Con la maleta llena de sueños...

By Hubrism

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Dayana nunca ha levantado el interés de los chamos, pero eso está a punto de cambiar cuando entra a estudiar... More

Resumen + Nota de la Autora
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16 (parte 1)
Capítulo 16 (parte 2)
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29 (parte 1)
Capítulo 29 (parte 2)
Capítulo 30 (parte 1)
Capítulo 30 (parte 2)
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41

Capítulo 5

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By Hubrism

PASADO 4

«¿Por qué cojones me ha tocado este grupo?».

Una semana después estoy sentada en un círculo de pupitres chuecos con tres sifrinos y Erika. Anderson sacude la tabla del escritorio de su pupitre para embonarla de nuevo en su sitio después de que se salió cuando el se sentó en la silla. La expresión de su cara es asco sin destilar. Me reservo el comentario de que los pupitres de mi liceo estaban en peor estado.

La misma cara de asco la tiene la tal Andrea cuando nos mira a Erika y a mí. No soy la única que se dio cuenta porque Erika le está lanzando rayos láser con sus ojos. Da pinta de que posiblemente armen verguero en algún punto del proyecto. Mientras tanto, el top de Erika no le para la mínima bola. Nunca había visto a nadie más obsesionado con su celular. Tampoco había visto a nadie que tipeara mensajitos tan rápido. ¿No le duelen los pulgares?

—Aja bueno, ¿de qué vamos a hacer el proyecto? —Vuelvo a observar a cada uno cuando me ignoran.

—No sé —balbucea Erika, mirando a Tomás de reojo. A lo mejor por eso es que él está tan pegado del teléfono, para no tener que calarse la buceadera depravada de Erika.

—Obvio que ustedes no tiene idea de qué marcas usar. —Andrea suelta una risita de esas que le suben la tensión a uno—. ¿Si quiera alguna vez han usado algo de marca en sus vidas? No sé, así sea Graffiti.

—Ahora se llama No Puede Ser —espeta Erika, como si el nombre de la tienda fuera lo más importante aquí y no como que Andrea nos estuviera llamando patas en el suelo por comprar en un sitio con súper descuentos. No que yo haya comprado en No Puede Ser en mi vida. Cada prenda de mi vestuario viene del negocio de mis papás... que vienen de China primero. Pequeños detalles.

Lo que más me parte las bolas es el bufido de Anderson.

—No se crean que vamos a sacar más nota por hacer el proyecto sobre Luis Vuitón o Guchi. —Me cruzo de brazos, pero lo que pensé que era buena estocada les hace partirse de la risa.

—¿Dijo Gucci o Fuchi? —Andrea le da una palmada al brazo de Anderson y él se ríe con más ganas.

Una calor volcánico revienta en mi pecho y sube hacia mi cara. Antes de que salga por mi boca en forma de «váyanse a mamar, cuerda 'e coñoemadres», logro apretar la quijada y guardar silencio.

«Acordáte de tu propósito de año nuevo», me digo a mí misma. La universidad es mi borrón y cuenta nueva. No voy a dejar que esta cretina deshaga mi progreso hacia una Dayana más segura de sí misma.

—En vez de burlarse, ¿por qué no aportan ideas? —pregunta Erika levantando el mentón y de vaina no le doy un beso. Pero en eso vuelve a mirar a Tomás y lo agarra frunciendo el ceño, entonces Erika dice—: Digo yo, nada más es una sugerencia.

Pongo los ojos en blanco con tanta violencia que me mareo.

—¿Qué tal Microsoft? —Se hace una pausa en el zaperoco donde todos nos enfocamos en Tomás. No estoy acostumbrada a su voz porque casi no habla y por un momento se me olvidó que está en frente de mí—. ¿O Apple? Quizás sería interesante comparar a las dos.

—Ay pero Tomasito —empieza Andrea, palmeándole el brazo. Ese como que es su tic—. Estas dos seguro ni tienen internet para investigar.

Observo a mi alrededor a ver si alguno de los otros grupos la está pasando tan mal como yo, pero la gente se ve normal, algunos hasta se ven emocionados con sus discusiones. Justo en este momento Javier se está riendo de algo que le debe haber dicho Yael y cuánto quisiera haber quedado en ese grupo.

En contraste esta caraja está aquí fajada lanzando todo insulto pasivo agresivo que se le pasa por el frijol de cerebro que tiene.

—Pero, ¿y a vos qué te pica? ¿Te pisé un juanete el primer día o qué? —Pregunto, lanzando mi propósito a la borda. Es imposible contener mi temperamento en esta situación.

Para mi sorpresa, el Anderson se carcajea otra vez. A lo mejor no es que él se había puesto del lado de Andrea, sino que le gusta el drama. También le pongo cara de pocos amigos.

Andrea se cruza de brazos, apretándolos con tanta fuerza que debe doler. Abre la boca para volear otro insulto, pero Tomás se inclina hacia adelante y vuelve a hablar.

—A ver, ¿a ustedes qué se les ocurre?

A Erika solo le salen unos disparates incoherentes como los de un bebé. Los cachetes de Andrea están rojos como tomates, no sé si de la vergüenza o de la rabia porque ya no me mira a los ojos.

En la repentina calma, puedo pensar un poco.

—La idea de comparar dos rivales me gusta —susurro mientras estrujo neuronas—, lo único que me preocupa es que se convierta en doble trabajo.

—Ay no, por favor. Trabajemos lo menos posible en esta materia de mierda —y aunque estoy de acuerdo, Anderson lo dice con tanto pulmón que el profesor levanta la mirada desde su escritorio y conecta con nuestro grupo. Yo vacío todo el aire de mis pulmones haciendo chito.

—Pero pendejo, ¿queréis que nos raspen? —Pregunto con un chillido subhumano, de esos que solo los oyen los murciélagos.

—No seas tan dramática que el profesor es un viejito medio sordo. —Se recuesta contra el pupitre como si cada palabra que escupe su boca no fuera más vil que la anterior—. Quién lo manda a dar una clase tan boba a estudiantes de Mecánica, o sea. Si yo hubiera querido escribir reportes me hubiera metido a periodista o yo que sé.

Doy un manotazo a mi escritorio que los hace brincar.

—Ser periodista sería muy difícil pa' alguien como vos que tiene tanto tacto como un martillazo en la jeta. —Varios pares de ojos se abren de par en par ante mi explosión, pero me vale mierda lo que piensen de mí. Es obvio que ya de antemano no me querían ni ver en la sopa.

—Este... —Erika dice con un hijito de voz—. ¿Nos podemos enfocar en el proyecto?

Hubiera querido que me respaldara como lo hizo hace rato. Después de todo, los insulticos no han sido dirigidos solo hacia mí. Aunque está claro que soy la más tierrúa del grupo, la siguiente en la escala de pobreza es ella y Andrea se lo ha hecho sentir.

A lo mejor solo está cagada ante tanto pleito. Sus manos tiemblan mientras alisa la página de su cuaderno una y otra vez. Tomás ha vuelto a chequear su celular, como si prefiriera cualquier mensaje en el mini cuadrito de la pantalla de su RAZR a seguir involucrado en este jaleo. Pero él es el único que ha aportado algo medio constructivo, ni siquiera yo, y de verdad tenemos que finiquitar esto hoy antes de irnos a casa.

Tomo una bocanada de aire profundo. Cuento hasta tres. Me imagino un chinchorro en la playa. Unas cervecitas bien frías en una mesa de dominó. Lo que sea que me relaje.

—¿Y si más bien comparamos a la Polar con la Regional? —sugiero de pronto, sin explicar de dónde vino la idea.

—Seguro que todo el mundo lo va a hacer de una de esas dos —masculla la guebona de Andrea.

—Puede que sí, pero como vos misma dijiste: una sola. Compararlas sería interesante.

—Y hasta los puede dejar en vergüenza —agrega el comemierda del Anderson, con lo que me convence de que su meta en la vida es sacarle la piedra a todo el que se le atraviese.

Tomás levanta los hombros como si no le importara. Me volteo hacia Erika, con cara de necesitar auxilio. Ella también hace un gesto desganado, como copiándose de Tomás. Guarever.

—En fin, si a nadie más se le ocurre otra idea mejor, hagamos esa y ya.

Fine —dice la Andrea como si estuviera en los Yunaites. No me burlo porque el hecho de que no me está llevando la contraria es como un milagro.

—¿Nos dividimos en qué empresa trabajar cada uno, o qué? —pregunta Anderson, su voz con una inflexión que hace que una pregunta válida como esa parezca un insulto.

—Mijo no sé, a ver si usáis la cabezota esa que tenéis encima del cuello en vez de esperar las respuestas de todos los demás —le contesto, ladilladísima.

Tomás tose por lo bajito.

—A ver —intercede él, antes de que Anderson atisbe a retaliar—. Empecemos buscando trivia de las dos empresas, cada quién por su cuenta, y la semana que viene lo juntamos a ver si así es suficiente.

—Buenísima idea —dice Erika enseguida.

Okay, sí. Es buena idea. Sobretodo porque así no nos tenemos que ver las caras en una semana. Ellos se sientan en una esquina del salón y ni dan las buenas tardes, y nosotros en el lado opuesto. Pero yo tampoco diría que se merece el «ísima».

—¿Qué han decidido hacer?

Todos viramos hacia el profesor, que de pronto está parado detrás de mi. Se movió sigiloso como el respiro porque ni cuenta me había dado de su presencia hasta que dijo algo. Por su expresión serena asumo que no oyó el insulto de Anderson de hace rato. Nadie que lo hubiera oído hubiera preservado la calma.

—Hemos decidido que en vez de estudiar una empresa vamos a comparar a dos —contesta Andrea con una sonrisa tierna, como si fuera la estudiante modelo a la que se le ocurrió la idea. Me interpongo rápido.

—Fue una idea de Tomás para que el proyecto sea de verdad retador. —Fijo la mirada solo en el profesor y añado—: Y hemos decidido comparar dos empresas locales reconocidas, Polar y Regional.

—¡Excelentes ideas! Podrían hasta ir a visitar las empresas.

Con eso sí que se me hincha el pecho de la emoción. Las dos empresas están en mi lista de sitios dónde quiero aplicar a trabajos después de graduarme, como seguro están en las listas de medio salón. Sería fenomenal poder visitarlas. A lo mejor hasta lo puedo meter en mi curriculum de alguna forma.

El profesor se desplaza al siguiente grupo y nos deja en un silencio peculiar. Noto a Andrea entrecerrar los ojos como si estuviera pensando en la mejor manera de deshacerse de mí.

—No estuvo mal, Rodríguez. Te la comiste. —El hecho de que este elogio raro va acompañado de una media sonrisa de parte de Anderson casi me hace pensar que más bien lo que hice estuvo mal. Pero no creo que fue así. Andrea estuvo a punto de adjudicarse ideas que no fueron de ella, y si fuera chévere no me hubiera importado, pero esto tiene pinta de ser parte de su personalidad. Tengo que cuidarme las espaldas de esta cuaima.

—Bueno, por lo menos tenemos un plan. —Dicho esto, Tomás vuelve a sacar el RAZR de su bolsillo y se pone a enviar un texto. A mi lado Erika asiente.

—Sí, ya tenemos el plan.

Me muerdo la lengua. Este proyecto o va a ser genial, o estos personajes lo van a volver un desastre. Si tan solo hubiera otra persona sensata como Javier todo sería más sencillo.

NOTA DE LA AUTORA:

Retomamos la programación habitual ✨

Las teorías están buenas, por cierto. Lástima que no puedo decir nada.

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