Lucia: la dichosa boda de Sofía nos viene como anillo al dedo, todos estarán tan distraídos que no se darán cuenta de que no notaran la ausencia de uno de sus invitados.
Ximena: entonces los seguiremos cuando salgan de la iglesia, con estos disfraces no despertaremos sospechas.
Lucia: yo entro por el paquete y tú me esperas en el auto, tenemos que ser muy rápidas.
Arturo intentaba descifrar sobre aquel plan, así que siguió escuchando esperando comprenderlo mejor.
Ximena: ¿pero este lugar si es seguro?
Lucia: claro que sí, está abandonado hace años, ni siquiera la policía se digna a pasar por allí es bastante solitario.
Ximena: bueno, aquí está la nota que debes dejar.
Lucia: con letras de revista, que ingeniosa.
Ximena: será algo complicado y no debemos dejar cavos sueltos.
Lucia: bien, yo voy a la bodega a dejar todo listo.
Ximena: y yo por el auto que rente y los disfraces.
Lucia: nos vemos mañana.
Arturo se retiró rápidamente, decidió salir de su casa, se subió a su auto y dio marcha sin un destino claro, cuando pasò por un semáforo se dio cuenta del lugar al que debía ir.
La casa de los papás de Regina estaba llena de personas, unas arreglaban mesas, otras sillas, la pista de baile, mientras Sofía daba indicaciones acompañada de su madre.
Regina y Daniel salieron muy temprano de su trabajo habían invitado a cenar a los futuros esposos para despedir aquella etapa de noviazgo, mientras la pequeña Miranda estaría al cuidado de su nana.
Mientras Regina se arreglaba en su cuarto escuchó el timbre, Daniel tomaba un baño, al ver que aun sonaba se levantó para abrir, su sonrisa se apagó cuando vio que quien estaba del otro lado era Arturo, intento cerrarle la puerta en la cara.
Arturo: Regina, necesito hablar contigo.
Regina: yo no tengo nada que hablar contigo, te dije que no quería volver a verte.
Arturo: ya sé que merezco tu rechazo por todo el daño que te hice, pero vine porque hay algo muy importante que quiero decirte.
Regina: si lo que pretendes es justificar tus actos pierdes tu tiempo.
Arturo: No, de verdad es muy importante.
Daniel salió del baño y al no ver a su esposa y escucharla platicar con alguien no dudo en salir a buscarla.
Regina: Arturo vete, déjame tranquila.
Arturo: por favor escúchame.
Daniel: ¡Mi esposa nada tiene que escuchar de ti! Vete de una buena vez, antes de que llame a la policía.
Arturo: haz lo quieras, pero Regina me tiene que escuchar.
Daniel se acercó a él y lo agarró por el cuello, olvidando que apenas llevaba una tolla a la cintura.
Daniel: te largas por las buenas o yo mismo te saco por las malas, porque desde hace mucho me estoy aguantando las ganas de romperte la cara.
Arturo: hazlo, no me importa, además me lo merezco, pero al menos déjame hablar.
Daniel: ¡No! Tú no tienes nada bueno que decir.
Arturo: se trata de Lucia.
Regina: a mí que me importa tu esposa.
Arturo: ella no, pero si Ximena.
Daniel lo soltó.
Daniel: ¿Qué sabes al respecto?
Arturo: se lo diré a Regina nada más.
Daniel: si sabes algo de Ximena dilo de una buena vez, de lo contrario vete.
Regina: de verdad ya Arturo, déjame en paz, deja de utilizar cualquier excusa para buscarme, si no te vas te juro que te denuncio por acoso.
Arturo: no es excusa, ten mucho cuidado, Lucia y Ximena van a hacerte algo mañana.
Daniel: si eso es cierto, ¿Dónde?, ¿Cómo? ¿cuándo?
Arturo: en la boda de Sofía.
Daniel: mentira, Sofía y Ximena no se conocen, no puedo creer lo bajo que llegas para acercarte a mi esposa, ¿Qué pretendes? ¿Amedrentarla para luego hacerte pasar por héroe?
Arturo: solo quiero evitar una tragedia, ambas la odian y quieren unir fuerzas para destruirla, no sé cuál es el plan, pero estoy seguro de lo que estoy diciendo.
Regina: ¡ya! suficiente, no pienso seguir escuchándote.
Daniel lo agarrò y lo sacò a empujones del departamento cerrándole la puerta en su cara.
Daniel y Regina se vieron algo alterados.
Daniel: mejor me voy a vestir no quiero que lleguemos tarde a nuestro compromiso.
Regina: si vamos, olvidemos este mal rato.
Se regresaron a su habitación.
Arturo regresó a su casa, notó que Lucia estaba de muy buen humor.
Lucia: cocine tu comida favorita, te sirvo.
Arturo: ¿tu cocinando?
Lucia: ¿Qué tiene? Hoy me siento muy feliz.
Arturo: y puedo saber ¿a qué se debe tanta felicidad?
Lucia: estoy por hacer un negocio donde tendré muy buenas ganancias.
Arturo: ¿Qué clase de negocio?
Lucia: cosa de mujeres.
Arturo: ¿ de mujeres? Pero tu ni amigas tienes.
Lucia: mira no voy a amargarme la noche por tus comentarios, si quieres comer eso comételo sino bótalo.
Arturo: nada de eso, la comida no se bota, lo voy a probar.
Lucia le sonrió y Arturo de inmediato supo a qué se debía su felicidad.
Regina y Daniel se encontraron en un restaurante con Gabriel y Sofía, era un lugar muy agradable, con música y pista de baile.
Daniel: yo quiero brindar por la última noche de ustedes dos como novios.
Gabriel: Gracias amigo, salud a todos.
Los 4 chocaron sus copas.
Sofía: moriría por un sorbo de vino.
Regina: si, pero no debes.
Sofía: ni modo.
Después de brindar cenaron y bailaron un poco, todo era risas y anécdotas, hasta que dio la media noche y decidieron regresar a sus respectivos hogares pues debían estar muy descansados para la boda.
Al día siguiente desde muy temprano, Regina, Daniel y Miranda se arreglaban para la boda mientras Esperanza junto a Lorenza ayudaban a la novia, por otro lado, Lucia y Ximena se alistaban para llevar a cabo su gran plan.
Lucia: toma, vamos a comunicarnos de estos teléfonos.
Ximena: pero tengo el mío.
Lucia: lo sé, pero es en caso de que quieran intervenir los nuestros.
Ximena: eso no va a pasar, te aseguro que nuestro plan esta tan bien diseñado que no habrá errores.
Lucia: de todos modos, es mejor prevenir.
Ximena: bien, como tú digas, me gusta que seas tan precavida.
Arturo se acercó un poco para ver si podía escuchar un poco más.
Ximena: ¿y tu marido?
Lucia: debe estar durmiendo, anoche llegó tardísimo, así que no te preocupes por él.
Ximena: no crees que pueda ayudarnos en algo?
Lucia: el jamás ayudaría en algo que perjudique a Regina, el muy idiota todavía la quiere, así que es mejor que se mantenga al margen de esto.
Ximena: pues, en ese caso sí, tienes razón, es mejor no involucrarlo.
Lucia: antes de que vayamos a la iglesia iré a llevar las cuerdas y todo lo que necesitamos.
Ximena: yo me encargare del anónimo.
Lucia: toma este dinero, es para que le pagues a quien lo va a llevar, recuérdale que debe ser 1 hora después del secuestro.
Ximena: más que claro, nos vemos más tarde.
Arturo se escondió, esperò que Ximena saliera y luego Lucia para poder seguirla, el camino era totalmente desconocido para él.
Arturo: esto es un lugar horrible, lo sabía quieren secuestrar a Regina, seguramente para acabar con su vida, y yo no lo voy a permitir.
Lucia entró a un lugar donde abundaban muchas bodegas, en su mayoría abandonadas, ingresò en una de ellas, prendió la luz y dejò varios objetos. Desde afuera Arturo solo podía ver una luz encendida y mucho movimiento, prendió el GPS de su celular para guardar aquella ubicación y se retiró del lugar para no despertar sospechas.
Ximena por su lado entregò el anónimo y dio las indicaciones del lugar, hora y persona a quien iba dirigido.
Sofía llegó a la iglesia del brazo de su padre y de Miranda quien llevaba los anillos, Regina y Daniel estaban muy adelante pues eran los padrinos de los novios, los invitados eran muy allegados a toda la familia, emocionada Regina saludó a sus dos amigas quienes se alegraron de verla nuevamente junto a su esposo.
Gabriel esperaba a Sofía en el altar muy nervioso, la marcha nupcial empezó y con ella Sofía y su padre aparecieron ante los ojos de todos los invitados, había mucha felicidad. Cuando Ariel le entregò a Sofía a Gabriel le dijo en voz baja.
Ariel: hazla tan feliz como se merece.
Gabriel: así será señor.
Ariel besò la frente de su hija y se retiró para sentarse junto a su esposa.
La ceremonia religiosa dio inicio.
Ximena y Lucia llegaron a la iglesia para aguardar desde afuera, necesitaban conocer cada movimiento para no dar un paso en falso.
Arturo estaba en su casa muy nervioso.
Arturo: ¿Qué hago Dios mío? Regina no quiere ni verme.
A su lado había una botella de tequila, la vio de reojo, luego con más atención hasta que la tomò en sus manos.
Arturo: solo un poco, necesito calmarme y pensar bien lo que voy a hacer con esta información.
Bebió un trago, luego otro y luego otro.
Desde afuera de la iglesia se escucharon aplausos, la gente salió detrás de los novios, Lucia y Ximena sonrieron.