Mauricio tarda más en tomar asiento, que en lo que Eva comienza a hablar; cuando se trata de Hope, se apodera de ella una soltura que no se presenta bajo ninguna otra circunstancia.
—El modo en que Hope me miró y me abrazó cuando estuvimos sobre el piso de vidrio de la Torre CN fue la primera señal; la segunda fue el mensaje en el que me decía que ya me extrañaba; la tercera, por supuesto, fue el beso en la mejilla. Entonces supe que era momento de hacer algo —Eva suspira, sonríe.
Mauricio la observa con atención, reparando en el modo en que sus ojos se encienden al hablar de Hope.
Hace una anotación, reconociendo a la perfección los síntomas de la enajenación que provoca el primer amor.
—Cuéntame, Eva —dice él, antes de que ella se pierda por completo en sus recuerdos y olvide que necesita ponerlos en palabras.
Eva lo mira y sonríe con una picardía desmesurada.