Detrás De Cámaras ©

De EternalMls

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(+18) El regreso de Bastian Derking a la ciudad de San Diego, luego de unos extensos quince años, descolocó a... Mais

Nota importante
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De EternalMls


La luz natural se desvanecía en el oeste y la iluminación amarillenta de la lámpara de mesa encandilaba una cuarta parte de mi habitación, dejando en penumbras los objetos restantes y mi cuerpo tendido sobre mi cama.

Con el correr de las horas, la promesa de regresar con Bastian para ayudarlo con sus objetos personales se había esfumado como la poca cordura que cargaba en mi sistema. Había optado por quedarme en mi habitación, fuera de cualquier mísero objeto inanimado que me recuerde su trabajo, buscando una escusa entre los nervios que me causaba asecharlo desde la ventana y atisbar como los músculos fornidos y definidos de sus brazos fluctuaban bajo la tela de su ropa, y su sonrisa chispeante producía una reacción positiva en mi sistema.

Si acudía en su ayuda, por más que me exigiera autocontrol o me centrara en como mi padre circulara por su jardín delantero, no podría controlar mi sistema nervioso sin recordar las palabras que Bart se había encargado de colocar en mi cabeza. Según su información cedida, él es un actor muy conocido dentro de la industria del entretenimiento para adultos, tanto que Bart pudo identificarlo a simple vista y, aunque me causaba repudio recordar cómo me había confesado con tanta simpleza que consumía ese estilo de videos, en cierto modo, una parte de mi le agradecía por haberme dado dicha información, mientras que la otra hubiese preferido vivir en un total engaño y saludarlo con normalidad sin que mis mejillas ardieran.

Luego de cenar y escuchar a mi padre entonar con melancolía lo mucho que extrañaba a mis hermanos, quienes ya de adultos se mudaron con sus respectivas parejas dejándome como su única compañía, me encerré en mi cuarto para tumbarme sobre las tibias sabanas blancas y observar entre la penumbra del cuarto el reflejo de los faroles externos ingresar por la ventana. No me sentía con la voluntad suficiente para tomar mis notas de universidad y releerlas, ni tan siquiera investigar sobre las nuevas cámaras que deseaba comprar cuando obtuviera el dinero suficiente y realizar excelentes, y definidas, filmaciones que con mi actual cámara no conseguía.

Expulso todo el aire que retenía en mis pulmones, agitando mis manos que rozaban la almohada bajo mi nuca, y con esfuerzo me elevo hasta quedar sentada sobre la cama. Ya me había duchado, el estomago no me rugía y estaba más que lista para recostarme sobre las sabanas que me invitaban a regocijarme en su suavidad. Pero, por más que lo hiciera, no conciliaría el sueño con tanta facilidad.

Por el rabillo del ojo, tras el cristal de mi ventana, una luz tenue y ambarina ilumina una franja de mi cuarto en penumbras, colisionando contra mi mejilla, y roté mi cabeza en su dirección. Una de las tantas habitaciones de la residencia vecina congeniaba con mi cuarto, produciendo que, cada vez que desplazaba la fina persiana para que ingresara aire fresco, podría observar sin querer la profundidad de su casa.

Su ventana no poseía una persiana que ocultara el interior de la amplia habitación a causa de su mudanza imprevista, y lograba distinguir desde la corta distancia cada objeto que había traído consigo y colocado al lado de su extensa cama oscura. Su cuerpo surgió detrás del muro, manifestando su figura por delante de los cristales invisibles, marchando con lentitud y centrando su mirada irascible en la pantalla de su teléfono celular.

Caminó hasta posarse delante de un espejo de pie junto a su cama, exhibiendo como las gotas de agua dibujaban delgadas líneas sobre sus músculos macizos y perfectamente trabajos como una delicada pintura al oleo, hasta caer en la toalla blanca que cubría sus partes intimas. Su cabello acuoso destellaba bajo la luz artificial, deshaciéndose por sí solo de las gotas que se producían en sus hebras para humedecer su semblante y empapar las líneas acentuadas de sus abdominales, las cuales iniciaban un recorrido por su piel cremosa hasta instalarse en su cinturón de Adonis que se escondía bajo la tela clara.

Meneo mi cuerpo, haciendo ondear la cama bajo mi cuerpo, y me arrimo un poco a la ventana hipnotizada por su sola presencia que consumía mis impulsos. Cuando podía desviar la mirada para centrarme en mis asuntos, su cuerpo esculpido y su mirada endurecida se habían apoderado de mi atención, convirtiéndome en solo segundos en una acosadora nocturna. Quería hacerlo, quería desviar mi atención con todas mis fuerzas, sin embargo, oculté parte de mi cuerpo en la penumbra para pasar desapercibida.

Bastian examinaba su teléfono, deslizando su pulgar por la pantalla y tecleando palabras incomprensibles con su semblante tan duro como un diamante en bruto. Recordé su rostro hace unas horas atrás cuando lo vi por primera vez en quince años: una cálida luz destellaba en sus retinas, pero su mirada glaciar opacaba su brillo al igual que su sonrisa inexistente en los minutos efímeros en los que intercambiamos palabras. No quise especular sobre mirada punzante y poco amigable, no obstante, lo hacía con insistencia.

Cuando su mano libre roza el filo de la toalla con intenciones de dejarla caer a sus pies, mi cuerpo se alarma e impulsa mis extremidades en dirección a la ventana, cerrando la persiana en su totalidad y, aprovechando que él no había detectado mi presencia, quedo nuevamente en penumbras. Solo estuve a centésimas de presenciar su desnudes en directo y mi corazón latía desbocado, ansiando desplomarse una vez más sobre la cama.

Pensaba en que quizás estaba acostumbrado a la exhibición o, tal vez, solo creyó que se encontraba solo para quedar como Dios lo envió al mundo.

Sea cual fuera el caso, mientras recostaba mi dorso sobre el muro, retenía una mano en la persiana y la otra contra mi pecho sobresaltado, el vivido recuerdo de Bart enviándome los enlaces a sus videos tornó a mi mente. Un sentimiento extraño invadió mi cuerpo, ansiando ver la forma en la que usaba su cuerpo escultural para saciar su apetito sexual y desenvolverse en su trabajo furtivo. Haberlo visto semidesnudo causó que deseara ver con mis propios ojos que hacía aquel niño que había ocupado parte de mi infancia, y ahora se convirtió en un hombre que puede destrozarte usando solo sus dedos. Tenía curiosidad por conocer como se desenvolvía. Como lo hacía.

Lo dudé por unos segundos, pensando que la mejor decisión que tomaría durante el transcurso de la noche era no verlos, porque si lo hacía, sentía que, en cierto modo, llegaría a faltarle el respeto, así como al encontrarme con él en la acera podía significar una parálisis en mi cuerpo que me delataría, y Bastian sabría que yo sé sobre sus películas.

Sin embargo, la necesidad se había incrementado en mi interior, y la curiosidad pudo más que la culpa que recaería en mi pecho luego de visualizarlos. Verificando que la puerta de mi habitación se hallara cerrada y mi padre dormitara, me tumbo sobre mi cama, tomando mi teléfono celular y conectando unos auriculares al dispositivo. Inhalando el aire comprimido dentro de los cuatro muros, teniendo la seguridad de que no habría posibles visitas nocturnas y una libertad que requería aprovechar, ingreso a los mensajes de Bart.

Cinco enlaces aguardaban pacientes a que los presionara, iluminado mis retinas con sus letras azules y batallando entre ellas para determinar quién sería el vencedor. Unos mensajes más abajo, Bart me comunicó que, en el caso que la curiosidad picara mis dedos y no me contuviera, los videos no poseían ningún virus que destrozara mi teléfono, dejándome en cierto modo, más tranquila.

Me limité a un solo video, sabiendo que sería más que suficiente para comentar su trabajo con mi propio criterio. Pensé en ser breve, solo observar unos segundos de sus movimientos y luego apagar el móvil. Nunca había sentido curiosidad por aquel contenido, y no asumía ni una mínima de idea de que me depararía su película.

Volví a llenar mis pulmones de aire pesado, lamiendo la sequedad de mis labios y mordisqueándolos a causa del nerviosismo, y toqué un enlace.

Una página en negro inundó la totalidad de mi pantalla y en una esquina, decorado con tintes rojizos, el nombre de la gran empresa que distribuía los videos gratuitos me dio la bienvenida. Bajo un anuncio que me comunicaba que una chica llamada Raquel se hallaba a tres manzanas de mi casa y me preguntaba si estaba sola, el video aguardaba paciente para ser visto.

El nombre de la película que duraba media hora expresaba: ¨Luna De Miel¨, y su descripción detallaba con palabras breves que, luego de su preciosa boda, la luna de miel se hallaba esperándolos. Acomodo mi cuerpo contra las almohadas, verificando que el volumen del teléfono se hallara bajo para ser la única que percibiera los sonidos internos, y sintiéndome observaba por los fantasmas que me amonestaban en silencio, y presiono la gran flecha blanca para darle inicio al video.

Una cama matrimonial cubierta por sedas albas, telas de terciopelo y trepaderas falsas con flores escarlatas emergió en escena junto a una música sedante, inundando con serenidad mis oídos. A los segundos, una mujer aparece en escena vistiendo un conjunto de lencería erótica simulando ser un vestido de bodas y oscilando su cabello cobrizo decorado con jazmines artificiales. Posaba ante la cámara de excelente calidad que se encontraba filmando su cuerpo moldeado y reluciente en aceites especiales sobre la cama desteñida. Sonreía, y rozaba sus manos por encima de la tela que cubría a duras penas sus partes íntimas.

Bastian entró en escena, luciendo un atuendo formal y su cabello rubio destellaba en la habitación irradiada por luz artificial. Iniciaron con besos, roces que comenzaron a ampliarse y sus disfraces empezaron a estorbar. La mujer exhibió la totalidad de su cuerpo, mostrándole sus pechos turgentes y la forma en la que podía rozar sus dedos en sus aureolas perfectamente lubricadas para su deleite, elevando sus magnas manos que no pudieron ocupar toda su circunferencia. Gemía mientras él la tocaba, y entorné los ojos al percibir el chillido de su voz. Ella comenzó a declinar su mano, posándola sobre la fina tela que recubría su miembro, estrujándolo entre sus dedos y sintiendo la dureza que se había formado a causa de su excitación.

Detengo el video por unos segundos, aceptando que el hombre que se ilustraba en el video era Bastian y admitiendo que me encontraba más que lista para salir de la pagina. Sin embargo, al observar las curvas de la mujer pelirroja que gozaba ante las cámaras sin pudor y la forma tan indiferente y distante con que él la observaba, centrándose únicamente en que debía cumplir con su trabajo, me causó curiosidad seguir husmeando.

Volví a reproducir el video, y la mujer, de un movimiento sutil y sensual, le quitó su bóxer, dejándolo completamente al desnudo. Mis ojos se dilataron al divisar la rigidez de su miembro erecto y largo que alcanzaba una dimensión impensable, sin comprender como aquella extremidad podía caber dentro de unos bóxers convencionales y ocultarlo a simple vista. Las venas que le recorrían el tronco cremoso culminaban en la punta que segregaba su excitación, más que listo para recibir placer.

Sin perder tiempo, la mujer introdujo su miembro viril en su boca, causando que Bastian torciera su cabeza hacia atrás, sintiendo como su lengua se balanceaba por su piel sensible, y tiritó ante el placer que la causaba. Sus dedos se enredaron en el cabello cobrizo de la muchacha, aferrándose con fuerza y demostrándome lo duro que sus movimientos lo ponían. Sin embargo, la forma en la que la miraba era una mezcla intrigante entre la excitación que recorría sus venas y la crueldad que comenzaría a invadir su cuerpo.

Mi mano libre rozó mi vientre cálido bajo la fría tela de algodón, comenzando a sentir una sensación inquebrantable en la zona de la entrepierna que necesitaba ser atendida. Ver a Bastian en aquel modo había causado una excitación irreversible que necesitaba ser atendida con urgencia, y sus gruñidos de placer me hacían imaginar que mis caricias eran suyas. Las yemas de mis dedos se deslizaron con lentitud hasta rozar el borde de mi ropa intima, intentando palpar mi piel sensible con lentitud.

En cambio, me detengo abruptamente.

- Mierda, no - balbuceo conteniendo mis deseos íntimos, entendiendo que comenzaría sin ansiarlo a rozar mis dedos en mi intimidad pensando en su cuerpo, en sus gruñidos y en su miembro.

Me aterro y quito con rapidez el video, dejando la habitación en el silencio sepulcral inicial. El teléfono cae de mi mano sobre una almohada, llevándose los auriculares en su caída y accediéndome a oír como la respiración acelerada inundaba el interior de mi habitación. Mi corazón se había acelerado y mis pupilas dilatadas rememoraban con intensidad el video reciente.

La culpa cayó sobre mi cuerpo como un gran balde de agua helada, porque sabía con certeza que, en cualquier momento, volvería a cruzarme con él. Y entender que lo vi en acción, y que pude haberme tocado en su nombre, inundaba mi cuerpo de vergüenza a tal grado que mis mejillas ardían, temiendo que eso me pase en su presencia.


- ¿Y? ¿Viste sus videos? - Indaga Bart a mi lado, rayando con su bolígrafo un pequeño cuaderno de notas.

El sol no había alcanzado la cumbre, pero irradiaba sus destellos mañaneros a través de los enormes cristales del salón de la universidad cegando mis ojos y obligándome a entrecerrarlos para examinar las pequeñas letras dibujadas en la pizarra. Bostezaba, intentando mantenerme despierta ante las extensas explicaciones que el profesor Han nos instruía, y procuraba no recordar los sucesos ocurridos antes de poder conciliar el sueño.

Sin embargo, Bart se había encargado de sacar a la luz los recuerdos que había sepultado con dificultad.

Cada vez que su contextura física al desnudo, vista desde mi ventana y desde una simple pantalla tornaba a mi mente, mis mejillas se sonrojaban. No podía olvidar aquellos efímeros minutos que había visualizado, tampoco podía olvidar la forma en la que se desenvolvía en el ámbito sexual y por más que lo quisiera, su gran miembro se dibujaba en mis retinas recordándome el modo en que casi rozo mis dedos en mi zona intima.

Era magnifico y terrorífico al mismo tiempo.

- ¿Qué videos? - me hago la desentendida, rigiéndome a centrarme en como los alumnos de la primera fila dialogaban con el profesor y se quitaban sus dudas.

- Tú ya sabes cuales, Deva - musita con obviedad, y lo miro de soslayo.

Relamo mis labios agrietados, enderezo mi postura sobre el respaldo del asiento de madera y expulsando el aire que retenía mis pulmones, sin dedicarle una mirada directa, asiento con retraimiento. Bart, al divisar mi movimiento de cabeza, me dedica una amplia sonrisa cómplice.

- ¿Qué te parecieron? - averigua.

- Incómodos - respondo tajante.

- ¿Cuántos viste?

- ¿Eso importa?

- Es que quiero saber si lo viste vestido de policía o enfermero... - se encoge de hombros con diversión -. Déjame adivinar, ¿viste el video donde usa látigos?

Mi cuerpo se sobresalta.

- Bart, ¿Cuántos videos de él has visto? - indago con tedio.

- Estamos hablando de tu primera vez viendo los videos sexuales de tu vecino, no de mí - declara -. ¿Entonces?

Al notar su insistencia, tragué la gran bola de nerviosismo y hastío que se había creado en mi garganta por desear no conversar de aquella problemática, y lo miré.

- Solo vi uno - confieso.

- ¿Cuál?

- Uno donde simulaban una luna de miel...

Resopla y suelta su bolígrafo.

- El más normal de sus videos - expone.

- ¿El más normal de sus videos? - Averiguo inquietada - ¿O el más normal que has visto tu?

- Ambas - declara, sintiéndose incomodo por la confesión repentina -. Pero créeme que, cuando digo que es el más normal, es porque lo es.

Sus ojos añiles, irradiados por los destellos del sol, escrutaban la curiosidad que empezaba a emanar de mis poros al entonar aquellas palabras.

- ¿Qué más hace? - curioseo.

- Muchísimas cosas. Muchísimas - remarcó.

- ¿Pero qué cosas?

- Te envié cinco videos donde él mismo puntualiza lo que hace, Deva - protesta.

- No quiero verlos - informo entre susurros -. Además, solo pude ver unos minutos de ese video y lo quité.

- ¿Minutos? - Arquea una ceja - ¿Por qué?

Trago grueso al rememorar con exactitud como mi mano se deslizaba por mi piel acalorada y jugueteaba con el espástico de mi ropa intima al ver su rostro de excitación tras la pantalla.

- Porque era incomodo - miento.

- ¿O porque te excitaste al verlo desnudo?

Su pregunta inundó mis tímpanos, recorriendo el interior de mi sistema e irradiando calor por mis poros hasta incendiar mis mejillas en su totalidad. Mis labios se abrieron, intentando soltar una respuesta que no había formulado en mi cabeza, exponiendo la veracidad de sus palabras. Al prolongar mi silencio, barriendo mis ojos de la gran pizarra a sus globos oculares, suelta una risa ahogada.

- ¿Te tocaste mientras lo veías? - indaga con suma curiosidad, poseyendo mi aprobación en consultarlo por el simple hecho de tener una inmensa confianza entre ambos.

- Bart - mascullo, y observo que los estudiantes que nos rodean no hayan escuchado su pregunta.

- No es un pecado darse placer, Deva - explica en voz alta -. Todos lo hacemos. Algunos usamos videos y otros no.

- Bart, baja la voz - lo reprendo entre susurros, detectando miradas inusuales a mis espaldas.

- Yo veo porn* gay.

- Bartolomeo - alzo la voz, aclamando la atención de muchos estudiantes que nos rodeaban.

- ¿Qué? - pregunta estupefacto.

- Nos están escuchando, maldita sea - mis mejillas acaloradas acompañaron el sudor que comenzaba a segregar por las palmas de mis manos.

- ¿Y qué? ¿Me van a decir que ellos jamás se han masturbad* en su vida? - su voz había menguado al detectar mi nerviosismo ante el tema abordado, y con una mirada increpadora, recorrió el auditorio -. Tocarse no es malo.

- No me manosee viendo sus videos, Bart - esclarezco con rapidez.

La sonrisa lobuna y repleta de agitación que ocupaba su semblante declinó, brindándole espacio a una leve sorpresa. No podía aceptar el hecho de que estuve al borde de tocarme, tampoco podía confesar lo que estuve por hacer, pero si realizaba el acto, tampoco lo revelaría, y no porque me diera pavor admitir una necesidad humana, sino por la vergüenza que me generaba que Batian hubiera causado aquella reacción en mi cuerpo.

- ¿Ni siquiera sentiste algo al verlo en acción? - consultó frunciendo el ceño.

- No - torné a mentir, sabiendo todo lo que había causado con su sola imagen y temiendo por lo que podía sentir al verlo frente a mis retinas.

Asintió resignado, creyendo que, al confesarme que mi nuevo vecino realizaba aquellos videos, podía causarme sentimientos encontrados.

Lo que él no sabía era que había cumplido con su cometido.

- Creo que eres la primera mujer que conozco que no siente nada al ver a Vlad realizando movimientos pélvicos - comenta volviendo a tomar su bolígrafo y escrutando la gran pizarra ante sus ojos.

- Te dije que no le digas así cuando estés conmigo. Es incomodo... - me quejo.

- Pero si ese es su nombre artístico - justifica rodeando los ojos.

- Solo llámalo por su nombre.

Rogué empatizando con la persona que se hallaba detrás de aquella mascara bestial que se exhibía ante las cámaras, y Bart asintió comprendiendo mi punto de vista. Me disgustaba escuchar ese nombre infrecuente, así como oír llamar a Bastian por un nombre que muy pocas, o incontables personas dentro del anonimato, lo relacionaba con él. Quizás, dentro de sus películas, se sentía con la comodidad de denominarse de aquel modo sin necesidad de que exclamen su nombre a los cuatro vientos. Pero, fuera del set, es una persona normal con un nombre designado, y pensaba que le causaría incomodidad que la personas cercanas lo llamaran por su seudónimo.

El carraspeo del profesor Han llamó la atención de la audiencia, logrando que enfocara mis ojos difusos en su paradero y distinguiera como su brazo se balanceaba por arriba de su cabeza borrando las letras dibujadas en la pizarra.

- Ya pueden irse - anuncia -. Excepto los que deben entregarme dicho trabajo.

Rota sobre sus talones y limpiando sus manos cubiertas por tiza blanca, escruta a Bart entre los alumnos, desprendiendo una mirada de aborrecimiento y resentimiento por haberlo encontrado besándose a su hijo.

- Mierda - lo oigo mascullar, y reí en voz baja.

El sonido de los tubos de metal que conformaban mi asiento rechinó al deslizarse por el suelo de cerámica, y comencé a colocar mis materiales en mi bolso. Divisando a Bart estirar su espalda sobre su asiento, ya listo para realizar la entrega del material demandado, la voz de una muchacha dentro de la clase inunda el auditorio hasta introducirse en las profundidades de mi cráneo.

- Profesor - llama, y Han, desde su escritorio, la inspecciona por arriba de sus gafas de pasta con desinterés -. ¿Podemos presentar la tesis como una película?

- Si - afirma, reacomodando sus pertenencias -. Pueden hacerlo como ustedes deseen mientras se relacione con el mundo del cine y me brinden una excelente información sobre su investigación.

- ¿Podemos involucrarnos dentro de un set de filmación de alguna cadena televisiva? - inquirió un joven a unas metros más atrás -. Es que mi padre es amigo de una persona que puede hacer que ingrese a los estudios y me gustaría aprovechar la oportunidad.

- Claro que sí. Todo es válido - torno a afirmar -. Recuerden que, mientras haya una conexión con su carrera, pueden filmar e investigar lo que a ustedes les apetezca.

- ¿Hasta las películas que se graban en la web profunda? - consultó entre risas un joven a solo dos pasos de mi asiento.

Las risas ahogadas causaron eco en las paredes, llegando a los oídos del profesor.

- No sabía que estabas tan interesado en grabar muertos, niño - comentó Han encubriendo su risa -. Pero si quieres empezar a filmar comerciales o videos conmemorativos en una funeraria puedo recomendarte sin problemas.

El alumnado estalló en risas, y el muchacho frunció sus labios al ver que el ingenio del profesor había ganado su ocurrencia.

- Solo tienen cuatro meses para hacerlo - recordó, elevando la voz por encima de las carcajadas -. Más que suficiente ahora que ya no tienen más exámenes y las clases son solo de repaso.

Todos asintieron mientas se elevaban de sus asientos y comenzaban a cavilar sobre sus posibles informes futuros. Ninguno había pensado con anticipación lo que presentarían, pero poseían materiales suficientes para desenvolverse gracias a sus contactos y fuentes de confianza. En cambio, por mi parte, un pequeño nudo se me situó en el estomago al comprender que no tenía al alcance de mis manos un tema de investigación, teniendo que rebuscar por mis propios medios.

Podía indagar en los comerciales que se hallaban a nuestra disposición, o intentar involucrarme en nuevos proyectos con directores de cine graduados de la universidad que solían acudir y ofrecer sus películas para el aprendizaje de los posibles graduados. Pero ninguno lograba alcanzar mis expectativas.

Quería hacer algo diferente, presentar algo único que nadie más pudiera igualar para quedar en la memoria de los profesores, directivos y posibles cineastas que notaran mi presencia para colaborar con futuros proyectos. Algo por lo que yo sintiera mi pasión por la filmación.

- Así que todo es válido, ¿eh? - Bart comentó satírico, palmeando su escritorio para aclamar mi atención.

Aferro el cinturón de mi bolso sobre mis manos, divisando como aún su cuerpo posaba sobre el asiento de madera y sobre su mesa yacían una cantidad excesiva de hojas apiladas que debía entregar. Su mirada se centraba en como parte del alumnado se dirigía al escritorio del profesor, acumulándose con la intención de entregar su trabajo y poder irse del salón, y una sonrisa reanimada resaltó sus facciones, logrando que le sonriera con picardía.

Tras su atisbo desinteresado, sabía que planeaba algo.

- ¿Qué piensas hacer, Batman? - indago con curiosidad.

- Voy a optar por algunos de los comerciales de cervezas y ver de cerca las filmaciones. Según dicen, te dan bebidas gratis - canturreó con alegría y sus dedos trastearon la madera reluciente -. Pero, si no hubiera un comercial de alcohol seguro haría otra cosa... no lo sé, todo es válido - repitió, puntualizando sus palabras.

Conservando mi sonrisa, hago revolotear mis pestañas espesas, intentando alcanzar la profundidad de sus palabras. Al no conseguirlo, arqueo una ceja.

- ¿Qué estas planeando? - pregunto.

- Más que un plan, es una idea.

- Es lo mismo - corrijo con el ceño fruncido.

Resopla, y voltea su cuerpo aun posado sobre la madera reluciente.

- Te conozco demasiado como para saber que, todas las propuestas de ayuda que hay a nuestro alcance, no son lo que tú quisieras investigar y presentar - se cruzó de brazos, centrándose en mí -. Y el profesor Han dijo que puedes hacer lo que quieras mientras involucres el mundo cinematográfico, así que...

- Bart, se directo - pido, sintiendo como los nervios comienzan a jugarme una mala pasada.

- Estaba pensando que, no lo sé, podrías pedirle ayuda a tu nuevo vecino con tu tesis.

Mi sonrisa decayó, sintiendo como mi cuerpo se tensaba y mis pómulos tomaban color. Mi semblante comenzó a endurecerte y mi ceño fruncido se resaltó, expresando con severidad mi extrañeza.

- ¿De qué estás hablando? - pregunte en un hilo de voz.

- Él es actor y puede ayudarte con tu investigación - evoca.

- Pero aún no hablé con él desde que llegó a la casa, y pedirle ayuda sin siquiera entablar una conversación después de tantos años, y que sepa que yo sé sobre lo que hace, seria incomodo - informo.

- Nunca es tarde para que lo hagas. Además, puedes filmar muy buen contenido con él a tu lado. Es una gran oportunidad.

- ¿Acaso quieres que filme una película? ¿Con él?- indago absorta.

Al notar mi aturdimiento, al igual que los pensamientos sucios que nublaban mi mente, se echó a reír.

- No te estoy diciendo que hagas una peli porn*, Deva - esclarece -. Piénsalo, puedes hacer tu tesis basándote en sus experiencias personales, en cómo se desempeña en su ámbito y grabar como filman las escenas. Hasta puedes investigar a fondo sobre la vida de mas actores y camarógrafos que están involucrados en ese mundo...

Alargó sus palabras a la par en que distinguía mis reacciones amortiguadas. Me encontraba en un delicado limbo entre lo que imaginaba y como se lograría en mi propia realidad si llevaba a cabo sus ideas.

- No lo sé. No creo que algo como eso pueda ser bien visto.

- El profesor dijo que todo era válido, y lo que yo te planteé es muy valido - me punteó -. Piénsalo. Quizás puedas hablar con Bastian, congeniar y comentarle la idea. Después de todo, fueron amigos cuando eran solo unos niños. Así que, no creo que él tenga problemas en ayudarte.

Elevándose de su asiento, tomó la pila de hojas y se despidió con un guiño de ojos, posándose detrás de la extensa fila de alumnos que ansiaban entregar su trabajo. Mi cuerpo no reaccionaba a mis estímulos mentales, permaneciendo de pie y aferrando la correa de mi bolso con ambas manos. Me había congelado al rebobinar sus palabras en mi cabeza, y deducía si era posible la presentación de dicho planteo. No había oído el rumor de que alguna persona se hubiera atrevido a presentar el sub mundo de la cinematografía o, más bien, nadie se atrevía a indagar en aguas profundas y sobre todo, explicar lo políticamente incorrecto a la vista de la sociedad.

Me resultaba aterrador analizar su mundo, preguntarle tantas cosas que terminara en renunciar a ayudarme con mis problemáticas y ver con mis propios ojos algo que quizás no me simpatizara. Temía por algo que aún no había hecho, y tampoco sabía si él aceptaría a una petición que todavía no había decidido realizar.

La propuesta, lejos de lo prohibido ante la humanidad, me resultaba interesante. Sería la única en un largo lapso de tiempo en esta universidad que presentaría algo inusual, un tabú que despertaría emociones por no solo enseñar lo que el ser humano observa para satisfacer sus necesidades básicas, sino por explorar las tragedias detrás de las cámaras, sus miedos internos luego de la exposición, así como las repercusiones que trajeron a sus vidas, y el peligro que conlleva involucrarse tras una gran empresa que podría sobreexplotar a actores para su propio beneficio.

Podía introducirme en terreno pantanoso y filmar cosas que nadie se atrevería, y aunque me estremecía, algo en mi interior me alentaba a que lo hiciera.

Buenas buenas, pipol.

Estoy encantada con el apoyo que recibió este proyecto, y por eso decidí subir un capitulo más para que vayan leyendo de a poquito como puede ir desemvolviendose esta historia.

Realmente les agradezco de corazón por apoyar mis escritos, por sus comentarios y sus votos que me llenan el alma y hacen que pueda seguir escribiendo cositas lindas (y cochinadas que van a llegar en breve en este libro)

También las invito a leer mis otros libritos que son más educativos que este, y seguirme en mi Instagram como @/Eternalmls

Muchos 💋

Notita: Nunca escribí un libro con una temática tan pesada como esta, hasta me da un poco de miedito escribirla, pero quise expandirme y ver si también puedo escribir libros eroticos así como amo el misterio y romance y lo demuestro en mis otros libros. Escribo con información, hechos y entrevistas relacionadas a esta temática para brindarles una buena historia, y espero poder lograrlo 🫶🏻


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