Demonios;; Eren Jaeger x Lect...

بواسطة -BlackCigarette

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『En edición』❝Siempre que estamos a punto de salir a flote en aquel mar devastador donde permanecemos atrapado... المزيد

Prólogo.
·•❃•1. Depredador.
·•❃•2. Equilibrio.
·•❃•3. Frustración.
·•❃•4. Montaña.
·•❃•5. Combate.
·•❃•6. Ladrones.
·•❃•7. Amanecer.
·•❃•8. Euforia.
·•❃•9. Rojo.
·•❃•10. Esperanza.
·•❃•11. Latidos.
·•❃•12. Humano.
·•❃•13. Ocaso.
·•❃•14. Cenizas.
·•❃•15. Desconfianza.
·•❃•16. Frágil.
·•❃•18. Hogar.

·•❃•17. Decisiones.

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بواسطة -BlackCigarette

Y entonces, los depredadores se observaron uno al otro

─·•❃•✿•❃•·─

La Policía Militar tomó cartas en el asunto de los titanes asesinados e inició un interrogatorio en donde los recién graduados fueron partícipes, debido a eso el reclutamiento se postergó hasta el día siguiente, provocando la inconformidad de muchos. Les resultaba irónico que pudieran ser castigados por realizar el trabajo para el que entrenaron, pero aquellos titanes eran bastante valiosos.

(Nombre) oyó con atención cada murmullo generado por sus compañeros, se dieron a conocer opiniones variadas de la situación que atravesaban y hubieron ciertos puntos en los que coincidió con ellos. En primer lugar, el culpable no consideró las consecuencias —o quizá sí pensó en ellas pero simplemente no le importaron— que la humanidad tendría que afrontar por su acción y, en segundo lugar, más allá de una venganza también deberían tomar en cuenta otro propósito; que aquél individuo pretendiera evitar avances significativos en las investigaciones.

Soltó un suspiró de aburrimiento. No habían surgido sospechosos aún, los equipos de los demás no parecían presentar anomalías y ya faltaba poco para terminar la revisión.

—No puedes culpar a alguien por odiar a los titanes... —comentó Connie a un costado suyo, abatido.

—Cierto —coincidió Armin—. Aunque es como si les hubiera hecho un favor al hacer eso. Tal vez haya calmado su sed de venganza, pero en lo que respecta a la humanidad, fue un golpe directo y muy duro.

—¿Creen que deberíamos pensar en la posibilidad de que haya alguien cuyas intenciones sean que continuemos hundidos en la ignorancia? —cuestionó (Nombre), viéndolos a ambos.

—¿Qué te ha hecho llegar a esa conclusión? —le preguntó el rubio.

Ella se inclinó más cerca y susurró:

—Desde que se supo que Eren tenía la capacidad de transformarse en titán, ciertos grupos de personas han estado actuando de manera extraña. Querían deshacerse de él y ahora mataron a los titanes de experimentación, ¿qué es lo que no debemos descubrir?

Arlert desvió la mirada, meditando sus palabras cuidadosamente. Ya que él había tenido un presentimiento similar cuando se enteró que Eren sería enjuiciado, resultaba sencillo hablarle sobre ese tipo de preocupaciones.

—Yo mismo soy un tonto... pero siento que puedo entenderlo. No puedo pensar en otra cosa. Antes de ver a los titanes realmente pretendía unirme a la Legión de Reconocimiento... sin embargo, ahora no quiero volver a ver otro titán nunca más. Y lo peor es que hoy debemos decidir a qué unidad iremos —expresó Connie con la mirada perdida. (Nombre) echó una ojeada a los alrededores y unas filas más adelante se topó con Christa, quien le hizo una seña para indicarle que todo salió bien en su revisión—. Annie, ¿tú qué opinas de todo esto?

—No importa lo que yo piense, mi intención no ha cambiado —contestó igual de impasible que siempre.

—Ya veo... así que irás a la Policía Militar. —Un silencio algo tenso se formó entre ellos—. Oigan, chicas... ¿deberé entrar también con ustedes?

—Bueno, no sé... si alguien te dijera que murieras, ¿lo harías?

—¿Pero qué preguntas? Claro que no.

—Entonces basta con que te guíes bajo tus propias reglas —resolvió y luego se dirigió al joven de hebras doradas—. Armin, ¿qué harás tú?

—Pues... si entendiera la razón por la que no hay opciones para eso... habrán casos en que no quedaría más que morir, por mucho que lo odie.

—Entiendo... ya te decidiste. —Su voz flaqueó ligeramente, (Nombre) lo percibió enseguida y fijó sus ojos en ella de forma sutil. Su repentina vulnerabilidad la desconcertó.

—Sí... lo he pensado por mucho tiempo.

—¿En serio? ¿Tú también? —Connie resopló profundamente, su cara expresó puro enredo.

—A pesar de que eres un debilucho, tienes tus principios —agregó Leonhart.

—Gracias, supongo... —dijo un poco descolocado—. Annie, la realidad es que eres bastante amable. —Tal oración agarró a la rubia con la guardia baja—. Es que parece que no quieres que nos unamos a la Legión de Reconocimiento. ¿Tienes algún motivo para incorporarte a la Policía Militar?

—A decir verdad no. Yo simplemente... quiero salvarme a mí misma.

(Nombre) retiró sus orbes de la escena justo en el momento que los policías se les aproximaron. Siendo Annie tan apática podía ser asombroso que mostrara un poquito de sensibilidad, aunque ese hecho no fue lo que la impresionó —su rubia compañera era humana al fin y al cabo—, sino que Armin haya sido la causa de ello.

Su mente se trasladó sin querer hasta los primeros meses de entrenamiento y se detuvo en un recuerdo en específico; su enfrentamiento de apertura contra Annie Leonhart.

Solo en un par de ocasiones habían coincidido en los combates cuerpo a cuerpo y entonces una tarde emergió la oportunidad de ser emparejadas finalmente. Sin embargo, en el instante que la rubia quiso escabullirse del campo como el lobo solitario que era, (Nombre) apareció por su espalda como un imponente oso pardo. Aquello le desencadenó a Annie sensaciones irregulares que trató de esfumar en cada pelea, pues le daba curiosidad si su técnica de lucha funcionaba contra las “bestias”.

Era lo único que le interesaba, porque fuera de eso ni siquiera cohabitaba con ella por voluntad propia.

(Nombre) no lo sabía.

Y tampoco tenía porqué enterarse.

·•❃•❀•❃•·

Las horas pasaron en un parpadeo. Para el momento que menos se lo esperaron, los cadetes ya se hallaban aguardando por el reclutamiento bajo la puesta del Sol. El ambiente ahí reunido podía describirse como tirante, no era de extrañar que la gente estuviera tan inquieta, pues lo que sea que escogieran iba a tener una gran influencia para el futuro.

(Nombre) admiró minuciosamente el panorama en búsqueda de una conocida cabellera dorada y otra marrón, sus objetivos se trataban de Ymir y Christa. No las encontró por ningún sitio y asumió que todavía no llegaban al lugar, luego divisó a Armin encaminándose hacia el grupo que ella conformaba en compañía de Connie y Sasha. El joven se percató de cuán sumidos en sus pensamientos se veían conforme se acercaba.

—Hola, chicos —les saludó, recibiendo dos movimientos de cabeza como respuesta, Sasha le dijo un «hola» muy bajito que apenas alcanzó a oír—. (Nombre) —llamó en un murmullo, posicionándose a su lado y apoyando la espalda en la pared—. Tengo una duda.

—Está bien, ¿de qué se trata?

Armin expulsó un pequeño suspiro.

—Me preguntaba si no hay nada que quisieras decirle a Eren... porque de ser así, yo podría hacerte el favor de transmitirle tu mensaje —ofreció, tan amable como costumbraba a ser—. Presiento que en algún momento tendremos que toparnos con él.

—Vaya, vaya... ¿así que ahora serás mi ave mensajera? —le remitió una sonrisa ladina, a lo que Arlert contestó dando un suave asentimiento y devolviéndole el gesto de un modo más amplio—. Pues ya que lo mencionas, creo que sí voy a aprovechar la oportunidad. Había pensado en escribirle una carta pero deseché la idea porque no creo que le dejen recibirla, al menos no sin revisarla primero... y no me hace gracia que el capitán enano la vaya a leer.

—Oh, comprendo. Bueno, si tus palabras son las adecuadas quizá deje de sentirse tan... apesadumbrado.

—¿Apesadumbrado?

—Sí, es que... a Eren le preocupa tu bienestar. —Y ahí estaba de nuevo, un torbellino de emociones muy familiar arremetió contra (Nombre). La primera vez que experimentó tal cosa fue a causa de la negación de Eren ante las acusaciones que le arrojaron tanto a Mikasa como a ella, y en ese momento no se le había ocurrido que todo cambiaría tras aquel suceso—. Sé que ya lo dije una vez, pero en verdad no vale la pena arriesgar tu seguridad por lo que sea que estés buscando. Estoy consciente de que tienes intenciones aparte de ser una excelente oficial de policía y no pretendo que me las digas, lo único que quisiera pedirte es que seas precavida.

Los susurros entre ellos cesaron por un efímero lapso. La odiada voz en la mente de (Nombre) cobró vida con una fuerza abrumadora, burlándose de ella por confiarse una vez más y no aprender de su error. De un segundo a otro, se giró en dirección a su amigo y apoyó una mano en la pared, Armin se encogió instintivamente al sentirse acorralado, los amargos recuerdos de los niños de Shiganshina que solían intimidarlo lo invadieron.

(Nombre) se veía algo disgustada y Armin se preguntó si acaso estaba así a causa suya.

—Creo que ya lo tengo —avisó ella en medio del silencio.

—¿El qué? —parpadeó, saliendo de su mundo y comenzando a relajar sus músculos rígidos.

—Lo que le dirás a Eren...

—O-Oh... sí, sí.

Él no se esperaba nada demasiado emotivo por su presentimiento de que no habría una despedida definitiva, después de todo, una distancia de varios kilómetros no tendría por qué marcar un final.

(Nombre) se limitó a decir lo justo y necesario solo para no alargar el mensaje, pues su intención no era confundir a Armin con tanta palabrería. En cuanto finalizó, el mutismo volvió a reinar entre ambos y unos minutos más tarde, Jean se presentó al recinto con su ya habitual expresión neutra.

—Jean... ¿en serio te irás a la Legión de Reconocimiento? —indagó Armin, curioso. Le confundía el abrupto cambio de parecer.

—Sí.

—¿Por qué tan de pronto? Es que... ¿no te da miedo? —inquirió Sasha con una pizca de nerviosismo.

—¿Ah? Por supuesto que no quiero ir. Elegí eso a regañadientes —declaró de un tirón, dejándolos desconcertados.

—¿Entonces? —cuestionó Connie.

—No es que me integre porque no esté particularmente asustado de los titanes. Además, tampoco convenceré nadie de que si tiene las capacidades, su deber es unirse a la Legión de Reconocimiento. ¿Lo entienden? No me comparen con tipos como Eren, que tienen prisa por morirse.

Captó las miradas intrigadas de Reiner y Bertholdt.

—¡Cadetes! ¡Diríjanse a las tribunas!

—Y tampoco es que haya sido persuadido a causa de las palabras de alguien y por eso esté arriesgando mi vida, no es un trabajo que puedas tomar sin decidir por tu cuenta.

(Nombre) suspiró y empezó a avanzar detrás de Jean para ir a formarse. El considerar la posible muerte de Eren todo el tiempo le causaba cierto pesar en su interior, pues de forma automática recordaba la condición que impuso el juez: conseguir resultados que pudiesen garantizar que el poder titán no carecía de utilidad para la humanidad. Ante las demás personas él se había convertido en un arma.

Y las armas no debían sentir, pensar o replicar nada, su función se limitaba a servirle a quien las utilizara y de no funcionar como se esperaba, entonces no costaría mucho desecharla y reemplazarla. Así que pregunta era: ¿Eren podía ser reemplazado?

En la sala del Tribunal ella declaró que no sabían cuándo iba a aparecer alguien más con sus capacidades, aunque siendo realistas ni siquiera estaban seguros si existía otro como él.

Se acercó a Ymir y Christa al divisar la figura de la más alta. La despedida que les dedicó no la podía considerar lo suficientemente capaz de afligir a alguien, o eso creía hasta que a la rubia se le humedecieron los ojos. Y es que la sensibilidad y la preocupación de la joven no solo se debían a su retirada, el temor la iba dominando porque no paraba de pensar en su futuro. Ymir no expresó demasiado, aunque fue muy franca al soltarle que le iría mejor estando en casa y con un tono extraño agregó que la decepción abundaba ahí, donde estaban paradas. No le dio tiempo de pedir explicación alguna en vista de que el comandante Erwin Smith subió a la tarima.

—Soy el comandante de la Legión de Reconocimiento, Erwin Smith —comenzó. La luz de las antorchas cobró fuerza gracias al firmamento ya teñido de negro y resaltó la presencia del hombre—. En esta noche, el propósito de mi discurso a ustedes, no es otro que invitarlos a nuestra unidad.

<<Va directo al punto.>> Fue lo primero que se cruzó por la mente de (Nombre).

—Sin embargo, ya fueron forzados a comprender cómo es una expedición fuera de los muros debido al reciente ataque y, aún más, siendo ustedes cadetes en formación. No creo que este nivel de sacrificio sea una experiencia sin precedentes. Ya conocen el terror que generan los titanes, también el límite de sus propias fortalezas. Pero a pesar de lo que se perdió en este ataque, la humanidad ha dado un paso hacia la victoria que hasta ahora no había conseguido y eso es el resultado de la existencia de Eren Jaeger.

De manera automática, la chica desvió la vista a los extremos de la tarima con sutileza, con la mínima esperanza de lograr ver a otras personas además del comandante.

—Debido a sus esfuerzos y a los de él, se ha impedido el avance de los titanes. Hemos conseguido un pasaje que nos lleve hacia el auténtico origen de estos seres. —Su declaratoria dejó impactado a todo mundo—. Sobre Eren, es muy poco lo que les puedo decir aquí, pero es sin duda alguna nuestro aliado y lo demuestra arriesgando su vida. Sumado a eso, en el sótano de su antigua casa en el distrito Shiganshina, está la respuesta del misterio que rodea a los titanes. Si conseguimos llegar a ese sótano, podríamos encontrar pistas para liberarnos de más de un siglo de vivir bajo del dominio de los titanes.

Nuevamente sorprendió a los cadetes. Los murmullos emocionados no tardaron en cobrar vida, a la gente le brindaba una nueva ilusión saber que por fin había una posibilidad de cambiar la historia a su favor. A (Nombre) se le cruzó por la cabeza que Erwin en verdad deseaba reclutar un buen número de personas al revelar ese tipo de información, luego se cuestionó si eso no era un motivo muy simple para un hombre como él.

—¿Qué estará buscando con eso? —se preguntó Armin con voz baja. Esa era la cuestión, ¿qué clase de intenciones escondía Erwin Smith?

—Sin embargo, para poder investigar apropiadamente esa sola habitación dentro de aquel distrito, es necesario recuperar la muralla Maria. —El comandante reanudó su discurso—. Ahora ya no podremos usar la puerta de Trost de forma directa, deberemos tomar la ruta larga por el oriente del distrito Karanese. El camino que nos permitía el paso hacia una gran fuerza, nos tomó cuatro años y también terminó en vano. En ese tiempo más del 90% de nuestros miembros han perdido sus vidas. En las expectativas mínimas, para enviar una gran fuerza al muro Maria, se requiere al menos cinco veces esa cantidad de sacrificio y unos veinte años más. Y tales cifras no son exactamente realistas.

La inquietud inicial regresó.

—La Legión de Reconocimiento está siempre en búsqueda de reclutas. Ya que en todas las expediciones tenemos un gran número de bajas, estamos cortos de personal de modo crónico. No pretendo ocultarles nada. Los nuevos cadetes de esta generación participarán en una expedición dentro de un mes, necesitamos una ruta de abastecimiento con urgencia. La probabilidad de que mueran en una expedición tras las murallas es de un 50% y quienes superen aquello, se volverán soldados de élite con una altísima posibilidad de supervivencia.

Si antes el desasosiego se palpaba en el ambiente, en ese instante se tornó aplastante a niveles desmedidos.

—Los que ya saben lo que les espera y aún así estén dispuestos a poner su vida en peligro, quédense en este mismo lugar. Lo reiteraré: por ingresar a la Legión de Reconocimiento, casi todos los que permanezcan en este lugar es probable que mueran pronto. Pregúntense a ustedes mismos si están dispuestos a sacrificarse en nombre de la humanidad. Una vez dicho esto, aquel que desee entrar a otra unidad, puede retirarse.

La multitud comenzó a desagruparse enseguida, saliendo del sitio en manada. (Nombre) observó los rostros de los demás en cuanto se dio la media vuelta, notó individuos que se hundían en la desesperación de no saber de qué manera proceder, asustados por enfrentarse a los titanes de nueva cuenta y a la vez experimentando el impulso de querer contribuir para alcanzar la victoria.

Obligó a sus piernas a moverse, por más que anhelara quedarse con sus amigos —porque la perseguía el constante pensamiento de que jamás estaba cerca cuando un ser querido necesitaba ayuda—, no podía hacerlo.
No quería estar agonizando por culpa de un titán y que la invadiera el arrepentimiento por no haber resuelto sus asuntos pendientes o por no ver a su familia una vez más.

Parecía ser la única entre los diez mejores graduados que se disponía a marcharse, al menos hasta que Annie emprendió avance detrás de ella.

El único consuelo que tuvo por la decisión tomada fue el presentimiento de que volvería a encontrarse con ellos algún día, aunque pasaran semanas, meses o años... la posibilidad jamás sería de cero.

·• Día siguiente •·

Al finalizar con su respectivo trabajo, Eren se limpió la fina capa de sudor que se filtró en su frente. Llevaba un buen rato limpiando el establo y preparando a los caballos, pronto el escuadrón partiría de regreso al viejo castillo que lo mantenía oculto.

Justo en el instante que iba saliendo del establo, se encontró con un grupo conformado por los nuevos miembros de la unidad y entre el gentío pudo notar a sus mejores amigos. Pidió permiso a Auruo para ir a saludarlos, por lo que en cuanto éste cedió, Jaeger se apresuró a ellos con ápices de emoción plasmados en su rostro.

—¡Chicos! —exclamó, logrando que se frenaran al oír su voz.

—¡E-Eren! —soltó Armin, sorprendido.

—Se siente como si no los hubiera visto en mucho tiempo.

—Eren... —Mikasa lo tomó de las manos, principalmente preocupada—. ¿Te hicieron algo malo? ¿No examinaron cada centímetro de ti o te pusieron bajo estrés mental?

Tanto Armin como Eren compartieron una mirada sorpresa.

—No, no pasé por nada de eso.

—Ese tipo... para ser demasiado bajo tuvo una actitud muy altanera. —Una expresión sombría apareció en las facciones de la pelinegra—. Algún día yo le daré su merecido.

—Oye, no estarás hablando del capitán Levi, ¿o sí? —inquirió nervioso.

Y mientras tanto, el mencionado los miraba desde la entrada del establo, sin darle la mayor importancia.

—¡Eren! —habló Connie, sumándose al encuentro.

—¡Cuánto tiempo! —agregó Sasha.

—¿Qué? ¿Todos están aquí? —preguntó echando una ojeada a su alrededor, buscando las caras más conocidas con la expectativa de que no faltara ninguna—. ¿Si están aquí es porque van a unirse a la Legión de Reconocimiento?

—¿Hay alguna otra razón por la estemos aquí? —le cuestionó Connie sonriente.

—Entonces... ¿(Nombre), Jean, Marco y Annie se unieron a la Policía Militar? —indagó con un tono de decepción apenas perceptible.

El ambiente se tornó pesado ante la mención de Marco, Eren no detectó el cambio pues su atención se vio atrapada con los pasos de otra persona acercándose. Su mueca fue reemplazada por el asombro al ver a Jean ahí también.

—Imposible... ¡tú también!

—Marco murió —reveló de manera directa y monótona.

—¿Cómo dijiste? —Eren dibujó una pequeña sonrisa torcida a la espera de que fuera broma; no obstante, la seriedad y silencio de Jean le indicaron lo contrario—. ¿Se murió... Marco...?

—Parece que todos no tienen una muerte dramática. Ni siquiera sé qué clase de final tuvo. Falleció sin que nadie lo supiera o lo viera.

—Ya... veo.

—Eren —llamó Kirstein de pronto—. Según escuché, trataste de matar a Mikasa y también a (Nombre) cuando te transformaste en titán. ¿Qué tienes que decir sobre ello?

—No es así. Él solo intentó golpear una mosca. —La pobre excusa de Mikasa casi le provocó a Jean resoplar.

—No te estoy preguntando a ti —le cortó el rollo de inmediato—. Esa herida en tu mejilla se ve bastante profunda. ¿Cuándo te la hiciste?

Y como Mikasa era una experta en disimular, se cubrió el corte con un mechón de cabello con tal de que Eren no lo viera. En cambio, el aludido se vio envuelto en un sentimiento de culpa tan inmenso que no le quedó más remedio que agachar la mirada.

—Parece ser verdad. Traté de matarlas cuando me convertí en titán.

—¿“Parece ser”? ¿O sea que no lo recuerdas? ¿Es decir que hasta ahora no tenías idea que poseías ese poder titán y tampoco tienes medios para mantenerlo bajo tu propio mando?

—Así es... justo eso.

Fue el turno de Jean de bajar la vista.

—¿Lo escucharon? —se dirigió al resto. No solo estaban presentes sus amigos, sino que los pocos camaradas que igualmente se habían unido al grupo—. Esta es la situación. Nuestro destino y el de la humanidad dependen de él. Por ello... podríamos morir como Marco y sin que Eren lo sepa.

—Jean, ¿cuál es el punto de poner a Eren entre la espada y la pared ahora? —intervino la oriental.

—Escucha, Mikasa, no todos son como tú, deseosos de morir por Eren sin pedir nada a cambio —la miró de reojo y después se fijó en el joven de ojos turquesas—. Deberíamos saber por qué causa daremos nuestras vidas. De otra forma, dudaremos cuando lleguen los momentos cruciales. Queremos que él nos dé algo a cambio. Así que déjame ver qué tienes para ofrecer y si vale la pena arriesgar mi vida.

Jean giró sobre sus pies, acercándose a Eren para agarrarle los hombros.

—Por eso, Eren... contamos contigo.

—Bien...

—¡Oigan, novatos! ¡Vengan aquí! —Un soldado veterano sacudió su brazo—. ¡Sus uniformes están listos!

Jaeger contempló a los muchachos mientras éstos se colocaban las capas que les fueron entregadas, las alas de la libertad se dejaron apreciar en sus espaldas y el aire se encargó de darles vida al agitar la tela. Su mente se ocupó en visualizar a Marco junto a los reclutados, vistiendo aquella prenda.

Una mano le tocó el hombro, obligándolo a salir de su mundo.

—¿Todo bien? —preguntó Arlert.

—En parte, tú sabes... la noticia sobre la muerte de Marco me tomó con la guardia baja...

—Sí... te entiendo. A todos nos agarró desprevenidos. —Su atención se plantó en la gente aglomerada a varios metros de ellos—. Como dijo Jean, nadie sabe cómo pasó exactamente. Él encontró su cuerpo como dos días después del ataque, esa vez estábamos limpiando el distrito para que no se generara un brote infeccioso, pero ya no era posible averiguar la respuesta.

Su voz se apagó, decidiendo guardarse las suposiciones para sí mismo. Ambos se mantuvieron callados por un momento, sumergidos en una burbuja de ambiente afligido que Armin se dispuso a reventar.

—Eren —se apuró a llamarle—. Hay un mensaje que debo pasarte, por lo que aprovecharé el aquí y el ahora ya que restan pocos minutos para conversar —volvió a centrarse en su mejor amigo—. Es que tal parece que tu escuadrón se irá pronto.

—Sí, así es. ¿Y de quién es el mensaje?

—De (Nombre). —Su revelación causó que Eren torciera el cuello hacía su persona tan rápido que juraría haber escuchado un leve crujido.

—Oh... ella —comenzó, esforzándose por no sonar ansioso—. ¿Qué fue lo que dijo? ¿Se encuentra bien?

—No puedo decir que exactamente bien... lo de Trost nos afectó a todos de muchas formas, pero ya sabemos que suele obligarse a hacer lo posible por mejorar sin recurrir a nadie. —El hecho de que Armin volteara al frente le quitó la oportunidad de notar la preocupación que adornó los bellos ojos de Eren—. Respecto al mensaje, antes debo decir que ella lamenta no poder dirigirse a ti en persona o al menos escribirte algo.

—Lo entiendo... no me habrían entregado ningún escrito sin revisarlo primero y no creo que eso le guste.

—Sí, mencionó eso. Pero antes tengo que advertirte que no esperes un discurso enorme, ¿bien? —asintió—. Dijo que cada día tengas presente que sigues siendo un humano aunque te digan lo contrario. Ha estado temiendo que te vuelvan a someter al estrés por querer cumplir con las condiciones que te impusieron y se repita un inconveniente similar al que aludió Jean... sabe bien que el capitán Levi y sus subordinados no van a dudar ni un segundo en aniquilarte si vuelve a suceder una cosa así. —Su tono bajó con suavidad para no levantar sospechas ante los últimos mencionados, pues se hallaban a algunos metros de distancia. En definitiva, una carta habría sido mala idea—. Le disgusta que te traten como si ya no tuvieras la capacidad de pensar y sentir lo mismo que una persona común, solo por poseer una capacidad que va más allá de tu entendimiento.

—No es como si tuviera muchas opciones... este poder nos podría garantizar una futura victoria o quizá termine siendo un rotundo fracaso, todo dependerá de mis avances. Así que es mi deber esforzarme.

—Lo sé —expresó con pesar—, pero tampoco se trata de exigirle a tu cuerpo más de la cuenta. Vas a colapsar antes de lo que crees.

Meditó todo lo que oyó. Su mente se convirtió en un revoltijo de ideas a las que trató de poner en orden pero, desde el fondo de su ser, surgió una espinita de molestia que se encajó en su pecho cuando hubo un detalle que sobresalió por encima de lo demás.

—¿No es irónico que lo diga la misma persona que se forzó a continuar de pie incluso cuando le faltaba un montón de sangre? —Y antes de que se diera cuenta, las palabras abandonaron su boca.

—Ustedes dos son igual de obstinados en ese sentido.

Eren analizó lo que acababa de soltar y encajó la mirada en el suelo.

Todavía le resultaba extraño ver tanta resistencia física. (Nombre) sabía de sobra que la poseía, por ello era que le sacaba provecho. Aunque Eren también estaba consciente de sus propias habilidades regenerativas —algo a lo que igualmente apenas se acostumbraba— y en el fondo llegó a pensar que el desgaste físico ya no sería un problema; no obstante, parecía que el mental estaba jugando un papel importante en su situación.

Eran unos niños desconsiderados.

—Como sea... ella pidió una gran disculpa por ponerte en esta situación en primer lugar.

—Está bien, no importa —masculló Eren. Jamás consideró culparla por las exigencias que le estaban haciendo, no cuando se lanzó a defenderlo aunque eso le costara la entrada a la Policía Militar, y es que si habían personas con las expectativas puestas en él entonces se los retribuiría con esfuerzo para poder cumplirlas—. La opción de ser ejecutado no se veía mejor.

—Sí, es verdad... —divisó las figuras de los nuevos camaradas de Jaeger moviéndose hacia ellos, entonces viró hacia él y posó una mano en su hombro—. En fin, antes de que te vayas únicamente me queda finalizar diciendo que ella nos desea suerte para la misión y yo te pido que tomes todo esto en cuenta.

—Sí, muchas gracias. Haré lo posible...

·•❃•❀•❃•·

<<He vuelto, malditos.>> Fue lo primero que se cruzó por la mente de (Nombre) cuando llegó al Stohess.

Admiraba con ojos entrecerrados al astro rey en el punto más alto del firmamento, dándole indicios de que era la hora del almuerzo, aunque su poco apetito se había esfumado.

Recuerdos que creyó enterrados se abrieron paso en su cabeza conforme reconocía cada lugar, el distrito parecía conservar la misma apariencia en sus estructuras. Un conjunto de sonidos familiares captaron su atención, el agua del río que corría bajo el puente, carretas y barcos transportando gente, voces dispersas a su alrededor e incluso los ladridos de un perro. Empezaba a extrañar el silencio del bosque donde entrenó.

Mientras se encontraba delante del cuartel de la Policía Militar, se dio a la tarea de observar la abismal diferencia que tenía en comparación con el cuartel de entrenamiento.

No obstante, hubo un detalle que la hizo tensarse. Un par de cuchicheos casi disimulados despertaron al otro lado de la calle, los cuales sabía con certeza que se debían a su regreso, el que haya logrado sobrevivir al ataque y la sorpresa de que no se integraran los diez mejores graduados como era habitual en cada generación.

Notó lo apretados que estaban sus puños en cuanto el ardor que le producían las uñas incrustadas en su piel cobró intensidad. Abrió sus manos con lentitud solo para volver a cerrarlas con el fin de permitir que el flujo de sangre circulara, dejando ver profundas medias lunas entre rojas y violáceas. Su penetrante mirada se centró en el pequeño grupo que generaba los murmullos, dándoles la clara advertencia de que les convenía mantener la boca cerrada. Sus fastidiosas voces se apagaron al momento, concediéndole un breve alivio. Se adentró en la edificación tras varias respiraciones.

Las indicaciones que les daba el oficial que las iba guiando se sentían pesadas y aburridas, no porque considerara que tenían una nula importancia, sino que aquel tipo así las hacia sonar con su poca motivación. La mayoría de los policías eran ineptos hasta para eso.

Se ahorró las ganas de bostezar y torció el cuello hacia la izquierda, topándose con una figura conocida al inicio de las escaleras.

Su hermano mellizo.

•⊱──────⊰•◦⚜◦•⊱──────⊰•

Pido una disculpa por la tardanza, desde hace tiempo he estado dejando de sentir inspiración. 😔🔫

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