Mariposas de fuego

נכתב על ידי SrMichaelis

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Bienvenidos a la escuela de elementos de la cuidad de Emment en la que podrás aprender a dominar el elemento... עוד

Capítulo 1 - ¿Eres tu al que llaman "el nuevo"?
Capítulo 2 - La bienvenida de Vicent
Capítulo 3 - Entre las cenizas puede quedar algo de fuego
Capítulo 4 - Noticas inesperadas
Capítulo 5 - Una nueva llama en Fuego
Capítulo 6 - El gran día
Capítulo 7 - Astaroth
Corrección
El regreso de Mariposas de Fuego
Corrección terminada, nueva portada y próximo capítulo
Capítulo 9 - El camino sigue

Capítulo 8 - Tu olor

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Tres días pasaron y siguieron sin obtener ayuda ninguna por parte de profesores y/o ayudantes. Por suerte, seguían unidos por el miedo y la desorientación y habían conseguido bastantes cosas con las que poder aguantar al menos unos cuantos días más. Tara había organizado todo a la perfección: una especie de cueva a modo de refugio, grupos de expedición para encontrar a más equipos a parte de ellos y otros grupos para encontrar agua, comida y otras cosas de gran utilidad. El tener un grupo conformado por más estudiantes de lo usual les había dado una enorme ventaja de supervivencia y no la estaban aprovechando nada mal. Los heridos consiguieron recuperarse notablemente hasta el punto de poder ayudar con las tareas que Tara dictaba. Seth no podía negar que estaba celoso de ella, pues él podría haber intentado también ser la cabeza del grupo. Pero entraba el riesgo de la salud de los demás y no quería meter la pata, por si acaso. Además, qué más daba ya si no estaban siendo evaluados de todos modos.

Por el momento todo seguía en calma a pesar de que algunos de ellos habían tenido ataques de ansiedad por encontrarse en una situación mucho más diferente y difícil de la que habían imaginado. Tenían la suerte de que entre ellos se encontraban estudiantes muy capacitados de cada elemento para hacer su pequeña pesadilla más llevadera. Las charlas se volvieron algo importante y todos se mantenían animados hablando sobre cualquier cosa que les hiciera olvidar el infierno en el que se habían metido y al cual le faltaba días para poder terminar. O eso era lo que deseaban, que solo fueran días.

En una de las pocas conversaciones entre Seth y Laia salió el tema de que nunca habían pensado el por qué jamás escuchaban muchos detalles de la prueba. Si era cierto que algunas veces podían ver las cicatrices de los participantes a su llegada en primera persona y cómo algunos venían como si hubieran tenido que sobrevivir a un mismísimo apocalipsis. Pero nada más, lo único que conocían de más es por el discurso de antes de que dieran inicio a la competición. Tenían que enfrentarse al menos a tres equipos para poder tener opciones a terminar los primeros y llegar al final de aquella arboleda. Eso les hizo pensar que aún había esperanzas de que todo lo que estaba ocurriendo estuviera planeado para conocer cómo reaccionarían cuando las cosas se torcieran. Pero les desorientaban las reglas que les impusieron al empezar, pues entonces solo servían para engañarlos.

Laia pidió a Seth que no compartiera aquella información con los demás porque los ánimos ya estaban bastante decaídos y había demasiados compañeros afectados psicológicamente como para recordarles, de nuevo, que estaban jodidos.

Por la noche de aquel día hicieron una hoguera más grande de lo normal a la entrada del refugio. Sabían perfectamente que aquello llamaría mucho la atención a las criaturas del bosque, pero así también tendrían más posibilidades que los equipos que pasaran por los alrededores pudieran verlos. Como eran bastantes no tendrían problemas con la mayoría de criaturas que se asomaran a aquella hora. Se encontraban todos alrededor del fuego formando una especie de círculo. Seth y Laia estaban juntos al lado de Tara y Garret. El pelinegro aprovechaba cada momento para estar a su lado pues deseaba que algo pasara ya entre ellos. Se estaba impacientando de tanto esperar alguna respuesta de la chica.

Por otro lado, Vicent hallaba en frente de ellos mirándolos con recelo porque estaba entre completos desconocidos y el único al que medio conocía se encontraba absorto en otra persona. Aunque intentara mirar hacia todos lados, su vista siempre se centraba en Seth. Le estaba obsesionando. Por las noches había tenido sueños extraños y algo salidos de tono con el Líder de Fuego. Por mucho que lo intentara, no era capaz de retener sus emociones y puede que las hormonas de adolescente estuvieran haciendo un gran trabajo con ello. Sentía como una conexión muy fuerte le estaba uniendo a aquella persona que no le veía de la misma forma y le hacía sufrir. Encima, se le estaba juntando con su reciente separación que había sufrido de sus padres, los que siempre había confiado para protegerle, que le habían dado la patada en el peor momento.

A veces, cuando salía con un grupo para encontrar provisiones, se alejaba de sus compañeros y se sentaba bajo un árbol para llorar. Las imágenes de algunas personas trajeadas con uniformes militares irrumpiendo en su casa como si él fuera una gran amenaza lo torturaban. Todo aquello le estaba volviendo loco y lo de Seth no le ayudaba a no sentirse más solo de lo que se sentía. Estaban consumiendo su alma lenta y dolorosamente y le quedaba poca ya de ella.

Al finalizar la noche, cuando todos estaban recogiendo y apagando un trozo de la hoguera para hacerla menos visible, la idea de irse por su cuenta se estaba haciendo cada vez más fuerte. Desde su punto de vista, él era el único que no cuadraba allí. Todos se conocían y él era un completo extraño con el que nadie parecía confiar. Aunque no les culpaba, ni él mismo sabía si podía confiar en su persona. Además, tampoco tenía mucha idea sobre sus poderes. Ni si quiera llegó a comprender por qué le dejaron participar en esta prueba. Bueno, más bien, le medio obligaron a ello. Esto sin mencionar que, al parecer por su culpa, su equipo resultó gravemente herido por aquel demonio. Solo traía problemas con los que se topaba.

Vicent se tumbó en el suelo haciéndose el dormido. Después de esperar a que la última persona se tumbara para dormir, y un tiempo extra para asegurarse de que estaban en el mundo de los sueños, se levantó con mucho cuidado. Sin hacer ruido, se adentró en la arboleda con lo puesto. Ya se las arreglaría solo cuando necesitara algo, en aquel momento lo importante era salir de allí sin ser visto.

Todo iba bien, ya se había alejado unos 5 metros del pequeño campamento y nadie le había pillado. Apretó el paso ya que el ruido ya no sería un problema por poder confundirse con el de un animal huyendo y empezó a trazar un plan para organizarse. Solo contra el mundo de nuevo.

Vicent, pensando aún en lo que hacer, no se dio cuenta de que a pocos metros de él había una llama que se le acercaba lentamente. No se percató del inminente peligro hasta que la luz estaba a pocos pasos de él. Flexionó las rodillas para intentar esconderse haciéndose un ovillo, pero ya era tarde, le habían visto. Escuchaba como las pisadas se acercaban a él rápidamente. Pero antes de que pudiera hacer nada más, alguien le tapó la boca y tiró de su cuerpo hacia uno de los lados por donde no procedían las pisadas, alejándose de ellas silenciosamente. Solo podía sentir la mano de la persona que le había sorprendido por la espalda y no la reconocía.

Apenas podía respirar entre el gran esfuerzo que estaban haciendo por alejarse de las pisadas y del susto que había tomado su cuerpo. Estuvieron distanciándose unos 10 minutos y fue entonces cuando la mano desconocida le soltó por fin. Vicent cayó al suelo agotado y se dio la vuelta como pudo para ver quién era su salvador. Sus ojos encontraron a Seth mirándole a pocos centímetros de él. ¿Qué estaba haciendo allí? Había visto perfectamente como se había ido a dormir con Laia después de haber empequeñecido la llama de la hoguera.

Pero al perecer se había equivocado, él estaba allí mirándole con el ceño fruncido y los labios apretados. Estaba enfadado, muy enfadado. El moreno se dejó caer al suelo aliviado, exhalando una gran cantidad de aire y mirando a la copa del árbol que estaba encima de ellos. Su plan había sido un completo fracasado, pero al menos no había peligro. Si Seth no era quien había encendido aquella llama significaba que no era nada bueno. Ya era la segunda vez que le ofrecía su ayuda.

–¿Se puede saber qué estabas haciendo? –preguntó, en voz baja, cabreado Seth mientras su ceño se fruncía cada vez más y apretaba sus puños para evitar soltar una guantada al menor. Aunque supiera perfectamente qué era lo que estaba haciendo, quería escucharlo de Vicent. Quería creer que no era real–Respóndeme–ordenó al ver que no obtenía respuesta alguna. A cada segundo que pasaba sentía más ganas de golpearle.

–Nada, solo estaba dando un paseo–mintió el menor mientras desviaba su mirada hacia la derecha. No podía mentir si lo hacía observándole a los ojos. Pero en cuanto terminó de hablar, Seth le agarró del brazo y lo apretó con fuerza a modo de aviso para que le dijera la verdad. La paciencia no se hallaba entre sus virtudes–Vale, pero suéltame que me haces daño–se quejó y, en cuanto el agarre cesó, se llevó una mano hacia la zona dolorida. Le había cogido realmente fuerte. Luego tragó saliva y se dispuso a hablar con voz temblorosa–Quería irme. Sabes que yo no pinto nada aquí, soy el único que no encaja en este grupo y encima soy el culpable de toda esta locura.

–¿Pero qué cojo... –gritó Seth, pero al darse cuenta de la intensidad de su voz la bajó automáticamente. Lo que no pudo frenar fueron sus impulsos y agarró el cabello del moreno con una mano y la apretó con furia–Te juro que si te hubieras llegado a ir te hubiera matado–dijo sin piedad.

La ira le estaba dominando y sentía unas ganas terribles de hacerle daño a Vicent, pero no podía, una voz interna en su cabeza no le dejaba hacer aquello. Se debía controlar como fuera o iban a terminar muy mal. El caso es que no podía soportar que después de lo que había pasado entre ellos y en la prueba decidiera marcharse solo para que le pudiera pasar quien sabe qué.

La disculpa que salió de los temblorosos labios de Vicent no fue suficiente para calmar la ira, la furia, las ansias de liberar todo aquello en un golpe hacia lo que fuera. Cada vez que recordaba que había intentado largarse su mente perdía un punto más de autocontrol. ¿Qué más debía hacer? ¿Estar todo el rato encima de él vigilándolo o algo así?

–Te hubiera cortado cada uno de tus miembros y te hubiera arrancado la cabeza–hizo una pausa para crujirse el cuello. En aquel vaivén captó aquella esencia que le atraía tanto. Eso le devolvió al mundo real­–Menos mal que te he pillado antes, pero no te creas que esto no te va a costar caro– dijo casi sin pensar para seguir con la misma actitud. Clavó firmemente su mirada en la del contrario y volvió a sentir que su cuerpo tiraba de sí mismo para acercársele.

Vicent abrió los ojos exageradamente, asustado por las palabras del mayor. Había deseado que éste se centrara más en él y que estuviera más cerca, pero no de aquella manera. La mano de Seth apretaba cada vez más su pelo, tirando de su cabeza hacia un lado. Las piernas le empezaron a temblar y cerró los ojos avergonzado por la situación. Vale que la había cagado, pero Seth ya le estaba dando miedo, como cuando se conocieron.

Para el pelinegro ya fue demasiado tarde para dar marcha atrás, para luchar contra su cuerpo. El olor le había atrapado completamente y a eso se le unía la curiosidad por saber por qué éste le atraía tanto hacia Vicent. Jamás le había pasado algo similar, a decir verdad. "Eres mi maldita perdición" susurró en su descontrolada mente.

Sin soltar al contrario siguió sus deseos hasta quedarse a menos de un centímetro de su boca. Sabía que aquello iba en contra de todo lo que pensaba, pero había una vocecilla en su interior que le decía que debía dejarse llevar por aquello. "Seth" dijo en la mente de éste. Ahora tenía claro que si había sido él quien le había hablado en todo este tiempo, aunque el cómo en aquel momento le daba totalmente igual. Se perdió en su lucha interna por decidir si seguir o no con aquello. "Seth hazlo ya" volvió a hablar y aquel fue el detonante para que se decantara por el dejarse llevar.

Disminuyó por completo la distancia que les separaba y posó sus labios suavemente sobre el contrario. Lo que sintió en aquel momento hizo que suavizara su agarre y soltara todo el aire que llevaba acumulando en los pulmones sin saberlo. Quiso comenzar a mover su boca para disfrutar de un beso más apasionado y fogoso, pero un relámpago de lucidez cruzó por su cabeza y se separó rápidamente intentando hacer ver que aquello no había ocurrido y que no estaba interesado.

Se maldijo varias veces a sí mismo y soltó el cabello de Vicent con gesto asqueado. Pero por más que si quisiera mentir, aquello había logrado encender en su interior una llama que solo la habían logrado crear las mujeres. Su corazón comenzó a golpear con fuerza su pecho y, a modo de reprimenda, golpeó fuertemente el tronco del árbol que había tras del castaño. Este pensó que iba hacia él y se asustó, pero cuando vio que no fue así, reaccionó de la única forma que sentía. Esperó a que el pelinegro volviera a posar sus ojos sobre él para abalanzarse contra su persona y volver a juntar sus labios por segunda vez. En el trayecto rezó porque no le rechazaran, mas no fue así. Seth ni si quiera pestañeó cuando aquello sucedió. Se encontraba atónito por la inesperada iniciativa del contrario.

El mayor rugió ante el contacto, pero no se apartó en ningún momento. En el fondo estaba agradecido porque el contrario hubiera dado aquel paso pues eso significaba que no se iba a quedar con la duda de porqué aquello le llamaba tanto la atención. Le estaba, incluso, agradando. Tanto que sintió una especie de hormigueo candente en su zona más íntima haciendo que su cuerpo reaccionara al instante.

Fue entonces, en aquel momento, en el que se dejó llevar por completo y comenzó a liderar su fuerte conexión, demostrándole a Vicent la enorme experiencia que tenía besando. Aquello hizo que se liberara Vicent de su preocupación por llevarse un puñetazo o algo peor por su osadía y se relajó para disfrutar de su momento. Era su primer y segundo beso y lo quería deleitar por completo.

Seth, algo cohibido por la nueva experiencia, solo era capaz de mover los músculos que se encontraban por encima de su cuello. Nunca se habría imaginado que podía sentir lo mismo con un chico que con una chica y aquello le desmontaba demasiadas cosas que había pensado durante toda su vida. Además, aunque ansiaba más de aquello, no sentía aquellas ganas de pasar a un nivel superior como le pasaba siempre. No sentía que solo quería satisfacer sus deseos sexuales. Tal y como le pasaba con Laia. Era algo más que no lograba comprender y que deseaba que en algún momento de su vida lo hiciera.

Pasó un buen rato del apasionado beso hasta que Seth consiguió mover el resto de su cuerpo para acercarse más al contrario y cambiar su incómoda postura. Indeciso, decidió que debería seguir su experiencia y tocar al contrario como lo hacía cuando coqueteaba con alguna chica. Elevó una de sus manos y la posó sobre el cuello del contrario, acariciando su piel mientras que con la otra se apoyaba en el suelo para no perder el equilibro al cambiar de posición corporal.

Ahora su actitud era un poco más agresiva, como lo solía ser en aquellos momentos, y apoyó suavemente al contrario sobre el tronco que antes había golpeado con furia. Su beso se volvió mucho más húmedo y las respiraciones se agitaron hasta tal punto que tenían que apartarse unos centímetros para poder coger una buena bocanada de aire.

Sus mentes perdieron el sentido del tiempo y el resto del mundo desapareció durante ello. Notaron como sus labios se calentaban por la pasión provocándoles pequeñas corrientes eléctricas que les calaban hasta su ser más profundo. Pero aquello no iba a poder durar mucho más pues debían dormir si querían mañana ser personas. Además, aquel no era el mejor momento para tener una aventura. Estaban en peligro y Seth sabía que era mejor olvidarlo por el momento. Debían concentrarse en lo verdaderamente importante.

Después de apurar hasta el último instante, fue Seth quien se apartó de nuevo y se levantó algo avergonzado. No se arrepentía, por el momento, de sus actos, pero demasiados sentimientos encontrados le bombardeaban la mente mientras pensaba en lo que acababa de ocurrir. Vicent se quedó inmóvil esperando alguna palabra del contrario. No sabía cómo actuar en aquellas situaciones ni qué decir. Su cuerpo se encontrada demasiado relajado y su pecho le ardía de una forma muy placentera. Aunque le hubiera gustado que aquello jamás terminara, decidió que ya se encontraba suficiente satisfecho como para exigir más.

–Es mejor que nos vayamos a dormir ya–por fin rompió el silencio Seth mientras se pasaba la manga de la túnica por la boca para secársela. Vicent le miraba de forma tan intensa que pensaba que le estaba juzgando, por lo que se cohibió aún más–Mañana tenemos que estar preparados para todo lo que nos pueda venir–concluyó y sintió unas ganas tremendas de salir huyendo.

No lo hizo porque pensó que aquello le podía molestar al contrario y que al final si se fuera de verdad. Ahora ya sí que no podía dejarlo marchar. El moreno se incorporó y se levantó para no tener que estar todo el rato mirando hacia arriba. Su relajación pasó a un estado de incomodidad debido a la reacción que estaba teniendo el pelinegro ante él. Por su cabeza pasó el pensamiento de que él pensaba que lo que acababa de ocurrir era un error, un desliz por los nervios. Pero aun así se quedaría para comprobar si aquello era verdad porque, sin querer, había observado un notable abultamiento en las partes íntimas del contrario.

–Claro.

–Emm...–dijo indeciso y se pellizcó el puente de la nariz buscando las palabras adecuadas–Es mejor que...esto quede entre tú y yo–aquellas palabras hirieron levemente a Vicent, aunque entendía que aquello era un tema bastante complicado–Yo... no sé...

–Lo comprendo–respondió cortándole porque vio que le costaba hablar. Se sentía como un completo idiota, pero aquella faz tan preciosa le hacía perder el poco orgullo que tenía si eso significaba que él contrario estuviera a gusto con él–Esto será entre tú y yo.

Seth le dedicó una sonrisa aliviado por lo que acababa de escuchar. Lo que menos quería es que Laia se enterara y le diera la patada definitiva. Estaba en periodo de pruebas y después de que todo fuera progresando adecuadamente, había tenido un nuevo desliz que podía desmontarlo todo.

–Eso espero, o si no te meteré una buena paliza–y le dio un golpe con el puño herido en el hombro del contrario, haciendo que se muriera de dolor al darse cuenta de la lesión que se había provocado poco tiempo atrás y de la cual no se había percatado–¡Ah! Joder.

–Ya claro–respondió tras una corta risotada por el espectáculo.

A pesar de las duras palabras del pelinegro, la forma en que lo había dicho no era para nada agresiva. Era más bien de nerviosismo por mantener el secreto bajo llave. Vicent se fue a dormir con una enorme y tonta sonrisa dibujada en la cara mientras que Seth le costó deshacerse del dolor y el abultamiento antes de poderse dormir.

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