LOS 7 PECADOS

CAROL-31 tarafından

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Los 80s era una época en donde gobernaba la música, la libertad y la mejor adolescencia para ella. Su vida no... Daha Fazla

ADVERTENCIA
PRÓLOGO
CAPITULO 1
CAPITULO 3
CAPITULO 4
CAPITULO 5
CAPITULO 6
CAPITULO 7
CAPITULO 9
CAPITULO 10
CAPITULO 11
CAPITULO 12
CAPITULO 13
CAPITULO 14
CAPITULO 15
CAPITULO 16
CAPITULO 17
CAPITULO 18
CAPITULO 19
CAPITULO 20
CAPITULO 21
CAPITULO 22
CAPITULO 23
CAPITULO 24
CAPITULO 25
CAPITULO 26
CAPITULO 27
CAPITULO 28
EXTRA
CAPITULO 29
CAPITULO 30
CAPITULO 31
EXTRA 2
CAPITULO 32
CAPITULO 33
CAPITULO 34
CAPITULO 35
CAPITULO 36
CAPITULO 37
CAPITULO 38
CAPITULO 39
CAPITULO 40
CAPITULO 41
CAPITULO 42
CAPITULO 43
CAPITULO 44
CAPITULO 45
CAPITULO 46
CAPITULO 47
CAPITULO 48
CAPITULO 49
CAPITULO 50
CAPITULO 51
CAPITULO 52
CAPITULO 53
CAPITULO 54
CAPITULO 55
CAPITULO FINAL
EPILOGO
ACLARACIÓN
PECA CONMIGO
AVISO IMPORTANTE
¡VOLVEMOS!

CAPITULO 8

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CAROL-31 tarafından

El CLUB

El transcurso en auto también se hacía aburrido y me molestaba que estuviéramos tan callados.

—¿Puede haber música? —le pregunté a Lugur mientras él estaba ocupado comiendo.

No había dejado de comer desde que entramos al auto.

—Pon el radio—le ordenó al que conducía.

—¿No te tienes casetes o música que te gusté? —volví hacer conversación él y solo suspiró pesadamente.

—¿Te parece que llevó casetes o al menos escucho música?

Me encogí de hombros.

—Todo mundo escucha música.

—La música es una forma de la que la gente se quiere escapar de su miserable vida.

—Tú estás escapando de tu vida comiendo tanta chuchería. No dejas la bolsa de pastelitos desde que salimos.

Él se entendió a lo que me referí y acercó su cara a la mía.

¿Ahora que había dicho?

—Yo como por hambre, no porque quiera escapar de mi vida.

—Pues vaya que comes muchos—no podía evitar reírme al verlo tan desesperado tragando.

—¿Tú no tienes hambre? —con su pulgar acarició mi labio inferior.

Mierda, ese cosquilleo lo senti de nuevo.

Negué y el asintió y se detuvo viéndome la nariz y parecía como si contara cada peca que tenía ahí.

—¿Ni un poco? —empezó a pasar el pulgar por mis labios.

—Bueno, tal vez un poquito—susurré. 

Miró a su chofer y este lo vio por el espejo. De la nada se empezó a subir una separación para el asiento trasero y los de adelante.

Sus vehículos eran muy modernos.

—Dijiste que te gustaba la música.

—No me gusta, me fascina—me mordí el labio por el nerviosismo y el tragó duro cuando vio ese gesto mío.

—¿Que canción te gusta en ese momento?

—Tengo muchas— su mano empezó a descender por la gabardina.

—Soy todo oídos.

—Tú dijiste que no te gustaba.

—Podemos hacer que esto sea divertido—sonrió con malicia.

Inesperadamente me tomó de las caderas dejándome sentada a horcajadas en él.

—Vamos a jugar algo. El camino al lugar es largo y esto se estaba haciendo aburrido.

—Bueno ya pensamos algo igual.

Me traté de mover un poco provocando que él se tuviera que aclarar la garganta, porque pareció que me olvidé de la situación.

—Vas a decirme cosas sobre música que yo te preguntaré, mientras... nos distraemos un poco ¿te gusta la idea?

Sus manos en mi cintura, sus brazos fuertes llenos de tatuajes tocándome y su cara que se veía tan... joder no tenía ni palabras, así que solo asentí.

—¿Qué clase de música escuchas? —sus dedos subieron y jugaron con los botones.

—El rock y pop—asintió y empezó a desabrochar la gabardina.

El no dejaba de verme con esos hermosos ojos turquesa y solo podía aguantar la respiración cuando termina de quitar los botones, pero la gabardina aún me cubre.

—¿Yo también puedo hacer preguntas?

—Cuando regresemos—me dijo y al mismo tiempo quitó la gabardina de mi cuerpo dejándome con el corset y la mini tanga con ligas.

La respiración se le agitó y se humectó sus labios mientras observaba, desde mis pechos hasta mis muslos desnudos.

Quería taparme, quería empujarlo y salir del auto. Pero era como si alguien o algo estuviera provocando que no me quisiera mover y solo lograra que me excitara, al ver cómo me veía.

Dios ayúdame por favor.

—¿Te gustan? —en un intento de valor me atreví a preguntarle. Sentí como si no hubiera sido yo.

El me miró a los ojos y con una mano me tomó de la nuca jugando con mi cabello.

—¿A ti te gusta verte así? —la otra mano la puso en mis muslos y me acarició—¿Como una... sumisa?

Ya había escuchado ese término con mi tía Kate, ella decía que las mujeres que se dejaban denigrar y tachar por un hombre era sumisas. Que aquellas que tenían un hombre que las humillaran y no dijeran nada, eran sumisas. Pero jamás escuché ese término en otra ocasión. Supuse que se refería a cuando te dejan... doblar por una persona.

Me quedé en silencio sin saber que responderle honestamente. El empezó a mover su mano y sentí como iba llegando a mi trasero hasta que...

¡Me azotó!

El golpe en mi nalga hizo que diera un pequeño brinco y lo mirara más que indignada.

—¿Qué te pasa?

—Te hice una pregunta—su agarre en mi cabello era más firme y brusco—. Si te pregunto algo, respondes. Hoy no soy lugur o un conocido tuyo, seré tú amo.

—¿Mi amo? —que rara se había cambiado la conversación.

Pasamos de hablar de música a qué ahora el sería mi amo.

—Ajá, tu amo. Dentro de ese club tú me vas a obedecer, me vas a servir y solo tendrás ojos para mí. O al menos eso debe pensar la gente.

—Ya no entendí nada—me bajé de su regazo y le fruncí el ceño.

Regresé a sentarme y el blanqueó lo ojos por mi acción.

—Iremos a ese lugar a buscar gente que me sirva a mis hermanos y a mí, para nuestras cosas. Además de que se rumora que el primo del alcalde asiste a esos sitios. Para eso debes aparentar ser alguien como ellos, porque yo ya lo soy

—¿Pretendes matar a todos los familiares de Jonathan Bunsen?

—Sí, es el plan.

Bufé y la separación que había, se volvió a bajar dejando la vista del conductor el cual enarcó sus cejas a mí por el retrovisor.

—¿Se te perdió algo, pedazo de basura? —le preguntó Lugur y lo hizo negar rápido.

—Deberías ser más educado, es bueno ser amable con las personas—le dije mientras me volvía a poner la gabardina.

—¿Por qué te la pones? Te dije que haríamos preguntas.

—Ya cambiamos el tema hace un rato, solo sigamos con el paseo—le sonreí y me frunció el ceño y blanqueando los ojos para ignorarme todo el viaje.

Las canciones de la estación de radio eran lo mejor que podía oír. Me hacían sentir segura y como si fuera la mujer más fuerte del mundo.

Toda mi vida me hizo sentir así, la música.

La camioneta poco a poco empezó a frenar, cuando llegamos a una calle que se veía horrible. Parecía abandonada y nos estacionamos frente a un lugar que parecía como si fuera una discoteca.

—Escúchame bien—Lugur me tomó el mentón—. No quiero que te vayas corriendo una vez entremos, no quiero quejas ni que te acobardes—sacó de su bolsillo un collar parecido a una cadena—. Te pondré esto en el cuello y por nada te lo vas a quitar.

No me dio tiempo de responder cuando ya lo estaba poniendo.

Sus dedos me rozaron los laterales de mi cuello y tocó con delicadeza.

—Yo te diré como te comportes—acercó su rostro al mío—. Pero trata de seguirme la corriente y no hables con nadie.

—¿Vas a dejarme sola en algún momento? —me preocupaba que lo hiciera.

—No, en ningún momento te dejaré sola.

El tono que utilizó no me dio mucha confianza. Hace unos momentos había dado a entender que él había venido a estos tipos de lugares y si me dejaba sola, quien sabe todo lo que me podría pasar.

—Estoy hablando enserio—retiré sus manos de mi cuello—. No sé qué se hace aquí y no quiero estar sola. Algo malo me podría pasar y te voy a culpa por ello si eso pasa—le fruncí el ceño y lo señalé con mi dedo.

Lugur pareció divertirle mi cara, pues enarcó sus cejas y levantó sus comisuras dando un gesto que no pude descifrar.

De nuevo vi como el chico que estaba al mando del volante nos observó con rareza y Lugur también lo observó discretamente.

Sus comisuras cayeron y volvió a tener esa expresión fría y sería, que demostraba respeto e intimidación.

—Deja de hacer berrinches—agarró mi muñeca y me sacó del auto junto a él.

Había 2 hombres en la entrada, creo que eran como los cadeneros.

—Espera—me pidió Lugur.

Me soltó la mano y me dejó a unos metros de la camioneta mientras él se acercaba de nuevo al conductor.

Lo que hizo fue tomarlo del cuello de la camiseta y acercó su boca a su oído. No sé qué le habría dicho, pero después de eso estaba demasiado pálido y una vez lo soltó, él me sonrió y saludó.

¿Ah?

Lugur pareció satisfecho y volvió conmigo tomándome de la mano.

—¿Qué pasó?

—Nada de tu incumbencia.

Los tipos que estaban de guardias nos veían y se interpusieron en la puerta.

—¿Tiene invitación? —preguntó uno de ellos.

—No, quítate.

Lugur trató de hacer que volviéramos a entrar y se lo volvieron a prohibir.

—No porque su sumisa tenga un collar, lo hace socio del club. Retírese.

Lugur con esa expresión sería, echó los hombros para atrás y levantó su cuello viéndose más alto de lo que era.

Incluso más de lo que eran los tipos que estaban en la entrada.

—Si no te quitas, te voy a cortar esa maldita cabeza hueca que tienes, la quemaré y se la mandaré a tu familia.

Tal declaración me provocó que sintiera como me bajó algo por mi columna, y esta vez no era precisamente algo excitante.

Sus ojos, sus bellos ojos turquesa tomaron un color negro como la noche, era casi imposible de creer. Miró fijamente al guardia y traga saliva moviendo su cabeza.

—Adelante—el tipo tiró de su compañero y nos dejó pasar.

—¿Qué demonios fue eso? Tus ojos, se hicieron negros.

—¿Enserio? Pero mira, yo no lo sentí—me puso mano en la espalda baja.

—Fue raro o estaba soñando.

—Seguro te lo imaginaste—me tomó de las mejillas e hizo que lo viera—. Y cada cosa que veas que hago, solo las sabrás tú y nadie más ¿vale?

—¿Pero enserio cambiaron de color? —fue algo tan rápido que me estaba costando asimilarlo.

Ahora sí, Lugur me dio miedo.

—Donna, ya déjalo pasar. Pero para que ya dejes de ser metiche te diré que mis ojos si cambiaron, punto final.

—Bueno, eso me quita un peso de encima—exclamé con sarcasmo y crucé mis brazos.

Sus ojos viajaron a mis pechos y suspiró.

Pone una mano en mi espalda baja y la otra la utiliza para que levante el mentón y pueda apreciarlo.

—No te me despegues y no hagas un caos.

Avanzamos por el pasillo que estaba muy oscuro y llegamos a otra puerta, de la cual se escuchaba música y se veían luces neón rojas.

Abrió la puerta con fuerza y ya me quería ir.

El ambiente era muy exótico, extraño y perturbador. Dudaba que fuera legal lo que estaba viendo y me dejó perpleja que hasta se me secó la garganta.

Un ambiente que no quería ver, uno del que no estaba segura que fuera legal. Pero, ante todo, no quería estar, así como las personas que estaban aquí. Se me revolvió el estómago de tan solo volver a ver el lugar.

Había mujeres desnudas, con trajes muy pegados y cortos o con ropa parecida a la mía, al igual que varios hombres.

Lugur pareció que esperó a que me adaptara, pues no me.

—No quiero estar aquí—murmuré y di un paso atrás.

En una mesa estaba una chica con algo en la boca y un hombre detrás de ella de lanzaba azotes en el trasero con una regla. Una muy grande.

Lugur hacia unos minutos también me golpeó mi nalga, pero no sentí ese cosquilleo en mi columna, esos recueros turbios y llantos que se escuchaban en mi cabeza.

Traté de enderezarme, pero me era muy difícil al ver tanta gente en 4 y desnuda. Tenían sus bocas ocupadas en las entrepiernas.

—¿Puedes caminar o tengo que traer alguien más?

—¿Podrías? —lo miré con ilusión.

El cambio su expresión fría y por un momento pareció comprenderme.

—Obviamente no—y volvió el grosero—. Mueve tu culo y adáptate rápido, que esto lo haremos seguido.

—Es que es, mucho que asimilar.

Una nalgada me cayó en el trasero y dejó mano ahí, manoseando el lugar.

—¿Te molesta?

—No—mi respuesta fue instantánea.

—Bien, pues si no te molestó eso, no te deberá molestar ver a personas teniendo sexo por ahí.

—Eres tan idiota.

—Tan bello tu halago.

Con todo el valor enderecé mi espalda, levanté el mentón y caminé junto a él.

La gente realmente, no sabía si no tenían pudor. Mujeres y hombres sin nada de ropa estaban abiertos de piernas mientras dejaban hacer lo que la gente quisiera con ellos.

Por un mínimo momento pensé que Lugur me pondría en la misma situación, pero me llevó a la barra donde la situación era casi la misma, solo que ahí se manoseaban o simplemente en realidad tomaban algo.

Ambos tomamos asientos en los banquillos que estaban y suspiró cuando analizó el lugar.

—Necesito que empieces a contar a la gente que se acerque aquí y tenga una marca cómo está —me tomó mi mano y la puso sobre su muñeca para viera las diferentes letras que se veían como cicatrices.

—¿Te las hiciste tú? —pasé la yema de mis dedos sobre ellas mientras le fruncía el ceño.

De nuevo su mirada fue a mi nariz y se pasó una mano por su cabello.

—La mafia me las hizo.

Abrí la boca y rápido aparté su mano mientras no creía lo que me decía. Ya era demasiado, era algo que no podía pasar.

—Mejor nos vamos—traté de levantarme, pero me tomó de la cintura e hizo que me sentara sobre sus piernas... De nuevo.

Mi espalda quedó pegaba a su pecho y podía volver a sentir todos sus músculos, aunque yo llevara mi gabardina.

Puso su mano en el centro donde la empezó a desabrochar.

—¿Te sientes incomoda? —hizo a un lado mi cabello y empezó a repartir besos por los laterales de mi cuello.

¡Si! Quería decirle que, si estaba incómoda, que era raro y algo que no queria hacer. Pero de nuevo sentía que una voz en mi cabecita me decía que él no era ellos, y que no me lastimaría y pararía si lo pedía.

Sin llegar a las lágrimas.

—Es extraño, lo que siento.

—¿Hmm? —me volvió abrir la gabardina y la dejó caer por mis hombros.

Mi cuerpo semidesnudo quedó descubierto, una persona llegó con un atuendo muy pegado y se la llevó, supongo que la guardaría.

—¿Vas a empezar a contar Donna?

—Es qué hay mucha gente—su mano la reposó en mis muslos.

—Visualiza, observa y fíjate bien en los tatuajes. Algunos le ponen tinta encima para que la gente no se dé cuenta de donde son.

Asentí y agarró mi cabello con fuerza tirándolo para atrás. Un jadeo me tomó por sorpresa debido a la fuerza con lo que lo hacía.

—No te escuché Klee.

—¿Me acabas de decir trébol en alemán? —iba a verlo, pero me volvió a tomar con fuerza impidiendo que girara.

—No respondiste ¿entendiste lo que harás?

—Si—me limité a decir, luego bajó sus manos por mi cuerpo y las colocó debajo de mis pechos.

Me puse a ver alrededor de la gente, pero nada salía. Todos o estaba desnudos o desnudas y la luz era muy oscura, casi no había nadie en la barra y me era muy difícil distinguir quienes lo tenían y quiénes no. Y menos me pude concentrar cuando sus manos las llevó directo a mis pechos, tomándolos como si de eso dependiera su vida.

—Me gustó el conjunto, no lo niego—tomó las copas de el—pero honestamente, quizá te veas mejor sin tu parte de arriba.

No muchos hombres me tocaban y los que lo hacían siempre me ponían incómoda o con ansias. Pero Dios mío, cuando Lugur bajó las copas del corset, sentí un pequeño dolor en mi entrepierna.

No sabía, si era que me quería distraer o no pensar en lo que hacíamos con tanta gente, pero mis ojos vieron a una mujer frente a nosotros que tenía a un chico solo con arnés, tenía un escote muy profundo, del que se veía la letra B. Como la de Lugur justo arriba del pecho.

—La pelirroja de enfrente, tiene una letra arriba de su busto.

Lugur puso su mentón en mi hombro para ver a la mujer y yo me estremecí entre su cuerpo cuando me pellizcó mis pezones, lo que me provocó un gemido.

—Buen ojo Donna—dejó un beso en mi hombro pecoso—. Ella se llama Ania y es hermana del brazo derecho del Boss—volvió a jugar con mis pechos y lo que empezó como un gemido se convirtió en un coro de ellos.

—¿Entonces te sirve? —suspiré cuando sentí su lengua por mi cuello y sus manos apretando con más fuerza mis pequeñas tetas.

—Los miembros de la bratva, no pueden ir a clubs como estos. Deben ir a donde tengan seguridad y no lugares de quinta. Deben ser lugares dignos de alguien como yo o ellos, pero parece que ella no acata las ordenes.

—¿La bratva? —fue lo único que entendí de lo que dijo.

—La mafia rusa, ella es de esa mafia.

Siguió hablándome, pero yo solo me mordí el labio cuando empezó a tocar mis picos erectos con fuerza, rudo como ya había visto que él era.

—¿Entendiste?

—Si—mentí y me rocé sobre su regazo, sintiendo su entrepierna dura en mi sexo.

—Deja de moverte así—sus manos bajaron a mi cintura.

—No estoy haciendo nada—levanté un poco mi trasero y me dejé caer encima de él. Soltó un gruñido y enterró sus dedos en mi piel.

—Te vas a ganar un castigo como los de ellos si me sigues desobedeciendo.

Me valentía se esfumó y acaté su orden quedándome quita y sentada cuando vi cómo la gente sacaba fustas, látigos e incluso tablas para castigar a sus "sumisos" cómo los llamaba Lugur.

—Si ella está aquí, lo más seguro es que venga tal vez con su hermandad, lo mejor que necesito—afirmó para sí mismo mientras dejó salir un suspiro.

—¿Y qué pasa ahora? —giré a verlo y pude ver sin ninguna barrera y sin ilusiones sus ojos, igual de negros que la noche.

Se me fue el aliento por un segundo, porque aún que se vieran así, para mi seguía siendo un atractivo muy intenso. Es que ese hombre era el sueño físicamente de cualquier mujer.

—Sigamos viendo, con ellos me sería suficiente, pero no soy alguien conformista.

—Bien—tomé las copas del corset y las iba a subir, pero él me frenó.

—¿Que se supone qué haces?

—Me lo estoy subiendo, es que...

Es que ya me estaba empezando a sentir algo incomoda ¿sabes?

Pensé en decirle, pues incluso a mí ya se me había hecho mucho el que me sintiera segura con esto que estábamos haciendo.

—Te estoy haciendo una pregunta, responde bien.

—Bueno, yo pensé... es que ya no los estabas... y solo estaba—bajé mi cabeza avergonzada.

Con su dedo índice me levantó el mentón y quitó un rizo que se me venía a la frente.

—No bajes la cabeza cuando hablas con alguien, solo demuestras inseguridad y eso es algo que la gente puede usar para su beneficio.

—Entiendo—respondí viéndolo a los ojos negros.

Sonrió con malicia y tocó con fuerza uno de mis pechos.

—¿Quieres que deje de hacer esto?

—No—mi respuesta fue inmediata—. Me gusta, pero...

—Si te sientes incomoda, dime y me detendré.

Asentí y con mayor fuerza, me tomó de la cintura y me giró de manera que quedé sentada a horcajadas y viéndolo de frente.

Se mojó los labios en cuanto vio mis pequeñas tetas. Me entró una inmensa inseguridad, pues la mayoría de las chicas que estaban aquí tenían pechos grandes, así que traté de llevarme las manos y taparlos, pero Lugur me sujetó de las manos.

—No te tapes, déjame mostrarte lo que se pueden hacer con ellas—respondió como si supiera lo que pensaba.

Cerré los ojos cuando su gran mano, la puso sobre mi pecho izquierdo y lo masajeó. No le llenaba la palma, pero el parecía estar conforme con eso.

Con su otra mano tomó el derecho e hizo lo mismo, luego los apretó con fuerza, y solté un quejido

—Lugur...

—¿Me detengo?

—No.

Se pasó la lengua por el paladar, y no esperé que acercara sus labios a mis senos.

Ay Dios.

Empezó a besar mis redondos pechos, sin tocar el pezón. Me moví arriba de él, cuando sentí excitación, Lugur se dio cuenta y succionó una parte de mi pecho derecho, mientras seguía tocando el izquierdo.

Con su lengua rodeó mi pezón rosáceo y jaló de el con fuerza, por lo que tuve que morderme los labios para que no escuchara mi gemido.

Su mano dejó de tocar mi pecho y Lugur empezó a bajarla por mi vientre, y sabia a donde quería ir, pero...

—Para.

Él dejó mi seno y me frunció el ceño, pero antes que pudiera decirme algo, le di la espalda de nuevo, aun no estaba lista para llegar a eso.

Y sus ojos, sus ojos negros, no me daban buena espina.

Quería preguntarle cómo sus ojos turquesa se habían vuelto negros de un momento a otro ¿excitado? Tal vez era por eso. Marcus se le dilataban sus pupilas cuando eso le pasaba con sus citas, pero no al grado de Lugur.

Me saqué de mis pensamientos cuando vi como uno de los tipos que estaba alrededor de la pelirroja se nos quedó viendo, muy sutil.

—¿Lo conoces? —pregunté a Lugur.

El volvió a poner su cabeza en mi hombro, pero se tensó cuando vio lo mismo que yo, o más bien cuando vio la persona que ambos veíamos.

Jared Bunsen, sobrino del alcalde y amigo de la familia.

Sin pensarlo 2 veces me bajé de Lugur y me subí las copas de mi corset, me recargué en la barra y le di mi espalda esperando que no me reconociera.

Un montón de recuerdos me invadieron en mi cabeza, recuerdos por los que pagaría para no volver a tener. Sabía que era muy falso el encontrarme tan bien como para no pasar por algún episodio.

El ambiente, los gemidos, las personas y Jared fue lo que necesitaba para derrumbarme ahí.

—¡No! —traté de mover mis manos, pero las puso en mi espalda y levantó más mi trasero separando mis piernas.

—Tranquila, pecosita—Jared me pasó una mano por mis glúteos—. Solo relájate y piensa que es como las demás ocasiones.

Empecé a llorar muy fuerte queriendo zafarme, pero giré mie cabeza viendo a la persona que estaba sentada en una silla en el rincón, subiéndose sus pantalones. Él ya había hecho lo mismo anteriormente.

—Por favor—le rogué—Dile algo, por favor.

El suspiró y se acercó a mí, me dejó un beso en la frente y me sonrió.

—Es mi mejor amigo, no le puedo prohibir cosas que le gustan.

—Esto no está bien—iba a volver a moverme, pero grité cuando sentí como...—¡Por favor! ¡No le diré a nadie! ¡Ayúdame!

—Solo relájate, si piensas en otras cosas el tiempo te pasara más rápido.

Se volvió a levantar y quería volver a pedirle, rogarle y suplicarle que le dijera a Jared que se detuviera.

—Nate, por favor, soy tu hermanita—pero ya había salido de la habitación.

Alejé mis pensamientos cuando sentí una mano tomándome de la muñeca.

Lugur me veía con el ceño fruncido y extendió su mano a mi mejilla limpiando lo que parecía ser lágrimas.

Había llorado frente a él, eso sí que era genial.

—¿Qué sucedió? —preguntó con seriedad.

—Nada que te importé—lo aparté.

—Donna...

—Creo que buscas el termino sumisa. Hoy soy una sumisa, pero mañana seré de nuevo la chica que arruinó tu vida y volveré hacer la esclava que trabaja para ti, así que mejor limítate a llamarme como tal ¿no lo crees?

Rápidamente me tomó de la quijada con una mano y acercó su rostro al mío.

—Primero que nada; si te pregunté eso, fue porque estabas llorando. Segundo; fue porque te pusiste así cuando viste a Jared y tercero; no vuelvas a responderme de esa forma. No soy tu padre, ni tu madre para que me hables así, soy superior a ti, mejor y experimentado, mientras que tú eres una pequeña con traumas que no los asume o esconde.

Al diablo el papel de sumisa.

Levanté mi mano y le lancé una bofetada que apenas le movió el rostro. Me dolió más a mí.

La gente se enfocó en nosotros lo que provocó un cabreo intenso en Lugur, tanto así que apretó sus puños y los nudillos se le pusieron blancos.

—Te vas arrepentir—fue lo que dijo antes de que sacara un arma.

Ay no.

Muerte, fue lo que me vino a la mente, era mi muerte. Ya lo había hecho enojar en el camino, y con esto supongo que había sido suficiente, sin embargo, el arma fue directo a la pelirroja y le lanzó un disparo perfecto entre ceja y ceja.

El caos no tardó y las mujeres y hombres corrían, otros sacaron sus armas y apuntaron a Lugur y a mí. Pero de la nada más gente entró al club, gente que se vestía como Madeleine.

Eran de los suyos.

La lluvia de disparos no se hizo esperar, traté de agacharme, pero alguien me tomó del brazo y me puso detrás de la barra.

Me quedé estática cuando vi de quien se trataba y más cuando estaba centímetros de mi rostro.

—Jared.

—Hola, Donna.

Me intenté levantar, pero con fuerza me bajó del hombro.

—¿Tienes prisa para ir por tu novio? Asesino, cabe decir.

—No es de tu incumbencia.

—Pues yo creo que si—me acunó la cara con sus manos—. Vienes a un lugar como este, con un tipo mayor que tú, vestida como ramera y para la cereza del pastel, es el asesino de mi tío y debo decirte que él también fue un tío para ti.

—Ese señor no es mi tío y tú no vas a decir nada a nadie o le diré a mis padres que...

¿Decirles a mis padres? Sentí que incluso yo solita me humillé, ridícula fue la manera en que traté de responder. Mis padres sabían lo que él me había hecho y cuantas veces me lo hizo, junto con Nate.

Soltó una carcajada y me pasó los labios por mi mejilla, yo me removí. Debido a que su cuerpo estaba pegado completamente al mío era algo difícil zafarme.

Solo esperaba que esta vez no hiciera nada.

Los balazos seguían escuchándose, hasta que se detuvieron.

—Tus padres saben de mi—me susurró —y no se molestaron cuándo se enteraron de lo qué pasó, pero creo que si se podrían enojar cuando se enteren de esto. Tienes suerte que tenga un viaje en media hora a Moscú, pero no se queda así Donna.

Me dejó un rápido beso en la mejilla y luego se puso arrastrarse por el piso, llegando a la salida e irse. Desearía tanto que Lugur le hubiera disparado.

—¡Revisen los cuerpos! —escuché a Lugur—¡Los que sirvan en el camión y los que no, los queman en un baldío!

Sus pisadas se oyeron cerca de mí, pero no me moví. Oí como cargó el arma de nuevo y lo más probable es que la utilizara conmigo, después de todo arruiné el plan que tenía e hizo una masacre por mi culpa.

Me llevé las piernas al pecho y abracé mi cuerpo esperando el final, un final que sabía que me pasaría, aunque bien, era mejor morir que seguir viva y sufrir cada que respiraba.

—Oye—me habló, pero seguí en la misma posición.

Solo levanté mi vista y lo miré con mis ojos un poco lagrimosos. Él estaba serio y solo me veía de arriba para abajo y sus ojos habían recuperado ese tono turqués que me gustaba, pero en estos momentos no causaba nada en mí.

—Anda, dime lo que debas decirme. Llevo 2 semanas de conocerte y solo demuestras ser un hijo de puta honesto, así que espero me digas lo que piensas—sonreí un poco con tristeza—. Tal vez que llorar es para débiles, que debo afrontar mi pasado, que solo deje de actuar como una niña atormentada y me comporte como mujer—me levanté y le hice frente con lágrimas saliendo de mis ojos—. Te tengo una noticia, fui todo eso en el pasado y solo me lastimó. Lamento arruinar tu plan, enserio lo siento, pero este ambiente no es para mí, te puedo ayudar en otras cosas y si, ya sé que esto es por mi culpa, pero no quiero volver a venir a estos tipos de lugares—me empecé a levantar la gabardina y puse mis manos en mis muslos—Ya no quiero venir a estos sitios—enterré mis uñas en ellos y empecé a rasguñarlos—. Si él me vuelve a ver sé que me voy a joder y no quiero eso—seguí rasguñando mis muslos—pero si lo que en realidad querías era hacerme el amor en un sitio como este—detuve mis rasguños y me quité la gabardina exponiéndome ante el—Pues hazlo, que ya estoy muy jodida como para seguir adelante.

Me pasé el dorso de la mano por mi nariz cuando sentí el flujo nasal. Lugur suspiró, maldijo en voz baja y se acercó a mí.

Era como las demás veces. Me repetí, si era que el me tocaba.

Me recordé para que todo fuera más llevadero, pero solo tomó lo que había dejado en el suelo y me lo pasó por los hombros.

—Hablas mucho, me gusta la comunicación, pero debes calmarte—rodó lo ojos—Te emocionas demasiado, Klee.

—Deja de decirme así, no me gusta que me hablen en alemán.

—Es curioso—hizo que metiera las manos en las mangas—, tomando en cuenta que quieres irte Alemania.

Mi cara de sorpresa debió ser muy obvia, pues solo me miró cómo si me lo hubiera esperado.

—Se todo, de todo mundo. No te sorprendas o me veas así, esto pasará muy seguido.

—Yo no quiero ir.

—Sí, lo que digas—me iba a tomar del brazo, pero frenó—. Antes que nada, no olvides que no me acuesto con gente como tú, así que quédate tranquila, que no pasara nada más que algunos toques como estos.

—¿Te acabo de confesar un montón de cosas y tu solo me dices esto? —lo vi indignada.

—Sí, pero ya cállate y camina.

Me pasó el brazo por lo hombros como si nada y me sacó del lugar.

No volvería a un sitio así, de eso estaba segura.

¿Que les pareció el cap?

Se les ama❤️

Okumaya devam et

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°°° Estos fanfics fueron escritos con la finalidad de entretener y no de ofender a Eva ni a ningún fandom. Disfruten.