Lourdes diviso a Martina venir con la mirada gacha y sonrió. Pero su atención fue llamada por unos chicos que venían atrás de ella riendo fuerte y hablando aun más fuerte. Ese gran grupo de chicos se acercaron a Martina y empezaron a molestarla, y de nuevo a reírse. La pequeña sólo permanecía en silencio, recibiendo insultos y empujones. Lourdes observaba todo con el rostro inexpresivo, no iba a intervenir, que Martina fuera una ciega no significaba que no pudiera defenderse, se encogió de hombro y se fue de allí con una extraña sensación molestando en su pecho, pero decidió ignorarla.
Martina cerró sus ojos esperando que las agresiones cesarán y de pronto un chico susurro algo en su pequeño oído.
-Eres una basura, y la basura se vota.
Entonces los recuerdos de esa tarde llegaron a su mente, tan rápido que no pudo impedirlo.
-Déjenme abrazar a mi hija, por favor... ella no tiene la culpa de nada. Solo quiero despedirme- Murmuró el padre de Martina y los enormes hombres vestidos de negro empezaron a reír.
-Debiste pensar en tu hija antes- Dijo uno de ellos y llevo su puño cerrado hasta impactar el estómago de Daniel, el padre de Martina. Él hombre chilló de dolor.
-Por favor, solo quiero despedirme, es mi única hija- Suplico una vez más.
-Oh, lo siento mucho Daniel, pero tú eres una basura y la basura se vota, antes de que empiece a apestar- Dijo aquel otro hombre con vestimenta negra y llevó un arma hasta una de las cienes de Daniel. Martina y su madre sollozaron presenciando todo eso.
Martina se desmayó ante el recuerdo y todos los chicos que la molestaban salieron corriendo, dejando a la pequeña inconsciente en el frío piso.