Mariela y Cecy entran al vestidor al igual que Santiago.

-Ey, ¿no te caía mal el doctor? ¿De cuándo acá tan amiguitos? ¿Quién te entiende? -dice Cecy a su hermana.
-¿Me creerás que ni yo misma me entiendo? -confiesa Maya, realmente confundida.
-¡Sí!... tú más que ortopedista, necesitas un psicólogo -bromea Cecy, y ríen las dos.
-Oye, ¿y no te da miedo irte sola con él? -pregunta la maestra.
-Pues... no sé... a pesar de todo me inspira confianza... además, ¿qué me puede hacer? -responde la escritora.
-¡Quién sabe! -murmura Cecy.
-Ay, ya cállate. Vamos a apurarnos -agrega Maya.

Cecilia ayuda a su hermana a arreglarse y luego se dirigen a la recepción del lugar donde ya las está esperando Santiago.

-¿Lista? -pregunta Santiago a Maya.
-¡Sí!
-¿Nos vamos? -propone sonriendo él.
-Oye, ¿y tus pacientes? -comenta preocupada.
-¡Ah! ¡No te preocupes! Los va a atender Alex -contesta el médico.
-¿Seguro?
-Sí. ¡Vamos! -repite, al ayudarla a acercarse al elevador.
-¿Te ayudo a subirla al coche? -ofrece Cecy a Santiago.
-¡Bueno!

Al llegar al estacionamiento, Cecy ayuda a Santiago a subir a Mariela al coche:

-¡Listo! -exclama al sentar a su hermana en el auto.
-¡Gracias! -dice él.
-¡Nos vemos al rato! -indica la Morena a su hermana.
-Ok -responde Mayitis.
-¡Te cuidas! -recomienda Cecy.
-Tú igual -dice la escritora.
-¡Te la encargo! -le pide a Santiago.
-No te preocupes. ¡Mientras esté conmigo está segura! -responde él, mientras sube al auto.
-¡Ay, ajá! -exclama Cecilia, y ríen todos.
-Bueno, ¡bye! -Mariela se despide de su hermana mientras, Santiago arranca el auto.

Santiago y Mariela salen del lugar y se dirigen a uno de los restaurantes más conocidos del centro de la ciudad.

Al llegar a lugar, Santiago baja del auto con mucho cuidado a Mariela; y a decir verdad, ambos están un poco nerviosos:

-¿Estás bien así? -pregunta mientras le coloca los apoyapiés a la silla.
-Sí.

Enseguida saca de la parte trasera del auto un sobre de plástico con unos papeles dentro.

-¿Te lo llevas? -le pide al poner el sobre en sus piernas.
-Sí -acepta ella.
-¡Gracias, amiga! -ríen ambos.

Santiago y Mariela entran al restaurante y escogen un lugar donde sentarse.

Él ayuda a Mariela a acomodarse frente a la mesa:

-¿Estás bien así?
-Sí, gracias -responde ella, mientras él se sienta y pone el sobre en la mesa.

En ese momento se acerca un mesero y pregunta qué van a ordenar:

-¿Quieres café? -ofrece el médico.
-¡Mejor un refresco! -sugiere la escritora.
-Hace mucho calor para tomar café, ¿verdad? -comenta Santo.
-Sí.
-Dos refrescos, por favor -le pide al mesero.
-Bueno, y ¿qué traes en ese sobre que pesa tanto? -pregunta Maya, al quedarse solos.
-¿Apoco te pesó mucho? -dice apenado.
-Pues no mucho, pero sí me pesó -ríen ambos.
-¿Pero no te lastimó? -pregunta él.
-No... ¿Qué traes ahí? -repite la joven, con curiosidad.
-Pues son los escritos que te dije -dice Santi.
-Ay, ¿apoco todo eso son escritos tuyos? -exclama sorprendida, mientras él abre el sobre.
-Sí, ¡y a mano! -responde, al sacar las hojas del sobre.
-¡Oh, me sorprendes! -le dice asombrada.
-¿Quieres leer? -ofrece Santo, y le acerca las hojas.
-¡Claro! -acepta ella sonriendo.
-Mira, ésta es la presentación, según yo -comenta él, y ríen ambos.
-¿Según tú? Ok, ¡veamos si es cierto! -dice Mayita.

Mariela inicia la lectura de las primeras líneas de los escritos mientras él la observa en silencio. Minutos después, Mariela termina de leer las páginas de la presentación:


 "El sueño de un Ángel"Where stories live. Discover now