Melodías del corazón || PJM

De CheilaAbreu_

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¡Sin editar! Mérida, una talentosa diseñadora, decidió viajar a Corea del Sur para encontrarse con su amiga... Mais

Prólogo
Cap. 0
Cap. 1
Cap. 2
Cap. 3
Cap. 4
Cap. 5
Cap. 6
Cap. 7
Cap. 8
Cap. 9
Cap. 10
Cap. 11
Cap. 12
Cap. 13
Cap. 14
Cap. 15
Cap. 16
Cap. 17
Cap. 19
Cap. 20
Cap. 21
Cap. 22
Cap. 23
Cap. 24
Epílogo
Extra
ANUNCIO

Cap. 18

24 15 0
De CheilaAbreu_

Me despedí del chico extraño luego de bajarnos del tren, estaba exhausta y mi compañero me estaba esperando para irnos al departamento que me habían rentado los de la empresa, me sentía melancólica, no dejé de pensar en los chicos durante todo el viaje y de camino a mi nuevo hogar. Quería pensar que todo esto que estaba pasando era mentira, quería creer que era así, pero está fue la realidad que me tocó vivir, y tenía que aceptarla.

— No pongas esa expresión en tu rostro, todo va a estar bien. — Jae Sang, mi nuevo compañero y quien iba a mi lado en el auto, me miró. — Sé que es la primera vez que estás en Busan, los de la empresa me lo dijeron. — yo solo lo miré en silencio. — Entiendo que estás nerviosa y triste porque es una nueva ciudad y además no están las personas que conoces aquí, pero todo pasará pronto, te acostumbrarás rápidamente y verás que todo es parecido a Seúl.

— Gracias por intentar animarme.

— En cuanto lleguemos al departamento, descansarás un poco, más tarde pasaré por ti para que conozcas los lugares que probablemente visitarás con frecuencia y un poco de la ciudad para que así no te pierdas, ¿ok?

Solo asentí. Ninguno de los dos volvió a habla hasta llegar a nuestro destino, el chico bajó del auto una vez que éste se estacionó, se acercó a la parte trasera del carro y sacó de ésta mis maletas, yo bajé unos segundos después, me quedé observando con gran detalle todo el edificio que estaba frente a nosotros.

— Bien, ahora entremos. — el chico se detuvo a mi lado, miró al igual que yo el edificio y con una sonrisa en su rostro pasó a mirarme, los dos cruzamos miradas. — No te preocupes, no tienes que decir nada, ya todo está arreglado en la recepción así que solo confirmaré que ya estamos aquí y te llevaré a tu habitación, ¿está bien?

— Si, muchas gracias.

Los dos entramos junto a las maletas al edificio, yo me quedé en una esquina a esperar a que el chico que me acompañaba terminara de coquetear con la chica que estaba en la recepción.

Después de ser rechazado por la chica, Jae Sang dio media vuelta y caminó hacia mí fingiendo una sonrisa para ocultar lo que había sucedido.

— ¿Nos vamos?

— Eso te iba a preguntar.

El chico y yo entramos al ascensor que estaba a unos pasos de nosotros y luego de pulsar el botón con el número tres, esperamos a que se detuviera en el lugar indicado. Varias personas más entraron en lo que íbamos subiendo, estaba que casi no podía respirar y yo detesto sentirme así, casi estaba por entrar en pánico cuando las puertas se abrieron en el piso número tres del edificio, salí corriendo de la gran caja de metal tratando de inhalar todo el aire necesario, estaba algo agitada y nerviosa.

— Mérida, ¿Estás bien? — Jae Sang estaba a mi lado, colocó una de sus manos sobre mi espalda inclinándose un poco para mirarme a la cara. Su expresión era de confusión.

— Es-estoy bien, no te preocupes. — dije reincorporándome, él hizo lo mismo y me tocó el rostro con preocupación.

— ¿Segura? Te veo algo pálida.

— Estoy bien, es solo que no puedo estar mucho tiempo en lugares encerrados o estrechos, les tengo fobia a eso y a la multitud.

Jae Sang me miró más tranquilo luego de soltarme. — Ah, comprendo, pero la próxima vez avísame y así te mando a las escaleras.

Los dos reímos ante su idea y caminamos por el pasillo casi interminable del lugar. Nos detuvimos en una de las tantas puertas que había a nuestro alrededor.

— Bien, esta es. — el chico sacó de unos de sus bolsillos una llave, la introdujo en el llavín de la puerta y luego de girarla un poco, esta se abrió mostrándonos todo lo que había detrás. Era muy hermoso, toda la habitación lo era.

Los dos entramos junto a las maletas mientras explorábamos con la vista todo el departamento. El chico se detuvo en la sala del lugar y luego de volver a mirar a su alrededor, pasó a mirarme.

— Bueno, como ves esta amueblado, si necesitas comer algo solo tienes que hacer la compra (obviamente) y... Nada, creo que eso es todo. — junto sus manos dando por terminado lo que decía. Tomé las maletas para llevarlas a la recámara cuando este volvió hablar. — Ah, otra cosa. — volví a reincorporarme mirándolo una vez más. — Descansa unos minutos, te llamaré dentro de dos horas para llevarte a tu nuevo lugar de trabajo y mostrarte un poco de la ciudad. Ya me dieron tu número de teléfono así que cualquier cosa, si ves un número desconocido en tu pantalla, ese soy yo.

— Oh, está bien.

— Bueno, ya me voy. Tengo algunas cosas que hacer antes de venir a buscarte. — el chico dio media vuelta para dirigirse a la puerta de salida, pero algo más hizo que se detuviera. Una vez más se giró para mirarme y señaló a la pequeña mesa que había a unos pasos de él. — Ves esa bolsa, ahí hay algo de comida para que comas, seguramente no comiste nada durante todo el viaje.

Mis ojos pasaron a la bolsa, sonreí y volví a mirarlo. — Así es, muchas gracias. ¿Algo más que me quieras decir o agregar?

— Creo que no, así que... Ya me voy, hablamos al rato, ¿está bien?

Luego de despedirnos, Jae Sang volvió a dar media vuelta sobre sus pies y caminó hacia la puerta, volvió a despedirse y la cerró frente a él. Esperé unos segundos para saber si volvía, cuando vi que nada sucedió, volví a tomar las maletas y las llevé hasta la habitación. Estando de pie frente a la cama, miré a mi alrededor, todo era sencillo y muy bonito, a unos pasos de la cama había un balcón que daba a una hermosa vista de la ciudad y el mar, caminé hacia este y me detuve en los barandales, cerré mis ojos y me dejé acariciar por la cálida brisa que entraba a la habitación. El recuerdo de Jimin sonriéndome después de pedirme matrimonio, vino a mi mente como ráfaga, abrí los ojos tristes y caminé hasta la cama donde me recosté a llorar.

Entre llanto y lágrimas, me quedé dormida, no me di cuenta de lo rápido que lo había hecho, pude despertarme por el sonido del celular, éste estaba vibrando a mi lado, lo tomé mientras me sentaba sobre la cama, era una llamada de un número desconocido, la frase de Jae Sang vino a mi mente: «si ves un número desconocido en tu pantalla, ese soy yo», deslicé mi dedo índice sobre el aparato y lo llevé a mi oído.

— ¿Si, buenas?

— ¿Mérida? Soy yo, Jae Sang.

— ¿Jae Sang?

— Si, te estoy esperando abajo para que vayamos al recorrido por la ciudad, ¿No estás lista?

— He, si, si lo estoy, solo dame unos minutos para terminar de arreglarme y ya estoy contigo.

Mentí.

— Está bien, te espero en la entrada del edificio.

— Está bien, gracias.

Y colgué. Miré rápidamente mi reloj de muñeca, era la una de la tarde, faltaba poco para las dos, el sol estaba en su punto máximo, me levanté de golpe de la cama, casi me caigo haciendo eso, me cambié la ropa lo más rápido que pude y luego de tomar una cartera y una gorra, bajé corriendo hasta salir de edificio y encontrarme con el chico de pie frente a un auto.

— Y dijiste que te diera unos minutos, casi tardaste una hora allá arriba. — parecía algo molesto así que me disculpe por hacerlo esperar. — vamos, no tenemos mucho tiempo.

-------- ≪ °✾° ≫ --------

Jae Sang y yo estuvimos caminando durante más de una hora por casi toda la ciudad, me llevó a muchos lugares que estaría visitando con frecuencia durante el trabajo, a los centros comerciales y a la compañía donde trabajaría de ahora en adelante, me presento con las personas de lugar y regresamos luego de media hora al departamento. Él me acompañó hasta la puerta con unas bolsas en las manos, había aprovechado que había salido conmigo para darme el tour y le pedí que me ayudara hacer la compra.

— Bueno, ya te mostré parte de la ciudad, o bueno, más bien los lugares donde estarás casi siempre y además te acompañé a hacer la compra, así que creo que esto es... Todo por hoy. Mañana paso por ti a las... Siete cincuenta para irnos a trabajar, así que descansa y... Nos vemos mañana. — el chico parecía no saber qué decirme, solté una pequeña carcajada y le regalé una sonrisa.

— Muchas gracias por todo. Espero que tengas una buena noche, cuídate mucho.

Y luego de despedirnos, cerré la puerta.

Guardé todas las cosas en su lugar: las frutas, los vegetales, las comidas enlatadas, la ropa y las cosas electrónicas, todo lo organicé de la mejor manera posible para así no olvidarme de ellos como siempre solía hacerlo, terminé faltando poco para las siete, luego de eso, entré al baño, me di una larga ducha y después de prepararme algo para cenar, me recosté en la cama donde me quedé dormida. Desperté al día siguiente por el sonido de la alarma que había programado en mi celular, sinceramente no quería levantarme, pero tenía que. Extendí mi brazo izquierdo hacia la pequeña mesa de noche que había junto a la cama, tomé de ésta mi celular, intenté abrir mis ojos, el brillo del aparato molestaba un poco, detuve la alarma y miré la hora, eran las cinco de la mañana, me quejé como casi siempre por no querer levantarme, la cama era muy cómoda y las sábanas muy suaves, me sentía en las nubes, creo que por eso no quería separarme de esta. me senté sobre el colchón luego de unos minutos, me quedé mirando a la nada, tenía la mente en blanco, por un momento me había ido a otro planeta mentalmente, regresé unos segundos después mientras parpadeaba, miré mis pies, los introduje en las sandalias y en cuanto me puse de pies, me dirigí al baño.

Salí de éste unos minutos después, caminé descalza por toda la habitación, me detuve frente al espejo y miré mis ojos, tenían ojeras, siempre las había tenido, pero esta vez eran más notorias que de costumbre, ignoré a mi yo del reflejo y me acerqué al closet por una ropa cómoda, pero con un toque formal, no quería dar una mala imagen el primer día de trabajo en Busan, así que tomé una vestimenta fina, de color negro con una camisa blanca, unos tenis de la marca Nike de los mismos colores de la ropa y me las puse. Solté mi cabello mojado y lo intenté secar un poco con un blower para luego rizarlo un poco con una rizadora, terminé de arreglarme a las siete veinticinco de la mañana, todavía tenía tiempo de hacerme el desayuno y quedarme viendo a la nada una vez más.

Tomé mi celular de la cama luego de terminar mi maquillaje, recordé que tenía que llamar a Jisoo en cuanto llegara, lo había olvidado, tampoco le escribí a los chicos o a Jimin, han de estar molestos por eso. Rápidamente desbloqueé el aparato y entré al chat de Jisoo para así marcarle. Su celular sonaba, esperé a que respondiera; un tono, dos, tres, seguro no estaba cerca del aparato, eso pensé hasta que respondió justo cuando iba a colgar.

— ¿Hola, Mérida?

— ¿Jisoo, eres tú?

Caminé hasta la cocina para empezar a prepararme algo para desayunar mientras hablaba con ella.

— No, ¿cómo crees? soy un extraterrestre que se metió en su casa y tomó su cuerpo, claro que soy yo, pendeja.

— Jajaja, perdón es solo que quería confirmar que fueras tú.

— ¿cómo no voy a ser yo? ¿Quién más podría usar mi celular más que tú o yo misma? ¿Acaso estás loca?

— ¡Ya te pedí perdón, ya deja de regañarme!

— Tengo que, y también por no haberme llamado antes, ¿Por qué no hiciste lo que te dije?

— Perdón, es que me olvidé por completo de hacerlo, en cuanto llegué me dormir y una hora después tuve que salir con mi compañero para-

— Espérate, detente ahí. ¿Cómo que salir con tu compañero? ¿Acaso ya estás siéndole infiel a Jimin?

— ¿Qué? ¡No! ¿Por qué dices esas cosas? Te estaba diciendo que luego de dormir, mi compañero, el que me ayudará con lo que necesito, me llevó a conocer los lugares que visitaría con frecuencia: el trabajo, las tiendas, etcétera, no le estoy siendo infiel a Jimin, ¡no digas pendejadas!

— Ah, más te vale, porque sino-

— "sino" ¿Qué?

— Te las verás con mi furia y la de él.

— Jajajaja, estás loca.

— Lo sabes, no tengo que recordártelo. — entre las dos hubo un pequeño silencio. — Supongo que hoy empezarás a trabajar, ¿No es así?

— Así es, hoy es mi primer día y estoy un poco nerviosa, un poco más de lo normal, para ser sincera.

Terminando de prepararme el desayuno, caminé con el plato en una de mis manos, el celular entre el hombro y el oído, y un vaso vacío en la otra.

— No te preocupes, es normal que te sientas así sabiendo que estás en un lugar nuevo, solo trata de no pensar mucho las cosas e ignora lo que sientas que no es importante para ti.

— No lo sé...

— Te irá bien, ya lo verás, solo será cuestión de tiempo para que las cosas pasen y se olviden, ya verás que Jimin y tú podrán ser felices sin temor a nada. ¡Ánimo!

Me sentí un poco más calmada luego de los ánimos que me estaba dando mi mejor amiga a través del celular, ella siempre ha estado tratando de mantenerme positiva a lo largo del tiempo que tenemos conociéndonos, siempre ha sido ella la más animada si de problemas se trataba, siempre estaba buscándole la vuelta a todo, porque dice que todo en la vida tiene solución, así sea el problema más difícil del mundo, y estaba feliz por eso, pues yo nunca fui una persona tan positiva que digamos, a lo largo de los años que tengo, no todas las cosas que quería se me daban, hasta que la conocí a ella, claro.

— Gracias. Gracias por siempre darme los ánimos que necesito, quisiera poder abrazarte fuerte en estos momentos... — suspiré. — Bueno, voy a dejarte, estoy segura de que tú también estás por irte al trabajo, ¿No es así?

— Así es, tenía que salir hoy más temprano porque hay mucha ropa que hacer y ya sabes cómo son los jefes cuando quieren dinero. — Las dos reímos ante eso.

— No vayas a cometer ninguna locura entonces, si ves que tu jefe te exige trabajar de lo que indica tu horario.

— Eso intentaré, pero no te aseguro nada. Te juro que estoy así de dejar ese trabajo y ponerme a hacer mi propia marca, poner mi propia tienda y hacer diferentes estilos de ropa.

— Pero, tú puedes hacerlo, si de verdad te gusta lo que haces, y quieres hacer cambios en tu vida, hazlo, no te límites a soñar, eres prima del líder de una banda que, a pesar de las adversidades de la vida, luchó por lo que le gusta, hizo muchos cambios en su vida y ahora es una persona feliz tal y como es.

— Está bien, señora filósofa, tendré en mente ese bonito y motivador discurso. Ahora me despido, tengo que salir, pero hablaremos más tarde, ¿sí?

— Está bien, cuídate y recuerda comer. Te quiero.

— También yo, bye.

Y colgó.

Me senté frente al comedor, el cual estaba cerca de otro balcón, éste tenía una hermosa vista, el día estaba bonito, sentía que hoy sería un día tranquilo y que no tendría muchos problemas en mi primer día de trabajo. Sin embargo, me sentía algo nerviosa, aunque tuviera por momentos el positivismo en un cincuenta o sesenta por ciento, no podía evitar tener malas expectativas sobre lo que pasaría a donde iba a trabajar. Terminé de desayunar unos diez minutos más tarde, recogí la mesa y fui a la recámara por mi mochila, me detuve frente a la cama luego de colocarla sobre mi espalda y le marqué a Jimin. «Seguro ha de estar durmiendo o camino al trabajo», es lo que pensé, sin embargo, ese sentimiento se detuvo en cuanto escuché su voz a través del aparato.

-------- ≪ °✾° ≫ --------

— Está bien, cuídate mucho, ¿okey?

— Tú también cuídate, por favor hazlo.

— Lo haré, no te preocupes. Bueno, hablamos después, te quiero.

— También te quiero, adiós.

Colgué. Estaba sonriendo como niña pequeña a la que le dan el juguete que tanto quería, hablar con ellos (Jisoo y Jimin) me hizo sentir mucho más feliz, más emocionada y relajada. Salí de la habitación en dirección a la puerta de entrada, me acerqué y tomé la perilla haciéndola girar, en cuanto la puerta se abrió me topé con él.

— Jae Sang...

— Jajaja, ya te iba a llamar, pero veo que ya estás lista.

— Así es, ¿cómo estás hoy?

— Eso debería de preguntártelo yo a ti, ¿No crees? — el chico guardó su celular en uno de los bolsillos de su pantalón y me miró.

— Bueno, estoy bien, algo nerviosa, pero emocionada.

— Que bueno, entonces prepárate porque ya nos vamos. ¿Ya tienes todo lo que necesitas?

Asentí. — Así es, estoy lista.

— Entonces, vámonos.

-------- ≪ °✾° ≫ --------

— Solo mírala, ¿cómo puede ser ella la pareja de él?

— ¡¿Acaso cree que porque es extranjera puede venir a enamorar a quien le dé su gana?!

— Además, ¡Mira lo rara que es! Jajaja, ni mi madre se viste de esa manera.

Murmullos, críticas y burlas sobre mí había a cualquier parte que iba del edificio, no podía detenerme en cualquier lado del lugar porque donde sea que lo hacía, había un grupo hablando mal de mí o mirándome con desagrado, odio y decepción, desde que había llegado al edificio hasta la hora del almuerzo. Intenté buscar un lugar donde no hubiera nadie cerca, no quería recibir más odio del que estaba teniendo y eso sin contar los que frisaban mi teléfono. Quería llorar, desaparecer y hacer que todo lo demás relacionado con la relación que tenía con Jimin, también lo hiciera, pero sería muy cruel de mi parte tener tales deseos, cuando seguramente Jimin querría todo lo contrario, si él, Jisoo o alguno de los demás chicos me escucharan hablar así se molestarían demasiado, tanto que seguramente querrían golpearme. Reí por mis depresivos pensamientos, estaba sentada en un rincón, en las afueras del edificio mientras comía un sándwich de mantequilla de maní acompañado de una botella con jugo de manzana, tenía descanso así que podía salir del lugar y regresar minutos antes de que éste terminara. Veía como las personas pasaban por la acera, algunas entraban y otras salían del edificio en donde trabajaba, observaba a los autos pasar y a las hojas de los árboles caer, era más que obvio que estaba tratando de ignorar mis pensamientos, pero por más que así lo quisiese, no se alejaban, era imposible.

Limpié mi ropa una vez que introduje el último pedazo del pan en mi boca, tomé un trago grande del jugo y devolví a la mochila todo lo que había sacado, me puse de pie, miré mi reloj y regresé al edificio con mi ánimo por los suelos.

-------- ≪ °✾° ≫ --------

— Quiero que hagas estas dos sesiones de fotos por mí, las edites y las envíes a mi correo. — dijo mirándome con indiferencia. — Ah, otra cosa. Quiero que las envíes mañana mismo, todas y cada una.

— Pero-

— Sin peros, soy tu superior, tienes que hacerlo.

No pude decir nada más, tuve que aceptar lo que me estaba pidiendo, pues el chico con quien me habían encargado tenía todo el derecho de pedirme tales cosas, aquí no era nadie como para decir lo que tenía o no que hacer.

Salí del trabajo casi a las ocho de la noche, pues los grupos a quienes me tocaron hacerles la sesión habían llegado tarde ya que estaban ocupados dando presentaciones a sus fanáticos, estaba tan cansada que no aguantaba ni los pies ni la espalda, necesitaba descansar, pero aún tenía que editar las fotografías. Definitivamente me estaba explotando y no tenía derecho a reclamar. En cuanto había llegado al departamento, me preparé algo para comer, tomé una ducha rápida y me senté frente al comedor de la sala, terminé en eso de las tres de la madrugada, no había tenido tiempo para escribirle a los chicos y asegurarles que estaba bien y que mi primer día en el trabajo fue grandioso, aunque tuviera que mentirles, una vez que apagué todos los aparatos, fui hasta la cama donde me recosté hasta quedarme dormida. Casi todos los días durante un mes fui torturada y abusada de la misma manera por mis compañeros de trabajo; trabajo excesivo, críticas, burlas... Estaba cansada de todo, estaba cansada de mi vida.

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