A pesar de todo lo que había dicho, Remus esperó. No creía tener otras opción, más que ir directamente a Dumbledore y pedir ser enviado de vuelta a St Edmunds — y no estaba exactamente seguro de donde estaba la oficina de Dumbledore. No había avanzado tanto con el mapa. El mapa — mejor que dejara eso atrás. Sirius y James podrían terminarlo.
Por lo menos ya no estaba cansado. Se sentó en la cajuela, inquieto, por lo que parecieron ser horas. Pensó en bajar a almorzar — ¿pero que haría si querían hablar ahí justo en frente de todos? Se mantuvo en su lugar. De todas formas no tenía hambre. Trató de leer, pero no podía mantener su concentración por mucho tiempo.
Cada tanto, la mente de Remus divagaba de vuelta a la conversación —discusión— con Sirius. No estaba seguro como se sentía al respecto. Por un lado, después que el terror inicial se desvaneció, pudo ver que Sirius intentaba ser amable. Si realmente sabía desde Navidad, entonces probablemente no tenía intención de contarle a nadie. Y le había advertido a Remus, por lo menos. Por el otro lado, lo que Remus había dicho era verdad. Solo porque James era el mejor amigo de Sirius no significaba que sería protector con Remus. Eran amigos, seguramente, pero solo porque eran compañeros de dormitorio. Remus no podía jugar quidditch, no pertenecía a ninguna buena familia, no tenía dinero. Sobre todo eso, ¿La perfecta reputación de Potter le permitiría asociarse con una criatura oscura?
Y Sirius — ni quiera podía perdonar a su hermano por pertenecer a una casa diferente. Si su familia no le importaba, ¿por qué lo haría su amistad?
Justo después de que sonó la campana de las cuatro en punto Remus escuchó tres pares de pasos subiendo las escaleras. Se puso de pie, preparándose. James entró primero, luciendo bastante serio y de alguna forma más maduro que los otros. Sirius le siguió, su expresión inescrutable, ningún rastro de emoción. Peter fue el último, luciendo —al igual que siempre— muy incómodo y fuera de su zona de confort.
—Hola Remus, —dijo James, sin rodeos. Todos se pusieron de pie cara a cara, la habitación se sintió muy pequeña, incluso con la ventana abierta.
—Hola. —respondió Remus, tratando de sostener la mirada de los tres chicos.
— ¿Cómo te sientes?
—Bien.
—Mira amigo, iré directo al grano, ¿ok? —James peinó su cabello con los dedos, tragando saliva nerviosamente — Remus podía ver su manzana de Adán moverse, —Hemos notado...bueno, no pudimos no haber notado que pasas mucho tiempo en la enfermería. Cada mes, más o menos.
Peter estaba asintiendo aduladoramente detrás y Remus notó como, de la nada, un sentimiento de odio crecía dentro de él. Lo reprimió, concentrándose en mirar James a los ojos. Ya pensaban que era un animal salvaje. Era mejor no confirmarlo.
—Ok. —dijo, hoscamente.
—Seh, —James asintió, como si estuvieran teniendo una conversación perfectamente normal. —Cada mes...alrededor de la luna llena.
Dejó la frase en el aire. Remus estaba impaciente, quería que todo terminara lo antes posible,
—Solo dilo, James.
— ¿Eres-un-hombre-lobo? —dejó salir apurado, y finalmente la mirada de James cedió, como si estuviera avergonzado de preguntar.
Remus observó a Sirius, quien aún lo miraba con determinación. Peter mordía su labio inferior, sus ojos desviándose entre Remus y James. Remus movió sus hombros.
—Sí. —inclinó su barbilla hacia adelante, retando a James a atacarlo. Para lo que fuera; él estaba preparado.
James exhaló,
—Bien.
— ¿Eso es todo?
—Sí—o sea no—quiero decir...con un demonio... —James volvió a pasar las manos por su cabello, mirando a los otros en busca de ayuda.
—Está bien. —Dijo Remus, su voz pesada, —Me iré. Solo déjenme pasar y díganle a McGonagall.
—¿Irte? ¿¡A dónde!?
—De vuelta a St Edmunds, supongo. ¡Como si tuviera otro lugar!
— ¡No puedes irte de Hogwarts! —James se veía aún más preocupado ahora, sus lentes se habían deslizado por su nariz y ni siquiera se había dado cuenta.
—No me puedo quedar si todo el mundo se entera. —explicó Remus, con tanta calma como pudo.
— ¡No le diremos a nadie! —chilló Peter. Remus lo miró con sorpresa, luego a Sirius, luego a James. Ahora James estaba asintiendo.
—No lo haremos. —confirmó.
Remus sacudió su cabeza, no se permitiría entretenerse con la idea —ni siquiera imaginarlo. Imaginar no te llevaba a ninguna parte; si sabía algo, era eso. Era una regla escrita en su piel en gruesas marcas plateadas.
—Esto no es un juego. 'Mantener el secreto', o lo que sea. Si alguien más se entera, tendré que irme. Podría ser peor que eso, podrían... —no pudo decirlo. ¿Cuál era el punto de mencionarlo?
—No dejaremos que suceda. —Sirius finalmente habló, dando un paso tentativamente. — ¿No es cierto? —se volteó hacia Peter y James a cada lado. Ambos lo miraron muy seriamente y muy asustados, pero movieron sus cabezas firmemente.
—Confía en nosotros. —Dijo James, — ¿Por favor?
* * *
Él acordó en darles un mes. O ellos acordaron en darle un mes — no estaba seguro. No estaba claro quien creía que era más peligroso. Era una agonía, al principio, cada momento estaba lleno de incomodidad y un nuevo tipo de timidez que nunca antes había estado ahí. Creen que soy un monstruo, recitaba una voz en la cabeza de Remus, una y otra vez, creen que voy a asesinarlos mientras duermen, creen que soy malo.
Y realmente, cuando pensaba sobre el tema, aún nada le había probado lo contrario. Había tenido claro por algún tiempo que su aflicción estaba sujeta a cambios durante la adolescencia. Remus no tenía idea que tan lejos iría. Tal vez un día cruzaría esa línea; tal vez era simplemente como las cosas debían ser.
No hablaron del tema, por una semana completa. Ni una sola palabra, ni siquiera un susurro. Remus sentía que de la nada lo atacarían con preguntas; especialmente Sirius, pero había sido tan severo con él el día de la confrontación que nadie quería volver a mencionarlo. Actuaban normal frente al resto —James era ruidoso y sobre-confiado, Sirius era ocurrente y arrogante, Peter adorable e inseguro. Pero cuando estaban solos, los cuatro estaban en silencio, pensativos y demasiado corteses. Las reuniones nocturnas de Sirius y James se hicieron cada vez más frecuentes.
Inesperadamente, pero tal vez no tan sorprendentemente, fue Severus Snape quien terminó reuniendo a los merodeadores de nuevo.
Esto pasó, por supuesto, durante la clase de Pociones. Este periodo, se embarcaban a las pociones de 'sueño placentero', lo que tomaba unas semanas en prepararse.
—Necesitarán volver regularmente en las tardes para revisar el progreso de sus pociones—debo destacar su persistencia y atención. Por este motivo, creo que será mejor que trabajen en parejas, así pueden tomar turnos. —anunció Slughorn.
Hubo una ráfaga de parloteo mientras los estudiantes empezaron a escoger a sus parejas. Remus se resignó a compartir con Peter, como de costumbre. Pero sobre toda la conmoción Slughorn alzó su voz nuevamente,
—No no, he aprendido mi lección, —le dio una mirada severa a los merodeadores, —no pueden elegir los mismos compañeros del año pasado.
Sirius y James se miraron, luego miraron a Peter y Remus, evaluando sus reacciones. Remus se encogió.
—De hecho, —continuó Slughorn, —creo que yo debo asignar las parejas...
Afortunadamente Slughorn fue lo suficientemente diplomático para no emparejar a ninguno de ellos con Snape, aunque Peter terminó con Mulciber, quien lo miraba hacia abajo, siendo dos veces su altura. El profesor separó a Mary y Marlene, quienes eran tan unidas como James y Sirius, y las ubicó con los chicos.
— ¡Yo quiero a Sirius! —Mary se quejó. Marlene le dio un golpecito con el codo y se redujeron en pequeñas risitas. Sirius se veía horrorizado, James se veía descolocado —sus manos se movían en su cabello y su espalda se enderezaba levemente.
Remus fue emparejado con Lily Evans, para su disgusto. Realmente no le agradaban ninguna de las niñas, pero Lily era la que más quería evitar. Era ruidosa y se esforzaba mucho por ser amable. Además era la mejor amiga de Snape, quien ahora lo miraba fijamente del otro lado del salón.
Remus no había olvidado el incidente durante su primer año, en el que Lily había detenido a Snape y Mulciber que lo estaban atacando — y la desdeña general hacia sus amigos. De hecho, cada encuentro que había tenido con Lily resultaba poco placentero para Remus.
Ella parecía reconocer su aversión y le dedicó una sonrisa nerviosa.
—Hola Remus, ¿Te sientes mejor ahora? —chilló. Él gruñó en respuesta, sin levantar la mirada.
—Mejor que mantengas la distancia, Lily, —siseó Snape desde el escritorio que estaba compartiendo con una chica Slytherin, —Loco Lupin puede ser contagioso.
—Cállate, Snivellus, —murmuró Remus en respuesta, tratando que Slughorn no escuchara.
—Sí, por favor silencio, Sev, —dijo Lily, remilgadamente, dándole una mirada severa.
—Solo trato de ayudar, —respondió el chico de cabello grasiento, torciendo los labios, —No queremos que nadie más padezca la misteriosa enfermedad de Lupin ¿o sí? Dime si necesitas algo Lily.
—Remus y yo somos suficientemente capaces de completar la tarea por nuestra cuenta, gracias. —soltó, sujetando su cabello rojo y abriendo el texto con un elaborado ademán. Se dirigió a Remus, —necesitamos ocho colas de rata, cortadas en finos cubitos. ¿Quieres hacer eso, o lo hago yo?
—Ehm. Yo lo haré, —respondió Remus, tomado por sorpresa.
—Bien. Yo empezaré a pesar las hojas de romero, entonces.
Trabajaron en silencio por un rato, y tal vez todo hubiera ido bien si hubieran estado sentados en otro escritorio, pero Snape estaba cerca, detrás de ellos en todo momento, dedicándole miradas de odio a Remus y hablando justo por encima de un murmullo,
—Por supuesto que 'El Loco Lupin' es bastante capaz, —le dijo a la chica con la que estaba trabajando, —porque está completamente loco—lo he visto, dando vueltas por el castillo solo, acechando entre las sombras. Podemos recordar que de hecho me atacó el año pasado. Es claramente peligroso, no sé por qué Dumbledore lo permite.
Remus sintió sus orejas tornarse rojas. Se dio la vuelta, sujetando su varita,
—Di una palabra más. —gruñó. Snape lo miró de pies a cabeza, con una sonrisa burlona. Lily agarró el brazo de Remus y los jaló de vuelta,
—Solo ignóralo, —susurró, aunque sonaba bastante molesta, —está teniendo un momento difícil en su casa y se desquita con todo el mundo, eso es todo.
—Bien. —dijo Remus, volviendo a trabajar en las colas de rata. Con los dedos manchados de sangre.
Una vez que prepararon los ingredientes, tocó revolver. Remus estaba empezando a llevarse bastante bien con Lily ahora. Era paciente y no actuaba como una sábelo-todo, como James y Sirius. Era un poco demasiado-bien-portada, pero eso le recordaba que él estaba tratando de serlo también, así que debía acostumbrarse.
—Yo revolveré, —dijo, heroicamente — nunca se había ofrecido a hacer algo por una niña antes; tampoco era como si hubiera tenido la oportunidad, su contacto con el otro sexo había sido muy limitado. Se sentía muy maduro y como-James. Enrolló sus mangas y tomó la larga cuchara de madera.
— ¡Eugh! ¡Mírenlo! —la desagradable y empalagosa voz de Snape sonó lo suficientemente fuerte para que la mitad de la clase lo oyera. Remus levantó la mirada y descubrió que todos lo estaban mirando. Estaban mirando sus brazos desnudos. Apresuradamente arregló su camisa para cubrir las marcas, pero ya las había visto todo el mundo. — ¿¡Qué clase de enfermedad hace eso!?
— ¡Cállate, Severus! —Rugió Lily, — ¿¡Por qué tienes que ser tan horrible!?
—Lily, ¡solo mira!
— ¡Métete en tus propios asuntos!
La mente de Remus iba a mil por minuto. Deseó con todas sus fuerzas que la tierra se lo tragara. Deseó poder esconderse debajo del escritorio. Deseó saber cómo aparecer. Daría lo que fuera por lanzarle otro golpe a Snape. Los merodeadores también habían escuchado, Sirius y James levantaron la cabeza de sus calderones,
—Oye, Snivellus, ¿Qué estás diciendo de nuestro amigo?
— ¡Oh, mantente fuera de esto, Potter! —Gruñó Lily, —Solo lo empeorarás.
— ¡Silencio, por favor! —Retumbó la voz de Slughorn, —Ya no son estudiantes de primer año, creo que son capaces de concentrarse en la tarea que les fue dada.
Todo el mundo se quedó en silencio. Remus estaba apretando la cuchara con toda su fuerza.
—Lo siento, Remus, —susurró Lily, parecía genuinamente irritada, —Es un...oh, ¡no lo sé! Mira, tengo estas. —extendió su mano, con cuidado de no ser vista. Remus miró hacia abajo. En su mano sujetaba dos cosas grises y redondas, que parecían como balas o tabletas.
— ¿Qué? —preguntó,
—Me estaba molestando la semana pasada, presumiendo sobre lo bueno que es en pociones...sé que es mezquino de mi parte, pero quería enseñarle una lección, entonces hice estas. Después tuvo un problema con su mamá y me dio pena, así que no las usé. Pero ahora...
—Evans, —dijo Remus, exasperado, — ¿¡Qué son estas cosas!?
—Solo es algo con lo que he estado jugando en el Slung Club1, —Lily sonrió enigmáticamente. Remus se dio cuenta que de hecho ella era sorprendentemente bella. —Reaccionarán con su poción. Será bastante bueno.
Él la miró, impactado,
—Pero tú eres...
— ¿Una lame-botas? ¿Nerd? ¿Bien-portada? —Su sonrisa se hizo más grande, mostrando una fila de dientes blancos, —Algunos sabemos cómo no ser atrapados. Señor Merodeador.
Sacudió su cabeza, perplejo.
—Toma, —dijo posando las pastillas en su mano, —hazlo tú. Échalas cuando no esté mirando. ¡Oye, Potter! —gritó hacia el otro lado del salón. La cabeza de James se levantó bruscamente, sus lentes estaban nublados por el vapor que emanaba de su caldero.
—¿Huh?
Snape también había mirado, directamente a James. Remus se movió rápido, fingiendo bostezar y estirar sus brazos, su mano derecha alcanzó justo el calderón de Snape. Dejó caer las píldoras, justo como Lily ordenó.
—Oh, nada, —dijo de forma dulce, para luego volver a su trabajo. Ambos Snape y James miraron con confusión. Remus estaba impresionado.
Su admiración solo aumentó cuando ella tomó el brazo de Remus, jalándolo mientras el calderón de Snape explotaba a sus espaldas, una magnífica masa burbujeante de color morado rebasó el caldero, alcanzando la ropa de Severus y su compañera.
Toda la clase empezó a reír, y Snape se tornó blanco de la rabia, sus fosas nasales en llamas.
— ¡Oh, querido! —Slughorn se apresuró, —un poco emocionado con las cáscaras de escarabajo. ¿eh Severus?
— ¡No fui yo! —Dijo Snape lleno de rabia, con burbujas moradas en su cabello, — ¡Él hizo algo! —apuntó a Remus, quien hizo una mueca, — ¡Él lo hizo!
— ¿Usted vio al señor Lupin estropear su poción?
—No, pero...
—Oh, vamos chico. — Slughorn rio, pasándole una toalla verde, —todos cometemos errores— ¡incluso tú!
Severus balbuceó incoherentemente, y Lily estaba claramente esforzándose por mantener una cara seria, teniendo que darse vuelta eventualmente, sus hombros se sacudían histéricamente.
Después de la lección, los merodeadores se apilaron con Remus en el pasillo, saltando y aplaudiendo.
— ¡Tú lo hiciste, cierto!
— ¡Brillante!
— ¿Cómo lo hiciste? ¡Apestas en pociones!
Remus sonrió de vuelta, sin confirmar o negar. Sobre el hombro de James, vio como Lily le regaló una corta sonrisa, antes de apurarse hacia las escaleras.
— ¿¡No se los dije!? —Proclamó Sirius alegremente, lanzando un brazo alrededor de James y otro alrededor de Remus, — ¡Él aún es un merodeador!