¿Qué te interesa de mí?

Von baby_carat23

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Después de todo lo ocurrido en Shibuya, Megumi Fushiguro tiene muchas cosas en las que pensar, sucesos doloro... Mehr

Al despertar
Manos entrelazadas
Traidores
charla
Respuesta confusa
Detrás de la puerta
Maldición humana
Nueva Realidad
Volvamos a casa
Reestablecer el orden
Polémico Anuncio
Decisión correcta
Acepta lo que sientes
Te amo
Final

Acuerdo olvidado

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Von baby_carat23


Las mañanas eran demasiado calurosas durante los días de verano.
Por lo que mucha gente optaba por usar ropa más descubierta para evitar que el calor los asfixie.
Sin embargo, con todo y el sol brillando intensamente, tenía puesta ropa deportiva demasiado cubierta, sobre todo en el área del cuello.

- Oye, sácate eso - Maki, que se encontraba entrenando con sus armas malditas le miraba como si estuviera loco, después de todo era un tipo que en tremendo calor, en pleno medio día, estaba cubierto con una chompa de cuello alto y pantalones deportivos - Vas a morir de calor.

- Estoy bien, no te preocupes - contestó acomodando su cuello más alto, tratando de que no se vean los parches con los que había ocultado las mordidas y chupetones en esa zona - esta es mi ropa para entrenar.

- Como quieras pero yo no te voy a llevar a tu cama cuando colapses por el calor - su compañera le lanzó un sable de bambú que tenía entre sus manos el cual tomó en el aire para después ponerse en guardia.
- Vamos a entrenar muy duro hoy Megumi, espero no te desmayes.

- No pasará eso Maki-senpai.

La chica de cabellos en tonos verdes sonrió de lado acomodando sus lentes, lanzándose a atacarlo con todas sus fuerzas en cada ataque que Megumi trataba con todo su empeño en esquivar y defender apropiadamente.

El combate cuerpo a cuerpo nunca fue su fuerte, hubo un tiempo en que peleaba y daba palizas cuando estaba en su instituto pero es totalmente distinto cuando se pelea con personas experimentadas en ese tipo de combates. Se podía decir que antes movía los puños sin meditar tanto en los movimientos.

Por lo que había aprovechado que Maki todavía no tenía permiso para tomar misiones asi que le pidió que entrenaran juntos, ya que ella, después de Itadori, tenía una fuerza descomunal y una habilidad para pelear impresionante.

Y Yuuji era otro tema.

Durante los últimos días había intentado romper la tensión entre ellos, eliminar el distanciamiento y volver a ser inseparables, pero algo raro estaba ocurriendo con su amigo, y era que, cada que lo veía o intentaba hablar con él enrojecía, se ponía nervioso e inventaba excusas para huir, y no le miraba a los ojos.
Ahora el que lo evitaba era el propio Yuuji, corriendo como loco cuando estaba cerca, por esa razón no quiso hostigarlo, esperando a que Itadori sea quien lo venga a buscar cuando lo crea conveniente.

Después de todo, tal vez era un castigo por evitarlo primero.


-Hey Maki-senpai, ¿que piensas de una relación hechicero/maldición?

Ambos estaban recostados sobre el césped, debajo de la sombra de un frondoso árbol, tratando de calmarse después de su enfrentamiento, intentando descansar como nunca podían hacerlo al estar tan ocupados con misiones, con trabajo hasta el cuello, con clases que los dejaban cansados y con ganas de nada.

Y en ese momento de relajación, tranquilidad y paz, la pregunta fluyó, como una pequeña burbuja que emerge del soplido y vuela, flota por el aire y se pierde, revienta y hace que Maki le mire por unos instantes antes de soltar una pequeña risa que intenta cubrir con su mano, confundiendo al muchacho que se sentó en el césped, ladeando su rostro.

- ¿Dije algo gracioso? - preguntó curioso mirando el gesto de la chica que todavía sonreía, con las mejillas rosas, moviendo su mano de un lado a otro. como si le indicara que le restara importancia.

-  No, es que... recordé a Yuuta.

- ¿Okkotsu-senpai? - la chica asintió sin la sonrisa divertida dando muestras de desaparecer - ¿que tiene que ver esto con Okkotsu-senpai?

- esto no es algo que me compete por lo que no te lo puedo contar - dijo, finalmente dejando de reír, esta vez poniendo una expresión más seria - Pero si quieres mi sincera opinión, las relaciones para los hechiceros son una molestia.

- Las relaciones son ataduras si las miras bien, nosotros que enfrentamos la muerte cada día no podemos tener una estabilidad que es lo que la mayor parte de la gente busca en una relación. En algún momento terminaremos muriendo a manos de una maldición y solo sumiremos a estas personas en dolor y nosotros mismos tendremos un montón de arrepentimientos, por lo que, concluyo que las relaciones solo son una molestia.

Megumi le dedicó una pequeña mirada, y después comenzó a jugar con el pasto, enrollándolo entre sus dedos, estirándolo, arrancando la hierba mala, y los pedazos que estaban secos. Sin meditar mucho en lo que dijo su amiga.
No le había dado una respuesta concreta sobre lo que le había preguntado.

- Pero si hablamos de una relación muy rara como Hechicero/maldición la cosa cambia, Bastante de hecho. - comentó, captando la atención del chico a su lado - Las maldiciones son seres que nacen de la negatividad humana, entonces ¿como pueden tener un sentimiento de amor hacia alguien? O al menos de manera sana, las maldiciones matan a las personas, les hacen daño, muchos desaparecen y son asesinados, nos toman como juguetes para su diversión, son maldad personificada. Si una relación es una atadura, un amorío de ese tipo es una maldición.

Los iris azules temblaron, titilando en sus globos oculares con nervios, la chica a su lado destapó una botella de agua y la bebió con calma, mirando de reojo al muchacho que tenía los labios apretados, con una expresión dolida y decepcionada.

- No se en que diablos te estás metiendo, pero se consciente que tienes problemas hasta el cuello como para agregar otro más - comentó con seriedad y preocupación levantándose del césped y limpiando la tierra que se acumuló en su trasero.
- El clan zen'in esta demasiado ansioso por encontrarte, incluso me han convocado varias veces para que les diga donde estás. Están muy desesperados, por eso anda con cuidado, piensa bien lo que estás haciendo no te eches la soga al cuello tu solo, Megumi.

- No estoy haciendo nada malo - él imitó la acción de la mayor, tomando el sable de bambú del piso y estirando sus músculos adoloridos - Solo fue algo que se me pasó por la mente, nada más.

La chica hizo un sonido con la boca, como un gruñido confirmando que le había oído y se acercó estirando su mano, pidiendo en silencio que le devuelva el sable para guardarlo en la bódega en la que está todo el armamento maldito.
Megumi le entregó todo y ayudó a recoger los objetos tirados en el piso, Maki se los quitó de las manos, y se volteó para ir a guardarlos en su lugar.

- Megumi, Hoy me toca barrer la entrada así que anda a ver dos escobas y espérame allá.

- Pero si a mi no me toca limpiar la entrada.

- Da igual, anda a buscar las escobas y comienza a barrer.

Megumi inconscientemente abultó los labios en un puchero molesto, suspiró resignado y se dió la vuelta caminando a buscar los utensilios de limpieza para ponerse a limpiar cuando claramente no era su turno.

A pesar de que Maki no le había querido comentar sobre Yuuta al inicio igual le terminó contando todo.

La historia de Okkotsu Yuuta y Rika Orimoto parecía una historia romántica con el uso del clásico "amor Prohibido". Él un hechicero y ella una maldición vengativa.
Maki le contó a profundidad la historia de su compañero de segundo año, el tranquilo Okkotsu Yuuta maldecido por su amor de infancia, por la promesa de no separarse jamás.

Maki nunca daba una puntada sin hilo. las palabras de su compañera fueron respaldadas como ciertas con la historia de Yuuta, un claro ejemplo de lo problemático que era mantener una relación de ese tipo.

Yuuta, quien siempre había vivido atemorizado por la maldición que le perseguía, intimidado, angustiado, con ganas de morir por ver cuanta gente resultaba lastimada por ella, esa maldición que le amaba tanto, pero era incrontrolable.

Orimoto Rika, una niña que se convirtió en maldición y perdió su raciocinio, volviéndose un ser vil, vengativo y desquiciado.
Esa niñita que una vez sonrió alegremente, que tenía un rostro angelical, de un alma pura y bondadosa, se transformó en una maldición de grado especial, fuerte como nadie, vengativa e implacable.
Todo porque la esencia putrefacta de maldición le embargó, la niñita dulce quedó en memorias que seguro se olvidarán, la maturaleza de un demonio emergiendo, consumiendo todo. Y aún con todo eso, lo único que Rika mantenía de humanidad era su amor por Yuuta que se fue distorsionando horriblemente hasta ser desesperante, asfixiante, una carga para aquel muchacho que vivió una vida con miedo de a quien pueda hacerle daño por culpa de la maldición que le perseguía.

Escuchando la historia de su compañero y amigo al que más respetaba no pudo evitar verse reflejado en él, sus historias no eran similares pero cuando escuchaba de Rika su mente le hacía pensar en Sukuna, ambos maldiciones, ambos seres malignos, ambos enamorados de un hechicero.
Sus manos se aferraron con fuerza al delgado palo de escoba que movía con torpeza, y es que no podía olvidar todo lo que había hecho Sukuna, no podía simplemente hacerse de la vista gorda y voltearse tratando de ignorar todo, cuando le intentó matar, cuando mató a Itadori en frente suyo, ese día le regaló el dolor más punzante en su vida, jamás lloró como lo hizo esa noche, así como el gran grupo de gente que mató y en un futuro seguirá matando, porque por mucho que le quiera nadie cambia por nadie.

Sukuna no cambiaría. No cambiaría por él.

Maki le miraba con preocupación al ver lo torpe que estaba siendo, ella estaba entre preguntarle lo que ocurría o dejarlo ser cuando un sonido de disparo retumbó en sus oídos, y el cuerpo de su amiga tambaleó hasta caer al piso, asustando al muchacho que se lanzó de rodillas a su lado desesperado tomando su mano y aplicando presión en sus venas tratando de encontrar el pulso con el miedo recorriéndole el cuerpo.

- Sólo fue una bala falsa - la voz femenina fue acompañada de una pequeña risita burlona, y Megumi volteó siendo observado fijamente por la hermana de su compañera, parada ahí con una sonrisa de lado en su rostro tan parecido al de su gemela.
- debe estar inconsciente, aunque siendo tan débil como es seguro se murió.

- Pues yo recuerdo muy bien que en el evento de las escuelas te dió una buena paliza.

La muchacha torció la boca, pero al final le restó importancia, cruzó sus brazos sonriendo de nuevo.

- Escucha Fushiguro, vengo para darte un pequeño mensajito del clan Zen'in - Megumi se incorporó, sosteniéndole la mirada a la mujer que estaba algo alejada de él, poniendo las manos cerca de su pecho preparado para invocar shikigamis si el momento lo requiere.
- Quieren que te diga que si quieres ver al monstruo que tienes por amigo y se hace llamar hechicero con vida por más tiempo ven a la residencia principal, tenemos mucho de que hablar.

Megumi frunció el ceño, cuando escuchó la amenaza, dándole en un punto sensible.

- Sabes bien que el que sigan vivos fue porque el clan lo permitió, sino a esta hora Itadori Yuuji estaría más que muerto - y era cierto, habían pasado meses sin que nadie atacará, Itadori salía, paseaba por todo Tokyo sin importarle que era un fugitivo, pero nadie les hizo algo durante ese tiempo. - el clan los dejó correr libres por unos meses pero ahora quieren que vuelvas, Fushiguro.

Después de tanto, al final reclamaban la inversión. Odio al idiota de padre que tuvo ¿cómo carajos se le ocurrió venderle a semejantes bastardos?
Querían que caminará con sus propios pies hasta ellos, amenazándole con Itadori, porque sabían que cedería.  Yuuji era fuerte, era muy capaz de defenderse solo, pero siempre dudaba cuando su enemigo no era una maldición, la gente  iría a por él con un solo objetivo, matarlo, acabar con él. Ponerle punto final a la vida del recipiente de Sukuna, nadie se contendría por el hecho de que Yuuji era un niño de quince, sólo verían a Sukuna en su interior, a esa maldición.

- Él no es un niño, puede cuidarse solo. - tenía miedo, porque así como lo encontraron a él lo harían con Itadori, irán por él, y lo intentarán matar, como las otras dos veces. Y estaba asustado, intentaba creer en las palabras que salían de su boca - él es muy fuerte lo demostró en todas sus peleas.

La chica chasqueó la lengua fastidiada y hasta molesta por sus comentarios. cuando ella levantó su arma sus manos se movieron invocando a su perro divino que gruñía en dirección de Mai esperando las órdenes para finalmente atacar.

-Créeme, para mí no es grato hacer de mensajera de mi familia - Mai sacó una pequeña bala de goma de su bolsillo colocándola en el cilindro de carga del revólver, presionando ligeramente con su pulgar el martillo y tomando con fuerza la empuñadura.
- Pero odio mucho tener que hacer de paquetera.

Megumi se sobresaltó cuando la silueta de Mai desapareció, desvaneciéndose en el aire como magia siendo reemplazada por la corpulenta figura de Todou que le miraba con tristeza, su ritual, ese era su ritual, cambiar posiciones con objetivos que estén cerca de él.

- Espero entiendas, Fushiguro - dijo el otro, bajando la mirada con culpabilidad, inusualmente quieto y silencioso - No puedo permitir que mi mejor amigo Itadori muera, lo siento.

Estaba dispuesto a preguntarle, como él; un hombre que odiaba que le dieran órdenes, estaba ahí, siendo partícipe de una misión cobarde como aquella. Pero todo quedó ahí, no pudo preguntarle, no pudo ni siquiera pelear cuando la detonación volvió a sonar y un dolor agudo le invadió en la sien, su mirada se tornó borrosa y su cabeza daba vueltas incontrolables, su cuerpo no pudo mantenerse en pie y cayó en el piso cubierto de polvo y hojas sueltas que Maki y él hace unos momentos estaban barriendo.

Lo último que vió fue las siluetas borrosas de Todou y Mai acercándose a él antes de ponerse todo negro.

♡♡♡♡♡♡♡


Lamento la demora, aquí les traigo un cap por mi cumpleaños :)
Andaba castigada pero volví.

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