega a un costado de su hermana, pero los ojos de la mujer estaban en los de color pardos de Diana.

La pelirroja mueve su cabeza disimuladamente, y Andras, ese demonio en el cuerpo de una híbrida omega, en un ágil movimiento, da vuelta la espada, tocando la punta filosa de ónix para extenderle el mango del arma a Amina.

La pelirroja sonreí al no ver no una mueca de dolor en el rostro de la chica ante el contacto con el ónix negro, la muestra más grande de lealtad para un demonio, Amina mira de reojo a Diana y ella asiente para que la empuñe y eso hace.

El rostro de John se tensa, mirando como Andras se arrodilla frente a Diana.

—¿Qué mierda haces, Andras? No ves que para lo único que sirve esta puta es para abrir las pier…

Cae al suelo con el rostro ensangrentado, Amina le rompió la nariz de un solo golpe y trazo una equis en el pentagrama para que no pudiera huir.

—Siempre me subestimaste, John, incluso cuando mataste a mis padres, antes de borrarme la memoria, yo te jure a los ojos que te mataría. Ese juramento despiadado lo hice a los ocho años y tú solo te reíste.—Dijo Diana. —Pero cada decisión que he tomado en mi vida ha sido para llevarme a este momento.

Atlas, Amina y Andras se alejaron de la humana porque su demonio se posiciona detrás de ella, y comienza a largarse como una cobra.

—Solo seguía órdenes— Dice, sosteniendo su rostro entre sus manos. — No es mi culpa, perdóname.

Parecía que John de repente dejó de ser el gran jefe del tratado para convertirse en simple mortal, su corazón estaba acelerado, porque sabía que si no le daba su perdón, iría al purgatorio de los demonios, el inframundo y no como uno de ellos.

Él debía de pagar todos los favores que le hicieron.

—Ahora yo tengo poder de decidir qué hacer con tu vida.

—Pagaré las consecuencias, dame un destino peor que del que tuviste que pagar.

—24 años de miseria no son suficiente, ni la eternidad misma en esta tierra podrá calmar el fuego de mi pecho.—Exclama

—Por favor.

—No eres nada, solo otro juguete de Eckvan que se cree invencible, pero ni mi yo de ocho años rogó cuando le borraron la memoria como lo haces ahora tú ante mí y eso me demuestra que no somos lo mismo ¡Así qué no seré igual a ti jamás! ¡No haré lo que tú hiciste ese día! ¡Soy mejor!— Asegura Diana, con una liguera capa de lágrimas en sus ojos.

John siente calma, ve la mirada de piedad e inocencia que solo Diana Ayleen poseía, ella no era su reina y por un momento se le había olvidado. Y pudo respirar nuevamente. Pero Lili no dejaba de crecer hasta que llegó a los tres metros de altura e inclino la cabeza hacia su madre.

— Por eso yo no seré tan estúpida de dejarte con vida. —Masculla ella. John alza su cabeza, pero demasiado tarde para buscar piedad. —Mátalo.

Lili deja caer su cabeza hacia el brujo cuando que la fortaleza se remecieran de su fuerza, los gritos de John se oyen en toda la isla.

Quedaron setenta vampiros de elite, escapó un escaso grupo de brujos del Orbe, la fortaleza quedo intacta y solo una de las criaturas mágicas no se dio cuenta de que el rey había caído, porque yacía muerto entre escombros por una herida en la mejilla: Regory, el duende.




****

Holissss.

🩸¿Qué les pareció el capitulo de hoy?

🩸¿Qué creen que pasara ahora?

Memes de Lili 💗 pq la quiero mucho jsjsj


Gracias x leerme y seguir aquí.

Byeeee.

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