—¿Vas a seguir con eso mucho más tiempo?—Samuel le miró mal, pero Sten le apretó el hombro.—Asúmelo, tiene hasta sentido que te odie tanto, si tú le gustabas en la época de la Universidad, y tú eras, ¡qué mierda! Sigues siendo la persona más promiscua que he conocido en toda mi vida, seguro que se sintió mal.

—¿Ese es tu modo de ayudarme en algo en la vida?—se quejó Samuel.

—Solo expongo lo hechos. No significa que no lo vea como una actitud extremadamente infantil por su parte.

—Ese hombre no está bien de la cabeza.

Ambos asintieron, era evidente que Hugh siempre le había tenido especial inquina a Samuel, pero que el motivo fuera un interés romántico en él, era como un auténtico cliché sacado de una novela barata de romance.

Sten amaba a Samuel casi como a un hermano, pero su amigo, a pesar de ser una excelente persona, no sería la pareja que alguien quisiera para sí.

Estaba seguro que se había acostado con toda la población gay—y no tan gay—de la ciudad, la que se había ido, y las nuevas generaciones que llegaban. Tenerlo como interés romántico era solo sufrir, sufrir mucho.

Era un tema en el que no habían profundizado mucho, al principio Sten había pensado que sería una etapa. Él mismo había tenido una juventud alocada, pero notaba que los saltos de cama de su amigo eran casi patológicos.

De muchos de ellos ni se acordaba, y eso le ponía a veces en grandes aprietos, además de que tenía cierta obsesión por los chicos más jóvenes.

—Le gustaba.—Vuelve a repetir, haciendo que Sten rodara lo ojos.

—Sam, ¿me puedes explicar por qué está así? Vamos a superar la etapa de la sorpresa—pidió Sten—¿Acaso te gustaba Hugh en la Universidad?

Samuel abrió los ojos como platos ante la pregunta.

—A mí en la Universidad me gustaban todos, de hecho aún hoy me gustan todos.

—¿Eso es un sí?

—Bueno, tiene unos ojos increíbles.

—Pensaba que eras más de culos que de ojos...—se rió Sten, mientras le arrancaba una sonrisa a su amigo.

—No sé, no esperaba que esa fuera la razón, la verdad. Caerle mal a Hugh ha sido como una costante en mi vida—explicó Samuel—Es como que tú seas mi amigo. Son cosas que son así.

—Entiendo.

—¿Crees que le sigo gustando?

Por fin llegaban a un punto, ver a su amigo así, sí era extraño. No se cuestionaba si le gustaba a alguien, daba por hecho que sí.

Miró al hombre sentado delante de él, de tantos años siendo amigos, siendo su rostro tan familia, verlo fijándose en sus rasgos era como descubrir a alguien nuevo. Era escalofriante, porque delante de él, no estaba el promiscuo, el divertido, el que le sacaba de más de un atolladero; su amigo, su colega.

Estaba un hombre que estaba a un paso de los cuarenta, preguntándole como un adolescente si le gustaría aún a un viejo compañero.

—¿Te gusta a ti?

—Me gustan todos.

—Samuel, yo no soy el mejor para aconsejarte qué hacer, pero si sigue resentido porque le gustabas en la Universidad, hace casi 15 años, ¿qué imaginas que puede pasar si te acuestas con él y luego te vas con otro?

—Puede que me asesine y nadie encuentre mi cuerpo jamás.

Ambos sonrieron, pero algo le decía que la cosa no había quedado ahí.

Conocía a Samuel y cuando quería estar con alguien era realmente concienzudo, había visto como acababa convenciéndolos a todos.

El problema venía después.

Y el problema iba a venir, se lo veía en la cara. Las relaciones con el Museo Arqueológico iban a ser más complicadas en el futuro, estaba seguro de ello.

El Congreso sin duda iba a ser una odisea.

Sten sabía perfectamente el motivo para él.

Trez, Trez y Killian.



o0o0o0o0o0o


Esta historia va avanzando y me sorprende, esto es lo primero original que escribí en mi vida. Después de un par de años de fanfiction, quería escribir algo diferente, y aparecieron Trez y Sten; los demás van tomando cuerpo y sus historias avanzan casi solas.


Me alegro de haber dado este paso.


Nos vemos la semana que viene.

Sara.

TrezWhere stories live. Discover now