A pesar de no ser hija de Marco, Mariela ama a Paloma Edith desde el momento en que supo de su existencia. Esta pequeña guerrera, como muchos la llaman, ha sabido llegar al corazón de todo aquel que la rodea. Ante todo lo que Palomita ha pasado y logrado sobrevivir, los médicos han llegado a la conclusión de que, si la niña sigue con vida, es gracias a todos los cuidados y el
gran amor que su familia le da en todo momento, pues su madre, junto con sus hermanos y familiares, se han encargado de que la pequeña esté llena de amor cada momento de su vida.

Para los Valencia, Palomita es un regalo que Dios les mandó del cielo, y aunque no saben cuánto tiempo se quedará junto a ellos, todos la adoran, están pendientes en todo momento de su bienestar y hacen todo lo que está a su alcance para que sea una niña feliz. Es así como Maya ha convertido a Palomita en su princesa consentida, depositando en ella un inmenso cariño, el cual no puede ser comparado con ningún otro. Hoy en día Paloma vive en un pequeño departamento con sus hijos y, aunque ha luchado y
trabajado mucho estos años para sacarlos adelante, ha contado en
todo momento con la ayuda, el cariño y el apoyo incondicional de su familia.

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Llegó el fin de semana y Cecilia y Mariela fueron a visitar a su cuñada y a sus sobrinos:
-¡Hola, cuñis! -saluda Cecy, al llegar a la casa de Paloma y darle un fuerte abrazo.
-¡Hola, qué milagro que vienen! -responde Paloma, mientras abraza a Maya.
-¡No es cierto! Hace ocho días vinimos también -aclara la escritora.
-¡Sí, es cierto! -exclama la Morena, mientras se sienta en el sofá.
-Bueno, y ¿a qué debo el honor de su visita? -pregunta mientras los niños salen a la sala a ver a sus tías.
-¡Tía, qué bueno que vienen! -dice Marco, abrazando a Maya.
-¿Cómo estás, mi amor? -exclama Cecy, saludando a Marco.
-Aburrido, tía -contesta el niño, sentándose en el sofá.
-¿Y cómo está mi princesa hermosa? -pregunta Maya, al ver a Palomita en su carriola y darle un beso.
-Aquí, escuchando pelear a estos dos. Que, por cierto, ¡ya me tienen harta! -exclama enseguida Paloma.
-Ya no peleen chamacos, ¿no ven que estresan a su mamá? -Cecy les dice a los niños.
-Es que Carlos me molesta, tía -se queja Marco.
-¿Yo? No es cierto. Tú te la pasas agarrando mis cosas -aclara Carlos molesto. -No, no es cierto -contesta Marco, mientras Cecy abraza a Palomita.
-¡Bueno, ya! Ya se van a portar bien los dos, ¿verdad? -corta Mayitis.
-Sí, tía -responden ambos niños.
-Sí, ajá, ¡cómo no! Eso te dicen ahorita, Maya, pero ¡en cinco minutos van a estar igual! -asegura Paloma.
-No, mami, ya me voy a portar bien -promete Marco.
-Eso quiero ver -contesta Paloma, que no cree nada.
-Pues nosotros venimos por ustedes -confiesa Cecilia.
-¿Por nosotros? -exclaman los niños.
-Sí, venimos a buscarlos para que vayan a pasar el fin de semana con nosotros -contesta Maya.
-¡Sí que sí! ¡Yo quiero ir! -exclama Marco feliz.
-Yo también -agrega Carlos, mientras Paloma los observa callada.
-Cuñis, ¡di algo! -inquiere Cecy.
-Yo no voy a ningún lado porque tengo muchísimo quehacer en esta casa -indica seriamente Paloma.
-Ay, cuñis, no manches. ¡Vamos, anda! -ruega Mayita.
-Sí, má, ¡di que sí! -insiste Marco.
-¡Ya di que sí, mamita! -insiste Carlos.
-No. Tengo mucha ropa que lavar y tengo que limpiar porque tiene días que no limpio -argumenta.
Mira, la ropa sucia te la llevas y la lavas allá, y por la casa no exageres que se ve limpia -exclama Morena.
-Sí, mamá, se ve limpio. Vamos, vamos -dice emocionado Carlos.
-Cuñis, ya. Di que sí. Hace mucho que no estamos todos juntos -señala Mariela.
-Sí es cierto -dicen los niños.
-Bueno, está bien... nada más porque me da flojera limpiar la casa -acepta Paloma, y ríen todos.
-Bueno, mis amores, corran a hacer sus maletas ¡antes de que se arrepienta su mamá! -les dice Mariela, a los niños.

Mientras los niños hacen sus maletas, Cecy, Mariela y Paloma siguen platicando y cuidando a Palomita:

-Oye, Cecy, ¿cuándo es el concurso de baile de la academia? -pregunta Paloma.
-En un mes -indica Morena.
-Acompáñenme a hacer mi maleta y la de esta gorda hermosa -dice Paloma, caminando hacia su cuarto con su hija.
-Bueno, vamos -contesta Cecy, al levantarse del sofá y empujar la silla de su hermana hacia el cuarto.
-¿Qué ropa me llevo? -pregunta Paloma, abriendo su closet.
-Pues lo que sea, total vamos a estar en la casa -comenta la escritora.
-Oigan ¿y si vamos al rato al cine? -propone Paloma de repente.
-¿Vamos? ¿quiénes? -pregunta Cecilia.
-Pues todos -aclara Paloma.
-Ay, no manches, somos muchos -responde Cecy.
-¡Ya sé! ¡Mejor rentamos unas pelis y las vemos todos en la casa! -sugiere Mariela, después.
-¡Ándale, eso está mejor! -la apoya la Morena.
-Bueno pues... oigan, ¿saben de qué tengo ganas? -exclama la cuñis.
-¿De qué? -pregunta Cecilia.
-¡De ir al antro! -expresa Paloma.
-¡Sí! ¡Yo también! -añade emocionada Maya.
-No. ¡No empiecen! ¡Paloma, deja de alborotarla! -exclama al instante Cecy.
-No seas payasa, Cecilia, vamos, hace mucho que no vamos -le contesta Paloma.
-No. Ya deja de inventar, por favor -repite la maestra de danza.
-Vamos, ¿por qué no? -insiste.
-Porque no. No tengo ganas, además tú sabes que no me gusta ir con Maya al antro. ¡Qué flojera! Tener que arreglarla a ella, arreglarme yo, andarla subiendo y bajando del carro y luego a las cuatro, cinco de la mañana que llegamos acostarla primero a ella para poder acostarme yo, ¡no manches! - dice Cecy, mientras su hermana la escucha callada y con cierta tristeza.
-Cecilia, no seas así -exige Paloma.
-Es la verdad y ella lo sabe perfectamente, ¿o no? -se dirige
a Maya que no responde y está seria.
-Ya bájale, Cecilia, ¡vamos todos al antro! Además yo voy a estar ahí y te voy a ayudar con Maya -responde Paloma, y le guiña el ojo a Maya.
Cecilia observa a su hermana que, al escuchar a su cuñada decir eso, muestra una gran sonrisa.
-Bueno... está bien, pero tú te encargas de maquillarla porque a mí me choca hacerlo porque se mueve demasiado -acepta la Morena.
-Se mueve involuntariamente -aclara Paloma.
-Sí, ya sé, ¡pero me desespera! Siento que cada vez que la voy a maquillar ¡se mueve más que nunca! -expresa Cecilia.
-No exageres, cuñis -se ríe.
-Es que, neta, está tranquila y nada más ve que me le acerco con el maquillaje y empieza con su temblorina -asegura Cecy, y Maya se ríe de ella.
-Es que me pongo nerviosa -justifica Mayita.
-Pues sí, cómo no ponerte nerviosa con el genio de esa maquillista que con tantito que te muevas empieza a regañarte -dice Paloma, y ríen las tres.
-Ay, qué chistositas son... bueno vámonos, ¿no? -concluye la Morena.


 "El sueño de un Ángel"Onde histórias criam vida. Descubra agora