Mi mente colisiona y hasta en instantes puedo suponer con una analogía una fractura letal, que me puede hacer perder la cabeza, pero no... al final mi mente no cede en medio de los dos.
Por un lado, embaucar, mentir, ansiar el placer inmoral que efímero veraz anestesia de una realidad que no se quiere tomar. No optar por la madurez y perderse en cualquier banalidad.
Si ser lerdo fuera un crimen el peso mío la condenada a muerte en posibilidad inquebrantable, si no es por no dimensionar, simplemente el interior no cede, al menos quiero sospechar que es algo lento al sentido, podré ver la vuelta de mi corazón y luego siento la otra parte:
Por momentos deseo odiar, ganar las habilidades emocionales para acabar con todo como lo prometí, aplastar, en cambio atado por mis propias sensaciones y hasta a poseer en insolencia siempre la chispa que enciende todo, me quema «amar», es que es ilusión barata del cual mi alma se embriaga, se niega.
Tengo tanto miedo, tengo tanta aberración que también me pase, que el en laberinto de mi mirada oscura me entierro, en donde es más seguro que los demás se confundan y se pierdan. Estando lejos de esa sombra así.
Soy un cobarde simplista que lucha, con rasguños que queman y no cicatrizan, como esos caballos que torturan, incentivan recordándoles en la piel que deben seguir trotando para la vida. Golpeo mi cabeza contra la pared asegurando que todo va a estar bien cuando ni yo lo sé, sosteniéndome del placer de superarme con o sin más seres ya que poco a poco me he acostumbrado a la soledad.
Pude haber advertido conocimientos, de la misma manera pueden aparecer gente que confirmen que no lo sé. Al final puedo saber que no he conocido nada y seguir.
Pasando los años una luz titila en el pasillo de mi interior escapando de la oscuridad, es el pasado que me informa que por más que corra no podré. Me arrebaté lo innecesario, carezco de sentir.
Estoy aquí, y Dios sabe que duele, pero él no está, yo dejé de creer en él más que por moda, por su aparente silencio, estoy confundido y me perdí en el laberinto de mi propia mirada. Ahora no comprendo nada a pesar de siempre querer aparentar que lo sabía todo.
Esperando en mi castillo de ensueño, permitiéndome siempre en toda discusión saltar para tomar las decisiones en un "¿Y cómo quedo yo?" Resolviendo así el dilema no confiado en un compromiso.
Si muriera hoy no pasaría nada porque no tengo nada y dentro de algunos años nadie me recordaría, mis sentidos están en conflicto y eso es lo que siento.
El viento sopla con los años cerca de mis cabellos y lo veo, ahora una nueva silueta que tengo que cuidar, simplemente tengo que aprender a vivir con el perdón que me dieron perdonándome lentamente. Los hijos de Dios no podemos cambiar tan rápido como deseamos porque somos débiles, a pesar de luchar contra la corriente, yo vi esa chispa y me quemé llorando de alegría ya que me permití morir.
El digno corolario de mi vida en que escogí ser alegría.
Mi dolo era creer que el amor era una cosa y pensar en tomar mal por bien.
Fue así que amé por fuerza y con negligencia, ahora es el aire que respiro, y así pretendo desaparecer en la verdadera realidad.
