👑Capítulo XXII👑

Začít od začátku
                                    

— Debo ser el hombre más dichoso de toda Europa. — Malek colocó sus manos sobre mis mejillas y acercó su rostro al mío hasta que nuestros labios se rozaran.

— ¿Por qué? — Suspiré cuando recibí un casto beso de su parte.

— Porque a mi lado se encuentra la mujer más hermosa y sabia que ha pisado esta época y las pasadas. — Mis mejillas debieron tornarse rosadas porque Malek sonrió al verlas.

Sabía que me llamaba sabia por mis conocimientos sobre sus tiempos y el futuro, pero se sentía bonito que me adulara por esos pequeños conocimientos adquiridos gracias a la lectura y por haber nacido en una época diferente a la suya.

En mis tiempos siempre me sentí fea e inútil, sin embargo, cuando él me miraba a los ojos y me decía cuán hermosa o inteligente era, me reconfortaba el alma.

— Creo que es un adulador. — Murmuré con diversión mientras él colocaba sus manos sobre mis hombros.

— Lo soy, pero no le miento cuando digo que soy dichoso por tenerla a mi lado. Usted ha hecho grandes cosas en mí, Elizabeth. Me hace desear destruir todo a su paso para volver a levantar cada piedra y darle lo mejor. Usted logra que pierda el juicio y que deje todo cuanto deseo y poseo para ir a su encuentro. — A pesar de que separé los labios y traté de hablar, de mi boca no salió ni un solo sonido.

Estaba completamente muda y no sabía si se debía a todas aquellas cosas que causaba en él o porque no esperaba que me dijera algo así con tanta tranquilidad.

— Elizabeth, usted sabe que la he observado desde que llegó a mis tierras. — Di un corto asentimiento. — Y por ello he podido ver que no sabe qué decir o cómo actuar cuando se le adula. — Bajé la mirada hasta su pecho con la intención de evitar sus ojos, pero él colocó sus dedos alrededor de mi barbilla y alzó mi cabeza. — Debe saber que lo que no dice con su boca, lo hace con sus ojos. Siempre observo sus ojos porque en ellos veo lo que siente y desea, pero no se atreve a decir. — En mi garganta se fue formando un molesto nudo que me impedía pasar saliva.

— Malek... — Él negó con la cabeza cuando mi voz se escuchó temblorosa.

— No necesita decir nada. Sé por qué es así, conozco las heridas que le causaron en su época. — Susurró. — Alba tras alba, usted seguirá siendo la mujer que me haga sentir. Incluso si grita palabras extrañas de su época o permanece en silencio, mis sentimientos por usted no desaparecerán. — Suspiré entrecortadamente mientras comenzaba a ver borroso debido a las lágrimas que se acumulaban en mis ojos.

— ¿Qué le dicen mis ojos? — Sus comisuras se elevaron rápidamente.

— Que sus sentimientos son tan fuertes como los míos. — Sus pulgares borraron los rastros de las lágrimas que fueron deslizándose por mis mejillas.

Sus brazos me atrajeron hacia su cuerpo, abrazándome de forma protectora y brindándome la calidez que necesitaba en esos momentos.

Después de esa reveladora conversación y de permanecer abrazados por un buen tiempo, tuvimos que salir de mi aposento. Caminábamos con lentitud hacia donde se llevaría a cabo la reunión y dejábamos a nuestro paso una oleada de reverencias por parte de los fieles sirvientes de Malek.

Mi mano descansaba sobre su brazo mientras él me guiaba por el inmenso castillo. Cada cierto tiempo girábamos nuestras cabezas para observar al otro y cuando nuestras miradas se encontraban, Malek sonreía levemente o me guiñaba el ojo.

Se veía muy cómodo y contento con la situación, como si nada pudiera perturbarlo.

En una de esas ocasiones en las que nos observamos y me sonrió, vi de reojo las imponentes puertas que separaban a los invitados de nosotros y no pude evitar apretar su brazo.

Destino Medieval© EE #1 [En Edición]Kde žijí příběhy. Začni objevovat