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C  A  L  L  I  O  P  E—Stanley Barber—

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C  A  L  L  I  O  P  E
—Stanley Barber—

[CAPÍTULO DOS: “QUERIDO, DIARIO”]
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—¡Sydney! —gritaba Calliope mientras corría detrás de la pelirroja.

Ambas estaban cubiertas de sangre de pies a cabeza. Se podía escuchar a las patrullas de policía detrás de las chicas.

Calliope se fue deteniendo al notar que Sydney disminuía la velocidad.

Después de que descubriera que tenía poderes, no dudó en decírselo a su papá. Claro que al principio creyó que era una broma, pero después de mostrarle lo que podía hacer, él se convenció de que su hija decía la verdad.

Los dos buscaron una explicación para entender por qué la pelinegra había obtenido poderes. Pero no encontraron ni una.
Su padre, cada noche, probaba junto con Calliope los poderes de la chica, para que así ella pudiera tener control sobre ellos y no hacer daño a nadie.

Ahora se encontraba caminando por los pasillos de la escuela, directo a la oficina de la Consejera, ya que ésta la había llamado.

Tocó dos veces la puerta y después de unos minutos una pelirroja salió disparada de la oficina, era Sydney Novak.

—Discúlpala, está un poco… abrumada —dijo la Sra. Cappriotti.

Calliope asintió en respuesta y se sentó frente a ella.
Poco después, le tendió una libreta que tenía de portada a un gato junto a un perro, la escena parecía ser tierna.

—Quiero que escribas tus emociones en él —dijo—. Te ayudará con tu humor.

“¿Humor?”, pensó Calliope. La pelinegra aceptaba que era rara y parecía una zorra a veces, aunque no tanto como Sydney Novak o Jenny Tuffield, quien había estado en rehabilitación.

Calliope siempre vestía con ropa negra muy provocativa para las personas, pero eso le gustaba. Desde que sus amigos a dejaran de lado, ella había comenzado a andar sola por la escuela, a veces rayaba las mesas de la cafetería, y por eso se consideraba rara.

—Quiero que tengas una experiencia normal de preparatoria —explicó.

Calliope solo asintió y fingió una sonrisa.
Salió de la oficina y se dirigió a su casa, no le importaba si las clases aún no habían acabado, ya tenía suficiente con que la Consejera la hubiese llamado.

Caminaba por las vías del tren, por el camino largo, iba a hacer tiempo, ya que si llegaba rápido a su casa, su padre se daría cuenta de que había faltado a las últimas dos clases.

Con su mente hacia que varias piedras saltaran y cayeran por ahí.

Cuando llegó finalmente a su vecindario, se dio cuenta que había un chico sentado en su jardín, sonrió al darse cuenta de que era Stanley Barber, un chico extraño que le vendía mariguana.

CALLIOPE ━ stanley barberDove le storie prendono vita. Scoprilo ora