Era como un babuino con pelo corto y blanco excepto por los grandes desgarrones en el pelaje, por donde se veían brillantes trozos de denso músculo rojo. No parecía que lo hubieran atacado, sino que era como si los músculos hubieran desgarrado la piel al haber crecido demasiado para que ésta los pudiera cubrir. Las manos eran demasiado grandes y las uñas demasiado largas, y la criatura las arrastraba dejando marcas sobre el suelo de piedra mientras se acercaba a Jeonghan desde la pila de maderas con una sonrisa maliciosa en su rostro contorsionado.

"Despacio..."

Jeonghan cogió lentamente el arma que le colgaba de la cintura, tan asustado como lo había estado durante toda la noche. Los babuinos normales eran capaces de hacer trizas a una persona, y éste en concreto tenía la pinta de estar infectado.

El babuino se acercó más, y Jeonghan oyó al menos dos voces más comenzando a chillar desde arriba. El ruido fue aumentando al irse aproximando más animales enfermos. Al primero ya lo tenía lo suficientemente cerca como para poder olerlo, el cálido y almizclado olor de la orina, las heces, la brutalidad y, por encima de todo, de la infección.

—¡Jeonghan! ¿Qué está pasando?

Aún tenía la radio en la mano izquierda. Apretó el botón, temiendo hablar pero aún temiendo más que los gritos de Seungcheol incitaran a la criatura a atacarlo.

—Sshhh —dijo con voz suave, tanto para calmar al animal como para callar a Seungcheol.

Retrocedió un paso, se colgó la radio del cuello de la camisa y alzó la nueve milímetros. El babuino se agachó aún más, tensando las patas y saltó justo en el momento en que el rubio disparaba, justo en el momento en que dos seres ágiles saltaban chillando a la sala desde el conducto de ventilación.

Uno de ellos le lanzó un zarpazo al pasar, y sus afiladas uñas le rasgaron el pelo. Al esquivar el ataque se alejó de su atacante, pero también perdió el equilibrio y el tiro dio en la pared. Todos cayeron sobre la pila de maderas..., y entonces el suelo se hundió.

—Bueno, me marcho —anunció Haruto—. Por tu salud, te recomiendo que hagas lo mismo y dejes de darle vuelta a este asunto, Arima.

Por experiencia personal, sabía que las anomalías solían tender a resolverse por sí mismas, de una forma u otra.

—Pero si sale de aquí algo sobre lo que realmente le pasó al doctor Awaji...

—No saldrá —afirmó Haruto.

Arima se negaba a ceder.

—¿Y la mansión Sakura y los centros que hay allí?

—Déjame eso a mí —repuso Haruto—. La corporación HANA quiere datos de combate, y se los voy a dar. Llevaré a los P.L.E.D.I.S allí dentro, a ver cómo gente con auténtico entrenamiento se enfrenta a las armas bioorgánicas —sonrió mientras pensaba en el talento del equipo BLACK.

Sería un enfrentamiento de lo más interesante. Después de ver a Jeonghan en el centro, resultaba evidente que algún imprevisto le había ocurrido al equipo SILVER de Jonghyun. Haruto podría aprovecharse de ello, llevaría a los BLACK a «buscar» a los hombres del otro equipo. E incluso si los SILVER hubiesen conseguido regresar por sí solos a la civilización, aun quedaba Jeonghan. El joven era brillante, pero el cerebro no valía lo mismo que la experiencia en combate. De hecho, lo más seguro era que ya estuviera muerto.

Salieron de la sala de control. Haruto se dirigió hacia el vestíbulo y Arima correteó detrás para mantenerse a su altura. Se aproximaron al ascensor, que seguía abierto desde la llegada de Haruto, y éste se metió dentro. Arima se lo quedó mirando. Bajo la luz más brillante del pasillo, Haruto se fijó en la expresión de locura que marcaba el rostro del científico. Unas grandes ojeras oscuras le rodeaban los ojos y tenía un tic en la comisura de la boca.

Zero Hour ➳ JeongcheolWhere stories live. Discover now