Capítulo 42: La señora Harper

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De repente mi estómago ruge por lo bajo y Eitan echa una carcajada, yo le doy un golpe en el hombro y le saco la lengua de manera inmadura -¿Tienes hambre? -cuestiona con la intención de ir a comprar algo.

Lo detengo cuando está por levantarse del sofá -Sólo iré por un snack a la cafetería ¿Quieres algo? -el niega con la cabeza.

-Te espero aquí -responde.

Bajo por el elevador hasta el primer piso del hospital, donde hay una pequeña cafetería, voy hasta donde atienden y cuando veo por el vitral lo que hay, la baba comienza a derramarse de mi boca, estaba a punto de pedir una dona cuando vi que venden algo que me recuerda mucho a Eitan.

Quiche.

Ordeno dos pedazos y cuando me los dan, busco un asiento entre las mesas para comer y saborear la deliciosa tarta, pero mi vista se detiene cuando veo a alguien sentado en una mesa junto a un capuchino.

Thomas.

Él parece verme también, pero cuando lo hace yo desvío mi mirada hacia la pared y tomo asiento en la mesa más lejana posible. Apenas doy el primer bocado a la tarta y me quedo perpleja al ver que Thomas se ha sentado del otro lado de mi mesa.

Dejo el tenedor a un lado y me cruzo de brazos -¿Qué carajos quieres?

-No creí verte por aquí.

-Sí, sí, genial -digo lo que sea sin siquiera prestarle atención a lo que me haya dicho, pienso en darle otro bocado a la tarta y me niego al sentir su mirada sobre mí, entonces vuelvo a dejar el tenedor y suspiro -¿Te vas a ir o...

-¿C-cómo está mi padre?

¡Pero que afán tienen los hombres con evitar mis comentarios!

-Pregúntaselo a su doctor -me encojo de hombros.

Guardo la comida en su empaque, la tomo y me levanto de la silla dispuesta a irme de ahí, pero Thomas me toma por el brazo -Suéltame -le exijo.

-Quiero que me lo digas tú.

Ruedo los ojos y me zafo de su agarre -Si de verdad te interesara tu padre ya lo hubieras visitado -luego coloco una mano en mi frente -¿Pero que estoy diciendo? Claro que no te interesa, porque eres un maldito egoísta que solo se preocupa por sí mismo.

Él se lame los labios pensando en qué responder, entonces me alejo de ahí y salgo de la cafetería. Me dirijo hacia la puerta de salida y tomo asiento en un escalón que está ahí, me recargo en la pared y abro el empaque para seguir comiendo con tranquilidad.

Pero ésta no dura mucho.

Porque tan solo unos segundos después llega Thomas y toma asiento a mi lado, vuelvo a guardar la tarta en el empaque y me levanto de ahí para irme con Eitan, pero las siguientes palabras que salen de su boca hacen que me detenga.

-Yo no quería abandonarte.

Me volteo con lentitud, él alza su mirada hacia mí y continúa hablando -Era un niño de diecisiete años, Abby. Cuando me enteré de lo que sucedió, a la primera persona que recurrí fue a mi madre. Fue la peor decisión que tomé.

-¿D-de qué hablas?

-Mi madre me dijo que me olvidara de toda esa situación, que tenía una vida por delante y no la podía arruinar por eso. Se lo dije un día y para el otro ya nos estábamos mudando a otra ciudad.

-¿Qué hay de tu padre?

-Él ni siquiera sabía de eso, mi madre se lo ocultó y me obligó a hacerlo también. Siempre fue así, hacia todo lo que mi madre decía creyendo que era lo mejor, f-fui tan estúpido -su voz se comienza a quebrar de una manera que no sabría cómo explicarla, se lame los labios con nerviosismo tratando de contener su llanto y una lagrima se derrama por su mejilla.

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